Por Elena Moncada, Resumen Latinoamericano, 4 de octubre de 2021.
Los talleres que coordino, que son mi trabajo en esta etapa de mi vida, me siguen dando muchas satisfacciones porque creo que son un aporte a los proyectos educativos de distintas instituciones, como la escuela Constituyentes, la escuela Almirante Brown y el IPEI, donde estuve recientemente o estaré en los próximos días. Me alegra que me convoquen, porque significa que las escuelas valoran lo que puedo comunicar a partir de lo que me ha tocado vivir. Ahora que las escuelas vuelven a organizarlos y que me reencuentro con niños, niñas y jóvenes, noto que algunos temas se han vuelto urgentes.
Las docentes me han pedido que hable, por ejemplo, de grooming. Resulta que durante el aislamiento de 2020, cuando los niños estaban mucho tiempo en las redes, los depredadores sexuales tuvieron más oportunidades que nunca de relacionarse con menores, convencerlos de enviarles fotos y después extorsionarlos para no publicarlas. Esto dejó a niños, niñas y jóvenes en manos de pedófilos y de proxenetas. Muchas chicas desaparecidas en esos meses fueron captadas de esta manera. De este tema suelen hablar en los talleres las compañeras Agustina, Naty, Erica y Lorena, que se han especializado en lo que pasa en las redes.
También ocurrió en esos meses que aumentaron los abusos intrafamiliares, ya que al tener que permanecer todos en casa, sin salir a trabajar ni a la escuela, los abusadores tuvieron más oportunidades de acosar y abusar a sus víctimas. Las docentes que me convocan para que hable en las escuelas están muy preocupadas por el abuso en las infancias, especialmente por el abuso intrafamiliar, ya que en el caso de niñas embarazadas los violadores suelen ser padres, hermanos o tíos. Hablar de estos temas hace que, con el tiempo, los niños y las niñas se animen a contar lo que les está pasando en sus casas y sea posible ponerle freno a la voracidad de los abusadores mediante la intervención de la justicia.
Un tercer tema que ha cobrado importancia en este tiempo es el uso de drogas. Las docentes detectan que hay niños, niñas y jóvenes que han empezado a consumir y buscan crear conciencia en ellos de los daños físicos, psíquicos y sociales que acarrea el abuso de sustancias.
De todo esto hablamos con ellos, y hacemos de eso nuestro medio de vida. Y nos hace felices saber que vivimos de ayudar a que a otros no les pase lo que nos pasó a nosotras: es importante que las nuevas generaciones encuentren en los adultos una escucha atenta y confiada, para que los violadores y los proxenetas no puedan aprovecharse de su vulnerabilidad. Ese es el espacio que crea la Educación Sexual Integral, un espacio de confianza, de solidaridad y de apertura.