Por Lissy Rodríguez Guerrero, Resumen Latinoamericano, 26 de octubre de 2021.
Fundar una nueva institucionalidad y generar una cultura de participación ciudadana fueron las bases para la creación en la década del´70 del pasado siglo del Poder Popular, piedra angular de la democracia en Cuba.
Quince años antes comenzó la profunda transformación económica, política y social que significó el triunfo de la Revolución y el derrocamiento de la tiranía de Fulgencio Batista (1952−1959), pero imperaba la necesidad de constituir las instancias representativas del poder del pueblo en la nación.
Protagonistas de aquellos momentos recuerdan el experimento inicial que comenzó en la occidental provincia de Matanzas, luego su legitimación en la Carta Magna aprobada en 1976 y las primeras elecciones a delegados municipales el 10 de octubre de ese año.
También rememoran la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP, Parlamento cubano) en diciembre y la elección del primer Consejo de Estado.
Desde entonces han transcurrido 45 años en la maduración constante de estos órganos, a partir de la adopción de leyes y normativas que transforman la realidad social o las propias reformas realizadas a la Constitución.
Por solo mencionar un ejemplo, la Ley de leyes vigente y aprobada por el 86,85 por ciento de los votantes en 2019 apostó por una transformación en sus estructuras y otorgó a los municipios la personalidad jurídica necesaria para potenciar los procesos de consulta popular, toma de decisiones, identificación de problemas y búsqueda de soluciones.
Un rasgo distintivo del Poder Popular en Cuba radica en que el 50 por ciento de los delegados elegidos en los barrios y comunidades conforman el Parlamento, de modo que todos los municipios tienen al menos una representación, y completan esos escaños representantes de todos los sectores de la sociedad.
El de la isla caribeña constituye el segundo Parlamento en el mundo con mayor participación de mujeres (53,2 por ciento), solo superado por Ruanda (61,3) en África Occidental.
En su estructura primaria y el resto de sus eslabones, estos órganos están llamados hoy a perfeccionar métodos y estilos de trabajo y a fortalecer los espacios donde los delegados rinden cuentas de su gestión a quienes los eligieron, impuestos por ley la posibilidad de revocarlos de sus cargos.
El secretario general del ente Legislativo Homero Acosta señaló recientemente que resulta un reclamo cardinal liberar a los órganos del Poder Popular de formalismos y trabajar por una mayor descentralización en las decisiones.
Una muestra de cuánto se puede lograr en ese empeño son las transformaciones que desde hace dos meses tienen lugar en comunidades vulnerables, gracias al trabajo de los delegados de base, los propios pobladores, ministerios y organizaciones estudiantes y de masas.
En diálogo con Prensa Latina, el delegado más joven de la localidad habanera del Cerro, Roberto Soto, afirmó que estos representantes deben ser líderes comunitarios, ocuparse de los planteamientos de los ciudadanos y hacer frente a la indolencia de la administración.
Asimismo, están llamados a combatir las ilegalidades y velar por la calidad del trabajo que se realiza en beneficio de la población.
Con solo 20 años, el joven emprendió en 2017 la tarea asignada por sus vecinos y desde entonces su gestión facilitó la instalación de una planta telefónica para beneficio de todas las viviendas, el mejoramiento de la calidad del alumbrado público y la habilitación de una nueva parada de ómnibus, por solo mencionar algunos resultados.
‘Sobre todas las cosas, me siento orgulloso de los logros alcanzados en el trabajo con los niños, la promoción de la historia y la labor comunitaria integrada, esa que cuenta con la participación popular, con la impronta de los vecinos’, significó e insistió en los problemas por resolver como el asfalto de calles y la apertura de nuevos servicios.
Para Soto resulta fundamental el despacho que establece semanalmente con sus electores para recoger planteamientos y quejas, y dar respuestas a las problemáticas del barrio. ‘Ese es uno de los procesos más importantes que desarrollo como delegado’, remarcó.
‘Tenemos que ser más proactivos. No hay que esperar indicaciones para resolver problemas elementales, hay que tener iniciativa para generar soluciones. El delegado no puede ser protagonista del descontento social, cuando está en sus manos la gestión para evitarlo’, reafirmó.
Son retos que marchan en sintonía con el pedido del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, cuando hace solo unos días en recorrido por el barrio habanero de La Corbata instó a romper con todo lo que puede conllevar a la inmovilidad de estos órganos que por definición y diseño surgieron para la continua evolución.
Fuente: Prensa latina