Cultura. Una ceremonia informal para homenajear a un anarquista irreverente: fue presentado el libro «Revolución es la palabra», dedicado a Osvaldo Bayer

Cul­tu­ra. Una cere­mo­nia infor­mal para home­na­jear a un anar­quis­ta irre­ve­ren­te: fue pre­sen­ta­do el libro «Revo­lu­ción es la pala­bra», dedi­ca­do a Osval­do Bayer

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Por Car­los Azná­rez y María Torre­llas, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 7 de octu­bre de 2021

Fue toda una cele­bra­ción de amor y com­pa­ñe­ris­mo lo que ocu­rrió este pasa­do miér­co­les en el CCK por­te­ño. El home­na­jea­do, ese roble ergui­do del anar­quis­mo que fue y es Osval­do Bayer, se lo mere­cía con cre­ces por todo lo que hizo y dejó como lega­do revo­lu­cio­na­rio. Se tra­tó de lle­nar de músi­ca, poe­sía y ale­gría la pre­sen­ta­ción de un libro más que ori­gi­nal como es “Revo­lu­ción es la pala­bra”, pen­sa­do, tra­ba­ja­do y por fin aca­ba­do por la tenaz y exce­len­te perio­dis­ta ‑y sin duda, escri­to­ra- Maria­na Dufour, con la cola­bo­ra­ción indis­pen­sa­ble de Javier Cor­cue­ra. La pre­sen­ta­ción fue tan infor­mal como hubie­ra que­ri­do Osval­do, y por eso, tan­to Maria­na como Javier y Esté­ban Bayer, el hijo del home­na­jea­do, no solo con­ta­ron la aven­tu­ra que había sig­ni­fi­ca­do plas­mar el tex­to, sino tam­bién «la coci­na» de las entre­vis­tas y las emo­cio­nes y risas acu­mu­la­das a lo lar­go del tiem­po que lle­vó rea­li­zar­las. Por­que la sin­gu­la­ri­dad de este libro es pre­ci­sa­men­te su pro­duc­ción, en la que Maria­na fue con­vo­can­do a ami­gos y com­pa­ñe­ros de Bayer (poe­tas, escri­to­res, perio­dis­tas, mili­tan­tes) para que jun­to con “el que­ri­do vie­jo anar­quis­ta” evo­ca­ran a otros ami­gos y com­pa­ñe­ros lucha­do­res que ya no están pero cuyas ideas, pen­sa­mien­tos de rebel­día o heren­cia inte­lec­tual, per­sis­ten en el presente. 

Es por eso que duran­te varias horas se pro­du­jo una comu­nión mara­vi­llo­sa entre el públi­co y quie­nes die­ron tes­ti­mo­nio median­te la pala­bra o recor­da­ron a Osval­do con su poe­sía y músi­ca, Así, se pudo escu­char al Pre­mio Nobel de la Paz, Adol­fo Pérez Esqui­vel, que recor­dó a Osval­do Bayer como se hace con un ami­go y cama­ra­da de mil pro­tes­tas por cau­sas jus­tas, para lue­go leer un poe­ma de Vicen­te Zito Lema sobre la lucha entre la vida y la muer­te. Ense­gui­da, Maria­na con­vo­có a otra gran lucha­do­ra como es Taty Almei­da, de las Madres de Pla­za de Mayo, Línea Fun­da­do­ra, quien leyó un poe­ma que escri­bie­ra su hijo des­apa­re­ci­do, ele­van­do la emo­ti­vi­dad del encuentro.Más tar­de pudo escu­char­se reci­tar y can­tar a Bea­triz Pichi Malén, hon­ran­do des­de la fuer­za ances­tral del pue­blo Mapu­che el com­pro­mi­so de Bayer con los pue­blos ori­gi­na­rios. Marian Farías Gómez reci­tó un poe­ma del inol­vi­da­ble Ham­let Lima Quin­ta­na. Rolan­do Gold­man y su hijo se lucie­ron inter­pre­tan­do a pun­ta de cha­ran­go dos temas que deja­ran con ganas de más y más. 

Tam­bién se recor­dó a otro gran ami­go de Bayer, el pin­tor Pon­ziano Cár­de­nas, y fue su nie­ta, la encar­ga­da de hacer­lo, dan­zan­do con inocul­ta­ble pasión y sabi­du­ría. Lo mis­mo ocu­rrió con el mere­ci­do home­na­je a quien fue­ra el com­pa­ñe­ro de todo momen­to de Osval­do, el «Indio» Raúl Fer­nán­dez, ese tro­va­dor y ser increí­ble, que con una humil­dad a prue­ba de balas, fue su res­pal­do en cada una de las aven­tu­ras rebel­des e irre­ve­ren­tes que empren­día el maes­tro. Pen­san­do en ambos y en esa her­mo­sa amis­tad, la hija de Raúl, acom­pa­ña­da de otro músi­co nor­te­ño, ilu­mi­na­ron aún más la noche. 

En la enor­me pan­ta­lla, pre­si­di­da por una her­mo­sa foto de Osval­do, se fue­ron suce­dien­do tam­bién algu­nos videos de com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras del autor de tan­tos libros inol­vi­da­bles como fue, por ejem­plo, «Los ven­ga­do­res de la Pata­go­nia Trá­gi­ca», tam­bién cono­ci­do como «La Pata­go­nia Rebel­de». Nori­ta Cor­ti­ñas, quien mar­chó con Osval­do en innu­me­ra­bles opor­tu­ni­da­des para apo­yar con­flic­tos, huel­gas, luchas o repu­diar repre­sio­nes, le dedi­có tam­bién des­de un video un cari­ño­so recuer­do de com­pa­ñe­ra a compañero.

En el final, la emo­ción y la poten­cia del home­na­je tre­pó a la cima, con la actua­ción de dos agru­pa­cio­nes musi­ca­les que Osval­do que­ría mucho y con los que com­par­tió char­las y actos a lo lar­go de todo el país: Por un lado, el Quin­te­to Negro La Boca, inter­pre­tan­do como los dio­ses “Las putas de San Julián” (evo­can­do a esas muje­res que se nega­ron a pres­tar ser­vi­cios sexua­les a los fusi­la­dos de la Pata­go­nia). Ese fue el momen­to en que una ima­gi­na­ria ban­de­ra ácra­ta, con la A meti­da en un círcu­lo pare­cía sobre­vo­lar los ins­tru­men­tos de esa cur­ti­da ban­da tan­gue­ra, y no por casua­li­dad, la can­tan­te Bri­sa Vide­la, puño en alto, recor­dó a San­tia­go Mal­do­na­do y Rafael Nahuel (¡Pre­sen­tes!). Por otro lado, no podía fal­tar esa ban­da de tan com­ba­ti­vo nom­bre: Arbo­li­to. En for­ma­to redu­ci­do, es cier­to, con sola­men­te dos de sus inte­gran­tes pero que sona­ron como si hubie­ran esta­do al com­ple­to. Sobre todo, en ese tema sím­bo­lo de la rei­vin­di­ca­ción del mapu­che jus­ti­cie­ro, el lon­ko Arbo­li­to, quien har­to de tan­tas humi­lla­cio­nes y masa­cres con­tra su pue­blo, deci­dió embos­car y final­men­te pasar a degue­llo al geno­ci­da gene­ral Fede­ri­co Rauch. Ese ase­sino serial, que como Roca se jac­ta­ban de cor­tar cabe­zas de «sal­va­jes», defi­nien­do de esta mane­ra la cruel­dad y cobar­día de su especie.

Cuan­do la músi­ca calló, la pala­bra vol­vió a recla­mar su espa­cio, y allí pudo escu­char­se nue­va­men­te a Maria­na (emo­cio­na­da has­ta las lágri­mas y feliz a la vez) y a Esté­ban (orgu­llo­so de ser hijo de tal padre), evo­can­do ambos a Bayer y agra­de­cien­do a los artis­tas y públi­co pre­sen­te la cali­dez vol­ca­da en el encuen­tro. Para cerrar, subió al esce­na­rio, el minis­tro de Cul­tu­ra, Tris­tán Bauer, quien hizo un sen­ci­llo pero elo­cuen­te y mere­ci­do pane­gí­ri­co del maes­tro, y apun­tó todo lo que Osval­do Bayer sig­ni­fi­ca­ba para la cul­tu­ra popu­lar argen­ti­na. No hacía fal­ta más: des­de la pan­ta­lla, ese enor­me poe­ta, escri­tor, perio­dis­ta, inqui­lino del «Tugu­rio» y rei­vin­di­ca­dor liber­ta­rio, pare­cía son­reir, con­ten­to de ver la con­mo­ción amo­ro­sa que había pro­vo­ca­do en esta ocasión.

Fotos: María Torrellas

Adol­fo Pérez Esqui­vel y Esté­ban Bayer
Javier Cor­cue­ra y Maria­na Dufour
Rolan­do Gold­man con su hijo
Marian Farías Gómez
Tato Almei­da
Des­de Entre Ríos lle­gó la chamarrita
Bea­troz Pichi Malén
La dan­za de la hija de Pon­ciano Cárdenas
Can­ta la hija de Raúl Fer­nán­dez, el entra­ña­ble ami­go y com­pa­ñe­ro de Bayer
Quin­te­to Negro La Boca
Arbo­li­to
Minis­tro de Cul­tu­ra Tris­tán Bauer

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