Por Gotson Pierre, Resumen Latinoamericano, 26 de octubre de 2021
No hay indicios de la existencia de un gobierno, mientras que la parálisis es total en Haití desde hace dos días, y la incertidumbre y las preocupaciones van ganando terreno, observa AlterPresse. La segunda huelga general, desde el lunes 25 de octubre, por convocatoria de los sindicatos del transporte, curiosamente no ha despertado ninguna iniciativa por parte de las autoridades, de las que no se han tenido noticias desde el pasado fin de semana. Incluso la cuenta de Twitter del primer ministro de facto, Ariel Henry, no se ha actualizado durante 48 horas.
Ninguna iniciativa anunció, tras la sustitución del jefe de policía, Léon Charles dejando su lugar a Frantz Elbé. Salvo algunos cambios dentro de la jerarquía policial, que aún no han tenido ningún efecto visible en la situación. En general, las actividades siguen paralizadas tanto en la capital como en las principales regiones de Haití. Es prácticamente un país paralizado: calles desiertas, sin vehículos de transporte público, muy pocos mototaxis. El comercio formal y las escuelas cerraron, muy pocas actividades informales. Impacto notable en las oficinas públicas que también están en gran parte paralizadas. Las necesidades básicas ya no están disponibles en el mercado.
El acceso a los medicamentos también es muy limitado. Los hospitales, las telecomunicaciones y los medios de comunicación tienen muchas dificultades para operar. En apariencia, el movimiento actual recuerda al «país cerrado». Solo en apariencia. El «país cerrado» fue un amplio movimiento para obligar a dimitir al ex presidente Jovenel Moïse, tras la denuncia de numerosas violaciones de derechos humanos, actos de corrupción y atentados a la independencia de las instituciones.
Hoy la situación es sumamente confusa. Ciertamente existe la consigna de los sindicatos contra la delincuencia y la escasez de combustible. Pero también hay partes enteras de la capital en manos de pandillas, que imponen sus leyes. Así pudieron hacerse con grandes reservas de combustible o incluso evitar la distribución desde los depósitos de almacenamiento al norte y sur de la capital, ubicados en los barrios directamente afectados por su dominio. También hay una aparente guerra territorial dentro del bloque de poder hoy. Varios clanes están cara a cara y no se llevan bien. Mientras que una gran franja de la vieja oposición involucrada en el «país cerrado» se encuentra en una alianza con el poder actual de Ariel Henry.
fuente: [AlterPresse]