Por Pepe Escobar.
Afganistán era el eslabón perdido en el complejo tablero de ajedrez de la integración de Eurasia. Ahora se acaba el tiempo. Después de cuatro largas décadas de guerra, poner en marcha la nación lo antes posible es un asunto urgente para todos sus vecinos.
Los tres nodos clave de la integración de Eurasia son muy conscientes de lo que está en juego. De ahí una campaña diplomática total de Rusia, China e Irán para poner la pelota en marcha.
Una confab, oficialmente denominada Segunda Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores – Países Vecinos de Afganistán, se llevó a cabo el 27 de octubre en Teherán, uniendo a los pesos pesadosde China y Rusia; Irán y Pakistán; y tres países de Asia Central: Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán.
Llámelo una especie de repetición extendida de la reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), donde todos discutían sobre Afganistán en detalle. El ministro de Relaciones Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, señaló a lo que todos apuntan. La paz, tuiteó, depende de un “gobierno inclusivo y del respeto por la voluntad del pueblo afgano”.
La declaración conjunta revisó una vez más todos los temas principales: la necesidad de una “estructura política de base amplia, con la participación de todos los grupos etnopolíticos” en Afganistán; la necesidad de “no injerencia en sus asuntos internos”; y un énfasis en “soberanía nacional, independencia política, unidad e integridad territorial”.
Y por último, pero no menos importante, la línea roja definitiva, que también es una línea roja de la OCS: no hay soporte de ninguna manera, forma o forma para ningún atuendo yihadista.
Los ministros de Relaciones Exteriores también volvieron a enfatizar lo que ya quedó impreso en la amplia cumbre de Moscú: “Los países principalmente responsables de las dificultades en Afganistán deben cumplir seriamente con su compromiso y proporcionar a Afganistán la asistencia económica, de subsistencia y humanitaria que se necesita con urgencia para ayudar a realizar una transición estable”.
La Unión Europea ha prometido mil millones de euros en ayuda humanitaria. Hasta ahora, eso es solo una promesa. Washington no ha enviado ninguna señal de que pueda considerar aliviar la terrible situación económica de Kabul.
El gobierno de Biden tampoco ha indicado que planea liberar casi 9.500 millones de dólares en oro afgano, inversiones y reservas de divisas extranjeras estacionadas en los EE. UU. que se congelaron después de la toma de posesión de los talibanes, a pesar de la creciente presión de los grupos humanitarios y otros que dicen que la medida punitiva puede causar el colapso de la economía afgana.
El presidente iraní, Ebrahim Raisi, después de reunirse con los ministros de Relaciones Exteriores de Pakistán, Tayikistán y Turkmenistán, no se detuvo. Ya había alegado, en el expediente, que Estados Unidos estaba facilitando la expansión de ISIS‑K en Afganistán, una ironía rápida, si es cierta, considerando que el grupo terrorista fue responsable de matar a 13 miembros del servicio militar de EE. UU. Y decenas de otros en la explosión de una bomba a fines de agosto en el aeropuerto internacional de Kabul.
Luego, el líder iraní se duplicó, afirmando que la reciente secuencia de atentados terroristas con bombas durante las oraciones del viernes en mezquitas chiítas en las grandes ciudades afganas también ha sido apoyada por Estados Unidos.
Raisi está expresando, a un nivel muy alto, un análisis que los servicios de inteligencia de varias naciones miembros de la OCS han estado intercambiando activamente: solo hay un actor geopolítico importante que se beneficia, al estilo de divide y vencerás, del caos generado por ISIS- K.
Los rusos, iraníes y chinos están prestando mucha atención a todos los asuntos relacionados con Afganistán. Antes de su actual gira europea, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, pasó por Doha el lunes para la primera reunión de alto nivel entre China y Afganistán desde el momento de Saigón el 15 de agosto.
Eso también marcó el regreso a la escena política del Mullah Baradar, el viceprimer ministro afgano interino, que de todos modos parece estar restringido a los asuntos de la oficina política de Doha.
Wang una vez más dejó muy claro que es crucial interactuar con los talibanes “de una manera racional y pragmática” y enfatizó, al mismo tiempo, que los talibanes deben “demostrar apertura y tolerancia”.
La principal prioridad de Beijing es comenzar a tratar con un gobierno funcional en Kabul lo antes posible. La integración de Afganistán al Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), y también al corredor Irán-China, que ahora se está desarrollando rápidamente, es una cuestión de urgencia.
Pero todo eso palidece en comparación con los desafíos que enfrenta un gobierno aún lejos de ser inclusivo: la crisis económica que se avecina, la pesadilla humanitaria ya de facto y la amenaza terrorista de ISIS‑K.
Solo dos días después de la reunión de Wang en Doha, y casi simultáneamente con la reunión en Teherán, Tayikistán aprobó la instalación de una base militar china en su territorio. Aquí vamos de nuevo.
Espere que una feroz campaña que exponga los “abusos de los derechos humanos” por parte de Dusambé (capital de Tayiistán, n. del t.) surja pronto.
Fuente: Asia Times.
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