Nige­ria. Los «ban­di­dos» no son «pis­to­le­ros des­co­no­ci­dos»: por qué es impor­tan­te la etiqueta

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 25 de octu­bre de 2021.

Algu­nos miem­bros de la Uni­dad de Fran­co­ti­ra­do­res de las Fuer­zas Arma­das de Nige­ria. Ste­fan Heu­nis /​AFP a tra­vés de Getty Images.

Des­de 2015, par­tes del nor­te de Nige­ria han sido tes­ti­gos de un aumen­to cons­tan­te de la inse­gu­ri­dad y los ata­ques vio­len­tos. Las víc­ti­mas han sido civi­les y fuer­zas de segu­ri­dad guber­na­men­ta­les. Nume­ro­sas fuen­tes de segui­mien­to de datos han mos­tra­do una esca­la­da de inci­den­tes des­de enero de 2021. Pero pare­ce haber una dife­ren­cia entre las accio­nes de los per­pe­tra­do­res y la for­ma en que se eti­que­tan. El gobierno los lla­ma «ban­di­dos» y «pis­to­le­ros des­co­no­ci­dos». Otros han insis­ti­do en que una des­crip­ción más apro­pia­da sería «terro­ris­tas». Ade­ju­won Soyin­ka, edi­tor regio­nal de Áfri­ca Occi­den­tal de The Con­ver­sa­tion Afri­ca, le pide a Sallek Yaks Musa, un exper­to en segu­ri­dad y rela­cio­nes cívi­co-mili­ta­res, que expli­que qué podría sub­ya­cer a la ter­mi­no­lo­gía uti­li­za­da y cómo la des­con­fian­za en el ejér­ci­to obs­ta­cu­li­za una solución.

¿Quié­nes son los atacantes?

En los últi­mos años, la iden­ti­dad de estos gru­pos no esta­ba cla­ra en gran medi­da. Pero la ele­va­ción de los ata­ques y las atro­ci­da­des que come­ten ha crea­do un patrón. Sobre­vi­vien­tes, tes­ti­gos pre­sen­cia­les y fuen­tes del sec­tor de la segu­ri­dad han seña­la­do a los pas­to­res fula­ni que hablan el dia­lec­to Ful­ful­de común­men­te cono­ci­do en las regio­nes noroes­te y cen­tro-nor­te de Nige­ria como los prin­ci­pa­les per­pe­tra­do­res. Estas fuen­tes indi­ca­ron ade­más una cola­bo­ra­ción cada vez mayor entre este gru­po y otros fula­ni extran­je­ros que hablan un ful­ful­de dife­ren­te con un acen­to con­si­de­ra­do de ori­gen fran­cés. Esto apun­ta a un posi­ble obje­ti­vo ideológico.

Una atro­ci­dad común es la inva­sión de comu­ni­da­des, des­tru­yen­do casas, pro­pie­da­des y cul­ti­vos. El moti­vo pare­ce ser des­pla­zar a la gen­te y ocu­par sus tie­rras cultivables.

Para finan­ciar sus ope­ra­cio­nes, los ban­di­dos han secues­tra­do a civi­les para pedir res­ca­te. Des­de enero de 2021, han ocu­rri­do no menos de 10 inci­den­tes de secues­tro de niños en edad esco­lar que invo­lu­cra­ron a más de 1,000 estu­dian­tes. Se han uti­li­za­do pues­tos de con­trol de vehícu­los impro­vi­sa­dos​para secues­trar a los via­je­ros y muchas comu­ni­da­des rura­les han sido inva­di­das úni­ca­men­te para secues­tros y saqueos. El 24 de agos­to, unos ban­di­dos ata­ca­ron la Aca­de­mia de Defen­sa de Nige­ria, mata­ron a dos ofi­cia­les y secues­tra­ron a otro. Esto apun­ta a la fuer­za y​capa­ci­dad de los gru­pos. Tam­bién sig­ni­fi­ca que la vio­len­cia está asu­mien­do un carác­ter insurgente.

Los per­pe­tra­do­res ope­ran libre­men­te un cua­si gobierno, impo­nen gra­vá­me­nes a las comu­ni­da­des y exi­gen dine­ro como con­di­ción para que los civi­les acce­dan a sus gran­jas y comu­ni­da­des. El ejér­ci­to pare­ce inca­paz de con­tra­rres­tar las ame­na­zas o rea­li­zar impor­tan­tes esfuer­zos de res­ca­te. Los inten­tos recien­tes se basa­ron en gran medi­da en el bom­bar­deo aéreo, que tien­de a care­cer de pre­ci­sión. Esto ha pro­vo­ca­do víc­ti­mas civi­les y no ha pro­du­ci­do resul­ta­dos sig­ni­fi­ca­ti­vos. Cerrar los ser­vi­cios de tele­co­mu­ni­ca­cio­nes no ha sido de gran ayu­da. La recien­te libe­ra­ción de los estu­dian­tes secues­tra­dos de la Escue­la Bau­tis­ta Bethel fue faci­li­ta­da por el rescate.

¿Cuál es su rela­ción con Boko Haram?

Los rela­tos anec­dó­ti­cos indi­can una rela­ción cada vez mayor entre los ban­di­dos y las orga­ni­za­cio­nes extre­mis­tas vio­len­tas en el nores­te. La comu­ni­ca­ción ofi­cial den­tro de las agen­cias guber­na­men­ta­les indi­ca que Boko Haram está entre­nan­do y equi­pan­do a ban­di­dos. El difun­to líder de Boko Haram tam­bién indi­có la rela­ción entre su gru­po y los ban­di­dos en la región noroes­te y cen­tro-nor­te. Los gru­pos de ban­di­dos, sin embar­go, no han dicho mucho sobre la supues­ta rela­ción con orga­ni­za­cio­nes extre­mis­tas violentas.

En abril de 2021, según los infor­mes, se izó la ban­de­ra de Boko Haram en el esta­do de Níger, que limi­ta con la capi­tal de la nación, Abu­ja, para sim­bo­li­zar que habían cap­tu­ra­do el área. El gru­po res­pon­sa­ble de esto aún no se ha con­fir­ma­do, pero se expe­ri­men­tan altos nive­les de ban­di­da­je en par­tes del esta­do de Níger, inclui­dos ata­ques con­tra fuer­zas e ins­ta­la­cio­nes guber­na­men­ta­les. Los ata­ques se han con­ver­ti­do en una ten­den­cia en la región noroes­te y cen­tro-nor­te. Las ope­ra­cio­nes mili­ta­res no han logra­do pre­ve­nir los ata­ques y la vio­len­cia con­tra las comu­ni­da­des civiles.

¿Por qué el gobierno se resis­te a desig­nar a los ban­di­dos como terroristas?

Las atro­ci­da­des y moti­va­cio­nes de los ban­di­dos han asu­mi­do una cri­mi­na­li­dad de tipo insur­gen­te. Pero el gobierno se mues­tra rea­cio a eti­que­tar a los gru­pos como terro­ris­tas o insur­gen­tes. El pre­si­den­te Muham­ma­du Buha­ri ha sido acu­sa­do de sim­pa­ti­zar con los per­pe­tra­do­res, que pare­cen ser de su afi­lia­ción étni­ca. Ha sido acu­sa­do de enva­len­to­nar a los gru­pos en su afán por recu­pe­rar y res­ta­ble­cer las rutas de pas­to­reo a pesar del abier­to recha­zo del pas­to­reo al aire libre por par­te de la mitad de los 36 gober­na­do­res esta­ta­les de Nigeria.

Los crí­ti­cos argu­men­tan que sus des­igua­les nom­bra­mien­tos, en su mayo­ría nor­te­ños como él, en con­tra del prin­ci­pio de carác­ter fede­ral cons­ti­tu­cio­nal, expli­can su inca­pa­ci­dad para adop­tar una pos­tu­ra dura con­tra los ata­ques de los fula­ni a los nige­ria­nos. Los gober­na­do­res de los esta­dos de Níger, Kogi, Kadu­na e Imo han dicho que las éli­tes polí­ti­cas patro­ci­nan el ban­di­da­je. Algu­nos líde­res de ban­di­dos que ope­ran en los esta­dos de Kadu­na y Níger, que se encuen­tran entre los esta­dos más afec­ta­dos, han hecho las mis­mas afir­ma­cio­nes, aun­que aún no se han comprobado.

¿Cuá­les son las posi­bles consecuencias?

El noroes­te y el cen­tro-nor­te de Nige­ria se enfren­tan a lo que equi­va­le a una insur­gen­cia. El gobierno pue­de evi­tar que esto asu­ma la mag­ni­tud del extre­mis­mo vio­len­to expe­ri­men­ta­do en el nores­te. El pri­mer paso es lla­mar terro­ris­tas a los ban­di­dos. Esto es nece­sa­rio para ase­gu­rar que el nivel reque­ri­do de fuer­za, acti­vos y recur­sos tác­ti­cos y ope­ra­ti­vos se des­plie­guen con­tra los gru­pos. Esto ha limi­ta­do las acti­vi­da­des de Boko Haram, pero se requie­re una fuer­te acción ins­ti­tu­cio­nal para san­cio­nar a los per­pe­tra­do­res. Los ata­ques aéreos de los mili­ta­res han arro­ja­do resul­ta­dos insig­ni­fi­can­tes por­que care­cen del apo­yo coor­di­na­do de las tro­pas terres­tres. Una mayor cola­bo­ra­ción den­tro del ejér­ci­to y con las agen­cias de segu­ri­dad aso­cia­das, inclui­das la poli­cía y las agen­cias de inte­li­gen­cia, es cla­ve para ganar la bata­lla con­tra los bandidos.

Nume­ro­sas pobla­cio­nes civi­les víc­ti­mas creen que los mili­ta­res son cóm­pli­ces, no quie­ren o no pue­den ase­gu­rar­los. Des­con­fían de los mili­ta­res y no están dis­pues­tos a com­par­tir infor­ma­ción ni a cola­bo­rar con ellos. El ejér­ci­to podría reme­diar esto res­ca­tan­do a las víc­ti­mas secues­tra­das y res­pon­dien­do rápi­da­men­te cuan­do las comu­ni­da­des ofrez­can infor­ma­ción de aler­ta tem­pra­na o sean ata­ca­das. Esto aumen­ta­ría la pro­ba­bi­li­dad de denun­ciar inci­den­tes a las fuer­zas de segu­ri­dad, dis­mi­nui­ría la pro­ba­bi­li­dad de que los civi­les paguen un res­ca­te y haría que el secues­tro cri­mi­nal para obte­ner un res­ca­te sea menos lucra­ti­vo. Sin embar­go, todo esto requie­re volun­tad polí­ti­ca, que pare­ce faltar.

Fuen­te: the​con​ver​sa​tion​.com

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