Nues­tra­mé­ri­ca. La ries­go­sa defi­ni­ción de anti­se­mi­tis­mo que ron­da a la OEA

Por Amos Gold­berg, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 31 de octu­bre de 2021.

foto: Luis Alma­gro ‚secre­ta­rio de la OEA cuan­do via­jó a Israel. En la foto con Netanyahu.

La Orga­ni­za­ción de Esta­dos Ame­ri­ca­nos (OEA) deci­dió redo­blar sus esfuer­zos en la lucha con­tra el cre­cien­te anti­se­mi­tis­mo en el con­ti­nen­te y desig­nó un comi­sio­na­do, el bra­si­le­ño Fer­nan­do Lot­ten­berg, para super­vi­sar y coor­di­nar esta lucha. Tam­bién se infor­mó que, como par­te de este esfuer­zo, la OEA tie­ne la inten­ción de adop­tar la defi­ni­ción de anti­se­mi­tis­mo que uti­li­za la Alian­za Inter­na­cio­nal para el Recuer­do del Holo­caus­to (IHRA, por sus siglas en inglés). Si bien se debe aplau­dir a la orga­ni­za­ción por su deter­mi­na­ción de luchar con­tra el anti­se­mi­tis­mo, que es una ame­na­za real cada vez mayor, se debe adver­tir enér­gi­ca­men­te con­tra la adop­ción de la defi­ni­ción polé­mi­ca y dañi­na de la IHRA.

La IHRA es un pode­ro­so orga­nis­mo inter­na­cio­nal que reúne a repre­sen­tan­tes de 34 paí­ses, casi todos de Occi­den­te, inclui­do Israel. En 2016 adop­tó una defi­ni­ción de anti­se­mi­tis­mo que fue for­mu­la­da con el fin de moni­to­rear (no regu­lar ni san­cio­nar) el fenó­meno. Esta “defi­ni­ción” con­tie­ne dos par­tes: una defi­ni­ción bási­ca impre­ci­sa de anti­se­mi­tis­mo y 11 ejem­plos que tie­nen como obje­ti­vo acla­rar esta defi­ni­ción bási­ca vaga. Sie­te de estos ejem­plos se cen­tran en Israel y (ya sea deli­be­ra­da­men­te o no) difu­mi­nan la dis­tin­ción esen­cial entre el anti­se­mi­tis­mo, por un lado, y las crí­ti­cas a Israel y al sio­nis­mo, por otro.

Han pasa­do cin­co años des­de que la IHRA adop­tó esta defi­ni­ción y, aun­que no hay prue­bas de que haya redu­ci­do el anti­se­mi­tis­mo en nin­gu­na par­te del mun­do, hay una enor­me can­ti­dad de prue­bas de que se uti­li­zó como arma para blo­quear cual­quier crí­ti­ca sus­tan­cial a Israel y res­trin­gir la liber­tad de expre­sión. Per­mí­tan­me dar algu­nos ejem­plos de muy dife­ren­tes tipos.

Para el ex pri­mer minis­tro israe­lí Ben­ja­min Netan­yahu, por ejem­plo, la defi­ni­ción de la IHRA sir­ve como base para com­bi­nar total­men­te el anti­sio­nis­mo con el anti­se­mi­tis­mo y así cri­mi­na­li­zar a todos los pales­ti­nos, a pesar del hecho de que el anti­sio­nis­mo es una corrien­te de opi­nión fir­me­men­te esta­ble­ci­da en la his­to­ria judía moder­na, has­ta el día de hoy. Jared Kush­ner, exase­sor del expre­si­den­te esta­dou­ni­den­se Donald Trump, tam­bién recu­rrió a este argu­men­to, basán­do­se en la mis­ma defi­ni­ción. Sobre la base de esa defi­ni­ción, B’Tselem, la res­pe­ta­da orga­ni­za­ción israe­lí de dere­chos huma­nos que publi­có recien­te­men­te un infor­me docu­men­ta­do en el que afir­ma­ba que Israel cru­zó el umbral del apartheid en sus polí­ti­cas opre­si­vas con­tra los pales­ti­nos, fue acu­sa­da de anti­se­mi­ta. Una carre­ra bené­fi­ca para recau­dar fon­dos para los habi­tan­tes de Gaza que esta­ba pro­gra­ma­da en Lon­dres en 2019 se can­ce­ló por­que a las auto­ri­da­des loca­les les preo­cu­pa­ba ser acu­sa­das de anti­se­mi­tis­mo sobre la base de la defi­ni­ción de la IHRA. El fallo del Tri­bu­nal Supe­rior de Jus­ti­cia de la Unión Euro­pea que exi­ge que los pro­duc­tos de los asen­ta­mien­tos israe­líes en terri­to­rio pales­tino se mar­quen como tales fue cali­fi­ca­do de anti­se­mi­ta por el gobierno israe­lí, citan­do nue­va­men­te la defi­ni­ción de la IHRA. Y, sobre la base de la defi­ni­ción de la IHRA, un diplo­má­ti­co fin­lan­dés que tuvo la teme­ri­dad de cri­ti­car el blo­queo de Gaza fue acu­sa­do por el Con­gre­so Judío Mun­dial de anti­se­mi­tis­mo, argu­men­tan­do que Israel era some­ti­do a un doble estándar.

Estas acu­sa­cio­nes lle­gan tam­bién al ámbi­to de la cul­tu­ra y la aca­de­mia. Se le dio voz a una deman­da para que el acla­ma­do cineas­ta Ken Loach no die­ra una con­fe­ren­cia en la Uni­ver­si­dad de Oxford por­que se lo con­si­de­ra­ba anti­se­mi­ta según la defi­ni­ción de la IHRA, y el inte­lec­tual suda­fri­cano Achi­lle Mbem­be fue “desin­vi­ta­do” de una cele­bra­ción cul­tu­ral muy impor­tan­te en Ale­ma­nia, la Ruhr­trien­na­le, en la que iba a dar el dis­cur­so de aper­tu­ra. Las cosas inclu­so han lle­ga­do al pun­to en que los uni­ver­si­ta­rios pales­ti­nos se sien­ten ame­na­za­dos en los cam­pus por esta defi­ni­ción y recien­te­men­te un miem­bro del Club Labo­ris­ta de la Uni­ver­si­dad de Cam­brid­ge, Talal Han­ga­ri, fue expul­sa­do por­que no esta­ba de acuer­do con la defi­ni­ción de la IHRA.

Estos son sólo algu­nos ejem­plos de cien­tos de casos docu­men­ta­dos de la for­ma en que se usa la defi­ni­ción de la IHRA para silen­ciar las crí­ti­cas a Israel y res­trin­gir la liber­tad de expre­sión. De hecho, Ken­neth Stern, el prin­ci­pal redac­tor de la defi­ni­ción, advir­tió con­tra su uso como arma y su uso para enfriar la liber­tad de expre­sión y se con­vir­tió en uno de los prin­ci­pa­les opo­nen­tes de la definición.

El anti­se­mi­tis­mo es una ame­na­za cre­cien­te en todo el mun­do y debe com­ba­tir­se con la mayor fuer­za posi­ble. Sin embar­go, con­ver­tir este esfuer­zo en un blin­da­je a las polí­ti­cas de Israel con­tra las crí­ti­cas lo debi­li­ta enormemente.

Stern no está solo. A estas altu­ras, se han publi­ca­do cien­tos de artícu­los en con­tra de la defi­ni­ción de la IHRA, inclui­dos los escri­tos por pales­ti­nos. Más de 300 eru­di­tos mun­dial­men­te acla­ma­dos, espe­cia­lis­tas en anti­se­mi­tis­mo, estu­dios del Holo­caus­to, his­to­ria judía y cam­pos rela­cio­na­dos, mayo­ri­ta­ria­men­te judíos, publi­ca­mos una defi­ni­ción alter­na­ti­va: la Decla­ra­ción de Jeru­sa­lén sobre el anti­se­mi­tis­mo (yo fui uno de sus redac­to­res; se la pue­de leer en https://​jeru​sa​lem​de​cla​ra​tion​.org/). La decla­ra­ción cri­ti­ca la defi­ni­ción de la IHRA y pro­po­ne una alter­na­ti­va que dis­tin­ga entre el anti­se­mi­tis­mo real y la crí­ti­ca polí­ti­ca legí­ti­ma a Israel y al sionismo.

Los par­ti­da­rios de la defi­ni­ción de la IHRA afir­man que en reali­dad per­mi­te cual­quier crí­ti­ca razo­na­ble a Israel, simi­lar a las que se diri­gen a “cual­quier otra nación demo­crá­ti­ca”, pero como aca­bo de ejem­pli­fi­car, la evi­den­cia prue­ba pre­ci­sa­men­te lo con­tra­rio. De hecho, y como demos­tró recien­te­men­te el inves­ti­ga­dor de la Uni­ver­si­dad de Oxford Jamie Stern-Wei­ner, ya en 2016 había muchos dele­ga­dos en la pro­pia IHRA preo­cu­pa­dos por estas terri­bles con­se­cuen­cias anti­de­mo­crá­ti­cas. Por eso, la orga­ni­za­ción en reali­dad votó para adop­tar sólo la defi­ni­ción bási­ca vaga y no los 11 ejem­plos; sólo más tar­de las fuer­zas polí­ti­cas mani­pu­la­do­ras, des­de den­tro y des­de fue­ra de la IHRA, die­ron la impre­sión de que los ejem­plos son tan obli­ga­to­rios como la pro­pia defi­ni­ción central.

El anti­se­mi­tis­mo es una ame­na­za cre­cien­te en todo el mun­do y debe com­ba­tir­se con la mayor fuer­za posi­ble. Sin embar­go, con­ver­tir este esfuer­zo en un blin­da­je a las polí­ti­cas de Israel con­tra las crí­ti­cas lo debi­li­ta enor­me­men­te, por­que des­vía la aten­ción de las expre­sio­nes de anti­se­mi­tis­mo mucho más domi­nan­tes y peli­gro­sas que están ocu­rrien­do. Entre ellas, las más impor­tan­tes son las accio­nes vio­len­tas, a veces leta­les, de la extre­ma dere­cha, gene­ral­men­te apo­ya­das por regí­me­nes popu­lis­tas y dic­ta­to­ria­les que a menu­do son amis­to­sos con la polí­ti­ca de ocu­pa­ción de Israel. Tam­bién des­vía la aten­ción de la ten­den­cia a la nega­ción del Holo­caus­to o la dis­tor­sión del recuer­do del Holo­caus­to a nivel nacio­nal, como ocu­rre en Hun­gría y Polo­nia. Y por últi­mo, pero no menos impor­tan­te, impi­de alian­zas con otras mino­rías racia­li­za­das y dis­cri­mi­na­das para luchar jun­tos con­tra el anti­se­mi­tis­mo, así como con­tra cual­quier otra for­ma de racis­mo e intolerancia.

Lati­no­ame­ri­ca­nos, los con­vo­co a com­ba­tir el anti­se­mi­tis­mo en todas sus for­mas jun­to con todas las demás for­mas de racis­mo e into­le­ran­cia de la mane­ra más defi­ni­ti­va y sin vaci­la­cio­nes, pero tam­bién a apren­der de la expe­rien­cia y a no adop­tar la pro­ble­má­ti­ca defi­ni­ción de la IHRA, que en últi­ma ins­tan­cia dis­tor­sio­na­rá este esfuerzo.

El pro­fe­sor Amos Gold­berg es direc­tor del Avraham Har­man Research Ins­ti­tu­te of Con­tem­po­rary Jewry, tra­ba­ja en el Cen­tro Jonah M Macho­ver de Estu­dios del Holo­caus­to y en el Depar­ta­men­to de His­to­ria Judía y Judaís­mo Con­tem­po­rá­neo de la Uni­ver­si­dad Hebrea de Jerusalén.

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