Por Guadi Calvo*,Resumen Latinoamericano, 29 de octubre de 2021-.
No sabemos si los estallidos de violencia religiosa que desde hace un par de semanas estallaron en Bangladesh e India, alentados por las políticas anti musulmanas del Primer Ministro indio Narendra Modi, están a tiempo de ser controlados.
Desde que el pasado trece de octubre en Bangladesh, la ola de ataques a diferentes mandires (santuarios hindúes), no han logrado ser detenidos. (Ver: India: Guerra a los Dioses).
Tras un supuesto agravio al Corán, en el santuario de Nauar Dighir Par Mondir, en el distrito oriental la ciudad de Cumilla, al este del país, que habría sido viralizado en las redes, mientras se desarrollaban las celebraciones de “las nueve noches y diez días”, en honor a la diosa Durga Puja, la deidad más venerada por la minoría hindú en Bangladesh, con aproximadamente unos 15 millones de fieles, lo que disparó que encolerizadas turbas de musulmanes se lanzaran a las calles contra dicho mondir, quedando en esa primera acción cerca de diez muertos y cientos de heridos. Para algunos referentes de la comunidad, la organización con que los atacantes ejecutaron sus acciones, hace creer que todo había sido preparado, antes que se produjera el sacrilegio contra el Corán, el trece de octubre.
Los hechos de Cumilla, replicaron de manera inmediata en diferentes ciudades y regiones del país, tras lo que se multiplicaron las profanaciones a modires, al tiempo que también fueron saqueados e incendiados comercios y viviendas de ciudadanos hindúes, a lo largo de todo el país. Diferentes líderes comunitarios hindúes, coincidieron en afirmar que si bien ya históricamente se producen este tipo de refriegas religiosas, nunca antes alcanzaron los niveles de violencia que se están viviendo, considerando que según la organización de derechos humanos, Ain o Salish Kendra (ASK), con sede en Dhaka se han registrado entre enero de 2013 y septiembre de 2021, unos 3.600 ataques contra las diferentes minorías religiosas, que incluyen desde ataques incendiarios a propiedades y modires hindúes, apropiación de tierras, hasta la profanación de los templos budistas, la segunda minoría religiosa con cerca de un millón y medio de fieles.
En la localidad de Birgunj en el zilo (distrito) de Rangpur, en el norte del país, muchos vecinos han denunciado que familias enteras de hindúes se vieron obligadas a abandonarlo todo y buscar refugio en los arrozales cercanos. Desde donde pudieron ver como sus propiedades eran devastadas por el fuego, producido por las turbas musulmanas.
Apenas conocidos los sucesos de Cumilla y los que le continuaron, la Primer Ministro bangledí, Sheikh Hasina, realizó una visita oficial al Dhakeshwari Jatiya Mandir (Templo Nacional de la Diosa de Dhaka) el más importante del país, donde condenó los ataques a los templos y dijo que: “los responsables deben ser descubiertos y castigados”. Aunque la advertencia de la señora Hasina, evidentemente no produjo efecto ya que la violencia se siguió extendiendo por todo el país. Los ataques contra decenas propiedad de hindúes, se reprodujeron en el norte del país, al tiempo que por las redes, usuarios musulmanes, denunciaron que miembros de la comunidad hindū seguían profanando mezquitas y madrassas.
Asaduzzaman Khan, el ministro del Interior, informó que ya se habían producido cientos de detenciones además de confirmar que se estaba difundiendo información falsa acerca de ataques a musulmanes por parte de grupos hindúes, por lo que se decidió implementar la normativa 144, que prohíbe las reuniones públicas, en muchas localidades del país, al tiempo que fueron desplegados numerosos contingentes de la Guardia Fronteriza de Bangladesh (BGB).
Innumerables procesiones, muchas de ellas de más de quince mil participantes, se realizaron contra por la blasfemia al Corán, terminaron en batallas campales con las fuerzas de seguridad. En Noakhali en la región de Chittagong, al sur este de Dhaka, al menos diez modires y más de cincuenta negocios de la comunidad hindú fueron atacados y al menos unas setenta personas, incluidos policías, resultaron heridas.
Según algunos estudiosos, Bangladesh, en los tiempos de la partición (1947) Pakistán Oriental, la minoría hinduista de entonces alcanzaba aproximadamente el treinta por ciento de la población, habiéndose producido una importante disminución de ese colectivo, desde entonces, llegando el actual nueve por ciento, a pesar de que desde que se independizó de Pakistán en 1971, y entrada en vigor su Constitución, que declara al Islam como la religión del estado, ha mantenido políticas de tolerancia y respeto a las minorías religiosas. Por lo que el incremento de la violencia contra, los hindúes, se fundamenta en la creciente presencia del islam wahabita, instalado desde mezquitas y madrazas financiadas por Arabia Saudita, siempre violento y ultramontano, pretendiendo instaurar un gobierno islámico de características rigoristas, a lo que hay que hay que sumarle que desde la asunción de Modi en el ejecutivo indio, ha establecido profusas políticas anti islam pertenecientes al ideario del ultraderechista Partido Bharatiya Janata (BJP), al que pertenece Modi.
El mismo odio, al otro lado de la frontera
En torno a los casi 3.300 kilómetros de frontera montañosa que comparte Inda y Bangladesh, del lado indio, no se han quedado con los brazos cruzados a observar como sus hermanos de fe, son atacados y perseguidos. Incrementándose los hechos violentos contra los musulmanes en India, la primera minoría religiosa con más de 200 millones de fieles.
En la ciudad de Panisagar en el remoto estado de Tripura, con 850 kilómetros de frontera con Bangladesh, gobernado por el Bharatiya Janata Party (BJP) del Primer Ministro Modi, el pasado martes 26, en horas de la noche más de tres mil activistas hindúes participaron de una protesta, la que rápidamente derivó en un enfrentamiento con grupos de choque del poderoso Vishva Hindu Parishad o VHP (Consejo Mundial Hindú)) una organización ultraderechista de seis millones de afiliados. Que ha participado en hechos de máxima violencia en la historia reciente de la Unión India que fue el asalto y demolición, en diciembre de 1992, de la histórica Babri Masjid (mezquita de Babur) de la ciudad de Ayodhya, tras lo que se inició una revuelta que terminó con más de dos mil muertos.
El VHP, es un importante aliado del Bharatiya Janata Party. En la trifulca del martes una mezquita y propiedades de musulmanes, fueron atacadas, lo que obligó a los residentes musulmanes a escapar de Panisagar. Sin que se hayan producido muertes y con un número desconocido de heridos, la ciudad fue puesta bajo control policial, impidiendo que la turba continuará sus ataques a una segunda mezquita.
Este fue el último episodio de una serie de ataques contra la comunidad hindú en respuesta a lo que está sucediendo con los musulmanes del otro lado de la frontera desde el trece de octubre, eventos similares se están produciendo a lo largo de la intrincada frontera, donde los Dioses siguen en guerra.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.