Por Verónica Zapata*, Resumen Latinoamericano, 12 de octubre de 2021.
La creación de los estados nación en América vino de la mano de la creación de las “escuelas normales” cuyo objetivo educativo era homogenizar a la población en base a una sólo cultura, la europea. Desde allí el relato que se impuso fue el de un Cristóbal Colón que produjo el “Descubrimiento de América” y que trajo “civilización” por sobre la “barbarie” que supuestamente habitaba en estas tierras.
Luego de casi 200 años, el revisionismo histórico logró presentar a Cristóbal Colón como quién realmente era, un genocida y a su llegada como la “Conquista de América”, que produjo el mayor genocidio que la historia de la humanidad haya conocido y que dejó un saldo de aproximadamente 120 millones de indígenas muertos. Tan grande fue la merma de la población indígena que tuvieron que traerse de África esclavos negros para compensar la baja. Pero no sólo fueron los españoles con la biblia en la mano los que perpetraron el genocidio, sino muchos de los que hoy se recuerdan como “patriotas” latinoamericanos, por ejemplo Julio Roca o el “gran maestro” Domingo Faustino Sarmiento en Argentina.
Se escribió una “versión oficial” de la historia de la mano de los conquistadores europeos y/o sus descendientes, que excluyó la voz indígena, su cultura, sus líderes, su lucha, su ideología política, su ciencia, su economía, etc. Esta versión se fue transmitiendo tanto desde la derecha como desde la izquierda desde una mirada eurocéntrica. La mayoría de los intelectuales de la izquierda tradicional y colonial o del progresismo que escriben sobre la “cuestión indígena” son de descendencia europea. Dirigen las academias, reproducen el pensamiento eurocéntrico y el colonialismo que afirman cuestionar. No asumen su colonialidad, pues conciben el colonialismo como algo externo propio de la ultraderecha que pregona abiertamente la supremacía blanca.
El pensamiento colonial eurocéntrico, primero nos precede y nos atraviesa desde el momento del nacimiento porque fue impuesto a sangre y fuego en Abya Yala que antaño fue colonizada. Segundo, es parte de la estructura mental colonial que se construye principalmente a través del tránsito por un sistema educativo construido desde el eurocentrismo, especialmente el universitario, donde hasta los posgrados de “Diversidad Cultural” o los muy de moda del “Vivir Bien” son dictados por hombres o mujeres blancos de clase media.
Intentan explicar la ideología y la cultura del indígena cuando no pueden romper con su propio colonialismo que no respeta la voz indígena que intentan suplantar y les impide algo básico, hacer sus investigaciones en base a voces indígenas, lo hacen en base a voces blancas, incluso de quienes justamente están enfrentados y acusados de cerrar el paso a nuevo liderazgos indígenas. Son numerosos los líderes indígenas dentro y fuera del MAS en Bolivia de la talla de Felipe Quispe huanca “El Malku”, el líder minero fallecido Orlando Gutiérrez, la dirigenta indígena Segundina Flores de la Confederación de Mujeres Indígenas “Bartolina Sisa”, etc., que acusan de utilizar a los indígenas de “escalera” para acceder a cargos políticos a la élite del propio Movimiento al Socialismo (M.A.S.) integrado por hombres blancos de clase media llamados “intelectuales” que conforman la izquierda colonial de Bolivia.
¿Cómo se puede investigar y conocer el pensamiento indígena a través de hombres o mujeres blancas? ¿Cómo hacer caso omiso a la voz de un pueblo indígena que denuncia, una y otra vez, ser utilizados y no sentirse representados por una élite blanca dentro del MAS como denunció la lideresa indígena Segundina Flores en representación de todo el pacto de unidad y la central obrera boliviana (C.O.B.) durante los bloqueos de agosto del 2020? ¿Porque se escucha la campana blanca y no la indígena para relatar sucesos del mundo indígena como en el caso boliviano? Este accionar sólo se comprende por el pensamiento colonial imperante donde la voz indígena está devaluada, el indígena es redituable solo para la foto progre para obtener rédito político, ahora cuando quiere presentar su ideología política y expresarse por sí mismos sin ser relatado por otro blanco, deja de ser redituable y hasta contraproducente, pues implica dos cuestiones: 1) que no necesita intermediario blanco que hace su carrera profesional, obtiene beneficios económicos y /o rédito político a costa de silenciar la voz indígena 2) es más cómodo mantener el sistema colonial de privilegios en detrimento del indígena que beneficia al hombre y a la mujer blanca que afirma apoyar “la causa indígena”.
Si lo denunciado por diversos dirigentes indígenas realmente sucede en Bolivia donde gobernó un presidente indígena como Evo Morales durante14 años, es porque también sucede y está naturalizado este racismo hacia el indígena en otros países de la región. En Argentina, no es un dato menor que la única presa política que está encarcelada hace 6 años es Milagro Sala, dirigente indígena de la “Túpak Amaru” que mientras sirvió era “compañera”, pero cuando empezó a hacer críticas, dejó de serlo.
Lo mismo se replica dentro de Bolivia donde a quienes hacen críticas constructivas o tienen la osadía de exigir autocritica pos golpe de estado a la élite blanca del MAS, son objetos de campañas de difamación acusándolos de pactar con la “derecha” como es el caso de la dirigente indígena Segundina Flores o directamente son expulsados del MAS como fue el caso de la joven aymara Eva Copa. Recientemente se cumplió el aniversario de la muerte del líder minero Orlando Gutiérrez que pasó sin pena ni gloria, mientras aún no se conocen las causas de su muerte habiendo sido uno de los protagonistas de la recuperación de la democracia en Bolivia, este es el trato que reciben los indígenas en Bolivia.
Por otro lado, a los comunicadores indígenas que intentan abrir una línea de pensamiento crítico dentro del mismo MAS, no son contratados, no reciben pauta publicitaria del estado o son acusados de ser “funcionales a la derecha”. Quizá por este motivo, es que aún no se han restituido a las organizaciones sociales las radios comunitarias indígenas que Áñez les quitó para silenciar la voz indígena. Los que si reciben pauta publicitaria del estado sin problemas son los medios de comunicación de la derecha. Lo que prima en los medios estatales es el rostro blanco en un país de mayoría indígena, pues estos no van a cuestionar nada porque el racismo no es una problemática que les afecte. El proceder de cerrar el paso al pensamiento crítico y a la autocrítica es un arma de doble filo porque es lo que termina de implotar a un partido.
Una clave para la liberación indígena: ser liderados por otro indígena.
El poder popular del movimiento de mujeres en Argentina radica en que han logrado que sus lideresas sean mujeres, que quiénes hablen de sus problemáticas y sus luchas sean mujeres. Porque son las mujeres las que vivencian en su cuerpo la violencia de género en todas sus variantes, y por ello son las únicas en ser capaces de luchar y entregar la vida por su propia causa. Ese es un logro vital para conquistar la liberación del colectivo. Incluso se está produciendo epistemología feminista y se está reconstruyendo una historia social desde una perspectiva de género, recuperando a las lideresas mujeres excluidas de la historia oficial. Porque históricamente la ciencia y la historia fue producidas por hombres blancos occidentales que desde sus parámetros masculinos y eurocéntricos, excluyeron a las mujeres y a los pueblos originarios.
Este proceder ejemplar del movimiento de mujeres de Argentina, el movimiento indígena no ha podido conquistar a nivel regional, ni siquiera en Bolivia y tienen el desafío de romper con su colonialidad y concretarlo. Hoy que son los sujetos políticos protagonistas de las transformaciones sociales en toda la región. Son los que ponen el cuerpo en el frente del campo de batalla ante el neoliberalismo, donde no están los intelectuales blancos “revolucionarios” de escritorio que pretender direccionarlos de manera paternalista y colonial para imponer sus propios intereses.
Los Pueblos Originarios tienen el derecho de que si actualmente ningún partido puede ganar una elección sin su voto, como en el caso de Ecuador, Perú, Bolivia, etc., de exigir cargos políticos de alto rango de poder decisional dentro del gobierno, incluso la presidencia.
En Bolivia se ha naturalizado que hombres blancos de clase media que utilizan la innecesaria estrategia de ponerse un poncho, folclorizando al indígena, se presenten como líderes del movimiento indígena desconociendo las problemáticas del indígena con discursos demagogos en clave indígena. Pero el modelo de hombre blanco hegemónico no vivencia en el cuerpo la opresión colonial, tampoco el racismo es algo que le afecte y por ello en momentos de crisis desaparece del mapa, como lo hizo la élite blanca del MAS que no participó de la resistencia y de la recuperación de la democracia en Bolivia.
La historia oficial Vs la historia de los “nadies” sobre el golpe de estado.
Para desarticular relatos impuestos como el del “Descubrimiento de América” y construir nuestra propia historia y sentido común, se necesitan más indígenas en cargos políticos de alto rango decisional porque es desde el poder político que se construyen políticas descolonizadoras en términos comunicacionales, educacionales, etc., desde abajo de la pirámide de poder el indígena sólo tiene función de decorado. Además, se necesitan más comunicadores y medios de comunicación indígenas y que comuniquen desde una perspectiva decolonial, para evitar intermediarios blancos que relaten la historia y la lucha del indígena desde miradas eurocéntricas. El movimiento de mujeres a nivel mundial ha comprendido este punto clave para enfrentar la batalla cultural y promover la deconstrucción patriarcal, por lo que tiene sus comunicadoras con perspectiva de género, lo que hoy se ha convertido en una especialidad dentro del campo de la comunicación y también tienen sus propios medios de comunicación “feministas”.
También, es importante dar voz a los intelectuales indígenas como lo fue “El Mallku” que han emergido al calor de las lucha indígenas, no puede repetirse el error de la ex vicepresidencia del ex gobierno del MAS que promovían que intelectuales blancos eurocéntricos, incluso extranjeros asesoren un gobierno boliviano porque ello no sólo es una práctica contraproducente y colonial, sino humillante para las y los bolivianos. Ni antes pudieron anticipar el golpe con su “sabiduría” y sus doctorados en “antiimperialismo”, ni durante el golpe de estado salieron a defender al ex gobierno del MAS puesto que justamente fueron ellos parte de los errores señalados dentro del núcleo duro indígena del MAS.
Hoy básicamente dos grandes relatos contrapuestos se enfrentan en Bolivia de lo que sucedió durante el golpe de estado del 2019, una “historia oficial” relatada por la élite del MAS que se autoproclaman en sus propios libros como “héroes” que recuperaron la democracia, cuando no estuvieron en el campo de batalla, incluso algunos ni siquiera estuvieron dentro del país ese entonces. Además, estaban enfrentados al pacto de unidad de la resistencia y a la central obrera boliviana (C.O.B.) durante el golpe de estado.
¿Qué rol cumplen en estas historietas los indígenas como por ejemplo el líder Felipe Quispe Huanca “El Mallku que fue difamado por este sector? Hay otra versión de la historia del golpe, siempre hay otra versión de todo en un país, o mejor dicho en una mal llamada América, donde la voz indígena esta devaluada, es la voz de los “nadies”, a donde no llega el micrófono de la prensa progresista internacional, ni los intelectuales eurocéntricos que escriben sobre la “cuestión indígena”. Ahí están las historias de los indígenas que tienen mucho que contar porque pusieron el cuerpo durante los bloqueos que obligaron a Jeanine Áñez a establecer fecha electoral, lo que allanó el camino al triunfo de Luis Arce como presidente del Estado plurinacional de Bolivia.
(*) Verónica Zapata, periodista y psicóloga boliviana.