Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 18 de octubre de 2021.
Desde 2002, un decreto presidencial emitido por Hugo Chávez establece que en Venezuela el 12 de octubre se celebra como el Día de la Resistencia Indígena, fundamento de la identidad nacional y regional. En este año Bicentenario, el presidente Maduro escribió una carta al rey de España, en su “Día de la Hispanidad”, con el fin de “protestarle la indignación que como pueblo amerindio, multiétnico y pluricultural, sentimos en la República Bolivariana de Venezuela al ver cómo 529 años después se sigue celebrando lo que, a la luz de la historia y la razón universal, fue una de las más sangrientas conquistas”.
Este año 2021, dijo Maduro, Venezuela celebra el bicentenario de la Batalla de Carabobo, acontecimiento cumbre en el que “nuestra nación siente expresada la voluntad más firme de su ser independiente, asumiéndonos como hijos y herederos de nuestros héroes y heroínas”.
El presidente bolivariano recordó al “señor Felipe de Borbón” que en Carabobo “se concluyeron tres siglos de Resistencia Indígena cuyo levantamiento encabezó el Cacique Guaicaipuro”, en cuyo espíritu Venezuela exige de España “un cambio de mirada, un cambio histórico para ver el pasado y el futuro con otros ojos”. Europa “debe reconocer que su modernidad y su vertiginoso crecimiento industrial, comercial y financiero, es decir, el auge del capitalismo occidental, tuvo sus cimientos en un crimen de lesa humanidad contra los pueblos de lndoamérica y de África, y en un despojo material de sus riquezas que inició el 12 de octubre de 1492”.
Masacres, desplazamientos, guerras, enfermedades nuevas, trabajos forzados – dijo el presidente -, acabaron con la vida de más de 90 millones de indígenas. La trata negrera secuestró, expatrió y esclavizó a cerca de 50 millones de africanos. “Son cifras que superan los holocaustos y las guerras causadas y sufridas por Europa en el siglo XX”.
Lo que no es aceptable, prosigue la carta, es la banalización y negación del genocidio indoamericano, “que nos parece manifestar el peligro y la justificación de nuevos holocaustos”.
Con la revolución bolivariana, Venezuela en cambio se embarcó en un viaje hacia sus orígenes y encontró una «memoria plural y una identidad múltiple» que permite una visión intercultural hacia un futuro descolonizado. En más de 500 años desde la invasión europea ‑escribió Maduro‑, «hemos afinado una raza cósmica, como diría José Vasconcelos, representante y vocera de todas las razas del mundo».
Venezuela es un país que ha acogido a millones de migrantes de todo el mundo, ciudadanos con igualdad de derechos y dignidad, en defensa del legado del Libertador Simón Bolívar que así exhortaba en el Congreso de Angostura de 1818: “La sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla. Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del Norte. Que más bien es un compuesto de África y América, que una emanación de Europa: pues que hasta España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y su carácter. Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos”
Profético el Libertador, dijo Maduro: “¿No es acaso cierto que hoy la Europa que mira desde el «Norte de Los Pirineos», trata al pueblo español con el mismo desprecio que dispensa hacia los africanos, árabes y latinoamericanos? Una Hispanidad sin el reconocimiento y el perdón, sin la verdad y el resarcimiento moral por el crimen y el despojo, es un cascarón vacío que sólo sirve para la fotografía de un club de presidentes derechistas”.
Y luego, Venezuela, que ha conocido «en carne propia el poder destructivo de la mentira», exige la verdad.
Por ello, Maduro cree que ha llegado el momento de establecer una Comisión de la verdad sobre el colonialismo europeo, que utilice todo el material disponible en el universo hispanohablante para producir una visión indómita de la conquista de América contra los nuevos oscurantismos que pretenden ocultar “el más sangriento de los episodios humanos».
Una comisión dirigida por la Celac y formada por chamanes, antropólogos, arqueólogos, defensores de derechos humanos, juristas, escritores e intelectuales, así como historiadores y representantes de todas las religiones. Para presidirla será el ministro de Cultura Ernesto Villegas.
Un propósito de resistencia reafirmado al rechazar los intentos de injerencia de la Unión Europea en las megaelecciones del 21 de noviembre y relanzado durante la cumbre Mnoal por los sesenta años del organismo, el más grande después de la ONU, celebrada en Belgrado, Serbia.
El Día de la Resistencia indígena fue, por tanto, también una oportunidad para dar a conocer los datos de la recuperación económica, a pesar del feroz bloqueo. En el programa “Miércoles productivos”, el presidente Maduro dijo que el Banco Central de Venezuela (BCV) está elaborando el informe oficial sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Mientras tanto, fuentes financieras internacionales han anticipado que la economía venezolana tendrá un aumento del 5 – 6% y que la hiperinflación comienza a mostrar una curva descendente, para disgusto de la oposición golpista, que está tratando de contrarrestar la noticia, temerosa de perder el control de los recursos incautados a los venezolanos.
La capacidad industrial de Venezuela, dijo Maduro, proviene de su economía mixta, lo que le permite combinar todos los elementos para producir y avanzar. A diferencia de la economía especulativa, que solo piensa en obtener ganancias sin preocuparse por las necesidades concretas de la población, la economía real que se está construyendo en Venezuela es la producción nacional de medicamentos, ropa, alimentos, servicios esenciales, para enfocarse en aquellas necesidades concretas.
Un gran aporte a la estabilidad y recuperación de la economía venezolana proviene de las redes de producción y autoproducción comunales que dieron origen al Clap y que se encaminan hacia la construcción del socialismo comunal. Un proyecto, querido por Chávez, que implica la participación activa y protagónica de las y los trabajadores, de las comunidades organizadas, para consolidar ese bloque social alternativo que tiene como objetivo controlar todo el proceso productivo y construir una nueva sociedad.
El socialismo comunal venezolano tiene profundas raíces históricas, que hacen referencia a las sociedades indígenas originarias y su evolución (histórica, espacial y cultural) a través de las diferentes formaciones socioeconómicas y modos de producción, cuyas huellas persisten en el presente. Por citar un ejemplo, ya en los escritos del español Francisco Coreal (1648−1708), que se trasladó durante treinta años al llamado Nuevo Mundo, se habla de un país que produce «todo lo necesario para la vida y apto para comercio”, y del sistema comunitario de las poblaciones originarias del estado Bolívar, rico en oro, saqueados por los conquistadores por la fuerza y el engaño.
El exterminio había comenzado en 1492, cuando Colón «descubrió» un continente habitado no por algún «salvaje», sino por millones de personas. Poblaciones que habían alcanzado diferentes niveles en el desarrollo de los medios de subsistencia y organización social, algunos más estables y más complejos, hasta sociedades con alto desarrollo tecnológico y organizacional en las regiones occidentales del continente.
Un mundo ciertamente no idílico, animado por enfrentamientos por el poder entre «imperios» y entre comunidades por el control de territorios, pero equilibrado a su manera. Un mundo que, a través de contradicciones y conquistas, iba desarrollando y construyendo su propia historia. «Lo que no conoce la historia de su Patria, y no sabe de dónde viene, dijo Maduro, es muy difícil que pueda estar parado en este siglo XXI, y avanzar, cuando nos acechan nuevos colonialismos, los viejos imperios europeos, y los nuevos imperios del norte que siguen viendo al mundo como su territorio, como su patio trasero”.