Argen­ti­na. A 10 años de la des­apa­ri­ción del peón rural Daniel Solano. Entre­vis­ta a Vicen­te Zito Lema

Por Marío Her­nán­dez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 24 de noviem­bre de 2021.

La des­apa­ri­ción de Daniel Solano se da en el mis­mo lugar don­de nació y se crió Rodol­fo Walsh

M.H: Diez años de la des­apa­ri­ción de Daniel Solano, un tema que te toca muy de cerca.

V.Z.L.: Así es. Ten­go un recuer­do y un dolor en la medi­da de que la situa­ción no pudo escla­re­cer­se por más que las prue­bas son abun­dan­tes que fue la poli­cía de la pro­vin­cia de Río Negro quien lo secues­tró y segu­ra­men­te lo asesinó. 

Me com­pro­me­tí mucho en esa situa­ción, como son a veces las cues­tio­nes tam­bién del des­tino por­que yo esta­ba en la pro­vin­cia, reco­rrién­do­la a par­tir de una invi­ta­ción del sin­di­ca­to de docen­tes, UNTER, capa­ci­tan­do en Dere­chos Huma­nos y jus­to había esta­do en Choe­le-Choel cuan­do nos ente­ra­mos de las pri­me­ras ges­tio­nes que los tra­ba­ja­do­res esta­ban hacien­do sin nin­gu­na repercusión.

Me fui a Choe­le-Choel y con la ayu­da del sin­di­ca­to de docen­tes orga­ni­cé la pri­me­ra mar­cha que se hizo pidien­do por la apa­ri­ción de Daniel Solano. Lue­go lle­ga­ron el papá y dos her­ma­ni­tas muy joven­ci­tas que arma­ron en el medio de la pla­za públi­ca con nylon negro y unas made­ras una pre­ca­ria pie­ci­ta a pesar del frio, no era pleno invierno pero ya en esa zona en el oto­ño hace frío, y allí esta­ba ese padre sin saber qué hacer con­tan­do con el apo­yo de un joven sacer­do­te de la parroquia.

Recuer­do que hici­mos lo más que pudi­mos en esa situa­ción que a la vez, si se me per­mi­te decir­lo, me tra­jo como una angus­tia mayor por­que la des­apa­ri­ción de Daniel se da en el mis­mo lugar don­de nació y se crió Rodol­fo Walsh por­que su padre era el encar­ga­do de ese esta­ble­ci­mien­to de fru­tas, de esa plan­ta­ción de manzanas.

Cuan­do lle­go ahí me fue muy difí­cil ingre­sar por­que la empre­sa res­pon­sa­ble de la situa­ción no deja­ba entrar pero pude hablar con el minis­tro de Dere­chos Huma­nos de la pro­vin­cia y me hizo una cita con el gobernador.

Recuer­do que la hija de Rodol­fo Walsh y Osval­do Bayer habían que­ri­do entrar el año ante­rior y la empre­sa de capi­ta­les bel­gas les había prohi­bi­do la entra­da. Como la situa­ción aho­ra esta­ba más albo­ro­ta­da por la denun­cia, el gober­na­dor y el minis­tro de Dere­chos Huma­nos de la pro­vin­cia me per­mi­tie­ron entrar y pude hablar con los com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo de Daniel Solano.

La situa­ción era muy dolo­ro­sa por­que allí don­de había pasa­do la infan­cia Walsh, des­apa­re­ci­do duran­te la últi­ma dic­ta­du­ra cívi­co mili­tar, aho­ra, a menos de cien metros, den­tro de esa fin­ca gigan­te, había des­apa­re­ci­do un tra­ba­ja­dor muy humil­de de los pue­blos ori­gi­na­rios de la cul­tu­ra Qom que todos los años los traen con unos ómni­bus vie­jos todos des­tar­ta­la­dos o con camio­nes des­de Sal­ta has­ta Río Negro para reco­ger man­za­nas y tra­ba­jar un poco en la cons­truc­ción de los cajo­nes don­de empa­can las frutas.

Toda esa situa­ción, des­pués las denun­cias, las bús­que­das, todo lo que se hizo y el con­ven­ci­mien­to abso­lu­to de que lo secues­tró la poli­cía, que lo mató y sin duda está ente­rra­do deba­jo de la comi­sa­ría mis­ma y que a pesar de todo lo que se inten­tó, el juez no dio la orden, por­que la úni­ca for­ma de saber­lo era demo­ler la comi­sa­ría de Choe­le-Choel y el juez insis­tió que había que tener más prue­bas para hacer seme­jan­te acto en el lugar.

Más prue­bas no había, solo que lo habían vis­to de noche con otros com­pa­ñe­ros, que había dis­cu­ti­do con la poli­cía y que la poli­cía los había gol­pea­do, que algu­nos se fue­ron, que él se que­dó y nun­ca más lo vol­vie­ron a ver.

Pero tam­bién recuer­do y fue muy impor­tan­te el hecho, escri­bí en la épo­ca y hablé por la radio todo lo que huma­na­men­te pude, y tal vez la tra­ge­dia se acen­tuó y lo tenían ya mar­ca­do por­que Daniel había com­ple­ta­do la escue­la secun­da­ria, sabía leer, escri­bir, sumar, res­tar. ¿A dón­de voy con eso? Es que pre­ci­sa­men­te la liqui­da­ción de los sala­rios eran prác­ti­ca­men­te esta­fas que le hacían los due­ños de los fru­ta­les de la empre­sa a sus tra­ba­ja­do­res. Y que en la medi­da que cuan­do él lle­ga y ve cuán­to les liqui­dan como anti­gua­men­te se hacía, par­te le paga­ban, pero la mayor par­te eran vales para un super­mer­ca­do que esta­ba aden­tro del pro­pio esta­ble­ci­mien­to, hacían com­pras que pude com­pro­bar eran 100 % más caras que en cual­quier otro esta­ble­ci­mien­to del lugar, con esa anti­gua cos­tum­bre de expo­lia­ción de los tra­ba­ja­do­res que las patro­na­les en el cam­po siem­pre han esta­do hacien­do como una mar­ca de iden­ti­dad, de ava­ri­cia, de maldad.

Daniel pro­tes­ta­ba por­que sabía leer, escri­bir, sumar y res­tar, sin gri­tos pero con cons­tan­cia, que a él y a los demás tra­ba­ja­do­res los esta­ban roban­do y es en esa cir­cuns­tan­cia que el sába­do quie­ren un poco de diver­sión, como todo tra­ba­ja­dor, toman algu­nas copas, la poli­cía que tenía como un retén den­tro del pro­pio esta­ble­ci­mien­to vie­ne a decir bas­ta de gri­tos, bas­ta de fies­ta que es un sitio de trabajo.

Era un sitio de tra­ba­jo pero era un lugar don­de ellos vivían asig­na­dos. Ahí vie­ne toda la pelea con la poli­cía, nada gra­ve en prin­ci­pio, los disuel­ven y todos se van, pero Daniel se fue para la muer­te y el tor­men­to por­que nun­ca más apareció.

Eso es más o menos, a boca de jarro, los recuer­dos que me vie­nen y la tris­te­za que tam­bién me vie­ne por­que otra vez más, como en las pelí­cu­las, ganan los malos.

M.H: Quie­ro pre­gun­tar­te a vos, “Pepino” Fer­nán­dez, ¿qué podés comen­tar sobre la des­apa­ri­ción de Daniel Solano?

P.F: Bueno esto pasa cons­tan­te­men­te en el nor­te para dife­ren­tes cose­chas, van comu­ni­da­des indí­ge­nas, como este mucha­cho que era de Cha­ren­ta un lugar que está en Tar­ta­gal, en la pro­vin­cia de Sal­ta, y así pasa en todos lados. Hay gen­te que no vuel­ve al pue­blo, ori­gi­na­rios que no vuel­ven. Estos mucha­chos eran tra­ba­ja­do­res golon­dri­nas y des­pués se inser­ta­ron en la UTD de Mosconi.

Cer­ca de 50 tes­ti­gos via­ja­ron a Choe­le-Choel para decla­rar sobre el momen­to de la fies­ta como dice Vicen­te Zito Lema. Inclu­so han lle­va­do un equi­po de per­fo­ra­ción para tra­tar de ver en las pro­fun­di­da­des qué había en los pozos por­que posi­ble­men­te su cuer­po esta­ba ahí. Pero esto pasa con muchos mucha­chos que se van de dife­ren­tes luga­res tan­to de Sal­ta como de Jujuy.

Más allá que son explo­ta­dos, actual­men­te siguen sien­do explo­ta­dos, no tie­nen un régi­men de tra­ba­jo, no les pagan las obras socia­les ni nada. Estos mucha­chos decla­ra­ron todo eso que dice Vicente.

V.Z: Lo escu­cho a “Pepino”, un vale­ro­so refe­ren­te de la lucha y tam­bién nom­bro, que me pare­ce muy jus­to, al Dr. Here­dia con quien tam­bién cola­bo­ré, hizo un tra­ba­jo abne­ga­do enfren­tan­do a esos jue­ces sin cobrar nada, via­jan­do él mis­mo des­de Sal­ta para ayu­dar a la fami­lia y mere­ce el reco­no­ci­mien­to y el recuer­do. Tam­bién hizo un docu­men­tal que se estre­nó, don­de yo estu­ve con él, en la sede de ATE Capi­tal con el apo­yo del sin­di­ca­to y la secre­ta­ría de Dere­chos Huma­nos de ATE.

Tam­bién los docen­tes de UNTER cola­bo­ra­ron mucho, me ayu­da­ron a mí para poder que­dar­me en aque­llos días para que pudie­ra cola­bo­rar. Y ten­go aho­ra que los recuer­dos van lle­gan­do, pare­cie­ra una nove­la, un guión, esa noche de llu­via y el papá de Daniel y sus her­ma­ni­tas muy jóve­nes que ape­nas habla­ban en un gran silen­cio y bajo la llu­via en la pla­za fir­mes y hablan­do con el padre dijo: ‘yo ya no quie­ro nada, solo quie­ro que me den el cuer­po de mi hijo para ente­rrar­lo en Salta’.

No que­ría ni cas­ti­go ni nada se con­for­ma­ba nada más con eso. Cuan­do me lo dijo recuer­do que me emo­cio­né mucho, el dolor de ese hom­bre par­co, silen­cio­so allí en el medio de la llu­via ape­nas cobi­ján­do­se con unas bol­sas de nylon negro.

Así como los docen­tes se com­pro­me­tie­ron, tam­bién es cier­to que mucha gen­te de Choe­le-Choel que está liga­da a esa gran empre­sa de fru­tas cuan­do nos movi­mos para tra­tar de con­se­guir apo­yo la ver­dad que no fue tan­to el apoyo.

La reali­dad es que muchas luchas de los Dere­chos Huma­nos se pier­den pre­ci­sa­men­te por­que no todos cola­bo­ran en la medi­da que debe­rían hacerlo.

Itu­rria /​Fuen­te

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