Cuba. En las vacu­nas esta­ba cen­tra­da gran par­te de la bata­lla por el con­sen­so revolucionario

Por Ken­neth Fow­ler, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de noviem­bre de 2021.

Nun­ca se me van a olvi­dar las pala­bras que el pro­fe Yuri nos dijo aquel día en el tea­tro del Varo­na: “Aho­ra mis­mo en sus manos está el futu­ro de la vacu­no­lo­gía en Cuba”. ¿Por qué era tan impor­tan­te eso que nos decía en aquel momen­to? ¿Cómo un cam­po de tan­to arrai­go y expe­rien­cia podía depen­der del aquí y el aho­ra de noso­tros entonces?

La razón eco­nó­mi­ca es obvia, vacu­nar a nues­tra gen­te era un impe­ra­ti­vo y si no lográ­ba­mos nues­tras vacu­nas, ten­dría­mos que depen­der de un sis­te­ma – mun­do al que sim­ple­men­te no le impor­tan los pobres y a estas altu­ras o no hubié­se­mos podi­do vacu­nar a casi nadie o nos hubié­ra­mos teni­do que arrui­nar. No había otra opción por­que, ade­más, si nos arrui­ná­ba­mos en el pro­ce­so de vacu­nar, no solo no iba a haber más vacu­no­lo­gía, no iba a haber más cien­cia de pun­te­ría en el futu­ro previsible.

Enton­ces tenía­mos que tener vacunas.

Pero hay otra razón, a mi jui­cio más impor­tan­te, que enla­za la fra­se del pro­fe Yuri con lo que Fidel le dije­ra a los noso­tros de 2005 el 17 de noviem­bre. Tenía­mos –como cons­tan­te­men­te tene­mos– en nues­tras manos el futu­ro de la Revo­lu­ción. Que a nadie le que­pa duda ni crea que estoy sien­do tre­men­dis­ta. En las vacu­nas cuba­nas esta­ba cen­tra­da gran par­te de la bata­lla por el con­sen­so revolucionario.

Y no digo esto con ansias de “poli­ti­zar­lo todo”. Esto estu­vo poli­ti­za­do des­de el 11 de mar­zo de 2020, y no pre­ci­sa­men­te por noso­tros. Des­de el pri­mer caso nos augu­ra­ban millo­nes, nos augu­ra­ban colap­sos, inclu­so mayo­res que los que se pue­dan haber teni­do. No hemos sido noso­tros quie­nes hemos juga­do con la vida de millo­nes de cubanos.

Pero si nos pone­mos un poqui­to más teó­ri­cos, como gra­dua­dos de uni­ver­si­da­des cuba­nas que somos, con for­ma­ción mar­xis­ta que tene­mos, has­ta la ropa que nos pusi­mos hoy es una deci­sión política.

Y está cla­ro, el socia­lis­mo crea expec­ta­ti­vas. Lue­go de sesen­ta años, ¿cómo podría­mos con­fiar en una Revo­lu­ción que “no es capaz” de velar por la salud de su pue­blo? Enton­ces en nues­tras manos, como en la de los pro­fes aquí pre­sen­tes y todo el que de una mane­ra u otra par­ti­ci­pó de los ensa­yos, esta­ba la con­fian­za del pue­blo en su Revolución.

Y no fallamos.

Recuer­do aho­ra tam­bién que mien­tras está­ba­mos pre­pa­ran­do con­di­cio­nes en La Haba­na Vie­ja, la pro­fe Betty se preo­cu­pa­ba por la com­po­si­ción eta­ria y por géne­ro de los volun­ta­rios que está­ba­mos reclu­tan­do. Enton­ces dijo –y aquí voy a para­fra­sear– que “tene­mos que hacer un ensa­yo que se parez­ca a la gente”.

Y eso hici­mos también.

Hici­mos un ensa­yo pare­ci­do a nues­tra gen­te. Hom­bres, muje­res, tra­ba­ja­do­res, esta­ta­les, pri­va­dos, infor­ma­les, ateos, cris­tia­nos, san­te­ros, negros, blan­cos, hete­ro­se­xua­les, homo­se­xua­les. Y vacu­na­mos con el mis­mo amor y la mis­ma son­ri­sa, por­que eso somos los cuba­nos, la mis­ma son­ri­sa para todos.

En mi vacu­na­to­rio se vacu­nó, jun­to a su fami­lia, alguien que es par­te del con­se­jo edi­to­rial de una pla­ta­for­ma con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria radi­ca­da en el exte­rior. Por razo­nes de éti­ca no men­ciono ni su nom­bre ni el de la pla­ta­for­ma. Pero la son­ri­sa nun­ca faltó.

Vacu­na­mos en el cen­tro del Veda­do y detrás de Talla­pie­dra don­de los edi­fi­cios, el úni­co color que tie­nen, es el de las plan­tas que cre­cen en las grie­tas. Y siem­pre, con esa son­ri­sa, lo logramos.

Como dije una vez que el 62% de efec­ti­vi­dad de dos dosis era nues­tro 62%, las tasas de vacu­na­ción que hoy tene­mos son tam­bién nuestras.

Y ven­drán otros retos, que debe­mos asu­mir de la mis­ma mane­ra que asu­mi­mos este. Sin que nadie nos man­de. Yo, por ejem­plo, no soy miem­bro de la UJC. A mí nadie me “man­dó” a par­ti­ci­par del ensa­yo. Me man­dó, como estoy segu­ro que a todos noso­tros, la nece­si­dad de apor­tar. Y eso es lo que nos debe mover siempre.

Enton­ces, sin­tá­mo­nos orgu­llo­sos de la obra rea­li­za­da. En el peda­zo que nos toca­ba, los jóve­nes, nue­va­men­te, sal­va­mos la Revolución.

Fuen­te: Cuba Debate

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