Resumen Latinoamericano, 17 de noviembre de 2021.
Lo de Yunior García Olivera, el «líder» de una «revolucion de colores que no fue» se convirtió en un papelón internacional, solo igualado por otra marioneta como es Juan Guaidó, el «presidente» que tampoco pudo ser.
Todo empezó cuando los colegas de Yunior en ese grupejo llamado Archipiélago, pusieron el grito en el cielo diciendo que su jefe había desaparecidos junto a otros dos integrantes del citado enjendro. Archipiélago dio a conocer a la prensa «internacional» una nota en estos términos:
“A esta hora podemos informar que otro de nuestros colaboradores acaba de regresar de la casa de Yunior García donde fue recibido por un familiar de Dayana Prieto quien confirmó que no conoce el paradero de Dayana y Yunior desde la mañana de este 16 de noviembre. A partir de este momento Archipiélago los considera a ambos DESAPARECIDOS y exige de forma urgente fe de vida”,
Una hora más tarde, la plataforma denunció la desaparición de su moderadora Daniela Rojo, para quien también pidió fe de vida.
La plataforma había lanzado anteriormente una alarma por el desconocimiento del paradero de Yunior García, en la que explicaba que el último contacto con el promotor del 15N había sido a las 6:00 p.m. del 14 de noviembre.
Archipiélago también ha denunciado la situación de Adrián Nápoles Capote, moderador de Las Tunas, que se encuentra detenido e incomunicado.
Sin embargo, las alarmas dejaron de sonar cuando desde Madrid, el agusanado diario El País informaba:
Pasadas las diez de la noche en España, Yunior García aparecía vestido de negro, con un abrigo de plumas, un jersey y una bufanda en una entrevista en YouTube con el cineasta cubano Ian Padrón. El dramaturgo, principal líder de la plataforma opositora Archipiélago y convocante de la frustrada marcha cívica por el cambio del pasado 15 de noviembre, ha llegado la mañana del miércoles a Madrid por el aeropuerto de Barajas, pero no ha querido desvelar dónde está por respeto al colectivo de cubanos que le han facilitado a él y a su mujer, Dayana Prieto, un lugar donde quedarse. García tampoco ha dado detalles de cómo fue su salida de la isla. “No sé por qué me dejaron salir”, se ha limitado a decir para después anunciar que este jueves hará “declaraciones importantes”.
«El artista sí ha confirmado que ha abandonado su país con una visa otorgada por la Embajada de España y que, por el momento, no ha solicitado asilo porque su intención es volver a Cuba. “Mi idea es regresar una vez que cumpla con mi tarea de que Cuba sea para todos los cubanos”, ha asegurado.»
«En casi una hora de entrevista, García ha relatado cómo el encierro forzado en su casa de La Habana del pasado 14 de noviembre provocó que tomara la decisión de salir de Cuba. Antes de anunciar que marcharía solo por las calles de la ciudad como acto de protesta ante la negativa del Gobierno de permitir las manifestaciones del 15N, el dramaturgo comenzó a tramitar una visa para poder viajar a España. “Yo había acudido a la embajada en previsión de que me detuvieran”, ha explicado, “siempre pensé que el 14 iba a terminar en una cárcel, me dijeron que me iba para el combinado del este”, ha proseguido sobre la prisión con la que la Seguridad del Estado le había amenazado. Pero no ha dado más detalles de cómo tramitó este permiso. Tampoco ha aclarado cómo pudo viajar en tan poco tiempo y tras pasar más de 24 horas de aislamiento en su vivienda. Por el momento solo se sabe que voló a Madrid el martes en un vuelo de Iberia con un visado de turista de tres meses circunscrito a España que le fue concedido el lunes, puntualizaron fuentes diplomáticas».
Hasta aquí la crónica de El País, lo que significó un «alivio» para los fanáticos del «dramaturgo», que como se ve, a pesar de ser perseguidísimo por la «cruel dictadura» cubana, no tuvo problemas para salir como cualquier turista por el aeropuerto habanero y recalar en Barajas para gozar de un paseíto por las calles madrileñas. Eso sí, mirando para todos lados, no sea que los temibles agentes de la Inteligencia cubana le arruinan el chocolate con churros que se piensa tomar para olvidar las penas de una gran marcha que terminó en nada antes de empezar.