El gobierno ita­liano va a prohi­bir las mani­fes­ta­cio­nes por las calles

Con la pan­de­mia todo se ha vuel­to muy pre­vi­si­ble. No es posi­ble fallar con los pro­nós­ti­cos por­que, cuan­do se sor­pren­de al men­ti­ro­so en su enga­ño, se ve obli­ga­do a enca­de­nar un frau­de tras otro. Todo se con­vier­te en una mentira.

Bas­ta vol­ver al esce­na­rio del cri­men, a mar­zo de 2020, cuan­do se impu­sie­ron los esta­dos de gue­rra y adver­ti­mos des­de aquí que no era por nin­gún moti­vo de salud públi­ca, sino por razo­nes eco­nó­mi­cas y políticas.

Por pri­me­ra vez en la his­to­ria de movi­mien­to obre­ro, las calles se vacia­ron el Pri­me­ro de Mayo. Las orga­ni­za­cio­nes seu­do­rre­vo­lu­cio­na­rias y sin­di­ca­tos ama­ri­llos enmu­de­cie­ron y des­de enton­ces ape­nas acier­tan a bal­bu­cear, cuan­do no se callan como bue­nos perri­tos falderos.

No han cam­bia­do. “Man­te­ne­lla y no enmen­da­lla”. Segui­mos, pues, como al prin­ci­pio, en medio de una recon­ver­sión indus­trial y una liqui­da­ció pura y sim­ple de los dere­chos fun­da­men­ta­les (allá don­de aún que­da­ba algún rescoldo).

Así que la reac­cion avan­za vien­to en popa. El gobierno ita­liano se apres­ta a prohi­bir las mani­fes­ta­cio­nes. Como al prin­ci­pio de la pan­de­mia, en algu­nas pro­tes­tas ha saca­do al ejér­ci­to a la calle y ha apos­ta­do fran­co­ti­ra­do­res en los teja­dos de las ciudades.

En todo el mun­do los esta­dos de excep­ción ya son mone­da corrien­te. Las pobla­cio­nes que se han acos­tum­bra­do a vivir con el mie­do pega­do a la piel no pro­tes­tan y la repre­sión gana en inso­len­cia. El alcal­de de Tries­te ha pro­pues­to vol­ver a los “años de plo­mo”, cuan­do se pro­mul­ga­ron leyes anti­te­rro­ris­tas invo­can­do las accio­nes arma­das de las Bri­ga­das Rojas.

No hace ser un obser­va­dor muy ave­za­do para dar­se cuen­ta de que las pro­tes­tas con­tra el pasa­por­te de vacu­nas, como el pro­pio pasa­por­te, no tie­nen nada de sani­ta­rias; no se con­vo­can por moti­vos médi­cos sino políticos.

Antes los des­pi­dos eran por moti­vos dis­ci­pli­na­rios o por una cri­sis indus­trial. Aho­ra tam­bién se pue­de redu­cir una plan­ti­lla con el pre­tex­to de que no tie­nen el pasa­por­te de vacu­nas. Los que fomen­tan la vacu­na­ción no sólo son los gobier­nos y las empre­sas, sino tam­bién los sin­di­ca­tos, y los que no se han vacu­na­do desa­fían la auto­ri­dad de los tres.

Lo ha dicho la empre­sa Navan­tia duran­te la actual huel­ga del metal en Cádiz: el dere­cho de huel­ga vie­ne des­pués del “dere­cho” de los esqui­ro­les a sabo­tear a sus com­pa­ñe­ros de trabajo.

De gol­pe y porra­zo el dere­cho de mani­fes­ta­ción tam­bién vie­ne des­pués del “dere­cho” a no par­ti­ci­par en las pro­tes­tas y del “dere­cho” de los comer­cian­tes a man­te­ner abier­tos sus nego­cios duran­te las com­pras navideñas.

En Ita­lia las mani­fes­ta­cio­nes esta­rán prohi­bi­das en los cen­tros his­tó­ri­cos de las ciu­da­des, en las calles comer­cia­les y cer­ca de los “pun­tos sen­si­bles”. Den­tro de poco lle­ga­rán catá­lo­gos de “cen­tros his­tó­ri­cos”, “calles comer­cia­les” y “pun­tos sen­si­bles” has­ta aca­bar lle­van­do las mani­fes­ta­cio­nes a los des­cam­pa­dos, que es lo que ha inten­ta­do el PP en Madrid.

Sólo se per­mi­ti­rán las sen­ta­das, los paseos, las batu­ca­das y las mani­fes­ta­cio­nes fol­kló­ri­cas y pac­ta­das de ante­mano con la poli­cía. El moti­vo es más que evi­den­te: las pro­tes­tas socia­les y polí­ti­cas van a comen­zar a pro­li­fe­rar. El males­tar que se está acu­mu­lan­do va a esta­llar más pron­to que tarde.

Fuen­te: mpr21​.info

La entra­da El gobierno ita­liano va a prohi­bir las mani­fes­ta­cio­nes por las calles se publi­có pri­me­ro en La otra Anda­lu­cía.

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