Feminismos. Testimonios de mujeres que aportan a un mundo sin violencia: Érika

Femi­nis­mos. Tes­ti­mo­nios de muje­res que apor­tan a un mun­do sin vio­len­cia: Érika

Por Ele­na Mon­ca­da, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 noviem­bre 2021. 

Des­de la aso­cia­ción Muje­res en Acti­vi­dad luchan con­tra los abu­sos sexua­les, sobre todo en la infan­cia y en la ado­les­cen­cia, con­tra toda for­ma de vio­len­cia, pero sobre todo de vio­len­cia con­tra per­so­nas en situa­ción de vul­ne­ra­bi­li­dad, y por la abo­li­ción de la pros­ti­tu­ción y la trata.

Quie­ro con­tar­les mi expe­rien­cia en Muje­res por los Dere­chos. Cono­cí a Ele­na este año, en vís­pe­ras del Día de Niño. Muje­res por los Dere­chos cam­bia­ban un jugue­te por un cor­te de pelo, para que cada niño ten­ga un rega­li­to. Lle­gué a la aso­cia­ción a raíz de algo que pasó en mi vida, que me hizo dar cuen­ta de que podía ele­gir, que podía empo­de­rar­se. La pala­bra “femi­nis­mo” has­ta ese momen­to para mí tenía una con­no­ta­ción nega­ti­va, pero recuer­do que leí una fra­se que me hizo pen­sar: “La mujer que no se con­si­de­ra femi­nis­ta está mal infor­ma­da”. Empe­cé a infor­mar­me y me di cuen­ta de que era femi­nis­ta. Me empe­cé a pre­gun­tar si había ele­gi­do real­men­te todo lo que me había pasa­do. Mi her­ma­na se había incor­po­ra­do a la orga­ni­za­ción, y como yo le con­ta­ba lo que me esta­ba pasan­do, que empe­za­ba a dar­me cuen­ta de que tenía que cam­biar mi mane­ra de ver la vio­len­cia de géne­ro y el femi­nis­mo, me pro­pu­so que me acer­que. Y así fue que me acer­qué a la asociación.

Meni­nas, de Sarah Affon­soDen­tro de Muje­res por los Dere­chos ten­go varios roles des­de los que apor­to. Por ejem­plo, a la orga­ni­za­ción. Lle­vo las cuen­tas y orga­ni­zo los pedi­dos de pas­tas, por ejem­plo, para tener los núme­ros orde­na­dos. Como soy muy crea­ti­va, hago ador­nos de Navi­dad para poder recau­dar fon­dos, renue­vo los ban­de­ri­nes para los fes­ti­va­les, y tam­bién orga­ni­zo los bol­so­nes que les damos a las muje­res y los que lle­va­mos en las reco­rri­das noc­tur­nas para las per­so­nas en situa­ción de pros­ti­tu­ción. Estoy estu­dian­do para ser Pro­fe­so­ra de Nivel Pri­ma­rio, y me gus­ta ense­ñar y orga­ni­zar, así que tra­ba­jar den­tro de la Aso­cia­ción me per­mi­te acer­car­me a la docen­cia aun sin haber­me reci­bi­do toda­vía, acom­pa­ñan­do en los talle­res que hace­mos en las escue­las, y jun­to con Nata­lia habla­mos de ciber­aco­so y de vio­len­cia de géne­ro. Ele­gí esos roles por­que soy orga­ni­za­da, por­que me gus­ta orga­ni­zar y sien­to que pue­do orga­ni­zar muchí­si­mo en ese sen­ti­do. A veces me toca sacar fotos, por ejem­plo en las ron­das de Madres Víc­ti­mas de Tra­ta, tam­bién, y subir­las a las redes. 

Si pudie­ra cam­biar algo que hice en el pasa­do, cam­bia­ría la mane­ra en que enca­ré mi últi­ma rela­ción. No es algo de lo que me arre­pien­ta por­que gra­cias a eso pude des­per­tar, pero hoy me valo­ra­ría más, me pon­dría como prio­ri­dad. Por que­rer agra­dar, o com­pla­cer, por­que las cosas vayan bien, me pri­vé de muchas cosas que me gus­ta­ban a mí o que tenían que ver con mi estu­dio. No hablo de ser egoís­ta, pero sí de ser prio­ri­dad. Hoy toma­ría otras deci­sio­nes. Nun­ca se pue­de com­pla­cer a todos… Creo que me ten­dría más en cuenta…

A las polí­ti­cas públi­cas sobre vio­len­cia les fal­ta mucho toda­vía, pero noto que esta­mos avan­zan­do, que muchos temas han deja­do de ser tabú y que se empie­zan a deba­tir. Hay que hablar en las fami­lias y en las escue­las. Las escue­las jue­gan un papel súper impor­tan­te. Damos talle­res a los que a veces van más de 50 chi­cos. Si a 10 ya les cam­bia la mane­ra de pen­sar, sería un avan­ce enorme. 

A las muje­res que se encuen­tran en situa­ción de vio­len­cia de géne­ro, les diría que tie­nen dón­de con­cu­rrir para encon­trar muje­res que pue­den escu­char y dar­les una mano. Tie­nen que saber que pue­den vol­ver a tener una vida des­pués de una rela­ción vio­len­ta o de una situa­ción de pros­ti­tu­ción. Tene­mos que ser más empá­ti­cas y soli­da­rias entre noso­tras, ya logra­ría­mos gran­des cam­bios. Los hom­bres tie­nen que apren­der mucho, pero noso­tras tam­bién tene­mos que apren­der a com­pren­der un poco más a la otra.

Itu­rria /​Fuen­te

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