Guatemala. César Montes, una vida en peligro

Gua­te­ma­la. César Mon­tes, una vida en peligro

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Por Luis Her­nán­dez Nava­rro, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 7 de noviem­bre de 2021.

César Mon­tes es una leyen­da viva. Duran­te 36 años gue­rreó con las armas en la mano. Se enfren­tó a los kai­bi­les en su natal Gua­te­ma­la, com­ba­tió a la con­tra nica­ra­güen­se en apo­yo al san­di­nis­mo y, hacién­do­se pasar por un médi­co mexi­cano, peleó en la revo­lu­ción sal­va­do­re­ña en Gua­za­pa, en las filas del Fren­te Fara­bun­do Mar­tí para la Libe­ra­ción Nacio­nal. Sin embar­go, el 9 de octu­bre de 2020, sufrió un duro gol­pe: auto­ri­da­des mexi­ca­nas lo entre­ga­ron a las auto­ri­da­des judi­cia­les gua­te­mal­te­cas, que lo acu­san de un deli­to que no cometió.

César Mon­tes es el nom­bre con que Julio César Macías Mayo­ra ha vivi­do des­de que nació en la gue­rri­lla gua­te­mal­te­ca a ini­cios de la déca­da de 1960. De 79 años de edad, orgu­llo­so hijo de padre mexi­cano, maes­tro de pri­ma­ria, estu­dian­te de medi­ci­na en Cuba –don­de cono­ció per­so­nal­men­te al Che Gue­va­ra – , escri­tor y poe­ta, fue fun­da­dor de las Fuer­zas Arma­das Revo­lu­cio­na­rias (FAR) y del Ejér­ci­to Gue­rri­lle­ro de los Pobres.

Su tra­yec­to­ria es sor­pren­den­te. Par­ti­ci­pó en las pro­tes­tas de mayo de 1968 en Fran­cia. En Viet­nam, al lado del Viet Cong, luchó con­tra los inva­so­res esta­du­ni­den­ses. Allí cono­ció a Ho Chi Minh y reci­bió lec­cio­nes de la for­ma en la que un país pobre de cam­pe­si­nos, derro­ta­ba a la poten­cia mili­tar más gran­de del pla­ne­ta. En 1970, tra­ba­jó con Rafael Men­do­za, como edu­ca­dor higié­ni­co, en la juris­dic­ción sani­ta­ria de Tolu­ca. Fue pro­mo­tor agro­pe­cua­rio en Tlax­ca­la, con Car­lo­ta Botey, y par­ti­ci­pan­te en el Sis­te­ma Ali­men­ta­rio Mexi­cano (SAM). Orga­ni­zó redes de coope­ra­ti­vas de cal­za­do en Méxi­co. Los últi­mos años de su vida los ha dedi­ca­do a orga­ni­zar en Gua­te­ma­la movi­mien­tos cam­pe­si­nos y popu­la­res des­de la Fun­da­ción Tur­cios Lima.

Eduar­do Galeano lo entre­vis­tó en 1967, cuan­do era coman­dan­te de las FAR. En Gua­te­ma­la: ensa­yo gene­ral de la vio­len­cia polí­ti­ca en Amé­ri­ca Lati­na dibu­jó la “tele­grá­fi­ca his­to­ria de un rebel­de: a los 13 años, expul­sión de un cole­gio cató­li­co, explo­sión de rabia por la caí­da del gobierno revo­lu­cio­na­rio de Arbenz; a los 18, las mani­fes­ta­cio­nes estu­dian­ti­les, los com­pa­ñe­ros des­ar­ma­dos que caen desan­grán­do­se, la cár­cel por pri­me­ra vez; a los 20, la suer­te está echa­da, el desa­fío acep­ta­do, la vio­len­cia ele­gi­da, es el turno de la sie­rra: cami­nar has­ta des­ma­yar­se, con los dien­tes apre­ta­dos, sin exha­lar una que­ja ni pedir nun­ca tregua”.

Per­so­na­je de pelí­cu­la, un día se pre­sen­tó en casa de Paco Igna­cio Tai­bo II y le dijo: “Yo soy el muer­to”. En la nove­la Cua­tro manos. Four hands el escri­tor narra el falle­ci­mien­to del coman­dan­te, según decla­ra­ron los enemi­gos de Mon­tes, cuan­do su fusil apa­re­ció al lado de un cadá­ver des­com­pues­to, en pleno cam­po de bata­lla. César le con­tó lo que en ver­dad ocurrió.

Mon­tes fue acu­sa­do en su natal Gua­te­ma­la, sin prue­ba algu­na, del ase­si­na­to de tres mari­nos en sep­tiem­bre de 2019. Los dece­sos acae­cie­ron en un enfren­ta­mien­to entre uni­for­ma­dos y cam­pe­si­nos en la aldea Semuy II, muni­ci­pio de El Estor, en el que resul­ta­ron heri­dos varios labrie­gos. Ese día, Mon­tes se encon­tra­ba a cen­te­na­res de kiló­me­tros del lugar de los hechos. Meses des­pués, en abril de 2020, se le impu­tó orga­ni­zar la inva­sión de tie­rras e incen­diar el cas­co de una hacien­da, a pesar de que ya no esta­ba en su país.

En medio de una ver­da­de­ra cace­ría en su con­tra, el coman­dan­te soli­ci­tó refu­gio polí­ti­co en Méxi­co el 9 de noviem­bre de 2019. La Comi­sión Mexi­ca­na de Ayu­da al Refu­gia­do (Comar) no recha­zó la peti­ción. El Fon­do de Cul­tu­ra Eco­nó­mi­ca lo con­tra­tó para que escri­bie­ra una nue­va ver­sión de su auto­bio­gra­fía y le faci­li­tó un espa­cio para trabajar.

Once meses des­pués, el 9 de octu­bre, ele­men­tos de la Fis­ca­lía Gene­ral de la Repú­bli­ca (FGR), del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Migra­ción y de la Secre­ta­ría de Mari­na lo detu­vie­ron. De nada le valió su con­di­ción de refu­gia­do. Cuan­do él argu­men­tó que esta­ba pro­te­gi­do por la 4T, el agen­te le res­pon­dió: “Yo soy poli­cía. Eso es polí­ti­ca. La 4T me vale…” Fue tras­la­da­do vía aérea a Tapa­chu­la y entre­ga­do, sin pro­ce­so de extra­di­ción, a las auto­ri­da­des judi­cia­les de su país. Hoy, es un pre­so político.

Per­so­na­je de luces y som­bras como muchos gue­rri­lle­ros de la épo­ca, Mon­tes es muy crí­ti­co de los acuer­dos de paz que pusie­ron fin al con­flic­to arma­do en Gua­te­ma­la. Los acuer­dos –dice– “fue­ron con­ce­bi­dos como la Gran Estra­te­gia Con­tra­in­sur­gen­te, que no se cum­pli­ría no por fal­ta de volun­tad polí­ti­ca, sino por el con­ven­ci­mien­to polí­ti­co que había que ‘ofre­cer­le mucho y cum­plir­le poco’ a la insur­gen­cia gue­rri­lle­ra (https://​bit​.ly/​2​H​x​g​aAz)”.

Des­de su pun­to de vis­ta, con los acuer­dos no se cam­bió el sis­te­ma polí­ti­co elec­to­ral. Y lo que emer­gió fue un sis­te­ma de par­ti­dos corrup­to don­de nar­cos, empre­sa­rios y tras­na­cio­na­les finan­cian las cam­pa­ñas. En Gua­te­ma­la, denun­cia, la nar­co­po­lí­ti­ca ha esta­ble­ci­do sus reales.

La deten­ción de Mon­tes levan­tó una ola de júbi­lo en el mun­do empre­sa­rial gua­te­mal­te­co que apo­yó a los gobier­nos mili­ta­res. Entu­sias­ma­das, las orga­ni­za­cio­nes patro­na­les feli­ci­ta­ron por el arres­to al pre­si­den­te Ale­jan­dro Giam­ma­tei. Aho­ra, ade­más, lo acu­san de orga­ni­zar a los ex sol­da­dos que tra­ta­ron de tomar la Cáma­ra de Dipu­tados para pre­sio­nar al man­da­ta­rio gua­te­mal­te­co, y ame­na­zan con otro juicio.

Aun­que tras las rejas la vida de César Mon­tes corre peli­gro, él no pier­de el opti­mis­mo. “No se pue­de encar­ce­lar a un alma libre como la mía, ni podrán ame­dren­tar­me –escri­bió – ; ellos me temen aun estan­do en la cár­cel. No es por mí mis­mo, es por­que encarno el espí­ri­tu de rebe­lión de los pue­blos, es por el res­pal­do orga­ni­za­ti­vo de miles de pobres de la tierra”.

Itu­rria /​Fuen­te

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