Nica­ra­gua. Una trin­che­ra que defender

Por Geral­di­na Colot­ti, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 7 de noviem­bre de 2021.

El pue­blo nica­ra­güen­se deci­de si con­fir­ma la con­fian­za en el actual dúo pre­si­den­cial, inte­gra­do por dos per­so­na­jes his­tó­ri­cos de la revo­lu­ción san­di­nis­ta, Daniel Orte­ga y Rosa­rio Muri­llo. Todas las encues­tas de esta nue­va vuel­ta pre­si­den­cial indi­can una cla­ra ven­ta­ja de la com­bi­na­ción que ha gober­na­do en los últi­mos años. Una pro­yec­ción que va de lado al impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano y sus vasa­llos, que han inten­si­fi­ca­do la cam­pa­ña de sabo­ta­je y des­pres­ti­gio del gobierno san­di­nis­ta en for­mas ya vis­tas en otros con­tex­tos lati­no­ame­ri­ca­nos don­de, comen­zan­do por Cuba y Vene­zue­la, los pue­blos han deci­di­do libe­rar­se de las tute­las coloniales.

Se sabe que, para Washing­ton, solo se con­si­de­ran váli­das aque­llas elec­cio­nes en las que sus repre­sen­tan­tes, a quie­nes no les impor­ta el con­sen­so sino la bille­te­ra, no tie­nen con­ten­dien­tes. Tam­bién se sabe que, en lo que al aná­li­sis de paí­ses no desea­dos se refie­re, vale un cri­te­rio típi­ca­men­te colo­nial: para el cual las inevi­ta­bles debi­li­da­des se pre­sen­tan como catás­tro­fes mien­tras los méri­tos son ocul­ta­dos, y don­de lo bueno en los paí­ses del nor­te, como los meca­nis­mos de la demo­cra­cia bur­gue­sa, que se per­pe­túa inde­pen­dien­te­men­te de la volun­tad de los domi­na­dos, se con­vier­te en una demos­tra­ción imper­do­na­ble de auto­ri­ta­ris­mo para quie­nes se sitúan en un hori­zon­te diferente.

Se sabe, pero evi­den­te­men­te no se ha pen­sa­do lo sufi­cien­te, que la tan anun­cia­da «alter­nan­cia» se atas­ca cuan­do los gru­pos domi­nan­tes habi­tua­les vuel­ven a gober­nar, lo que deja muy poco espa­cio para la expre­sión del cam­po adver­so, y com­pli­ca por cual­quier medio, legal e ile­gal, la posi­bi­li­dad de un retorno de las fuer­zas del cam­bio, si no de for­ma dilui­da o con alian­zas ines­ta­bles y lo más cer­ca posi­ble del con­glo­me­ra­do domi­nan­te ante­rior. Bas­ta ver los ejem­plos de Bra­sil, Ecua­dor y, en cier­to modo, tam­bién Argen­ti­na, que ha vuel­to labo­rio­sa­men­te a la izquier­da tras el parén­te­sis de Mau­ri­cio Macri, que ha hun­di­do de nue­vo al país en el chan­ta­je de la deu­da externa.

Y así resul­tan par­ti­cu­lar­men­te moles­tas y incon­gruen­tes las crí­ti­cas-crí­ti­cas pro­ve­nien­tes de una deter­mi­na­da izquier­da neo-libe­ral cuyos pro­gra­mas, en los paí­ses capi­ta­lis­tas, han aca­ba­do coin­ci­dien­do con los del cam­po que debe­rían haber­se com­ba­ti­do, ya que su prin­ci­pal preo­cu­pa­ción ha sido demos­trar que no hay alter­na­ti­vas al capi­ta­lis­mo. Igual­men­te fue­ra de lugar son las crí­ti­cas a aque­llas áreas inca­pa­ces de mirar su pro­pia incon­clu­sión y de com­pro­me­ter­se en la cons­truc­ción de una alter­na­ti­va creí­ble en sus pro­pios paí­ses, pero muy dis­pues­tas a pre­sen­tar­se como jue­ces infle­xi­bles de los inten­tos de los demás.

El futu­ro, inclui­dos los elec­to­ra­les, de aque­llos paí­ses que el impe­ria­lis­mo con­si­de­ra «eje del mal» – Cuba, Vene­zue­la, Nica­ra­gua- con­cier­ne al futu­ro de toda Amé­ri­ca Lati­na y más allá. En torno a la esta­bi­li­dad de estos tres paí­ses, dife­ren­tes en his­to­ria y con­tex­tos, pero uni­dos en la pers­pec­ti­va de una nue­va inte­gra­ción lati­no­ame­ri­ca­na deci­di­da­men­te menos asi­mé­tri­ca que la que pre­va­le­ce en Euro­pa o en ins­ti­tu­cio­nes lati­no­ame­ri­ca­nas subor­di­na­das a Esta­dos Uni­dos, está en jue­go el indi­cio con­cre­to de una nue­va inde­pen­den­cia, capaz de dar un buen ejem­plo en un amplio espec­tro internacional.

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