Por El Cayapo, Resumen Latinoamericano, 14 de noviembre de 2021.
Todos los chavistas debemos saber siempre por qué votamos y por qué invitamos a votar. Porque nosotros no votamos por personas, por grupos, por partidos, por gremios, aunque así lo establezca la norma. Nosotros votamos por una propuesta suprema que nos heredó el Comandante Chávez y a la cual consagró enteramente su existencia hasta que lo asesinaron.
Cuando Chávez nos convocó por primera vez a votar por él no nos ofreció casas ni trabajo, ni estudio ni ningún bien material, nos invitó a juntarnos para fundar un país, a no seguir siendo una mina en este territorio con dueños extranjeros, y para ello nos pidió que fuéramos a una Constituyente, que rompiéramos los moldes de la cultura esclava instaurada por el poder extranjero en este territorio. Nos invitó a vivir, a saber quiénes éramos.
Desde entonces hemos superado traiciones de Miquilena, Peña, Barreto, Luisa Ortega, Rafael Ramírez, e indignos oficiales del ejército, y algunos otros políticos que en sus ambiciones egoístas abandonaron la opción de construir otra cultura y se secaron acariciando las tajaditas de riqueza con que les paga el capital por su entrega. Pero eso en vez de amilanarnos más bien nos ha curtido el pellejo, y en estas elecciones lo demostraremos otra vez. La ambición de todo chavista es superar las actuales condiciones de producción y crear otra cultura.
Hace aproximadamente cuarenta años el cantante de música llanera Santiago Rojas, en una canción de su autoría, nos describió la situación del país en su exacto caos. En uno de sus versos describe a las carreteras de Venezuela como un «cuevero de ratón», sin embargo, iniciado el gobierno de Hugo Chávez la cantaleta de la oposición sobre el descalabro de las carreteras y autopistas no paraba de escucharse por radio y televisión, como si todo hubiera comenzado con el gobierno presidido por él.
El gobierno se trazó un plan de recuperación de las vías y en gran medida lo logró, pero hasta la fecha no existe un cartelito, una pequeña nota, un programa de radio o televisión en donde se mencione este logro. Simplemente pasamos raudos y veloces como si eso siempre fue así, ni chavistas ni escuálidos nos sentimos inclinados al reconocimiento aunque el logro sea evidente.
Así mismo pasa con los hospitales, las escuelas, las universidades, la vivienda, la comida, el estudio y otras tareas cotidianas dentro del capitalismo, que siempre están en el ámbito del espasmo que continuamente prestas para la demagogia llevada en tiempo de elecciones a niveles de excelsitud, tal y como lo expresa este demagogo de profesión: «No hay en Venezuela una carretera que sirva, todas son guillotinas contra el pueblo oprimido, es por esto que en mi gobierno mi prioridad es arreglarlas todas, que nunca más haya un hueco, porque dedicaré un funcionario por hueco en cada carretera, porque la eficiencia será mi norte, como se merece el humilde pueblo venezolano».
O este otro: «El sistema de salud es un juraco sin fondo, en donde campea la corrupción y el gobierno como si no fuera con él, no podemos ser egoístas, cuando ustedes me elijan para gobernar a esa tarea me dedicaré con tesón hasta que los hospitales, dispensarios, incluidos los barrio adentro, sin importar quién los haya creado, sean puestos como una tacita de oro en cada calle o caserío si es posible, y lo lograremos, instalaremos hospitales de todos los tipos para que apenas la gente sienta un leve malestar acuda a su centro de salud porque será particularizado, que es lo que se merece este endémico pueblo, que cada quien tenga su médico particular y sus especialistas, y por otro lado los trabajadores de la salud y todo el pueblo en general ganarán salarios acorde con sus profesiones, que nadie gane menos de mil dólares al mes, desde el de la limpieza hasta los médicos y administrativos tendrán su escala salarial como le corresponde a este encadenado pueblo».
O este otro pedagogo, perdón demagogo: «Moral y luces como dijo el Libertador, pero este gobierno infernal no tiene moral y mucho menos una vela para alumbrar los cerebros de la niñez abandonada a la cual acogeré en mi ceno y los convertiré en los Einstein que nos merecemos, porque la juventud con todo, las mujeres y los negros y los indígenas y los demás géneros y religiones y razas que habitan este consternado territorio por el cual sufro cuando me voy de vacaciones a Miami hostigado por el régimen, que es lo único que sabe hacer con sus preclaros y prominentes hombres como yo, que humildemente sé cómo solucionar todos los problemas, sí, yo traeré las mejores universidades y school privadas del mundo, para que todos seamos unos CEOS caribeños del mercado mundial, emprendedores exitosos, envidia del norte y el Asia lejana, sí, mis flagelados congéneres, voten por mí y verán cómo cambio este territorio de negros, indios y zancudos por uno de sangre azul, prosperidad, mente abierta y que no quede un solo rancho sin ser dignificado con su aire acondicionado y antena de Directv, y por último como si fuera poco, los obligaré democráticamente a que todos aceptemos y entendamos los valores occidentales, que es como nos merecemos vivir».
Así como estos embaucadores, encantadores de serpientes, vendedores de milagros, aparecen los hacedores de ríos, los calmadores de huracanes, los somete terremotos, los amansa ríos en desborde. Estos trúhanes de siempre, sostenidos en la fuerza de la costumbre, en la falta de memoria de las grandes mayorías, cada vez que hay unas elecciones brotan ellos como salvadores de la patria, aunque hayan quemado y volteado su bandera, burlado su himno y pisoteado su escudo, aunque hayan pedido que extranjeros invadan militarmente el territorio, aunque nos hayan denigrado en el afuera, aunque nos hayan llamado país de salvajes, bárbaros, incultos, negadores de los grandes valores de la democracia y la libertad de la sacrosanta cultura occidental.
Sí, estos son los mismos que hoy se presentan con su cara bien lavada a pedirnos el voto, los mismos que negaron el CNE, los mismos que nos hablaron de fraude reiteradamente, los que dieron y promovieron golpes de Estado, magnicidios, guarimbas, los que quemaron gente viva, que promovieron una guerra bacteriológica con puputov, que gritaban desaforadamente que murieran todos los chavistas, los que se vendieron y están al servicio del gran capital y fungen como mercenarios, en el ámbito político, militar, cultural, profesional y académico, sí, estos son los mismos que nos han gobernado desde hace quinientos años, los que han entregado el país a los extranjeros, los que siempre que tienen un conflicto invocan a las luminosidades imperiales para que vengan a salvarlos y a cambio les regalan el país.
Sí, estos asesinos mediocres hoy se nos presentan como niños impolutos que vienen desde Miami, Bogotá o España a salvarnos del salvaje chavismo.
A ellos se les aferran algunos desmemoriados de izquierda que no tienen honor ni respeto por sus muertos y torturados, porque sus principios son de la boca para afuera y les da lo mismo cualquier mamotreto de país, porque solo son herederos de consignas vacías, panfletos y clichés que usan en política como un quita-y-pon con tal y se les den algunas migajas de la plusvalía que a diario el capitalismo extrae de nuestras fuerzas.
En estos azarosos años, los chavistas hemos aprendido lo complicado, lo difícil que es intentar crear el otro pensamiento que nos conduzca a los planes de generar otra cultura, pero la obstinación del vivir nos obliga todos los días a superar los obstáculos y a tener la certeza de que lo que hacemos es lo que hay que hacer colectivamente. Por eso, este 21 de noviembre de 2021, llueva, truene o relampaguee, los chavistas, los venezolanos, votaremos indudablemente por la vida, porque somos leales con lo que somos: una sublime forma de la vida, y para muestra este hermoso botón.
fuente: Misión Verdad