Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 22 de noviembre de 2021.
Una victoria histórica, una victoria popular. Unánime el resumen expresado por el presidente venezolano Nicolás Maduro y los líderes del Partido Socialista Unido de Venezuela sobre las mega-elecciones del 21 de noviembre (governaciones y alcaldías). Poco antes del anuncio de los resultados, la alegría en los rostros de Diosdado Cabello, vicepresidente del PSUV y de Tania Dia, portavoz del Comando de Campaña Aristóbulo Isturiz y motor incansable de la comunicación del partido, había presagiado la victoria: «Tenemos excelentes motivos para sonreír”, había anunciado Diosdado en una breve rueda de prensa.
Unas horas antes del escrutinio (los colegios electorales cerraron poco después de las 18 horas locales para permitir que los en fila ejercieran su derecho al voto), el presidente del Cne, Pedro Calzadilla dio a conocer los nombres de los gobernadores y gobernadoras, gracias al mecanismo altamente computarizado y eficiente que también apoyó esta elección no. 29. Tres gobernadores de 23 estados van a los principales cárteles de la oposición. El chavismo gana los otros 20, más la alcaldía de la capital, donde gobernará la almiranta Carmen Rodríguez, elegida por aclamación popular como candidata por el PSUV durante las primarias del partido, que han renovado las caras de estas elecciones por más de 90 %.
Con más del 90,21% de los votos contados y una participación del 41% (8 millones de personas, más que en 2017), los venezolanos eligieron 3.082 candidatos y candidatas, distribuidos en 23 gobernaciones, 253 legisladores estatales (152 por lista, 93 con voto nominal y 8 para pueblos indígenas), 335 alcaldes, por voto nominal, y 2.471 suplentes o legisladores (1.420 con voto por lista, 982 con voto nominal y 69 para representaciones indígenas). La gran mayoría de los más de 70.000 candidatos – en Venezuela el voto no es obligatorio porque se considera un derecho y no un deber – ha sido presentado por partidos y organizaciones de derecha.
En el país había 350 «observadores» de la Unión Europea, la ONU, el Centro Carter y otras importantes organizaciones regionales (pero no la Organización de Estados Americanos, OEA, que no había sido invitada, dados los precedentes de parcialidad e injerencia demostrado en otros países del continente, comenzando por Bolivia). Si se suman los invitados del Cne a los de los distintos partidos e instituciones venezolanas, el número de acompañantes, desplegados por todo el país, llega a unos 500.
A pesar de las habituales alarmas, lanzadas por algunos medios internacionales, todo transcurrió en calma y en estricto cumplimiento de las medidas de seguridad debidas al covid-19, y terminó con megafiestas en todos los estados. Incluso las declaraciones beligerantes de aquellas franjas de extrema derecha que, a pesar de haber tenido sus propios candidatos a alcaldes y gobernadores, continuaron los llamados al sabotaje, esperando mantener todavía un simulacro de representación al «autoproclamado» presidente interino Juan Guaidó, han quedado hasta hora sin consequencias. Los hechos están ahí para demostrar que hasta los más empedernidos opositores al chavismo han tenido que admitir la legitimidad de Nicolás Maduro, como único presidente legítimo, elegido por el pueblo.
Entre los chillidos registrados durante la jornada electoral, las declaraciones de los dos rectores opositores y llamados “independientes”, electos en el Cne, que están demostrando una actitud todo menos imparcial, según la cual «la presencia de la Unión Europea no legitima al gobierno de Maduro». Por otro lado, está causando mucha controversia la decisión del Partido Comunista Venezolano, que ha presentado un informe a la Unión Europea, según el cual se han violado los derechos políticos de su formación.
Mientras tanto, se está completando el conteo relativo a las alcaldías, lo que debería confirmar la tendencia expresada en las gobernaciones.