Argen­ti­na. Lucio, el niño que sigue vul­ne­ra­do tras su muerte

Por Sonia San­to­ro, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 1 de diciem­bre de 2021.

La difu­sión de cier­tos deta­lles de la cau­sa, de la autop­sia y de los pade­ci­mien­tos que vivió el nene vio­lan su dere­cho a la inti­mi­dad, que no cesa aun­que esté muerto.

El cri­men de Lucio Dupuy reci­be la con­de­na uná­ni­me de toda la socie­dad, inclui­dos los medios de comu­ni­ca­ción. Sin embar­go, ampa­ra­dos en que “la gen­te quie­re saber” o en con­tri­buir a que se haga “jus­ti­cia”, los medios tam­bién vio­lan los dere­chos de ese niño, al que ya se le han vul­ne­ra­do todos. ¿Cuán­to es nece­sa­rio saber en la cober­tu­ra de un caso en que la víc­ti­ma es un niño, niña o ado­les­cen­te? ¿Qué res­guar­dos hay que tomar para pro­te­ger su inti­mi­dad? ¿Al inte­rés de quién res­pon­den los medios al publi­car deta­lles de una autop­sia? Son algu­nas de las pre­gun­tas que con­tes­tan espe­cia­lis­tas en la temática.

El lunes, el Con­se­jo Ase­sor de la Comu­ni­ca­ción Audio­vi­sual y la Infan­cia (Cona­cai) emi­tió un comu­ni­ca­do en el que lla­mó la aten­ción a los medios de comu­ni­ca­ción sobre el tra­ta­mien­to del caso. “El res­pe­to a la memo­ria de la víc­ti­ma, a su dig­ni­dad e inti­mi­dad, y la de su fami­lia, es lo pri­me­ro que se pone en ries­go en estos casos y no pue­de ser sos­la­ya­do”. “El dere­cho a infor­mar y a estar infor­ma­do” se debe prac­ti­car “sin vul­ne­rar otros dere­chos, indi­vi­dua­les y colectivos”.

En ese sen­ti­do el tex­to plan­teó que “es nece­sa­rio que las y los comu­ni­ca­do­res se pre­gun­ten sobre cuán­to con­tri­bu­ye al inte­rés y al bien­es­tar públi­co la difu­sión de cir­cuns­tan­cias que están en el ámbi­to fami­liar y pri­va­do, ade­más de que no ayu­dan e inclu­so pue­den obs­ta­cu­li­zar la inves­ti­ga­ción y el escla­re­ci­mien­to del asesinato”.

El acen­to en los deta­lles morbosos

Según expli­có a este dia­rio Dolo­res Espe­ja, coor­di­na­do­ra del Cona­cai, el comu­ni­ca­do se ges­tó al adver­tir que el tra­ta­mien­to mediá­ti­co del caso “redun­da­ba en aspec­tos de carác­ter maca­bro, ponía el acen­to en la des­crip­ción de deta­lles mor­bo­sos al tiem­po que pro­mo­vía espe­cu­la­cio­nes sobre cir­cuns­tan­cias del ámbi­to pri­va­do, que resul­tan vul­ne­ra­to­rios de la inti­mi­dad de la víc­ti­ma y de su fami­lia y entorno”.

Remar­có, asi­mis­mo, que la nor­ma­ti­va es cla­ra “al esta­ble­cer que en caso de coli­sión de dere­chos que invo­lu­cran a las infan­cias fren­te a otros dere­chos tam­bién legí­ti­mos, pre­va­le­ce­rán los pri­me­ros en vir­tud del inte­rés supe­rior del niñx. Esto debe­ría inter­pe­lar a los medios de comu­ni­ca­ción en cuan­to a la res­pon­sa­bi­li­dad social de su ejer­ci­cio pro­fe­sio­nal y eva­luar en qué medi­da con­tri­bu­ye al inte­rés públi­co la difu­sión de asun­tos y deta­lles que expo­nen la inti­mi­dad y la dig­ni­dad del chico”.

A pesar de esta adver­ten­cia, la infor­ma­ción sobre los pade­ci­mien­tos que sufrió Lucio no paró de cir­cu­lar y mul­ti­pli­car­se; este mar­tes espe­cial­men­te se cono­cie­ron datos muy espe­cí­fi­cos de la autop­sia que Página/​12 evi­tó replicar.

Los dere­chos del niño

Las nor­mas que pro­te­gen estos dere­chos son la Cons­ti­tu­ción Nacio­nal, que en su artícu­lo 75 inci­so 22, incor­po­ra la Con­ven­ción Inter­na­cio­nal sobre Dere­chos del Niño. En la Ciu­dad de Bue­nos Aires, rige la ley 114 y a nivel nacio­nal la ley 26.061, de pro­tec­ción inte­gral de niños y ado­les­cen­tes, que en su artícu­lo 22 se refie­re al dere­cho a la dig­ni­dad y dice que “se prohí­be expo­ner, difun­dir o divul­gar datos, infor­ma­cio­nes o imá­ge­nes que per­mi­tan iden­ti­fi­car, direc­ta o indi­rec­ta­men­te a los suje­tos de esta ley, a tra­vés de cual­quier medio de comu­ni­ca­ción o publi­ca­ción en con­tra de su volun­tad y la de sus padres, repre­sen­tan­tes lega­les o res­pon­sa­bles, cuan­do se lesio­nen su dig­ni­dad o la repu­tación de las niñas, niños y ado­les­cen­tes o que cons­ti­tu­yan inje­ren­cias arbi­tra­rias o ile­ga­les en su vida pri­va­da o inti­mi­dad familiar”.

Un caso emble­má­ti­co fue el de Ange­les Raw­son. En nom­bre de la “jus­ti­cia” y para que no que­de “impu­ne” su cri­men, la tapa de un dia­rio del Gru­po Cla­rín publi­có una foto del momen­to en que Ánge­les fue halla­da den­tro de una bol­sa de basu­ra des­hi­la­cha­da en una plan­ta de resi­duos de la Ceam­se. Ese día (13 de junio de 2013) con­clu­yó con una reso­lu­ción judi­cial que prohi­bía la repro­duc­ción de esas foto­gra­fías y cual­quier infor­ma­ción refe­ri­da a la inti­mi­dad de la ado­les­cen­te. La medi­da, aun­que nece­sa­ria, lle­gó tar­de. Por otro lado, los medios pare­cen no apren­der de los errores.

Las guías que ya existen

Clau­dia Fer­nán­dez, excon­se­je­ra por los dere­chos del niño, hizo una pre­sen­ta­ción judi­cial en ese caso. “Cuan­do se toman esas medi­das es que los medios ya están vul­ne­ran­do los dere­chos”, dijo a Página/​12. Por eso pro­po­ne la actua­li­za­ción y capa­ci­ta­ción per­ma­nen­te de los medios de comu­ni­ca­ción en pers­pec­ti­va de dere­chos de la infan­cia. Las herra­mien­tas para comu­ni­car sin vul­ne­rar dere­chos están. Varios orga­nis­mos tie­nen guías de actua­ción perio­dís­ti­ca sobre noti­cias de infan­cias, entre ellos el Cona­cai. En ésta reco­mien­da, en rela­ción al uso de las imá­ge­nes: “Con­si­de­rar que el pixe­la­do o des­en­fo­ca­do no son sufi­cien­tes a veces para pre­ser­var su iden­ti­dad. Evi­tar uti­li­zar fotos de redes socia­les que pue­dan afec­tar su dig­ni­dad o la de su entorno”.

“Los medios de comu­ni­ca­ción deben enten­der que aun­que el niño haya falle­ci­do lo asis­ten sus dere­chos, dere­chos a su ima­gen, cui­da­do de la inti­mi­dad y tam­bién obvia­men­te de toda su fami­lia”, expli­có Fer­nán­dez. En ese sen­ti­do, dijo que des­cri­bir con minu­cio­si­dad una autop­sia vul­ne­ra todos los tra­ta­dos de pro­tec­ción de la niñez vigen­tes en el país con ras­go cons­ti­tu­cio­nal. Fer­nán­dez lla­mó a los medios a dis­cer­nir que “cuan­do el obje­ti­vo solo es para satis­fa­cer la curio­si­dad del públi­co, no es nun­ca una mane­ra de con­tri­buir al deba­te de inte­rés gene­ral de la socie­dad. Cada medio debe tener un códi­go de éti­ca sobre la infor­ma­ción que reci­be y cómo la transmite”. 

El caso de Lucio Dupuy

Sobre este niño “que ha teni­do todos sus dere­chos vul­ne­ra­dos… saber que lo mata­ron a gol­pes es más que sufi­cien­te, no nece­si­ta­mos la autop­sia para saber cómo. Sí tene­mos que saber por qué, esto sí es de inte­rés gene­ral, mirar en las ins­ti­tu­cio­nes qué es lo que se ha hecho mal, qué es lo que ha falla­do. Estos casos nos tie­nen que inter­pe­lar a cada uno en el lugar que nos toque para poder rever­tir a futu­ro estas situa­cio­nes”, apuntó.

En la mis­ma línea, María Ele­na Nad­deo, titu­lar del Pro­gra­ma de Aten­ción de la Niñez, Ado­les­cen­cia y Géne­ro de la Defen­so­ría del Pue­blo de la ciu­dad y copre­si­den­ta de la APDH, reco­men­dó comu­ni­car los peri­ta­jes y los con­te­ni­dos inves­ti­ga­dos “con sumo res­guar­do para la pri­va­ci­dad de todes los invo­lu­cra­dos”. “Cuan­do las víc­ti­mas de mal­tra­to están vivas, es de abso­lu­ta obli­ga­to­rie­dad evi­tar la fil­tra­ción de datos per­so­na­les y resul­ta­dos espe­cí­fi­cos de los diag­nós­ti­cos. En este caso, ya falle­ci­do Lucio, corres­pon­de el res­pe­to de les comu­ni­ca­do­res y fun­cio­na­rios públi­cos por evi­tar las pre­sun­cio­nes aún no con­fir­ma­das, las hipó­te­sis que cir­cu­lan rodean­do de más dolor y sufri­mien­to su cor­ta vida”, agre­gó. Tam­bién puso el acen­to en inves­ti­gar por qué todas las alar­mas falla­ron y el sis­te­ma que debía cui­dar a Lucio no lo hizo. 

Por su par­te, el fis­cal Aldo de la Fuen­te, de la Uni­dad Fis­cal para la Inves­ti­ga­ción de Deli­tos con­tra la Inte­gri­dad Sexual de Niñas y Niños (Ufi­disn),expli­có a este dia­rio que “toda infor­ma­ción, como es el tema de la autop­sia que se le hizo a este chi­qui­to, es un tema suma­men­te sen­si­ble. Par­ti­cu­lar­men­te noso­tros siem­pre bus­ca­mos pre­ser­var­la, por dis­tin­tas razo­nes, pri­me­ro por la inves­ti­ga­ción, para lle­var a buen cau­ce el escla­re­ci­mien­to del hecho. El suma­rio, esto lo dice la ley, es públi­co solo para las par­tes, es secre­to para ter­ce­ros. Pero por otra par­te es sen­si­ble esa infor­ma­ción por­que hace tam­bién a los dere­chos de la fami­lia de la víc­ti­ma: dere­cho a la pri­va­ci­dad, al honor, al buen nom­bre. O sea, que des­de todo pun­to de vis­ta uno tra­ta de pro­te­ger esos datos. Tam­bién es cier­to que muchas veces se fil­tran no des­de los ope­ra­do­res judi­cia­les sino des­de las mis­mas par­tes que inter­vie­nen. Pero si hay res­pon­sa­bi­li­dad de quie­nes tra­ba­jan en la cau­sa se ten­drá que investigar”.

Itu­rria /​Fuen­te

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