Argen­ti­na. Mas casos de uso letal de la fuer­za, el mis­mo día de la eje­cu­ción poli­cial de Luciano Olivera

Por RedE­co, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de diciem­bre de 2021. 

El 10 de diciem­bre, la socie­dad se des­per­tó con­mo­cio­na­da por la muer­te de Luciano Oli­ve­ra, el joven de Mira­mar que fue eje­cu­ta­do por un ofi­cial de la Poli­cía de la Pro­vin­cia de Bue­nos Aires. En las 24 horas pos­te­rio­res al hecho, otros dos jóve­nes de 15 y 16 años fue­ron víc­ti­mas tam­bién del uso letal de la fuer­za pública.

Agus­tín Mén­dez murió tras ser embes­ti­do por un patru­lle­ro de la Bonae­ren­se duran­te una per­se­cu­ción que se ini­ció por­que no se detu­vo en un con­trol vehi­cu­lar. Facun­do Gal­ván fue ase­si­na­do a la sali­da de una fies­ta por un efec­ti­vo de la Pre­fec­tu­ra que esta­ba de civil. Estos y otros casos ocu­rri­dos en las últi­mas sema­nas, que pro­vo­can muer­te o dis­ca­pa­ci­da­des gra­ves y per­ma­nen­tes, evi­den­cian un incre­men­to de la vio­len­cia poli­cial en los terri­to­rios en el mar­co de inter­ven­cio­nes des­me­di­das, arbi­tra­rias e ile­ga­les. La CPM hizo pre­sen­ta­cio­nes judi­cia­les en su cali­dad de Meca­nis­mo Local de Pre­ven­ción de la Tortura.

Luciano tenía 16 años, Agus­tín 15, Facun­do 16, y en menos de 24 horas los tres fue­ron víc­ti­mas del uso letal de la fuer­za públi­ca. Los hechos ocu­rrie­ron en Mira­mar, Gene­ral Rodrí­guez y Almi­ran­te Brown. Se suman a una lis­ta que, según el regis­tro de la Comi­sión Pro­vin­cial por la Memo­ria (CPM), aun en cons­truc­ción, ya con­ta­bi­li­za 103 muer­tes en lo que va del año.

Como había ocu­rri­do pocas sema­nas atrás con el ase­si­na­to de Lucas Gon­zá­lez en CABA, el cri­men de Luciano des­per­tó una enor­me con­mo­ción social: su ase­si­na­to y la pos­te­rior repre­sión a fami­lia­res y ami­gos que recla­ma­ban jus­ti­cia reci­bie­ron toda la aten­ción mediá­ti­ca. El ofi­cial que lo eje­cu­tó de un dis­pa­ro en el pecho, lue­go de una per­se­cu­ción injus­ti­fi­ca­da, se defen­dió dicien­do que “el tiro se le esca­pó”, dis­cur­so sos­te­ni­do por el Minis­tro de Segu­ri­dad de la Pro­vin­cia que afir­mó que se tra­tó de un caso de “mala pra­xis”, es decir un deli­to cul­po­so y por lo tan­to san­cio­na­do con una pena sus­tan­cial­men­te menor.

Ese mis­mo día, 10 de diciem­bre, alre­de­dor de las 21 horas, Agus­tín murió tras ser embes­ti­do de fren­te por un patru­lle­ro de la Pro­vin­cia de Bue­nos Aires en Gene­ral Rodrí­guez. Lue­go de jun­tar­se con ami­gos en el cen­tro de la loca­li­dad, Agus­tín y otro com­pa­ñe­ro vol­vían en moto­ci­cle­ta cuan­do comen­za­ron a ser per­se­gui­dos por patru­lle­ros de la bonae­ren­se. ¿La razón de la per­se­cu­ción? No dete­ner­se en un con­trol vehi­cu­lar, como había pasa­do pocas horas antes con Luciano.

Agus­tín murió en el acto pro­duc­to de las heri­das pro­vo­ca­das en la coli­sión; su com­pa­ñe­ro fue tras­la­da­do de urgen­cia al Hos­pi­tal Inter­zo­nal Gene­ral de Agu­dos Vicen­te López y Pla­nes. El úni­co impu­tado en la cau­sa es el joven que acom­pa­ña­ba a Agustín.

Pocas horas des­pués, en la madru­ga­da del 11 de diciem­bre, Facun­do de 16 años fue ase­si­na­do a la sali­da de una fies­ta por un agen­te de Pre­fec­tu­ra Naval en Almi­ran­te Brown. El pre­fec­to Eber Villa­nue­va, de civil, lle­gó en su camio­ne­ta al lugar y levan­tó a algu­nos asis­ten­tes a la fies­ta. Arran­có y detu­vo el vehícu­lo a los pocos metros, des­cen­dió y efec­tuó varios dis­pa­ros hacia un gru­po de jóve­nes: Facun­do reci­bió un dis­pa­ro en el pecho y otro en el glúteo.

El pre­fec­to uso un arma que no era la regla­men­ta­ria. Según su ver­sión, adop­ta­da tam­bién por la poli­cía, dis­pa­ró para defen­der­se de un inten­to de robo; los ami­gos de Facun­do y la gen­te que esta­ba en la fies­ta lo negaron.

En la mis­ma madru­ga­da del 11 de diciem­bre, la Poli­cía de la Pro­vin­cia de Bue­nos Aires pro­ta­go­ni­za­ba en Isi­dro Casa­no­va otro hecho de vio­len­cia en el mar­co de una inter­ven­ción des­me­di­da e irra­cio­nal. Tomás de 22 años fue embes­ti­do por un auto­mó­vil par­ti­cu­lar cuan­do salía de un boli­che; mien­tras el joven esta­ba ten­di­do en el asfal­to, se ini­ció una pelea entre los ami­gos de Tomás y quie­nes iban a bor­do del vehícu­lo. Esa pelea dio lugar a la inter­ven­ción poli­cial, el efec­ti­vo Gus­ta­vo Pedro­zo le dis­pa­ró a cor­ta dis­tan­cia con la esco­pe­ta anti­dis­tur­bios a Tomás y le pro­vo­có heri­das que requi­rie­ron su inter­na­ción: el joven tuvo que ser ope­ra­do para que le recons­tru­yan la uretra.

Como se excu­só Maxi­mi­liano Gon­zá­lez lue­go de eje­cu­tar de un tiro en el pecho a Luciano, Pedro­zo le dijo a la madre de Tomás: “Se me esca­pa­ron dos tiros. Si que­rés, andá a la comisaría”.

El 17 de diciem­bre en Rafael Cas­ti­llo, Este­ban Daniel López, un joven de 25 años que vol­vía en moto de tra­ba­jar, reci­bió un dis­pa­ro en la cara, per­dien­do defi­ni­ti­va­men­te su ojo dere­cho y que­dan­do con su ojo izquier­do en una situa­ción deli­ca­da. Ade­más de muer­te, las inter­ven­cio­nes poli­cia­les oca­sio­nan dis­ca­pa­ci­da­des per­ma­nen­tes sobre los jóvenes.

Al tomar cono­ci­mien­to de estos hechos, la Comi­sión Pro­vin­cial por la Memo­ria, en su cali­dad de Meca­nis­mo Local de Pre­ven­ción de la Tor­tu­ra, reali­zó pedi­dos de infor­mes sobre las cau­sas a las fis­ca­lías y juz­ga­dos inter­vi­nien­tes, e hizo pre­sen­ta­cio­nes ante la Pro­cu­ra­ción Gene­ral y la Audi­to­ría Gene­ral de Asun­tos Inter­nos. En el caso de Luciano, ade­más, se pre­sen­tó como Par­ti­cu­lar Dam­ni­fi­ca­do Ins­ti­tu­cio­nal lue­go de con­tac­tar­se con la fami­lia, con­tro­lan­do las pri­me­ras medi­das y desig­nan­do un peri­to de par­te para par­ti­ci­par de la autopsia.

Las inter­ven­cio­nes ile­ga­les vio­len­tas, des­me­di­das e irra­cio­na­les por par­te de los fun­cio­na­rios de las fuer­zas de segu­ri­dad son par­te de las ruti­nas poli­cia­les en su des­plie­gue terri­to­rial. No hay epi­so­dios ais­la­dos, sino una sis­te­ma­ti­ci­dad en estas prác­ti­cas fun­da­das por un dis­cur­so puni­ti­vis­ta o de mano dura, cuyas con­se­cuen­cias son el “gati­llo fácil”, las eje­cu­cio­nes poli­cia­les o jóve­nes con dis­ca­pa­ci­da­des per­ma­nen­tes como con­se­cuen­cia de esas violencias.

Como vie­nen recla­man­do orga­ni­za­cio­nes de dere­chos huma­nos, es indis­pen­sa­ble y urgen­te modi­fi­car las polí­ti­cas cri­mi­na­les y de segu­ri­dad para pre­ve­nir, san­cio­nar de mane­ra efec­ti­va y asis­tir a estas víc­ti­mas de gra­ves vio­la­cio­nes de dere­chos humanos.

Itu­rria /​Fuen­te

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