Resumen Latinoamericano, 18 de diciembre de 2021.
Parte del Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, en la clausura del III Pleno del Comité Central del PCC, en el Palacio de Convenciones, el 17 de diciembre de 2021, “Año 63 de la Revolución”.
“Explicarles que hace solo unos breves instantes recibimos una llamada del General de Ejército Raúl Castro Ruz, quien me pidió que les trasmitiera que él había seguido por el circuito cerrado todos los detalles de las dos sesiones que hemos tenido del III Pleno del Comité Central del Partido, ayer y hoy, que elogiaba la calidad de la discusión y el debate realizado, y que les enviaba a todos un fuerte abrazo revolucionario (Aplausos).
Saludos, queridas compañeras y compañeros, hermanos todos en este arduo camino que solo puede emprenderse con claridad en las ideas que defendemos y confianza en los seres humanos que marchan a nuestro lado.
El socialismo es, hasta hoy, la única vía al desarrollo con justicia social. Una apuesta innegable a la inteligencia, la voluntad y la vocación solidaria de hombres y mujeres conscientes de que hacen “camino al andar”.
Otros lo han emprendido antes y nos han dejado lecciones, positivas o negativas, que no podemos ignorar, pero siempre atemperándolas a lo que singulariza nuestra experiencia concreta: historia, tradiciones, identidad y, por supuesto, el carácter y la cercanía de un adversario poderoso que lleva siglos al acecho.
Ese adversario no acepta la soberanía y odia nuestro sistema social. Somos demasiado libres para lo que ellos consideran su patio trasero y demasiado atrevidos por elegir el camino del socialismo.
Cuba libre, soberana y socialista en las narices del imperio. Eso somos. Y en ese somos que entraña una alta cuota de resistencia y creatividad heroica, al cierre de otro año difícil, llegó el momento de felicitarnos.
Las actuales generaciones de revolucionarios se están probando en la pelea. La historia de Cuba está preñada de episodios de resistencia insuperables, pero ninguno de nosotros, desde las actuales responsabilidades, habíamos vivido años tan plagados de desafíos y amenazas. Vencerlos es una proeza.
Rememoremos las batallas: Bloqueo reforzado con 243 medidas adicionales en medio de una pandemia con picos escalofriantes de contagiados y fallecidos, saturación de hospitales, escasa disponibilidad de medicamentos y déficit elevado de oxígeno terapéutico; problemas en la generación eléctrica; desabastecimientos de productos de primera necesidad, altos precios, crisis global en la transportación de mercancías; Guerra de IV Generación, apoyada en una campaña de descrédito vil y calumniosa contra las heroicas brigadas médicas, contra las leyes en curso, contra cada medida o acción de resistencia, contra el liderazgo revolucionario, contra las familias.
Adicionalmente, y tratando de fragmentar a una sociedad que debe su existencia a la unidad, han hecho todo por arrancarle el alma a la Patria, acosando a sus artistas y poniendo en venta el servicio de algunos a las peores causas.
Creyendo que la acumulación de esos factores bastaría para concretar el anhelado estallido social, se puso en marcha un plan desestabilizador que aún no ha cesado. Ese plan debía alcanzar su clímax el 15 de noviembre pasado. En algunas plataformas digitales se habló incluso del último día de la Revolución Cubana; sin embargo, fue el último día de una obra muy ensayada que nunca llegó a estrenarse.
En razón de la fuerte campaña a su favor adquirió cierta notoriedad el articulador del acto teatral interrupto, que ahora sus empleadores tratan de usar poniéndole cámaras y micrófonos por dondequiera que se mueve. En lo que algunos analistas llaman “la miamización de Madrid”, la derecha dura de la vieja metrópoli, está compitiendo con los impresentables políticos anticubanos basificados en Miami.
Detrás de esta nueva temporada teatral hay un antiguo y pérfido propósito: restaurar la “Posición Común” que tan mala memoria dejó en la política europea, en tanto la subordinó obedientemente a los mandatos de Washington contra Cuba.
El “temido fantasma” del comunismo ha vuelto a recorrer el mundo con la creciente derechización de la política europea. Los excesos que impulsó el neoliberalismo ya no se sostienen, pero los grupos económicos privilegiados se niegan a corregir las profundas desigualdades que el libre mercado acentúa sin piedad y usan todo su poder económico y mediático para espantar las alternativas.
La orden es atacar a cuantos cuestionen el statu quo, evitando por todas las vías que el socialismo pruebe sus posibilidades, su viabilidad. Y Cuba, con sus jóvenes, está en la primera fila de la vanguardia revolucionaria, empeñada en probar que sí es posible un modelo diferente de sociedad, donde el hombre no sea depredador, sino un elemento de concordia, equilibro y sostenibilidad.
El solo hecho de que hayamos llegado hasta aquí, con los férreos candados de 62 años de bloqueo en la puerta de casi todas las oportunidades, dice mucho sobre lo que podríamos conquistar sin esos obstáculos.
Sin duda hemos errado en ocasiones, nos movemos con excesiva cautela para impulsar cambios que requieren urgencia, pero cualquier intento de juzgarnos exige, en primer lugar, un análisis de lo que Cuba puede hacer cercada y acosada por la mayor potencia de la historia.
Los articuladores de las campañas contra Cuba se empeñan en convertir en marcas determinadas fechas escogidas y fabricadas como símbolos contra la Revolución. Se exalta la narrativa en torno a disturbios y se premia generosamente a los narradores, mientras se pretende condenar a Cuba por encarcelar y enjuiciar a quienes participaron en los hechos vandálicos que sus propias redes dispersaron por el mundo creyendo entonces que eternizaban un fin que no llegó.
Compañeras y compañeros:
En la reciente XX Cumbre del ALBA-TCP se denunció el doble rasero de quienes acusan a gobiernos de izquierda por encarcelar a los que violan nuestras leyes, pero nada dicen de los detenidos y condenados por el asalto al Capitolio de Estados Unidos a comienzos del año. Son los mismos que lanzan diatribas constantes contra Cuba en nombre de supuestas violaciones contra los derechos humanos y exigen la extradición de Julian Assange para condenarlo de por vida por haber ejercido el derecho de acceso a la información.
Cuba es un Estado soberano, responsable por la defensa de su seguridad y su soberanía. No tiene que rendir cuentas a nadie más que a su pueblo. Los procesos penales se realizan bajo la observancia del principio de legalidad. Ningún menor de 16 años está encarcelado en prisiones comunes, porque la Ley cubana no encarcela niños. Tenemos escuelas de formación integral para la atención a menores. ¡Basta ya de falacias!
Esta rara dictadura, cuyos supuestos desaparecidos o perseguidos suelen reaparecer paseando por ciudades europeas o norteamericanas, tiene una limpia trayectoria en el tratamiento a su población penal y tiene una moral muy alta para no aceptarles acusaciones a los mayores violadores de los derechos humanos en el mundo, dentro o fuera de su país, lo mismo en Vietnam que en Iraq o en el territorio ilegalmente ocupado por la Base naval en Guantánamo.
Tampoco aceptamos etiquetas ni rótulos. Dictaduras son todas las que promovieron y apoyaron las sucesivas administraciones yanquis en todo el mundo, pero especialmente en Nuestra América: Trujillo, Batista, Duvalier, Somoza, Pinochet, Stroessner, Videla, Bordaberry, Castelo Branco y un largo etcétera centroamericano, tan tristemente célebre como los escuadrones de la muerte o la Escuela de las Américas, las picanas eléctricas, los vuelos de la muerte, los secuestros de niños y los desaparecidos que se cuentan por miles.
Los perseguidos y los exiliados por luchar contra esas dictaduras encontraron en Cuba apoyo y hogar, solidaridad y acompañamiento.
Tener un solo Partido no nos convierte en dictadura; sí nos libra de las pugnas y de la corrupción política que tanto daño hacen a naciones pequeñas y pobres, donde el acceso a los cargos está permeado por los compromisos con las élites empresariales, que financian las campañas políticas a través de organizaciones que les permiten limpiar la ruta de sus transacciones. En cualquier caso, el circo en que deviene la escena política de esos países se basa en ataques al contrario de la índole que sea y oculta cualquier esencia. Sus agendas persiguen fines únicamente electorales, que raras veces son cumplidos, porque nacen de estimaciones en las que se identifica el problema, pero en las que no se busca la transformación; porque la transformación muchas veces supone romper con la lógica del capital y con las reglas impuestas por las grandes corporaciones que mantienen cautivo el accionar político y las posibilidades de evolución social en esas naciones.
Esa es nuestra visión, pero no cuestionamos lo que hacen otros soberanamente. La experiencia política acumulada es la de un Partido que nació de la unidad de todas las fuerzas patrióticas y no de la fractura y la pelea por el poder. Tenemos un solo Partido, pero con un programa propositivo y claro de lo que quiere la mayoría de su pueblo, al que se consultan las grandes decisiones políticas, económicas y sociales. Más que Partido somos un Unido, por la coherencia en propósitos y fines.
Estados Unidos con sus dos partidos más importantes, que dicen ser oposición uno del otro y mantienen el mismo sistema con las mismas políticas de coerción y presiones a sus adversarios, como lo es el bloqueo a Cuba, son la mayor expresión de la colosal mentira que esconde el pluripartidismo como condición para acreditar la democracia.
El General de Ejército Raúl Castro Ruz lo ha ilustrado muy bien al decir que entre los republicanos y los demócratas hay tantas diferencias como entre Fidel y él: apenas en el estilo.
El Octavo Congreso debatió ampliamente este tema y no voy a extenderme sobre él. Solo quiero reiterar que, prácticamente todos los problemas acumulados como consecuencia de la nueva pandemia de la COVID asociada a la vieja pandemia del bloqueo, fueron identificados y analizados en nuestro Congreso, del que se derivaron políticas y acciones que siempre han formado parte de la labor del Partido.
Compañeras y compañeros:
La orfandad de ideas y la subestimación de nuestro pueblo ciega a los adversarios y los hace perder sus guerras contra Cuba aun antes de empezarlas, pero no es ocioso detenernos en las características de la actividad subversiva de esta época, sustancialmente diferente a periodos anteriores.
En los últimos años, y de manera particular en los más recientes, sucesivas administraciones norteamericanas han “enfilado los cañones” de sus campañas de descrédito contra Cuba, Nicaragua y Venezuela. Era previsible que, tras los intentos de “golpes blandos y no tan blandos”, en Venezuela en 2017 y en Nicaragua en 2018, se intentaran similares acciones contra Cuba. Es lo que ha ocurrido en el último año y lo que el pueblo ha sabido enfrentar y vencer.
Estructurar una oposición interna es el más viejo anhelo del Gobierno estadounidense, pero, tal como revelaron hace varios años documentos de la entonces Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba publicados en Wikileaks, la contrarrevolución interna era deficiente, disfuncional, guiada solo por intereses materiales y sin base de apoyo popular.
Conscientes de esa carencia fundamental, lo han intentado todo. Desde las formas más sutiles y conciliadoras, apostando a intelectuales y a corrientes de pensamiento socialdemócratas, con una plataforma mediática de soporte comenzaron apuntando al desmontaje ideológico del socialismo cubano, en combinación con una estrategia nunca abandonada en la subversión antisocialista: el arte y la cultura, sostén espiritual de la nación cubana. Lo primero que hay que salvar como advirtió Fidel.
El intento de emplear el arte como arma de destrucción de la Revolución se verifica en dos líneas:
Una es la presión a los más reconocidos artistas y creadores a través del mercado, condicionando su acceso a plazas importantes a cambio de una proyección política contra la Revolución. Ya no basta con que callen y eviten expresiones de simpatía hacia la institucionalidad de su país, les exigen pronunciarse abiertamente en contra. La más sencilla postura favorable se paga con el peor de los linchamientos y con la más aberrante censura. Son los métodos macartistas de estos increíbles de la libertad de expresión a “punta de pistola”.
Testimonios de operadores políticos vinculados a los más recientes intentos de “golpe blando” contra Cuba, confirman el modus operandi de la subversión sobre ese universo poblacional. Exploran, estudian y se acercan a los jóvenes creadores buscando identificar las posiciones más críticas dentro de la lógica misión cuestionadora que siempre cumple el arte.
Ya no se trata solo de pescar inconformidades en grandes galerías o prestigiosos escenarios; van en busca de expresiones y proyecciones artísticas, subestimadas por las instituciones, que nacen y crecen en el barrio, en la pequeña localidad, en espacios más auténticos y, sin embargo, menos atendidos. Tenemos la responsabilidad de involucrarnos cada vez más con la realidad cultural nuestra…………..”