Por Paula Rosales, Resumen Latinoamericano, 23 de diciembre de 2021.
Artistas, poetas, músicas formaron la colectiva Amorales que se encargan de denunciar y reclamar por los derechos de las mujeres en El Salvador.
“Nosotras te maldecimos a vos, tu clan y tus cómplices”, recitaba un grupo de mujeres durante una protesta en un monumento de la capital de El Salvador, mientras esparcían un puñado de sal sobre la fotografía del popular presidente, Nayib Bukele.
La tarde del domingo 5 de septiembre las mujeres integrantes de la Colectiva Feminista las Amorales iban vestidas con trajes oscuros y sus rostros cubiertos con pañuelos negros. Sus manos golpeaban un tambor cuando realizaban el performance llamado la “maldición a la dictadura”.
-Por las víctimas (asesinadas) de Chalchuapa. Por las niñas desaparecidas (…) Maldecimos la dictadura, escupimos sobre sus escrotos, símbolo de virilidad y prepotencia ‑decían en el ritual realizado en el monumento a la Constitución.
Se referían a un caso en particular. Los primeros días de mayo la policía descubrió una casa en el municipio de Chalchuapa, 79 kilómetros al oeste de la capital. Allí hallaron siete fosas con los cuerpos de al menos 30 víctimas, en su mayoría mujeres y niños. El gobierno de Bukele intentó minimizar la cantidad de personas encontradas sin vida.
Pero las Amorales, que está conformada por artistas dispuestas a romperlo todo por la defensa de las víctimas y los derechos de las mujeres en el empobrecido país centroamericano, no estaban dispuestas a guardar silencio.
Sus provocadoras intervenciones artísticas están cargadas de simbolismos en la denuncia contra la violencia sexual, las desapariciones, la impunidad y políticas autoritarias del gobierno.
“La maldición de la dictadura” causó tanto efecto mediático que hizo que el presidente milenial Bukele publicara en su cuenta oficial de Twitter el video de la acción acompañado de un párrafo del salmo 91.
Un blanco de repetidas violencias
El tuit del presidente estuvo acompañado de cientos de respuestas y publicaciones de sus aliados políticos que tildaron de “brujería” la actividad o de “brujas infernales” a sus protagonistas.
Los ataques traspasaron las redes sociales. En la sede de Amorales tiraron basura, excremento y llamaron insistentemente a su teléfono para amenazar de muerte a quienes se “atrevieron a atacar al presidente”.
“Nos llaman diciendo que nos van a llegar a buscar. Que nos iban a violar y que nos iban a empalar. Y de ahí también el tema de que Dios nos va a castigar. Que Dios nos está vigilando, que Dios sabe lo que estamos haciendo y que Dios les cuenta a ellos lo que estamos haciendo. Es enfermizo y da un poco de miedo”, expresó a Presentes Keyla Cáceres, una de las integrantes de Amorales.
De enero a septiembre de este año asesinaron a 63 mujeres, de acuerdo a cifras oficiales de la fiscalía general. Es decir, hubo un incremento de un 31.2 % respecto al mismo periodo del año anterior.
Bukele ha utilizado las redes sociales para fustigar, difamar y menospreciar a quienes se oponen a sus polémicas políticas. Twitter se convirtió en un campo de batalla donde las hordas de seguidores y cuentas falsas afines al gobierno atacan para amedrentar las voces disidentes.
¿Quiénes son las Amorales?
La amoralidad desde la sociología se entiende como la ausencia de moral. En El Salvador, un grupo de mujeres artistas adoptó Amorales para luchar en contra de los valores impuestos por la sociedad conservadora y patriarcal: están dispuestas a pelear.
En 2010, las integrantes se organizaron en un pequeño teatro que lleva el nombre del poeta Roque Dalton, asesinado en mayo de 1975 por sus compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), acusado de supuestamente pertenecer a la CIA durante los años de la dictadura militar.
Sus primeras motivaciones fueron las denuncias de acoso sexual dentro de la estatal Universidad de El Salvador que no tenían eco en las autoridades académicas.
Por esa razón utilizaron el teatro para mostrar la impunidad a la que victimas debían enfrentarse.
De acuerdo a la fiscalía general entre enero y septiembre de 2021 documentaron 3.122 denuncias de acoso sexual, unos 13 casos diarios. El 60 por ciento de víctimas son niñas menores de 17 de años.
Un lugar para gritar
El teatro se convirtió para ellas en un espacio donde podían crear sin temor a ser discriminadas o violentadas.
Para varias, sus estudios histriónicos se desarrollaron en ambientes machistas que funcionaban en completa impunidad. Este ambiente hostil se convirtió en el detonante para su organización.
Además del trabajo desarrollado en el teatro, sentían que las organizaciones feministas no incluían las voces de mujeres jóvenes en sus agendas.
Posterior a la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno y la exguerrilla Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), excombatientes conformaron organizaciones no gubernamentales para la defensa de los derechos negados durante la dictadura militar y el conflicto armado (1980 – 1992).
Amorales considera que entre los años 2000 y 2009 hubo pocas voces de mujeres jóvenes en la discusión de derechos en el ámbito público. La década del 2000 se convirtió en un caudal de problemas para el país centroamericano: pandillas, dolarización, privatización, desempleo y un sinfín de crisis que opacaron la lucha por los derechos de las mujeres.
“Amorales surge precisamente para hacer frente a la situación que nos enfrentamos las mujeres jóvenes. Poner en el centro temas que nadie quería tocar o que todavía no estaban preparadas para dar el debate. El primer proyecto de Amorales fue trabajar desde el arte como incidencia social en temas de derechos sexuales y reproductivos”, dijo Cáceres, una de las siete integrantes de Amorales.
En la actualidad la agrupación está conformada por poetas, una historiadora, actrices de teatro, músicas y académicas.
Perseguidas por denunciar
Pinturas que simulan sangre, vestidos negros, pasamontañas, plantones afuera de los juzgados gritando el nombre de los señalados, fueron acciones que las pusieron en el foco público. También animó a más víctimas a denunciar. Aseguran que fue una avalancha de casos cometidos al interior de la institución.
En 2019 fueron denunciadas por uno de los profesores señalados de agredir sexualmente a alumnas de la universidad pública. Él interpuso una demanda en contra de dos integrantes de Amorales por los supuestos delitos de calumnia y daños a su honor. Exigió la reparación civil de 150 mil dólares.
La jueza del caso absolvió a una de ellas, pero condenó a la otra por el delito de calumnia. Tuvo que pagar dos mil dólares. La sentencia fue apelada y aún se encuentra en espera del fallo definitivo.
El agresor no fue procesado a pesar que tiene denuncias de agresión sexual desde el año 1996. Desde esa fecha las autoridades universitarias no han hecho nada.
Después de exponer la obra de teatro “Circo viejo” donde denunciaban a funcionarios, presentadores de televisión y personajes de la escena pública opositores a los derechos de las mujeres, sus mensajes de Facebook comenzaron a sumar cientos de mujeres víctimas que se atrevieron por primera vez a señalar con nombre a su agresor.
Enfrentando al autoritarismo
Nayib Bukele autodenominado “El CEO de El Salvador” mostró desde el inicio de su gestión en junio de 2019 su polémica forma de gobernar.
Suprimió la secretaría de inclusión social que atendía a poblaciones vulnerables como los pueblos indígenas y LGBTI. Irrumpió con militares en el Congreso, destituyó magistrados y jueces de la Corte Suprema de Justicia y al fiscal general.
Su gobierno fue señalado por Estados Unidos de pactar con las pandillas para recibir apoyo electoral en las elecciones legislativas y municipales de febrero a cambio de beneficios económicos.
Bukele negó el acceso a justicia a víctimas de la masacre de El Mozote, una de las mayores cometidas en el continente durante el conflicto armado.
Pese al ataque y amenazas, Amorales asegura que seguirán denunciando desde las calles las acciones autoritarias del gobierno. No están dispuestas a convertirse en “carne de cañon” de la oposición.
“No queremos ser mártires, tenemos claro eso, nuestra colectiva es de mujeres que son madres, mujeres jóvenes. Entonces, sí tenemos mucho que perder, no queremos ir por la vida a ver quién nos mata para que nos recuerden en este país con la memoria selectiva”, señaló Keyla.
Fuente: Agencia presentes