Euskal Herria. El Memorial de «las víctimas del terrorismo» o una burda fórmula para matar la memoria de lucha de un pueblo

Eus­kal Herria. El Memo­rial de «las víc­ti­mas del terro­ris­mo» o una bur­da fór­mu­la para matar la memo­ria de lucha de un pueblo

Por Jose Mari Espar­za Zaba­le­gi, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 14 de diciem­bre de 2021.

Meli­to­nium

Hacien­do de tri­pas cora­zón, como diría mi abue­la, visi­té el Memo­rial de las Víc­ti­mas del Terro­ris­mo. El Meli­to­nium. Sito en el cora­zón de Gaz­teiz, los patro­ci­na­do­res no se han anda­do en chi­qui­tas gas­tan­do de la caja común. Gru­pos de esco­la­res atien­den las expli­ca­cio­nes de los moni­to­res, bien entre­na­dos en el embe­le­co. Las pan­ta­llas ofre­cen jue­gos infan­ti­les con pre­gun­tas cap­cio­sas y pue­ri­les. La joya de la expo­si­ción es la maque­ta del zulo don­de, lamen­ta­ble­men­te, Orte­ga Lara estu­vo 532 días secues­tra­do, muy simi­lar al zulo don­de han esta­do y siguen ais­la­dos, lamen­ta­ble­men­te tam­bién y más de 11.000 días, nume­ro­sos pre­sos vascos.

Inten­ta­ba en vano ver algo que fue­ra más allá de la mera suce­sión de imá­ge­nes luc­tuo­sas. Recor­dé lo que cuen­ta la ita­lia­na Bar­ba­ra Bal­ze­ra­ni en su libro Com­pa­ñe­ra Luna; par­ti­sa­na comu­nis­ta impli­ca­da en el secues­tro de Aldo Moro y 25 años pre­sa, que refle­xio­na­ba así sobre la deno­mi­na­ción de terro­ris­tas a los mili­tan­tes arma­dos: “Este afán por sepa­rar a los mili­tan­tes del con­tex­to his­tó­ri­co-polí­ti­co en el que nacie­ron nos lle­va a un fenó­meno preo­cu­pan­te: la ausen­cia de cual­quier hilo con­duc­tor de razonamiento”.

Y bus­can­do razo­na­mien­tos anda­ba yo cuan­do hallé en un panel la pie­dra Roset­ta del Meli­to­nium. Según, son cua­tro las fases del terro­ris­mo: “La pri­me­ra olea­da fue la anarquista/​nihilista en el últi­mo ter­cio del siglo XIX. La segun­da fue la nacionalista/​anticolonial a par­tir de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial. La ter­ce­ra fue la de la nue­va izquier­da a fina­les de 1960. La últi­ma, de índo­le fun­da­men­ta­lis­ta reli­gio­sa, sur­gió a fina­les del siglo XX y sigue en activo”.

Todo acla­ra­do: terro­ris­ta fue el acti­vis­mo anar­quis­ta, y no las tene­bro­sas con­di­cio­nes de explo­ta­ción del siglo XIX. No era terro­ris­ta el zar Ale­jan­dro II, car­ni­ce­ro de Polo­nia, sino el mozo que le arro­jó una bom­ba. Angio­li­llo hizo mal cuan­do en Arra­sa­te, sacó del mun­do al pre­si­den­te Cáno­vas, ver­du­go de Cuba y res­pon­sa­ble de los fusi­la­mien­tos de Mont­juic. ¿Pode­mos cele­brar el Pri­me­ro de Mayo y recor­dar los Már­ti­res de Chica­go si eran anar­quis­tas? La jor­na­da de 8 horas o la lucha sufra­gis­ta ¿jus­ti­fi­ca­ron los actos vio­len­tos? ¡Jamás! nos dice el Meli­to­nium. Sin embar­go, miles de comu­na­le­ros nava­rros, obtu­sos y sal­va­jes, aplau­die­ron cuan­do se car­ga­ron a su ver­du­go Regue­ral. La Pata­go­nia rebel­de, suble­va­da por los anar­quis­tas, la paci­fi­có el mili­co Vare­la con 1.500 obre­ros muer­tos; lue­go, en ¿injus­ta? ven­gan­za, lo finó un anar­quis­ta ale­mán. Ergo, un terro­ris­ta, como Miche­le Schi­rru, eje­cu­ta­do por inten­tar ase­si­nar a Mus­so­li­ni. Como Sac­co y Van­zet­ti, elec­tro­cu­ta­dos por mane­jar pis­to­las liber­ta­rias. Antes de ser fusi­la­do, Seve­rino Di Gio­van­ni no qui­so arre­pen­tir­se: “No bus­qué una vida aco­mo­da­da, ni una vida tran­qui­la. Ele­gí la lucha. Me enfren­té con sus mis­mas armas, sin incli­nar la cabe­za, por eso me con­si­de­ran, y soy, un hom­bre peli­gro­so”. De todos estos mama­ron lue­go los Jacob, Durru­ti, Liki­niano, Qui­co Saba­té y has­ta nues­tro entra­ña­ble Lucio Urtu­bia. Anar­cos, idea­lis­tas, pací­fi­cos, arma­dos a veces, según el cuán­do y el dónde.

La segun­da olea­da, dice el Meli­to­nium sin rubo­ri­zar­se, fue la nacio­na­lis­ta /​anticolonial. Terro­ris­ta no fue el repar­to de Áfri­ca a escua­dra y car­ta­bón; ni la Gue­rra del Opio; ni la ocu­pa­ción de India o Indo­chi­na; ni las tor­tu­ras masi­vas en Arge­lia o Kenia; ni el Aparheid. Terro­ris­tas fue­ron quie­nes se levan­ta­ron con­tra el demó­cra­ta euro­peo: los Mau-Mau, los muyai­di­nes arge­li­nos… ¿Cómo se entien­de que cien nacio­nes inde­pen­dien­tes hon­ren a pró­ce­res que prac­ti­ca­ron la violencia?

La ter­ce­ra olea­da, agá­rren­se, fue la de la nue­va izquier­da, a par­tir de los 60. Con sie­te fusi­les comen­zó Fidel. Lue­go, Cam­bo­ya, Ango­la, Pales­ti­na, Nica­ra­gua… Todos los que, tras los ico­nos del Che, San­ka­ra o Man­de­la, cre­ye­ron que había que hacer cien Viet­nam, libe­rar pue­blos y aca­bar con el capi­ta­lis­mo. Terro­ris­ta no era Fran­co, ni las dic­ta­du­ras ame­ri­ca­nas; lo eran el Che, Txi­ki, Arga­la, Puig Antich… No la OTAN sino la ETA, las FARC o el ELN, expre­sa­men­te cita­dos en el Memo­rial. Víc­ti­ma del terro­ris­mo fue Meli­tón Man­za­nas, no los obre­ros masa­cra­dos en Gas­teiz, a pocos metros del Meli­to­nium. De la cuar­ta olea­da, citan, cla­ro está, las Torres Geme­las, jamás los horro­res e inva­sio­nes sufri­das por el mun­do ára­be des­de las Cruzadas.

En resu­mi­das cuen­tas, salí con­ten­to del Meli­to­nium. Espe­ra­ba algo más sutil, menos bur­do. Con­de­nar en blo­que las rebe­lio­nes arma­das que en el mun­do han sido con­tra la opre­sión nacio­nal y el capi­ta­lis­mo, deja al Memo­rial a la mis­ma altu­ra que el Monu­men­to a los Caí­dos de Iru­ñea. Vul­gar apo­lo­gía de la sumi­sión a cual­quier tira­nía; nacio­na­lis­mo espa­ñol; ver­sión poli­cial; tufo fran­quis­ta; paci­fi­ca­ción mili­ta­ris­ta; mani­pu­la­ción esco­lar; odio camu­fla­do. Man­te­ner un antro así, y no los “ongi eto­rris”, es lo que debe­ría resul­tar ofen­si­vo para las víctimas.

Itu­rria /​Fuen­te

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