Honduras. De la violencia a la reconciliación

Hon­du­ras. De la vio­len­cia a la reconciliación

Por Fer­nan­do Bos­si Rojas. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 4 de diciem­bre de 2021. 

En medio de una gran cris­pa­ción y pola­ri­za­ción polí­ti­ca, azo­ta­da por las secue­las de la pan­de­mia, la cri­mi­na­li­dad, el nar­co­trá­fi­co y el éxo­do migra­to­rio; las y los hon­du­re­ños tuvie­ron la opor­tu­ni­dad de ele­gir, este domin­go 28 de noviem­bre, un nue­vo pro­yec­to de país lide­ra­do por quien será la pri­me­ra mujer en ser pre­si­den­ta de Hon­du­ras, Xio­ma­ra Cas­tro de Zelaya.

El con­tex­to social y polí­ti­co en el que se desa­rro­lló el pro­ce­so elec­to­ral en Hon­du­ras se vio atra­ve­sa­do por una vio­len­cia polí­ti­ca sin pre­ce­den­tes. Si bien los con­flic­tos socia­les en el país cen­tro­ame­ri­cano tie­nen lar­ga data, los nive­les de vio­len­cia y el dete­rio­ro de los dere­chos huma­nos fue­ron en incre­men­to a par­tir de 2009, año del gol­pe de Esta­do al expre­si­den­te Manuel Zela­ya. Des­de ese enton­ces el pue­blo en resis­ten­cia con­so­li­dó una nue­va fuer­za polí­ti­ca, Par­ti­do Liber­tad y Refun­da­ción (LIBRE) que se pre­sen­tó en las elec­cio­nes de 2013, 2017 y logró un triun­fo con­tun­den­te el pasa­do domin­go, rom­pien­do con el bipar­ti­dis­mo histórico.

Duran­te el pro­ce­so elec­to­ral se reavi­va­ron los temo­res de frau­de y de esce­na­rios de vio­len­cia y enfren­ta­mien­tos como lo suce­di­do en las elec­cio­nes de 2017. En aque­lla oca­sión, 33 per­so­nas falle­cie­ron en los enfren­ta­mien­tos con las fuer­zas de segu­ri­dad nacio­nal, lue­go del lla­ma­ti­vo recuen­to de votos don­de tras un apa­gón de luz, Juan Orlan­do Her­nán­dez daba vuel­ta la elec­ción y con­se­guía una reelec­ción prohi­bi­da expre­sa­men­te por la cons­ti­tu­ción nacional.

Des­de el anun­cio de las elec­cio­nes en sep­tiem­bre de 2020, se docu­men­ta­ron al menos 63 casos de vio­len­cia polí­ti­ca, entre los que se inclu­yen 29 ase­si­na­tos, 14 ata­ques, 12 agre­sio­nes, sie­te ame­na­zas y un secues­tro. En su mayo­ría, las víc­ti­mas per­te­ne­cen a los tres par­ti­dos más impor­tan­tes: Par­ti­do Nacio­nal (31 víc­ti­mas), el Par­ti­do Liber­tad y Refun­da­ción (20) y el Par­ti­do Libe­ral (12).

En este mar­co, la Alta Comi­sio­na­da de la Nacio­nes Uni­das para los Dere­chos Huma­nos, Miche­lle Bache­let, ins­tó a las auto­ri­da­des hon­du­re­ñas a ase­gu­rar comi­cios pací­fi­cos y trans­pa­ren­tes, res­pe­tan­do el dere­cho a las per­so­nas a votar en paz y a ele­gir a sus representantes.

La vio­len­cia polí­ti­ca no pue­de des­en­ten­der­se de la for­ma en la que los gobier­nos lle­van ade­lan­te sus ges­tio­nes. El auto­ri­ta­ris­mo a la hora de ejer­cer el poder polí­ti­co fue una varia­ble trans­ver­sal a todas las áreas de gobierno, duran­te los 12 años de gobierno del Par­ti­do Nacio­nal, un man­da­to de Por­fi­rio Lobo y dos de Juan Orlan­do Hernández.

Pode­mos recor­dar el emble­má­ti­co caso de Ber­ta Cáce­res, ambien­ta­lis­ta hon­du­re­ña, ase­si­na­da en 2016 mien­tras lucha­ba con­tra la cons­truc­ción de una repre­sa sobre el río Gual­car­que. Otro caso menos cono­ci­do es el de Mar­ga­ri­ta Muri­llo, defen­so­ra de Dere­chos Huma­nos de la Unión de Tra­ba­ja­do­res del Cam­po que fue ase­si­na­da en el 2014 a manos de sica­rios. Ese mis­mo año ase­si­na­ron tam­bién a las fis­ca­les que inves­ti­ga­ban su homi­ci­dio, impi­dien­do encon­trar al día de hoy a los auto­res intelectuales.

Estos hechos evi­den­cia­ron la con­ni­ven­cia entre los gru­pos vio­len­tos, las cor­po­ra­cio­nes y la fal­ta de pro­tec­ción por par­te del Esta­do. Según cifras del Obser­va­to­rio de la Vio­len­cia de la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Hon­du­ras, 4.216 muje­res murie­ron de for­ma vio­len­ta en el país entre 2012 y 2020. En este mar­co, la pre­si­den­ta elec­ta Xio­ma­ra Cas­tro sos­tu­vo que exi­gi­rá se apli­que el peso de la jus­ti­cia a los auto­res inte­lec­tua­les y mate­ria­les del ase­si­na­to de Ber­ta Cáce­res y Mar­ga­ri­ta Murillo.

La vio­len­cia polí­ti­ca y social que hoy atra­vie­sa el pue­blo hon­du­re­ño es resul­ta­do no sólo de difi­cul­ta­des y con­flic­tos estruc­tu­ra­les que se arras­tran hace varias déca­das, sino tam­bién del mode­lo por el cual se des­en­vol­vie­ron los tres gobier­nos suce­si­vos del Par­ti­do Nacio­nal. Los víncu­los con el nar­co­trá­fi­co, los escán­da­los de corrup­ción y la exclu­sión de miles de hon­du­re­ños de la par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca se vol­vie­ron habitual.

Los avan­ces del nue­vo gobierno en mate­ria social y eco­nó­mi­ca resul­tan impres­cin­di­bles para dis­mi­nuir los nive­les de vio­len­cia polí­ti­ca. El alto nivel de des­em­pleo, la caí­da his­tó­ri­ca del 9% del PBI en 2020, el índi­ce de pobre­za que este año ascen­de­ría al 75%, según la CEPAL y la deu­da exter­na que aumen­tó un 400 % duran­te la últi­ma déca­da, son urgen­cias cla­ras que el nue­vo gobierno debe aten­der. En este sen­ti­do, las pri­me­ras pro­pues­tas de Xio­ma­ra Cas­tro pro­me­ten un nue­vo rumbo.

La dero­ga­ción de las leyes del Con­se­jo de Segu­ri­dad y Defen­sa, Ley de Zonas Empleo y Desa­rro­llo Eco­nó­mi­co (apro­ba­das duran­te el gobierno de Her­nán­dez), el lla­ma­do a una con­sul­ta popu­lar para la con­for­ma­ción de una Asam­blea Nacio­nal Cons­ti­tu­yen­te Ori­gi­na­ria que redac­te una Nue­va Cons­ti­tu­ción, el pedi­do de una audi­to­ría inter­na­cio­nal sobre la deu­da inter­na y exter­na, la crea­ción de la Comi­sión Inter­na­cio­nal con­tra la Corrup­ción y la Impu­ni­dad y la Poli­cía Comu­ni­ta­ria, son los pri­me­ros linea­mien­tos de un gobierno que lle­ga al poder con la pre­rro­ga­ti­va de bajar los nive­les de vio­len­cia median­te la inclu­sión, la crea­ción de empleo, la par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca y social de la comu­ni­dad y el res­pe­to a los dere­chos humanos.

Dolo­res Gan­dul­fo es Direc­to­ra del Obser­va­to­rio Elec­to­ral de la Con­fe­ren­cia Per­ma­nen­te de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be (COPPPAL), Direc­to­ra Eje­cu­ti­va de Polí­ti­ca Ins­ti­tu­cio­nal de la Defen­so­ría del Pue­blo de la Ciu­dad de Bue­nos Aires y Miem­bro de Red de Politólogas.

Fuen­te: Pági­na 12

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