Por Guadi Calvo*, Resumen Medio Oriente, 24 de diciembre de 2021-.
Remedando a Juana “La loca”, aquella reina española, que paseó el cadáver de su marido
Felipe I “el Hermoso” por media España, Naciones Unidas “la loca”, pasea el cuerpo
putrefacto de la otrora bella Libia. No, como en el caso de Juana, por amor, sino por no
encontrar ningún lugar donde enterrarla, junto a sus siete millones de habitantes.
Una vez más, y como era obvio que sucedería, las elecciones presidenciales que se iban a
realizar en la patria del Coronel Gaddafi, este viernes 25 de diciembre, con lo que más allá
del resultado, le daría oportunidad a Occidente en dar las hurras y retirarse con la frente en
alto después de haber “liberado” la nación más próspera de África, al costó de cientos de
miles de muertos y convertir al país en un estado fallido.
Los dirigentes libios junto a los mandamases europeos, que son quienes en realidad deciden
los grandes trazos de las políticas aplicadas a la nación mediterránea, han “descubierto” que
es impracticable el ejercicio electoral, a poco más de dos días de su realización.
Por lo que el día miércoles 22, el presidente de la comisión electoral parlamentaria, Hadi al-
Sagheer, confirmó lo obvio: “Después de revisar los informes técnicos, judiciales y de
seguridad, informamos que será imposible celebrar las elecciones en la fecha fijada por la
ley electoral”.
Los “esfuerzos” por cumplir el cronograma establecido por occidente, junto a sus secuaces
locales, intentaban poner fin a los casi diez años de comenzado el martirio del pueblo libio,
donde los odios han calado profundo, lo que sin duda hará imposible el resurgimiento de
una país unificado y solo se puede aspirar a la reformulación de un territorio de donde
pueden emergen hasta cuatro regiones diferentes, incluso países independientes, a los que
los históricos Tripolitania, Cirenaica y el Fezan, a lo que se le podría sumar, Tobruk, la
última guarida del general Khalifa Hafther. En 2014, otro fallido proceso electoral llevó al
país a partirse en dos grandes bloques, Trípoli y Bengasi, generando una guerra civil, que,
si bien se ha contenido, nada cuesta reiniciarla.
Por lo que el principal reto para lograr un gobierno unificado de la nación, es conseguir
desarmar a los grupos que se han estructurado desde el comienzo del golpe que terminó
derrocando a Gaddafi y se ramificó en un complejo entramado de milicias y bandas
armadas, a disposición de quien las pague, compuestas por ex militares, fundamentalistas,
mercenarios y efectivos de países vecinos, llegados a Libia en procura de sostén económico
como son los miembros del ejército sudanés, estimados en unos cinco mil hombres o el
grupo de ex militares chadianos, Frente para la Alternancia y la Concordia en Chad
(FACT) que intentan derrocar a la hora dinastía Déby.
A medida que la fecha de las elecciones se acercaba, las acciones de estos grupos que
comenzaron a operar. Este pasado martes, se produjo un despliegue de hombres armados en
las calles de Trípoli, los que cerraron el paso hacia el palacio presidencial y levantaron
muros con bolsas de arena. Lo que provocó que los, ya muy entrenados, vecinos de la
capital, arrasaran con las existencias de alimentos de los locales, tras los rumores crecientes
del inició de una nueva escalada armada, entre las diferentes fuerzas autónomas, que, contra
toda opinión internacional, operan en la capital.
Desde noviembre del 2020, se conocía la realización de las elecciones para estas fechas, y
más allá del tiempo transcurrido nada se pudo hacer, sobre el desarme de los milicianos y
contener los conatos de violencias y que la clase política de una respuesta en bloque a la
crítica situación del país incluso en sus diferencias ideológicas.
Según algunas fuentes, era un secreto a voces, de que no podrían realizarse las elecciones
en tiempo y forma, versiones que comenzaron a arreciar con más fuerza estos últimos
quince días. Cuando las disputas y señalamientos entre los propios candidatos, casi cien, no
paraban de incrementarse, intentando vencer a sus rivales en los tribunales y no en las
urnas. La confusión ya había hecho que la Junta Electoral ordenará, el martes por la noche,
que su personal desactive el operativo. Al tiempo que se conoció que la junta directiva de la
Alta Comisión Electoral Nacional, dada la postergación había renunciado en pleno.
Prácticamente lo mismo se podrá decir acerca de la nueva fecha ya conocida, que señala
que el comicio sería, según la junta electoral el 24 de enero. La pregunta que nadie se
atreve hacerse y mucho menos contestar es “¿Quién gobernará el país hasta las improbables
elecciones?”
Se han conocido imágenes de las fuerzas militares, que desde el martes deambulaba, como
tantas otras veces, por las calles de Trípoli generando entre los tripolitanos un estado
inquietud que se ha extendido a todo el país. Al tiempo que tanto las escuelas, como la
Universidad de Trípoli, han suspendido las clases, hasta nuevo aviso, como medida
precautoria, frente a las posibles consecuencias que ha tenido el nuevo traspié institucional.
El pasado martes el general Hafther, en Bengasi. se reunió con otros dos candidatos
presidenciales de cierta importancia el ex ministro del Interior Fathi Bashagha y el ex
viceprimer ministro Ahmed Maiteeq, a pesar de que no se han conocido siquiera
extraoficialmente lo tratado, la cumbre, tuvo que haber girado en torno a las elecciones ya
que los otros dos candidatos, son del este del país, región donde Hafther tiene un gran poder
y quizás esté intentando conformar un bloque electoral que finalmente lo consagre
presidente del país, cargo al que ha aspirado, desde sus intentonas golpistas contra el
coronel Gaddafi, desde finales de los ochenta a su fracasada campaña militar que, en 2019,
lo dejó a las puertas de Trípoli, sin llegar a tomarla,
Además de Abdelhamid Dbeibah, el gran candidato de occidente y actual jefe de gobierno,
se presenta como otros de los posibles triunfadores y es todavía incierta la posibilidad de
que Seif al-Islam Gaddafi, hijo del coronel, pueda llegar a participar, aunque de hacerlo es
improbable que le permitan asumir de lograr una victoria.
La misión de las Naciones Unidas en Libia, UNSMIL, tras la aparición de grupos armados
en la capital, ha pedido que la resolución de cualquier conflicto sea a través del diálogo.
Más si se tiene en cuenta que los grupos armados que ocupan la capital, vinculados a los
ministerios de Defensa y del Interior, son los mismos que le impidieron a Hafther la toma
de Trípoli hace dos años.
Si bien desde octubre del año pasado Libia ha entrado en un virtual alto, el más prolongado
desde 2011, todos conocen que esa “paz” durará hasta el primer disparo.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en
África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook:
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