A finales de abril 2020, en el comienzo de La Pandemia, escribí: “Hasta el covid-19, la doctrina del miedo cerval (mega-shock) a escala planetaria no funcionaba con las viejas excusas: religión, patria, oro. Ahora han encontrado la Sanidad como excusa humanitaria inapelable y el pánico ante la pandemia ha sido universalizado mediante una campaña promocional que es una siniestra obra de arte –degenerado, Entartete Kunst en jerga nazi. Rebuscando en la Historia, no encuentro un episodio de credulidad y de obediencia que se aproxime siquiera a la actual histeria colectiva. Claro que, hasta ahora, no había una perversa globalización mediática, ni tanto pánico biológico inducido, ni tanto terror estatal o Gran Miedo en estado cristalino.”
Poco tiempo después, redacté un largo trabajo sobre La Pandemia (LP) titulándolo “Un potlatch (casi) universal”. Usé la palabra potlatch, un tecnicismo etnográfico, porque estaba destinado a un seminario de antropología ámbito donde es un término asaz conocido –i.e., ceremonia donde el poder se demuestra destruyendo valiosas pertenencias. Con ello, quería significar que LP iba a suponer un descenso de la actividad económica, un fenómeno impensable pues era absurdo que fuera provocado por los grandes capitalistas, perpetuos idólatras de la producción perpetuamente incrementada ‑esa entelequia suicida a la que llaman ‘progreso económico’. Insólita situación para cuyo análisis no necesitábamos recurrir al acrisolado sintagma de la “sobreproducción inherente al capitalismo”. En primer lugar porque sería una caída efímera –léase, especulativa, la cancha preferida por el capital financiero‑, y, en segundo lugar, porque el Poder no es monolítico sino policéntrico. En este Golpe de Estado, el capital cibernético-financiero (improductivo, nómada y clandestino) condujo el proceso puesto que estaba en su mejor momento pero, como “nuevo gran poder”, necesitaba una socia y/o aliada para demostrar su fuerza frente a sus parientes tradicionales. Y vaya si les demostró quién era el Jefe…
Evidentemente, “descartadas las viejas excusas religión, patria, oro”, el poder farmacéutico, la Big Pharma (BF), fue la afortunada socia del Golpe de Estado. Pero, como también BF es policéntrica, ha debido repartir calderilla entre sus subalternos: empresas medias, recicladores de desechos orgánicos, charlatanes esotéricos, mascarillas, gel alcohólico, laboratorios de baratillo enriqueciéndose con los azarosos –por no decir asesinos, lo sé por amarga experiencia- PCR y con los superfluos antígenos. Etc.
[* Todo lo anterior será tildado de conspiranoico, un descalificativo que sólo se utiliza contra los-de-abajo, nunca contra la componenda perpetua de los-de-arriba, esa conspiración anti-popular denominada ‘alianza estratégica’, ‘fusión bursátil’, ‘tratado de amistad’ y otros eufemismos generalmente radicados alrededor de una palabra clave: optimización.
** Todo lo posterior eludirá considerar la gravedad o benignidad del covid-19 ‑cuestión elemental que pondría en tela de juicio los protocolos epidemiológicos instalados para quedarse. Sin embargo, he preferido que cada cual saque o confirme su conclusión a partir de las siguientes notas. Sólo añadiría que, recordemos, el mundo materialmente próspero goza de menor mortalidad a cambio de una inmensa morbilidad ¿inducida?]
OxyContin: primer ensayo
A la hora de articular su colosal estafa, los conspiradores (perdón, emprendedores) de LP contaban con varios antecedentes, unos exitosos y otros de inciertos resultados –ambos, desde el punto de vista del bolsillo elitesco. Entre los primeros, destacaba el caso del OxyContin (OX), un opiáceo legal en el origen de un cuasi genocidio de gringos pobres. El OX se basaba en el principio activo oxicodona (nombre comercial OxyContin o Percocet) o en su derivado la hidrocona (comercializada como Vicodin)
Este insidioso OX fue el más conocido de la multitud de opiáceos que inundaban la sanidad gringa. Es plausible suponer que los emprendedores LP se fijaron en él porque su éxito propagandístico y, sobre todo, la impunidad por la que se multiplicó su venta fue realmente espectacular. Pero, si era evidente que su frecuente sobredosis causaba la muerte, ¿cómo pudo venderse por millones?, ¿por qué se desinformó sobre sus 200 y más víctimas diarias? Desde hace una década, en los EEUU muere más gente por OX que por cualquier otra causa –incluyendo por armas de fuego, accidentes de tráfico, guerras interiores y exteriores y enfermedades. La explicación de este cuasi genocidio es sencillísima: OX disparó sus ventas porque era legal y porque los médicos lo recetaban y recomendaban (véase, Anna Lembke, Drug Dealer, MD: cómo los médicos fueron engañados, los pacientes se engancharon y por qué es tan difícil parar; 2016)
Este dato evidencia la letal mega-corrupción del estamento sanitario pero, en este caso y en cualquier otro, conviene señalar quiénes son los mayores beneficiarios –o los mayores corruptos: es la BF en su acepción de grandes detentadores de patentes. La BF en general, se lleva la parte del león. Pero en una minúscula proporción lo deriva a sus filiales pues de la producción y de la comercialización se encarga los carroñeros menores. Con los opiáceos, los productores más activos fueron SpecGx (38% de cuota de mercado), seguido de Actavis Pharma y Par Pharmaceutical con cuotas menores y por Purdue (3,2% de cuota) Y, en el último escalón, las cadenas de farmacias CVS Health, Walmart y Walgreens –únicas procesadas en algunos Estados.
BF se enriqueció –no ilícita sino algo más, criminalmente. Aliada con la Brigada Mediática (BM), eliminó el alcance de la pandemia OX y, en consecuencia, suprimió la mortandad, al contrario que la LP donde, al hipertrofiar las muertes, ha seguido una estrategia propagandística opuesta. Esta única diferencia de proselitismo entre las dos pandemias (OX y LP), es coyuntural. Sin embargo, la OX enseñó a la BF que administró LP un ingenioso argumento: la creación del concepto pseudoadicción o la convicción –científica, of course‑, de que, aunque tenga todos los síntomas, un paciente no puede ser adicto si consume los opioides bajo receta médica. Mutatis mutandis, es probable que los magos de la LP hayan encontrado en este fantasmagórico protocolo la inspiración para cronificar la vacunación universal y las medidas colaterales que la siguen y seguirán ad infinitum, a menudo catalizadas por el miedo que causan las docenas de variantes del virus.
“Verdades, mentiras y estadísticas”
Si me obligaran a escoger la disciplina que ha salido más desprestigiada de LP, diría que la Estadística. Ese bombardeo alfanumérico que BF aliada a BM nos ha infligido a toda hora, día y noche, era y es una yuxtaposición de entidades heterogéneas de imposible comparación entre ellas –no digamos homologación. En su papel de mamporrera de la BF, la BM nos ha alfombrado con detritus, explosivos e incongruencias con el claro propósito de abrumar a la ciudadanía mediante una ilusoria acumulación de guarismos incongruentes entre sí. El resultado ha sido angustioso puesto que el súbdito medio patalea su ignorancia (inducida) en medio del piélago ‘algorítmico’ gubernamental.
El problema básico de la verosimilitud de las estadísticas LP estriba en que están viciadas desde el origen, allá donde sanitarios estresados y menospreciados clasifican síntomas y tratamientos parroquiales. No es cuestión de formación profesional ni tampoco de rigor sino que están coaccionados –científicamente, claro está, no politics, please, we’re europeans- para acomodarlos a categorías nacionales o mundiales que, generalmente, coinciden con el interés gubernamental pero no con las necesidades locales. Parece un obstáculo de menor cuantía pero es nefasto que un error en la primera línea sea integrado en la cadena nacional porque, en la práctica, ese error se multiplica en cada escalón administrativo. Lo comprobé in situ cuando, con la intención de alertar sobre ese peligro, estudié los datos de una ínfima medicatura (véase, AP, 1983, «Exorcismo contra una epidemia de sarampión que azota al Alto Río Negro»; en Actas de las I Jornadas de Antropología Médica, vol. I, pp. 152 – 183; Arxiu d’Etnografía de Catalunya, Tarragona, España. Pero, ojo, es un informe, deficientemente transcrito y peor editado.)
Además, una investigación reciente demuestra que la mitigación de LP se apoya en unas estadísticas no sólo viciadas de origen sino, asimismo, pésimamente diseñadas (ver Starnini M, Aleta A, Tizzoni Mand Moreno. 2021. “Impact of data accuracy on the evaluation of COVID-19 mitigation policies”, en Data & Policy, 3: e28. doi:10.1017/dap.2021.25)
Una vez aclarado dónde se incuba el huevo de la serpiente, observemos las fases elementales que se desarrollan en el proceso LP y en bastantes otros:
Fraccionar las entidades
Primer paso: el proceso LP es complejo ergo la BF conspiradora tiene que ofrecer un panorama en 360º pero fraccionando sus componentes pues pretende hacernos creer que el vulgo es incapaz de asimilar la perspectiva global. Entonces, la BM se encarga de distorsionar la geografía para que casos demográficamente mínimos parezcan casos extrapolables, extraordinarios y cuasi letales ‑en efecto, son casos literalmente extra-ordinarios pero la BM los muta en referencias mundiales.
Así, pues, el diablo está en los detalles y las particularidades son un buen punto de partida al que se abandona una vez haya colaborado en la estrategia mediática. De ahí que la BM sea alérgica a publicar porcentajes de manera que, a la postre, no pueden ser comparadas ni contrastadas con, por ejemplo, las cifras de población de cada país. Dícese hoy que Rumanía tiene el triple de contagios, muertes, etc. que España, pero ¿cuál es la población de Rumanía? Naturalmente, esta operación busca minimizar los daños, cansino leit-motiv de toda fontanería palaciega.
Escoger un chivo expiatorio
Si la campaña de LP tiene algún problema empresarial, es tradición corporativa recurrir al espantajo de un chivo expiatorio. Entonces, para anestesiar la irritación popular, la LP puede dirigir su atención al caso OX. En aquel reciente genocidio clasista, la familia Sackler, propietaria de Purdue Pharma y del OxyContin, fue condenada a pagar una multa calculada entre 12.000 y 8.300 m. US$ ‑como sucede en tantas quiebras fraudulentas, los Sackler se declaran en bancarrota y el Estado USA se hace cargo de los dispendios. ¿Por qué Sackler-Purdue y no otras BF igualmente culpables y, además, más grandes? Por eso mismo, porque no era la más poderosa –recordemos su escasa cuota de mercado. El orgasmo en el que vive BF la tiene tan drogada que todavía no asume que habrá problemas mediáticos pero estoy seguro de que alguna empresita acabará siendo purificada en la hoguera. Hasta es probable que se avergüence de su ‘error’ y hasta es posible que se ofrezca voluntariamente (¿) en sacrificio para salvar la LP –léase, la BF.
Muchos daños y sólo un beneficio
Si algo en esta campaña mediática me irrita especialmente es el daño colateral (collateral damage) que inflige al sentido común. En una operación absolutamente torticera e insultante, la BM llega en su zafio descaro a crear la imagen del negacionista. Para inventarla, ha utilizado las identificaciones más canallas, desde igualarla con los negacionistas del Holocausto hasta volcar en el mismo saco a una patulea de irracionalistas, resentidos, esotéricos de toda laya, terraplanistas, marginales ‘anti-sistema’ y quién sabe si hasta veganos. No cabe más suciedad mediática. Mientras que, apoyándose en datos estudiados críticamente, los negacionistas políticos –y parte de los científicos- se manifiestan por miles en las calles, nos sobrarían dedos para contar a los terraplanistas. Volvemos al escamoteo de los porcentajes.
El filón de esta pandemia de credulidad y de obediencia se renueva comercialmente con el incesante invento de accesorios vendidos como remedios indispensables. Sin tino ni camino, ya hormiguean las vacunas en forma de pastillas y luego vendrán en jarabes, lociones, infusiones, supositorios y hasta en caramelos. Al mismo tiempo, se solidifica un dislate característico del antropocentrismo: las nuevas enfermedades son producto exclusivo de los animales (zoonosis) olvidando así que, siendo esto parcialmente cierto, también existe otra vía de contagio, la causada por el Homo sapiens (antroponosis)
La exigencia de una mejor dotada sanidad pública, además de obvia, es un lema en el que se debe insistir pero de resultados revolucionarios –léase, imposibles. En el fondo, aletea una cuestión: si estuviera todo privatizado, ¿funcionaría mejor? No, esta pandemia público-privada donde lo público paga y lo privado cobra, demuestra que el saqueo de lo Común está férreamente enclavado en el sistema. De hecho, ni siquiera el pecado (mortal) del aborto escapa a la furia privatizadora puesto que se derrocha dinero para clínicas privadas –léase que, esas potentadas que nunca fueron a abortar a Londres porque abortaban en su país, verán abaratados sus trances.
Ante tanta calamidad inducida son escasos los beneficios. Pero, entre los logros intelectuales estará –si llega- un mayor sentido crítico frente a la Ciencia en general y frente a la epidemia de ‘expertos’ en particular. Internet ha propiciado la publicación de miles de investigaciones deplorables tanto en su concepción como en su desarrollo con dinero público (improbable.com las denuncia y otorga a las más disparatas el Premio Ig-Noble) En Epidemiología, deberíamos recordar que uno de sus más prestigiosos científicos, John Ioannides, publicó en 2005 un cuidado ensayo semi estadístico con un título muy explícito (“Why most published research findings are false”, en PLoS Med 2005; disponible en internet), demostrando que la prisa, la corrupción académica y metodológica y no digamos la insana cópula BF-BM, estaba hundiendo el rigor científico.
NB. La proliferación de las siglas BF y BM hace difícil la lectura. Lo lamento pero refleja el hecho de que BF y BM son primas ‘univitelinas’. Por ende, no es grave fusionarlas y confundirlas.
Por Nònimo Lustre. LQSomos.
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