Incalculable es el número de trabajadoras y trabajadores que, durante estos dos últimos años, nos han transmitido sus esperanzas en la promesa del gobierno de UNIDAS PODEMOS-PSOE: derogación de la reforma laboral que Rajoy decretó en 2012.
“La esperanza es lo último que se pierde” nos espetaban cuando advertían, seguramente, nuestra cara de incredulidad. Y así hemos llegado al otoño de Yolanda Díaz, al invierno para toda la clase obrera del Estado español y a un invierno especialmente crudo para la clase obrera andaluza. Esperanzas e ilusiones de la clase obrera, de la más machacada en subcontratas, en la limpieza, en la hostelería, en el campo… que se sintieron casi cumplidas con las palabras de la ministra Yolanda Díaz en los congresos de los sindicatos CCOO y UGT. En el primero y entre fervorosos aplausos, dijo que la Reforma Laboral se iba a derogar “pese a quien le pese”. En el segundo se dejó caer con que se iba a rescatar el papel fundamental de los sindicatos para la marcha del país y que la reforma del Partido Popular había vulnerado.
A esta tetrarquía formada por PSOE, UNIDAS-PODEMOS, CCOO Y UGT la hemos visto actuar también, inmediatamente después de esos congresos sindicales, durante la lucha de los trabajadores del metal de Cádiz. Frente a la ansiedad por salir de una situación interminable de continua represión, temporalidad y precarización en las relaciones laborales y, por lo tanto, de la represión, temporalidad y precarización de la vida de la clase obrera, los trabajadores del metal de Cádiz apoyan masivamente la huelga convocada por CCOO y UGT durante la negociación del convenio colectivo.
La huelga crece en los medios y en las redes sociales, en un ambiente propiciado por la necesidad de adquirir popularidad de algunos agentes sociales y así Unidas Podemos se posiciona a favor de los trabajadores, PSOE hace lo mismo, pero manda a actuar a Marlaska para imponer el orden. Y así, al igual que hicieran los socialistas durante la República mandando a Franco a reprimir a los mineros asturianos, los socialistas del siglo XXI mandan a Marlaska a reprimir a los trabajadores del metal, para que se les quiten las ganas de hacer más huelgas. De mientras, tanto en la resolución de la reforma laboral como en la resolución de la huelga gaditana del metal, la casta empresarial, los mercaderes, a la expectativa.
Lo primero en resolverse fue la huelga gaditana: firma de un acuerdo pegado a las expectativas de los agentes involucrados (patronal y sindicatos representativos), pero alejado de las pretensiones de la clase obrera movilizada y desconvocatoria de la huelga. La contradicción entre las pretensiones de los agentes representativos y las aspiraciones de trabajadores y trabajadoras las resolvió Marlaska, ministro del interior de indudable trayectoria al servicio del Estado desde su faceta anterior de juez, sobre el que recae sospechas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura por no ofrecer “garantías” a ciertos sospechosos bajo su custodia. Pues bien, este mismo manda a las fuerzas del orden a disparar y a herir a los manifestantes en apoyo a los huelguistas y a estos últimos muy especialmente. De forma que una vez finalizado el conflicto, el gobierno lo prolonga con injustificadas y teatrales detenciones. Teatrales pues no se basan en perseguir delito alguno, sino en dejar claro que frente al Estado no es posible la rebelión democrática y si de paso se anulan ciertos derechos mejor que mejor.
Todos dicen apoyar a los trabajadores en huelga, pero todos miran para otro lado frente a la represión violenta de la lucha obrera por parte del Estado. Incluso aquellos y aquellas que en fechas como la del 4D, día nacional de Andalucía, se rompían el pecho manifestando su admiración por Blas Infante, quien dijo, al gobierno de coalición republicano en 1931:
Libertad de expresión y de manifestación del pensamiento individual y colectivo. Que ninguna manifestación pública encuentre a su paso a la Guardia Civil o la de Seguridad, cuya presencia provoca la indignación popular determinando las catástrofes, máxime en estos tiempos durante los cuales, cree el pueblo que con la República ha conquistado por los menos los derechos de manifestarse y de expresarse públicamente.
Hoy también el pueblo creía que un gobierno acusado por la derecha de social-comunista, iba a posicionarse a su favor y no a favor de quienes explotan nuestros cuerpos y expolian a nuestro pueblo. Pero no es así. Nunca ha sido así. Las esperanzas que despertara la victoria socialista en 1982, pronto fueron ahogadas por la corrupción, los GAL, la cal viva, las reformas laborales, la ley Corcuera, la permanencia en la OTAN, las Bases americanas… Zapatero volvió a despertar esperanzas que también fueron ahogadas en la reforma de la negociación colectiva que la condenó a la muerte, la reforma constitucional para hacer preferente el pago de la Deuda frente al pago de nuestros derechos democráticos, en los recortes de pensiones y recortes de derechos sociales como respuesta a la crisis y en la reforma laboral. Una reforma laboral que el siguiente gobierno de Rajoy mejoró con una nueva reforma laboral que, como todas las sufridas por la clase obrera en estos últimos cuarenta años, justificada por la necesidad de obtener crecimiento económico para la economía española, crecimiento económico para la casta empresarial, siempre a expensas de la pérdida de derechos y salarios trabajadores y trabajadoras.
Y así volvemos al decreto de Rajoy. Los agentes sociales ya habían alcanzado acuerdo en materia de la solución autónoma de conflictos laborales, en formación y en las materias de moderación salarial y contratación a tiempo parcial. Pero las negociaciones se estancaron en las materias de negociación colectiva y modalidades de contratación. Producido el estancamiento se decreta la reforma de manera unilateral.
Ahora han terminado de acordar, rectificando, tanto las modalidades de contratación cómo la negociación colectiva que, sin ningún lugar a dudas, continúan la senda de la continua precarización de nuestros puestos de trabajo, poniendo en más peligro aún nuestra estabilidad en el empleo y de recorte de nuestros derechos, que fueron adquiridos con prolongados sacrificios de quienes lucharon por ellos.
Al final han hecho efectivo algo similar a la posición del PSOE, no hay derogación, sino como mucho dicen que reforman algunos de los aspectos más lesivos de la reforma laboral de Rajoy. Por encima de los grandes titulares y declaraciones propagandísticas de la ministra Díaz, veamos alguna letra pequeña del acuerdo de esta reforma laboral:
Se mantiene la temporalidad en la contratación que tenía la anterior reforma de Rajoy y solo se limita el período máximo de temporalidad pasando de 24 a 18 meses. Pero lo fundamental sigue siendo que se mantiene la temporalidad aunque se reduzca algo el plazo antes de la obligatoriedad de realizar el contrato indefinido que nadie cumple. Sin embargo, muy relacionado con la temporalidad, el coste del despido no se toca, se mantiene barato con la rebaja de la anterior reforma de Rajoy, lo que hace que aunque un trabajador llegue a conseguir tener un contrato indefinido, sigue estando en condiciones vulnerables para ser despedido y por tanto no se altera sustancialmente la temporalidad del mercado laboral. El Convenio de empresa seguirá primando sobre el de sector o sectorial en todos los aspectos, (que son todos los derechos de los trabajadores) salvo en salario y jornada laboral.
El tándem Marlaska-Yolanda Díaz ha sido proverbial para conseguir cerrar el acuerdo. Mientras el primero hiere, detiene y acusa a la clase obrera, la segunda tiene distraída a esa misma clase obrera con sus cantos de sirena. El cómo ha llegado esta mujer a tal poder de seducción, merece una breve explicación.
El Estado español está en crisis al igual que todos los Estados nación de la civilización occidental. Es necesario acometer una reforma de los modelos de Estado. Esto es lo que está en juego, el cambio de modelo y con él, quien se sitúa en una posición hegemónica para protagonizar dicha transformación. Pedro Sánchez ha conseguido domesticar todas las familias y padrinos de su partido, además ha adormecido a las discrepantes fuerzas nacionalistas vasca y catalana. En la izquierda tan sólo falta encuadrar a lo que está a la izquierda del PSOE, función que intentó la nueva política de Pablo Iglesias. Pero esa misma nueva política, a pesar de que en un primer momento parecía arrastrar tras de sí todo el descontento social, termina en crisis de liderazgo. Como un verdadero hombre de Estado Iglesias dimite y deja hueco para un nuevo proyecto de liderazgo. Yolanda Díaz está bien situada y cuenta con apoyos suficientes para encabezarlo.
Desde la cartera de trabajo y con la auto retirada de Iglesias, pasa a ocupar una vicepresidencia del gobierno y a partir de ese momento, los medios de comunicación pasan a presentarla como la mujer razonable, con capacidad de negociación, fiel a sus principios, de origen comunistas… que todos respetan. Una televisión alemana la presentó como la responsable de las políticas progresistas del gobierno Sánchez. Todos la respetan, sindicatos, partidos de izquierda, la CEOE, el Vaticano…
La Izquierda ya está preparada y organizada para un nuevo asalto, para acometer la operación de reforma del modelo de estado que refuerce y estabilice el estado y el sistema frente a la crisis de los estados nación occidentales. Falta saber qué línea se impondrá en la Derecha si la de Ayuso y Vox o la de Moreno y Feijoo. O quizás un nuevo Fraga que unifique las distintas líneas actualmente enfrentadas aparentemente a muerte.
El sentimiento de engaño y traición junto a la represión puede volvernos hacia la desmovilización y la aceptación de todo un conjunto de medidas anti obreras que se extienden a toda la clase obrera. Medidas que son similares a las que están adoptando todos los Estados nación de la Civilización Occidental y que afecta más drásticamente al sector de esa misma clase obrera que se explota en y desde la periferia del sistema, en sus colonias. Porque si en los países avanzados y desarrollados se nos explota, en las colonias se nos sobre explota. Y como todos sabemos ya, la economía andaluza corresponde al papel asignado a nuestro país, el de ser colonia de una metrópolis que nos saquea nuestros recursos.
Mantener las esperanzas de tránsito hacia la democracia, la paz y la felicidad de los pueblos, bajo este sistema capitalista de dominación y sus instituciones, es visto, cada vez por más gente, como una quimera. Nuestros enemigos ya lo saben y nos conducen hacia la recentralización del Estado, hacia el aumento de la represión violenta por sus Instituciones, al empobrecimiento generalizado de quienes producimos y al canto de sirena de la nueva política al sólo objeto de intentar mantener sus ganancias. Ya no creen que el parlamentarismo liberal es el mejor sistema posible para mantener su crecimiento económico, para mantener su concentración y aumento de capital.
Lo bueno es que cada vez más trabajadores y trabajadoras vamos adoptando nuevas formas de lucha y de organización, escapando así del control del sindicalismo representativo, del sindicalismo subvencionado por el propio Estado. No han acabado con el sindicalismo de clase y, por lo tanto, revolucionario, sino que se ha extendido en forma de Kellys, Jornaleras de Huelva en Lucha, Coordinadora de Trabajadores del Metal de la Bahía de Cádiz… y ciento más que no paran de nacer.
El futuro no está escrito pero que seguro nos pertenece a los pueblos y a las clases explotadas.
Secretaría Federal colegiada del Sindicato Unitario de Andalucía.
La entrada Sindicato Unitario de Andalucía: Nos prometieron la derogación de la reforma laboral del PP y tan sólo ¡la han mejorado! se publicó primero en La otra Andalucía.