Resumen Latinoamericano, 11 de enero de 2022.
«La República Argentina expresa su más enérgica condena a la presencia de Mohsen Rezai en el acto de toma de posesión del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
La Argentina expresa, como también lo ha hecho en agosto pasado ante la designación de Rezai como vicepresidente de Asuntos Económicos de la República Islámica de Irán, que su presencia en Managua constituye una afrenta a la justicia argentina y a las víctimas del brutal atentado terrorista contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), cometido el 18 de julio de 1994.
El Gobierno argentino exige una vez más al Gobierno de Irán la cooperación de manera plena con la Justicia argentina, permitiendo que las personas que han sido acusadas de participar del atentado contra la AMIA sean juzgadas por los tribunales competentes».
Así dice textualmente el comunicado dado a conocer por la Cancillería argentina pasando por alto todos los protocolos diplomáticos que se utilizan en estos casos. No extraña que ocurra, después que ‑si se hace memoria- el presidente Alberto Fernández viajara a Israel apenas asumió el cargo, y posteriormente varios dirigentes del Frente de Todos, como Sergio Massa o el ministro Manzur, dispensaran algo más que halagos a la «democracia» israelí. Pero esta vez realmente el ministro Santiago Cafiero superó todos los limites de «obediencia debida». Produjo el comunicado en respuesta a otro de la AMIA donde se exigía que sea interpelado en el Congreso. No solo no respetó la decisión soberana del gobierno nicaragüense de poder invitar a quien se le ocurra a su país, sino que con lo agresivo de la declaración de censura lanzada desde el Palacio San Martín, todo parece dar la impresión de que Argentina ha roto relaciones con Irán, lo que obviamente no es cierto, aunque cabría decir «por ahora». De esta manera, otra vez se quiere colocar al país en la falsa teoría de que el atentado contra la AMIA fue realizado por agentes de la República Islámica de Irán, y repetir de manera temeraria argumentos que en repetidas oportunidades han sido desechados por falta de pruebas reales.
Este lamentable comunicado del canciller ocurre a pocos dias que los países latinoamericano aprobaran por unanimidad que Argentina asumiera la presidencia pro tempore de la CELAC. Todo indicaría que esa reaparición del organismo de integración regional provocó cierto lógico enojo en las filas de política exterior de Joe Biden., Ahora, con este repudio a la visita del funcionario Moshen Rezai, por parte de Argentina, quizás se está buscando calmar las aguas o por lo menos haciendo un guiño cómplice a quienes quisieran ver a Irán desaparecer del mapa, de la misma manera que habitualmente lo piensan respecto al aguerrido pueblo palestino.
Esta Cancillería no es la primera vez que muestra de qué espíritu está dotada, y en general cada uno de sus pasos coincide con la política exterior de Estados Unidos o de su aliado permanente, el Estado sionista israelí. Hay que recordar que aún, a dos años de asumir el cargo Fernández, el país sigue sin nombrar embajador en Venezuela, amén de que en varios foros internacionales, representantes del gobierno condenaran las «violaciones de derechos humanos del gobierno de Nicolás Maduro». Lo mismo se repitió con Nicaragua, siendo condescendientes con las continuas agresiones que Washington impuso al país centroamericano. Más recientemente, esta Cancillería de este gobierno «nacional y popular» dio luz verde a la orden de captura del militante popular y periodista Facundo Molares, quien se halla ahora aislado en el penal de Ezeiza, después de pasar por la comisaría de Esquel y el penal de Rawson, a pesar de su grave estado de salud.
Así están las cosas en un país donde muchos, por oportunismo o por sumisión, siguen callando frente a estos datos de clara involución. Donde no solo se trata de política exterior más que desafortunada, agendas extractivistas al servicio de los planes del FMI y la clara decisión de que hay que «honrar» una deuda impagable.