Por Alejandra García Elizalde. Resumen Latinoamericano, 31 de diciembre de 2021.
Este 2021 ha sido uno de los más difíciles para el pueblo cubano. A los estragos del bloqueo, se le sumaron las muertes de miles de personas a causa de la Covid-19, una inmensa lista de nombres que, mientras pasaban los días, iban transformándose en rostros conocidos y queridos. Este fue además un año de reajustes económicos y cambios necesarios para materializar el desarrollo sostenible al que continuamos aspirando, pese a las adversidades.
Los cambios, las muertes, la pandemia llegaron en un momento en que la economía del mundo sufría la recesión más fuerte desde la Segunda Guerra Mundial. Cuba sufrió doblemente esta crisis, puesto que lleva décadas arrastrando las cadenas de un bloqueo financiero injusto, que solo entre abril de 2019 y diciembre de 2020, causó más de nueve billones de dólares en pérdidas.
Al 2021 llegamos con miles de carencias, luego de casi 12 meses de lucha contra una enfermedad silenciosa y mortal que forzó a las autoridades priorizar la atención médica de los contagiados con Covid-19 por sobre todas las cosas. De ahí que, las largas filas de personas aguardando para comprar alimentos y medicinas se volvieron habituales en nuestro día a día, en medio de una escasez tremenda de productos de primera necesidad.
Estos han sido meses de lucha, de dolor, pero también de superación de las adversidades más grandes. En medio de tantas carencias, Cuba logró desarrollar tres vacunas de probada efectividad contra el coronavirus, una hazaña imposible hasta hoy para cualquier otra nación latinoamericana y para poquísimos países desarrollados del mundo.
La comunidad científica cubana, de conjunto con el Ministerio de Salud Pública y las autoridades gubernamentales, trabajaron sin descanso para desarrollar nuestros propios inmunizantes “porque sabíamos, desde muy temprano, que ningún país del mundo iba a querer, o poder vendernos vacunas, a causa del bloqueo”, dijo el Presidente Miguel Díaz-Canel, casi entre lágrimas, durante una de sus muchas presentaciones televisivas este año.
Gracias a nuestra terquedad, y nuestra voluntad de lograr lo imposible, en marzo de este año la isla se convirtió en la primera nación latinoamericana en iniciar su campaña de vacunación contra la enfermedad causada por el SARS-CoV‑2 con tres vacunas propias: Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus. Hasta la fecha, el 85 por ciento de la población cubana está completamente inmunizada contra la enfermedad. Además de ser el único país del mundo que ha logrado vacunar a toda la población pediátrica y que actualmente, cuenta con más de un millón de dosis de refuerzo aplicadas.
Hay muchos nombres queridos en la larga lista de víctimas de la Covid-19: Garnier, Enrique Molina, Adalberto Alvarez, Giraldo González, entre otros, pero los números podían haber sido mucho más desoladores, de no ser por la ciencia, y la voluntad de las autoridades cubanas de no dejar a nadie desprotegido.
Otro reto desafiante en este año fue el reordenamiento de la economía. Se hicieron grandes cambios en el orden financiero y económico del país: los salarios se multiplicaron, el peso cubano se convirtió en la única moneda de curso legal tras la eliminación del CUC (moneda equivalente al dólar estadounidense implementada desde los años noventa), se extendieron ampliamente las actividades del sector privado y se flexibilizó el control estatal sobre la economía, excepto en los servicios públicos, los cuales se mantuvieron como símbolo del carácter humanitario de la Revolución. El propósito de esta transformación era hacer que el socialismo cubano fuera más eficiente y sostenible dado el adverso contexto internacional actual. Sin embargo, las cosas no salieron del todo como se esperaba.
A mediados de año, Cuba atravesaba un pico pandémico y muchas industrias funcionaban al mínimo de su capacidad y otras tantas, se encontraban paralizadas por completo. Esto, unido a algunas ataduras internas y a varios errores, así como el desfavorable contexto económico internacional, determinó que el reordenamiento no tuviera el éxito previsto. Los precios han crecido interrumpidamente, lo cual golpea fuertemente el bolsillo de los cubanos, en tanto que la escasez continua. Por tanto, muchos afirman hoy que el reordenamiento es un fracaso total, pero esto no es cierto, al menos no en su totalidad.
Una lectura crítica de este proceso nos lleva a afirmar que, a pesar de sus errores y desaciertos, la reforma económica ha mantenido a flote la economía nacional, ya que sin ella no existía Cuba no tendría la más mínima de las oportunidades para sobrepasar la crisis económica interna y externa que ha derivado de la pandemia. En la actualidad, la inflación continúa en aumento, pero muchos cubanos tienen mayor capacidad adquisitiva que antes, sobre todo los del sector estatal, el cual continúa empleando a la mayor parte de la población laboralmente activa de Cuba. Resulta imposible pensar la situación actual y el alto costo de la vida con los niveles salariales de finales del 2020.
Aprovechando esta situación adversa, la frustración de algunos sectores de la población, el cansancio y dolor del pueblo cubano, el gobierno de Estados Unidos no escatimó esfuerzos en contribuir a la escasez y el desabastecimiento en Cuba y se sintió aun más poderoso al tener al Covid-19 como aliado. El presidente Joe Biden incumplió descaradamente su promesa de revisar y cambiar la política inhumana de Trump hacia la isla. Más bien hizo todo lo contrario y optó por seguir aplicando sanciones e incluso impidió los envíos de ayuda humanitaria y medicamentos. Fue un juego político muy sucio en el cual se pagó con la vida de miles de cubanos, lo cual evidentemente nunca ha interesado a quienes dicen defender a los cubanos ya sea desde la Florida o la Casa Blanca.
Al mismo tiempo, la administración Biden destinó millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses a engrasar la maquinaria subversiva. Esta fue la segunda parte de la estrategia de golpe suave que llevan años implementando con el fin de borrar de la faz de la tierra el ejemplo de Cuba socialista, la cual atravesaba en este 2021 por el período más vulnerable desde los años 90. La guerra comunicacional se intensificó y la propaganda contrarrevolucionaria y anticomunista, alimentada por la delicada situación interna del país, llenó las redes sociales.
Los políticos anticubanos, principalmente de Florida, y la derecha internacional se unieron para crear una imagen de caos interno, precisamente cuando el país pasaba por el peor momento de la pandemia. Se pagaron miles de bots y publicidad anticubana para la ocasión, y nuevamente se jugó la carta del falso discurso de la ayuda humanitaria, lo cual, lamentablemente, encontró oídos dispuestos en no pocos dentro y fuera de Cuba. Esto dio lugar a manifestaciones en más de una docena de ciudades de todo el país el 11 de julio. Sin embargo, curiosamente, las principales fueron casi simultáneas. ¿Casual? No. Todo estaba arreglado para que fuera así, y es innegable por más que los medios de comunicación dominantes se esfuercen en llamarlas «espontáneas», lo cual no significa que muchas personas no se manifestasen libre y espontáneamente; pero sin lugar a dudas, fueron planificadas e incitadas por actores políticos internos.
Biden se vio a sí mismo como el nuevo Reagan y pensó erróneamente que era el momento perfecto para derribar el Muro de Berlín caribeño. Sin embargo, él y sus asesores obviaron un detalle que marcó la diferencia entre hundir o fortalecer a la Revolución, y fue el espíritu revolucionario de la mayoría de los cubanos y su histórica determinación de ganar o perder únicamente por sus propias decisiones.
La maniobra de desestabilización del 11J no tuvo éxito, ni tampoco la copia barata del mismo guión, que intentaron poner en práctica el 15 de noviembre. Para entonces, los cubanos ya habían constatado se trataba de un nuevo intento por subvertir el orden económico y el sistema político refrendado en la Constitución de 2019, la cual fue aprobada por más del ochenta por ciento del país. Nos creyeron ignorantes e incapaces de descifrar sus nuevas fórmulas.
Después de las protestas del 11J, el gobierno cubano trabajó incansablemente para corregir las fallas en su trabajo que contribuyeron a la situación, porque rectificar es de sabios como bien dice el refrán. El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, fue muy activo en la denuncia de los intentos de desestabilización y ofreció pruebas irrefutables de la hipocresía del gobierno de Estados Unidos y de su papel como protagonista de esta nueva arremetida. Además, agradeció a todos los amigos de Cuba que se mantuvieron firmes, hombro con hombro con el pueblo cubano en los momentos más difíciles de este año.
La solidaridad internacional ha sido crucial para Cuba a lo largo de su historia, y también lo fue en 2021. Países como México, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Rusia apoyaron a Cuba cuando muchos cayeron ante los chantajes económicos y las mentiras de Estados Unidos. Sin embargo, la contribución más genuina e importante vino de las personas. En Estados Unidos, Canadá, Europa, Australia, Argentina y muchos otros países, la gente rechazó las posiciones de sus gobiernos políticamente sesgados y desafió el embargo para enviar no sólo alimentos y medicinas, sino amor y esperanza, algo que nadie podrá bloquear jamás.
Gracias a la campaña de inmunización, los casos cayeron en picada y Cuba pudo reabrir sus puertas al turismo el pasado 15 de noviembre. El mismo día en que el gobierno estadounidense intentaba enterrar nuestro proyecto social por segunda vez consecutiva, el pueblo cubano tomó la iniciativa y ganó otra batalla a esta guerra que parece interminable. En esa ficha, miles de niños, adolescentes, y jóvenes volvieron a las aulas tras un año y medio de educación a distancia, reabrieron negocios y comercios, y la isla volvió a la mayor normalidad posible.
Fue un año difícil, pero superamos cada obstáculo con la creatividad de siempre. El desafío fue gigante, pero aún mayor es la voluntad de Cuba, que hoy ve con esperanzas y energía el nuevo año, con la seguridad de haber aprendido mucho de nuestros errores y triunfos.
“La pandemia fue algo nuevo para Cuba y el mundo. Pero la respuesta que dio el país fue extraordinaria. Y cuando hablo de país, me refiero al pueblo y al talento de los cubanos. Todas las potencialidades de nuestro sistema de Salud están en la obra de la Revolución”, Díaz-Canel expresó.
El 2021 ha sido un año para recordar y al mismo tiempo, un recordatorio de que ser fieles a nuestras raíces, nuestras creencias y principios es y será la única forma en triunfar en la vida y también como país.
Foto de portada: 20 Minutos