Femi­nis­mos. Las muje­res siem­pre han esta­do en pri­me­ra fila de la resis­ten­cia sudanesa

Por Sha­dia Abdel Moneim, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 4 de enero de 2022.

Las mani­fes­ta­cio­nes con­tra el auto­ri­ta­ris­mo y los regí­me­nes mili­ta­res no son nue­vas en Sudán. Inclu­so la revo­lu­ción que derri­bó el régi­men de Omar al Bashir en 2019 estu­vo ges­tán­do­se duran­te déca­das. Hoy, poco más de dos años des­pués, un gol­pe mili­tar lle­va­do a cabo el 25 de octu­bre ame­na­za con anu­lar los avan­ces con­se­gui­dos en la revo­lu­ción de 2019. ¿Qué pode­mos apren­der de la his­to­ria de luchas con­tra el régi­men ante­rior en Sudán? ¿Y cómo res­pon­den al gol­pe los gru­pos que hicie­ron posi­ble la revo­lu­ción hace dos años, espe­cial­men­te los gru­pos de mujeres?

La opo­si­ción suda­ne­sa con­tra el régi­men de Al Bashir se remon­ta al pri­mer día de su acce­so al poder en 1989. Duran­te 30 años, el régi­men res­pon­dió a la disi­den­cia con una bru­tal repre­sión, tra­tan­do de des­ba­ra­tar toda resis­ten­cia orga­ni­za­da. Ata­có a sin­di­ca­tos obre­ros y pro­fe­sio­na­les e hizo todo lo posi­ble por debi­li­tar y divi­dir a los par­ti­dos políticos.

Como femi­nis­ta que for­mó par­te des­de el prin­ci­pio de la lucha con­tra el régi­men de Al Bashir, recuer­do que las muje­res fue­ron cons­cien­tes des­de muy tem­prano de la natu­ra­le­za del mis­mo. Fue­ron su uni­dad de pro­pó­si­to y su expe­rien­cia adqui­ri­da duran­te la lar­ga con­fron­ta­ción con el régi­men las que les ayu­da­ron a pre­pa­rar­se para cons­ti­tuir una de las sec­cio­nes más impor­tan­tes que enca­be­za­ron la revo­lu­ción de 2019. Si en 2019 las muje­res ya esta­ban más orga­ni­za­das y capa­ci­ta­das para derri­bar el régi­men que muchos hom­bres, hoy, ante el gol­pe mili­tar y la ame­na­za que este supo­ne para los avan­ces revo­lu­cio­na­rios en Sudán, pode­mos decir que los últi­mos dos años de tran­si­ción han ayu­da­do a todos los sec­to­res revo­lu­cio­na­rios, inclui­dos los gru­pos de muje­res, a estar mejor orga­ni­za­dos y ser capa­ces de for­mar redes.

A la cabe­za de las masas

El camino que con­du­jo a la revo­lu­ción de 2019 fue lar­go. Para com­pren­der­lo, tene­mos que retro­ce­der unas déca­das. En 2007, tras el fra­ca­so del acuer­do de paz de 2005 entre el régi­men de Al Bashir y el Movi­mien­to de Libe­ra­ción Popu­lar de Sudán, con base en el sur del país, el Par­ti­do Comu­nis­ta Suda­nés (PCS) comen­zó a movi­li­zar a sus alia­dos en el seno de las Fuer­zas del Con­sen­so Nacio­nal, una coa­li­ción de par­ti­dos polí­ti­cos con­tra­rios al régi­men. El PCS impul­só la crea­ción de comi­tés de resis­ten­cia en los barrios y, duran­te su Quin­ta Con­fe­ren­cia Gene­ral, en enero de 2009, lla­mó públi­ca­men­te a derro­car el régi­men. Los y las comu­nis­tas comen­za­ron a cons­truir gru­pos de resis­ten­cia, inclui­dos unos gru­pos de pre­sión femi­nis­tas, entre las masas.

Las muje­res pro­ta­go­ni­za­ron el lan­za­mien­to de varias ini­cia­ti­vas, como No a la opre­sión de las muje­res, un gru­po for­ma­do días des­pués de que una serie de muje­res, entre ellas la perio­dis­ta Lub­na Ahmed Hus­sein, fue­ran dete­ni­das el 3 de julio de 2009 por lle­var pan­ta­lón. No a la opre­sión de las muje­res comen­zó con una con­cen­tra­ción de soli­da­ri­dad con las muje­res dete­ni­das, algu­nas de las cua­les fue­ron con­de­na­das más tar­de bajo la acu­sa­ción de lle­var ropa “inde­cen­te”, y con­tra las nor­mas de ves­ti­men­ta impues­tas por el régi­men de Al Bashir.

Ade­más de los gru­pos de pre­sión, empe­za­ron a for­mar­se redes pro­fe­sio­na­les alter­na­ti­vas a los sin­di­ca­tos con­tro­la­dos por el régi­men. En 2008, una serie de perio­dis­tas, inclu­si­ve quie­nes tra­ba­ja­ban en el perió­di­co del PCS Al-Medan, for­ma­ron la Red de Perio­dis­tas para opo­ner­se a la cons­tan­te vio­la­ción de la liber­tad de pren­sa. Poco des­pués se for­ma­ron asi­mis­mo el Comi­té de Médi­cos y la Alian­za Demo­crá­ti­ca de la Abo­ga­cía. En 2012 se cons­ti­tu­yó extra­ofi­cial­men­te una alian­za de sin­di­ca­tos opues­tos a la auto­ri­dad de Al Bashir, que se lla­mó Taja­mu, que sig­ni­fi­ca con­fluen­cia en ára­be. En 2016, el gru­po se regis­tró ofi­cial­men­te con el nom­bre de Aso­cia­ción Suda­ne­sa de Pro­fe­sio­na­les (SPA), a la que se sumó tam­bién el Comi­té de Enseñantes.

Para diciem­bre de 2018, la alian­za esta­ba inte­gra­da por 17 enti­da­des sin­di­ca­les no ofi­cia­les. La SPA diri­gió el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio en 2019 y la sen­ta­da masi­va fren­te al Man­do Gene­ral de las Fuer­zas Arma­das de Sudán en abril de ese año. Sin embar­go, la SPA no era la úni­ca red de coor­di­na­ción. Tam­bién se for­ma­ron comi­tés de resis­ten­cia en dife­ren­tes barrios tras la revuel­ta de sep­tiem­bre de 2013, cuan­do esta­lla­ron pro­tes­tas popu­la­res en Uad Mada­ni, Jar­tún, Omdur­man y otras ciu­da­des de toda Sudán, des­pués de que Al Bashir anun­cia­ra la supre­sión de los sub­si­dios al com­bus­ti­ble y la implan­ta­ción de otras medi­das de aus­te­ri­dad. Las fuer­zas de segu­ri­dad res­pon­die­ron a las pro­tes­tas con vio­len­cia, inclu­so con fue­go real.

Se infor­mó de que hubo más de 170 per­so­nas muer­tas, inclu­si­ve niñas y niños, y cien­tos de heri­das, dete­ni­das y encar­ce­la­das, algu­nas duran­te sema­nas y meses sin jui­cio, sin acce­so a asis­ten­cia letra­da y sin visi­tas de fami­lia­res. Las per­so­nas encar­ce­la­das, espe­cial­men­te las de Dar­fur, con­si­de­ra­das enemi­gas del régi­men des­de la gue­rra de 2003 en la región, sufrie­ron tor­tu­ras. Esos comi­tés fue­ron capa­ces de diri­gir a las masas cuan­do la revo­lu­ción alcan­zó su apo­geo pocos años des­pués. Des­de enton­ces se han for­ma­do muchos más comi­tés y apa­re­ció un nue­vo lide­raz­go que fue capaz de coor­di­nar­los y orga­ni­zar­los para con­ver­tir­los en una fuer­za revo­lu­cio­na­ria viva.

Trein­ta años de agravios

No es exa­ge­ra­do decir que las muje­res fue­ron una de las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias más impor­tan­tes sobre el terreno en 2019. No solo las mani­fes­tan­tes mar­ca­ron una dife­ren­cia cua­li­ta­ti­va en la lucha, sino que tam­bién fue­ron cru­cia­les a la hora de crear la ima­gen de la revo­lu­ción, tan­to en Sudán como en el extran­je­ro. Estas muje­res, de dife­ren­tes pro­ce­den­cias polí­ti­cas, socia­les y étni­cas, eran víc­ti­mas de agra­vios cris­ta­li­za­dos a lo lar­go de los 30 años que duró el régi­men de Al Bashir. La maqui­na­ria repre­si­va del régi­men se cebó en ellas, uti­li­zan­do la vio­la­ción como arma de gue­rra y dete­nien­do, matan­do y humi­llan­do a nume­ro­sas muje­res. El régi­men, que come­tió crí­me­nes de gue­rra con­tra sen­das comu­ni­da­des en Dar­fur, Nilo Azul, Kor­do­fan del Sur/​Montes Nuba y Sudán del Sur, se opu­so sin tre­gua a la libe­ra­ción de las mujeres.

El régi­men anu­ló los avan­ces que habían con­se­gui­do las muje­res en dura lucha des­de la inde­pen­den­cia del país en 1956, median­te la pro­mul­ga­ción de leyes como la del Esta­tu­to Per­so­nal de 1991, que per­mi­tía el matri­mo­nio con niñas de 10 años de edad, y del Códi­go Penal ese mis­mo año. Este últi­mo, que cri­mi­na­li­za­ba a las muje­res en seis de sus artícu­los, atri­buía un peso impor­tan­te a los cas­ti­gos físi­cos por los deli­tos de adul­te­rio (100 lati­ga­zos), “actos into­le­ra­bles” (40 lati­ga­zos), incum­pli­mien­to del códi­go de ves­ti­men­ta (40 lati­ga­zos), aten­ta­do con­tra la “moral públi­ca” (60 lati­ga­zos), estar impli­ca­das en actos de pros­ti­tu­ción, que en su inter­pre­ta­ción incluían la reu­nión de cual­quier núme­ro de hom­bres y muje­res en un espa­cio pri­va­do o cerra­do, o en la ges­tión de un bur­del (100 lati­ga­zos en ambos casos). La “seduc­ción” tam­bién se cas­ti­ga­ba con 100 lati­ga­zos. El régi­men isla­mis­ta radi­cal uti­li­zó estas leyes para opri­mir a las muje­res, espe­cial­men­te las acti­vis­tas, y liqui­dar los movi­mien­tos femi­nis­tas redu­cien­do la pre­sen­cia de muje­res en la esfe­ra pública.

Algu­nas muje­res ya se unie­ron para resis­tir los ata­ques del régi­men en 1993, orga­ni­zan­do la resis­ten­cia y crean­do gru­pos de pre­sión como la Aso­cia­ción Nuwie­da, for­ma­da por muje­res de los Mon­tes Nuba, y la Aso­cia­ción de Muje­res Asma, que tra­ba­ja abier­ta­men­te para capa­ci­tar a las muje­res y erra­di­car el anal­fa­be­tis­mo en zonas mar­gi­na­les. Estos gru­pos fomen­ta­ron la toma de con­cien­cia de sus dere­chos por par­te de las muje­res y de la nece­si­dad de luchar con­tra el régi­men y otros sec­to­res. Hoy, los obje­ti­vos y deman­das de la revo­lu­ción son toda­vía más cla­ras: el recha­zo de la coope­ra­ción con el ejér­ci­to, de la cons­ti­tu­ción vigen­te y del acuer­do de paz de Juba incom­ple­to, y la aper­tu­ra de un perio­do de tran­si­ción diri­gi­da por civiles.

Gra­cias a la lar­ga expe­rien­cia de lucha con­tra el auto­ri­ta­ris­mo en Sudán, las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias y las mani­fes­ta­cio­nes en las calles son capa­ces de enfren­tar­se al gol­pe del 25 de octu­bre y de impo­ner sus con­di­cio­nes: demo­cra­cia y gobierno civil.

Artícu­lo ori­gi­nal: Open Demo­cracy

Tra­duc­ción: vien­to sur

Fuen­te: https://​vien​to​sur​.info/​l​a​s​-​m​u​j​e​r​e​s​-​s​i​e​m​p​r​e​-​h​a​n​-​e​s​t​a​d​o​-​e​n​-​p​r​i​m​e​r​a​-​f​i​l​a​-​d​e​-​l​a​-​r​e​s​i​s​t​e​n​c​i​a​-​s​u​d​a​n​e​sa/, Rebe­lión.

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