Nues­tra­mé­ri­ca. Raúl Zibechi:“Estamos ante una cri­sis civi­li­za­to­ria que comen­zó antes de la pandemia”

Por Erick Llo­pis. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 13 de enero de 2022.

Recuer­da el perio­dis­ta e inves­ti­ga­dor uru­gua­yo Raúl Zibe­chi la siguien­te idea del Sub­co­man­dan­te Mar­cos, for­mu­la­da en 2007: “Las gran­des trans­for­ma­cio­nes no empie­zan arri­ba ni con hechos monu­men­ta­les y épi­cos sino con movi­mien­tos peque­ños en su for­ma y que apa­re­cen como irre­le­van­tes para el polí­ti­co y ana­lis­ta de arriba”.

Zibe­chi extrae tam­bién una ense­ñan­za del poe­ta grie­go Kons­tan­tino Kava­fis, autor de Via­je a Ita­ca: “Lo impor­tan­te es cami­nar, mucho más que lle­gar a algu­na meta”.

El escri­tor mon­te­vi­deano com­par­te estas refle­xio­nes en la intro­duc­ción del libro colec­ti­vo Tiem­pos de colap­so III. Cons­truc­ción y luchas de pue­blos en resis­ten­cia, edi­ta­do en 2021 por coor­di­na­ción Bala­dre e ini­cia­ti­vas socia­les Zam­bra. Coor­di­na­do por Aida Mora­les Fran­co, Mano­lo S. Bayo­na y Raúl Zibe­chi, la obra inclu­ye artícu­los sobre el colo­nia­lis­mo en Pales­ti­na, del acti­vis­ta Daniel Loba­to; la lucha de l@s ocu­pan­tes de Los Moli­nos con­tra el Tren de Alta Velo­ci­dad (AVE) en el Valle Cla­rea (Turín); el movi­mien­to Genuino Cam­pe­sino y las redes por el acce­so a la tie­rra en Ita­lia (Gio­van­ni Pan­dol­fi­ni); o el Colap­so en Cana­rias, de la Asam­blea Cana­ria por el Repar­to de la Rique­za, entre otros.

-“Los Esta­dos ya no son par­te de la solu­ción, por­que son uno de los pro­ble­mas que afron­ta­mos”, afir­mas en la intro­duc­ción del libro. ¿Supo­ne un avan­ce la vic­to­ria de un can­di­da­to de izquier­das –Gabriel Boric- en las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les de Chi­le (diciem­bre 2021), fren­te al ultra­de­re­chis­ta y admi­ra­dor de Pino­chet José Anto­nio Kast?

El deba­te se cen­tra en qué pue­de hacer Boric res­pec­to a los temas cru­cia­les de Chi­le: la insur­gen­cia mapu­che, el mono­cul­ti­vo extrac­ti­vis­ta de pinos, la cri­sis hídri­ca, el sis­te­ma pri­va­do de pen­sio­nes y de salud, por decir ape­nas algu­nos. Mi con­vic­ción es que no habrá cam­bios estruc­tu­ra­les, el mode­lo segui­rá sien­do el mis­mo, como suce­dió en todos los paí­ses con gobier­nos pro­gre­sis­tas. En nin­guno se con­si­guie­ron cam­bios, por el con­tra­rio se pro­fun­di­za­ron la mine­ría a cie­lo abier­to, los mono­cul­ti­vos de soja y la espe­cu­la­ción inmobiliaria.

Por otro lado, los gobier­nos pro­gre­sis­tas debi­li­tan a los movi­mien­tos y pue­blos, y esta tam­bién es una cons­tan­te en todos los casos. Pro­fun­di­za­ción del capi­ta­lis­mo neo­li­be­ral y debi­li­dad de los movi­mien­tos. Lue­go, cuan­do hace fal­ta movi­li­za­ción para fre­nar a la dere­cha, la gen­te está des­or­ga­ni­za­da y, peor aún, confundida.

Pero tam­bién se pue­de ele­gir otro esce­na­rio, otra mira­da: si no gana Boric, gana la ultra­de­re­cha. Aquí hay dos aspec­tos que deben tener­se en cuen­ta. Por un lado, impe­dir que gane la ultra­de­re­cha es impor­tan­te, pero, por el otro, el pre­cio no pue­de ser la des­mo­vi­li­za­ción, ni des­ar­mar las cien­tos de asam­bleas terri­to­ria­les que nacie­ron duran­te la pro­tes­ta chilena.

-En el con­tex­to de las últi­mas revuel­tas en Amé­ri­ca Lati­na (Chi­le, Ecua­dor, Perú, Boli­via, Nica­ra­gua, Hai­tí o Gua­te­ma­la) ¿Por qué des­ta­cas la pro­tes­ta social ini­cia­da en abril de 2021 en Colombia?

Por­que es el país don­de no había revuel­tas urba­nas des­de el ase­si­na­to de Jor­ge Elie­cer Gai­tán en 1948. En Colom­bia siem­pre gober­nó la oli­gar­quía terra­te­nien­te, no hubo refor­ma agra­ria y las luchas siem­pre habían esta­do cen­tra­das en áreas rura­les. Des­de 2019, poco antes de la pan­de­mia, y sobre todo des­de el 28 de abril de 2021, el cen­tro de la lucha pasa a ser la ciudad.

Creo que las prin­ci­pa­les orga­ni­za­cio­nes colom­bia­nas siguen sien­do rura­les, cam­pe­si­nas, indí­ge­nas y negras, pero aho­ra se con­so­li­da un fuer­te acti­vis­mo en las peri­fe­rias urba­nas, con una enor­me crea­ti­vi­dad cul­tu­ral y social, con capa­ci­dad de abrir espa­cios en la urbe como suce­dió en Cali con la crea­ción de 25 “pun­tos de resistencia”.

Aca­ba­mos de publi­car un libro con com­pas del gru­po Kavi­lan­do de Mede­llín y Des­dea­ba­jo de Bogo­tá (“Entre la rebel­día y la espe­ran­za”), un libro colec­ti­vo, don­de se reco­gen las enor­mes crea­cio­nes de aba­jo duran­te más de tres meses.

-¿En qué con­sis­te y qué impor­tan­cia –mate­rial y sim­bó­li­ca- atri­bu­yes al Movi­mien­to a la Resis­ten­cia, inau­gu­ra­do en junio de 2021 en San­tia­go de Cali?

Por­que apa­re­ce el acti­vis­mo juve­nil, feme­nino y negro, que se entre­la­za con la Guar­dia Indí­ge­na nasa que lle­gó a Cali a soli­da­ri­zar­se con los pobres de la ciu­dad. Esta alian­za dará mucho que hablar en el lar­go pla­zo, ya que los indí­ge­nas pue­den con­tri­buir a la orga­ni­za­ción urba­na, que es don­de la repre­sión actúa de for­ma más despiadada.

Cali es una ciu­dad mes­ti­za; la mitad de la pobla­ción es afro­des­cen­dien­te y vive en las peo­res con­di­cio­nes en barrios segre­ga­dos del res­to de la ciu­dad. Cali fue una ciu­dad indus­trial y aho­ra no pue­de ofre­cer futu­ro a esa mitad pobre y negra, de modo que esta­mos ante un acti­vis­mo que toma con­cien­cia de que, o lucha o se lo lle­va la repre­sión. Por­que esa es la alter­na­ti­va real.

Duran­te la revuel­ta, este sec­tor se entre­la­za con jóve­nes de cla­ses medias con for­ma­ción uni­ver­si­ta­ria, y crean cosas mara­vi­llo­sas. En los pun­tos de resis­ten­cia apa­re­cen biblio­te­cas popu­la­res en loca­les don­de fun­cio­na­ba la poli­cía de pro­xi­mi­dad; sur­gen espa­cios de ocio, de arte, dan­za, músi­ca, gene­ra­dos por ellos y ellas, por­que la pre­sen­cia de muje­res es muy alta. Los pun­tos de resis­ten­cia tuvie­ron fuer­te apo­yo del barrio. Hubo veci­nas que abrían sus puer­tas a jóve­nes para que usa­ran sus baños, sabien­do que muchos de ellos estu­vie­ron en la cár­cel por peque­ños robos.

Quie­ro decir que se for­ma­ron rela­cio­nes comu­ni­ta­rias duran­te algu­nas sema­nas, que fue­ron enor­me­men­te crea­ti­vas, como el fabu­lo­so anti-monu­men­to Resis­te. La revuel­ta des­tru­yó y creó a la vez, tiró aba­jo la esta­tua de Belal­cá­zar, fun­da­dor de la ciu­dad, y eri­gió otras en base al tra­ba­jo colectivo.

-Pasa­do los meses de cri­sis por la COVID-19, “obser­va­mos que los más tras­cen­den­tes levan­ta­mien­tos de los pue­blos están sien­do recon­du­ci­dos hacia el redil elec­to­ral”, escri­bes. ¿Por ejemplo?

Chi­le, Colom­bia, entre los más recien­tes. Me pare­ce que esto es inevi­ta­ble, es ya un patrón en las luchas socia­les. Las gran­des revuel­tas des­le­gi­ti­man a los gobier­nos y la gen­te, natu­ral­men­te, bus­ca un cam­bio de gobierno. No se tra­ta de juz­gar sino de enten­der. Los pue­blos nece­si­tan hacer esta expe­rien­cia, y eso es algo que no pode­mos criticar.

En lo per­so­nal, lo úni­co que digo es que no espe­ren mucho de estos gobier­nos, que lo prin­ci­pal es estar orga­ni­za­dos, por­que el sis­te­ma no va a solu­cio­nar tus pro­ble­mas. Esta­mos en un perío­do en el cual “sólo el pue­blo sal­va al pue­blo”, y para eso nece­si­ta­mos estar organizados.

-¿Qué expe­rien­cias de soli­da­ri­dad, inter­cam­bio y auto­or­ga­ni­za­ción popu­lar des­ta­ca­rías en Amé­ri­ca Lati­na duran­te la pan­de­mia? ¿Qué con­clu­sión extrae­rías de estas iniciativas?

Muchas. Por un lado hay movi­mien­tos for­ma­les, ins­ti­tui­dos, como el indí­ge­na del Cau­ca colom­biano, los sin tie­rra de Bra­sil, la Conaie de Ecua­dor, en gene­ral los más poten­tes son indí­ge­nas y cam­pe­si­nos, en todo el con­ti­nen­te. Pero van nacien­do colec­ti­vos de nue­vo tipo, tan­to urba­nos como rura­les, que tie­nen menos visi­bi­li­dad pero mucha potencia.

Me intere­sa des­ta­car la Unión de Tra­ba­ja­do­res de la Tie­rra (UTT) en Argen­ti­na, miles de fami­lias rur-urba­nas que cul­ti­van ali­men­tos y los dis­tri­bu­yen por cana­les pro­pios. La Teia dos Povos de Bra­sil, una alian­za de comu­ni­da­des negras, indí­ge­nas y cam­pe­si­nas que nace en Bahia y aho­ra está en todo el país. Has­ta los movi­mien­tos menos estruc­tu­ra­les, como las cien­tos de asam­bleas terri­to­ria­les en Chi­le, las ollas comu­nes en Uru­guay, Chi­le y Para­guay, entre muchas otras expe­rien­cias notables.

Menos visi­bles aún, son los gobier­nos autó­no­mos como el wam­pis y el awa­jún que se for­ma­ron en el nor­te del Perú, así como otros pro­ce­sos de auto­no­mía, des­de el mapu­che has­ta los ama­zó­ni­cos, que van en una direc­ción simi­lar a la del zapa­tis­mo, que sigue sien­do el refe­ren­te prin­ci­pal de la corrien­te autonomista.

MI prin­ci­pal con­clu­sión es la que los sec­to­res popu­la­res debe­mos ayu­dar­nos entre noso­tros, por­que los de arri­ba no lo van a hacer. Por eso creo fir­me­men­te en la orien­ta­ción hacia la auto­no­mía y el autogobierno.

-¿En qué con­sis­te la “pro­fun­di­za­ción en el arrai­go terri­to­rial” de las expe­rien­cias, en el caso de los movi­mien­tos socia­les europeos?

Des­de la cri­sis de 2008, veo la pro­li­fe­ra­ción de huer­tas urba­nas, de cen­tros socia­les y cul­tu­ra­les, de espa­cios recu­pe­ra­dos. Bar­ce­lo­na, en par­ti­cu­lar el barrio de Sants, es un refe­ren­te inelu­di­ble, don­de coexis­ten dece­nas de coope­ra­ti­vas con sin­di­ca­tos de vivien­da y una enor­me fábri­ca recu­pe­ra­da como Can Batlló.

Pero conoz­co una hacien­da Sin Patrón cer­ca de Flo­ren­cia, fábri­cas recu­pe­ra­das en Ate­nas y Milán, dece­nas de ini­cia­ti­vas de espa­cios comu­nes y has­ta un barrio ente­ro recu­pe­ra­do, como Erre­ka­leor en Gasteiz/​Vitoria. Han naci­do ade­más, edi­fi­cios “alter­na­ti­vos” y sus­ten­ta­bles, como Entre­pa­tios en Madrid. Digo que el “mun­do otro” sigue sien­do peque­ño y mino­ri­ta­rio, pero ya no es mar­gi­nal, ni en Amé­ri­ca Lati­na ni en Europa.

-Advier­tes en tu artícu­lo de un pre­sen­te atra­ve­sa­do por la con­fu­sión, ade­más de la deses­pe­ra­ción, mie­dos y angus­tias que pue­den con­du­cir a sali­das indi­vi­dua­lis­tas o una bús­que­da de segu­ri­dad en el fas­cis­mo. ¿Inclui­rías en esta refle­xión a la mili­tan­cia de los movi­mien­tos sociales?

Pue­de ser, aun­que pien­so más bien en la pobla­ción no orga­ni­za­da. En Méxi­co y en Colom­bia hay orga­ni­za­cio­nes socia­les que aho­ra actúan como para­mi­li­ta­res, y eso es un triun­fo de la polí­ti­ca con­tra­in­sur­gen­te. Por otro lado, hay muchas orga­ni­za­cio­nes que han sido coop­ta­das por el Esta­do y pue­den deri­var en apo­yo a sali­das de ultra­de­re­cha. Pero toda­vía es muy pron­to para poder analizarlo.

-Por últi­mo, ¿con­si­de­ras que la huma­ni­dad se halla ante una cri­sis civi­li­za­to­ria? (como con­se­cuen­cia de la lla­ma­da gri­pe espa­ño­la de 1918 murie­ron entre 20 y 40 millo­nes de personas).

Todo es rela­ti­vo. En dos años murie­ron 5,5 millo­nes por Covid. Pero cada año mue­ren 7 millo­nes por la con­ta­mi­na­ción del aire (https://​our​worl​din​da​ta​.org/​d​a​t​a​-​r​e​v​i​e​w​-​a​i​r​-​p​o​l​l​u​t​i​o​n​-​d​e​a​ths) y otros 4 millo­nes por agua con­ta­mi­na­da (https://​elpais​.com/​s​o​c​i​e​d​a​d​/​2​0​1​0​/​0​3​/​2​2​/​a​c​t​u​a​l​i​d​a​d​/​1​2​6​9​2​1​2​4​0​3​_​8​5​0​2​1​5​.​htm). O sea, creo que hay que rela­ti­vi­zar tan­to la gri­pe espa­ño­la como la pan­de­mia de Covid que, efec­ti­va­men­te, es muy dañi­na pero no debe­mos olvi­dar los otros gra­ves problemas.

Creo que esta­mos ante una cri­sis civi­li­za­to­ria que comen­zó antes de la pan­de­mia y que aho­ra se ha pro­fun­di­za­do, que tie­ne varios ejes pero el prin­ci­pal es la des­igual­dad, de poder y de ren­ta. Pero tam­po­co quie­ro sal­var una civi­li­za­ción que es patriar­cal, capi­ta­lis­ta y colonial/​racista, y que es la que ha pro­vo­ca­do esta pandemia.

Fuen­te: Rebe­lión. /​Rebe­lión [Ima­gen: Colec­ti­vo Mani­fies­to; fuen­te La Tinta]

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