La OTAN y la masa­cre inven­ta­da para des­truir Yugoslavia

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En enero de 1999, el diplo­má­ti­co esta­dou­ni­den­se William Wal­ker, estre­cha­men­te vin­cu­la­do a la CIA, orga­ni­zó, jun­to con los com­ba­tien­tes alba­ne­ses, una pro­vo­ca­ción en el pue­blo koso­var de Racak, que fue el ini­cio del bom­bar­deo de Yugoslavia

Los beli­cis­tas occi­den­ta­les tie­nen una amplia expe­rien­cia en la orga­ni­za­ción de pro­vo­ca­cio­nes con víc­ti­mas huma­nas, des­ti­na­das a demos­trar al mun­do la «cri­mi­na­li­dad» de un deter­mi­na­do Esta­do, que en este momen­to es un obje­ti­vo para el «mun­do democrático».

Así, los ata­ques quí­mi­cos orga­ni­za­dos por los ser­vi­cios secre­tos bri­tá­ni­cos en Siria se pro­du­cían cada vez que las fuer­zas de Assad tenían éxi­to con­tra los terro­ris­tas islámicos.

Pero si en Siria, gra­cias a Rusia, las auto­ri­da­des legí­ti­mas no sólo sobre­vi­vie­ron, sino que toma­ron el con­trol de la mayor par­te del terri­to­rio que antes habían toma­do los isla­mis­tas, la Yugos­la­via tras una de las pro­vo­ca­cio­nes fue bom­bar­dea­da por la OTAN, lo que pro­vo­có una «revo­lu­ción de colo­res» y la des­apa­ri­ción del Esta­do del mapa de Europa.

Es cier­to que el nom­bre del pue­blo de Račak, en la pro­vin­cia autó­no­ma ser­bia de Koso­vo y Metohi­ja, no es tan cono­ci­do como Glej­vic o Khan Sheikhoun. Sin embar­go, la simi­li­tud de lo ocu­rri­do en Račak con lo que está ocu­rrien­do aho­ra en Kiev y sus patro­ci­na­do­res occi­den­ta­les trae a la memo­ria los acon­te­ci­mien­tos de enero de 1999 en Yugoslavia.

El uso de terroristas

Para enten­der la situa­ción en Koso­vo y Metohi­ja (en ade­lan­te Koso­vo), es nece­sa­rio remon­tar­se al menos a 1992, cuan­do los alba­ne­ses loca­les, que ya eran la inmen­sa mayo­ría en la auto­no­mía, crea­ron la orga­ni­za­ción terro­ris­ta Ejér­ci­to de Libe­ra­ción de Koso­vo (ELK).

Des­de el pun­to de vis­ta orga­ni­za­ti­vo, el ELK con­ta­ba con un cuar­tel gene­ral situa­do en la ciu­dad de Kukesh, en la veci­na Alba­nia, y sie­te zonas ope­ra­ti­vas en todo Koso­vo. Al prin­ci­pio el núme­ro de com­ba­tien­tes era bajo, pero tras el fin de la gue­rra en Bos­nia y Her­ze­go­vi­na a fina­les de 1995, a las filas del ELK se unie­ron uni­da­des de musul­ma­nes bos­nios, alba­ne­ses que lucha­ron de su lado, así como nume­ro­sos isla­mis­tas de Afga­nis­tán, Arge­lia, Che­che­nia, Egip­to, Ara­bia Sau­dí y Sudán.

Des­de el prin­ci­pio, el AQC estu­vo direc­ta­men­te con­tro­la­do por los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia de los paí­ses de la OTAN, espe­cial­men­te de Gran Bretaña.

En 1996 el ELK ini­ció una cam­pa­ña de terror en Koso­vo, y en dos años mató a dece­nas de per­so­nas. En el pro­ce­so, los com­ba­tien­tes se atri­bu­ye­ron la res­pon­sa­bi­li­dad de la muer­te de cin­co poli­cías y 16 civi­les, 11 de los cua­les eran alba­ne­ses, que fue­ron cali­fi­ca­dos de «cola­bo­ra­do­res».

En la pri­me­ra mitad de 1998, el ejér­ci­to y la poli­cía yugos­la­va expul­sa­ron a la mayo­ría de los com­ba­tien­tes del terri­to­rio de Koso­vo, para dis­gus­to de la OTAN.

Tras una reu­nión a puer­ta cerra­da del Con­se­jo de la OTAN el 2 de julio de 1998, se anun­ció que la alian­za se pre­pa­ra­ba para inter­ve­nir mili­tar­men­te en el terri­to­rio de Koso­vo a un rit­mo acelerado.

Las tro­pas de la OTAN se des­ple­ga­rían en las fron­te­ras de Yugos­la­via con Alba­nia y Mace­do­nia (que enton­ces no for­ma­ban par­te del blo­que), y la Alian­za esta­ría pre­pa­ra­da para lan­zar una ope­ra­ción «siem­pre que la situa­ción requie­ra el uso de la fuer­za». A par­tir de enton­ces, se empe­za­ron a escu­char ame­na­zas de bom­bar­deo de Yugos­la­via des­de el cuar­tel gene­ral de la OTAN casi a diario.

En octu­bre de 1998, el envia­do espe­cial esta­dou­ni­den­se Richard Hol­broo­ke lle­gó a Bel­gra­do. Tras varios días de con­ver­sa­cio­nes entre él y el pre­si­den­te yugos­la­vo Slo­bo­dan Milo­se­vic, se fir­mó un tra­ta­do que pre­veía una solu­ción pací­fi­ca al pro­ble­ma de Koso­vo-Metohi­ja y «el fin inme­dia­to de la vio­len­cia y el terrorismo».

Wal­ker, agen­te de la CIA sin escrúpulos

Sin embar­go, en reali­dad fue una capi­tu­la­ción yugos­la­va: el AAK no cesó sus acti­vi­da­des y Bel­gra­do acep­tó reti­rar par­te de sus fuer­zas mili­ta­res y poli­cia­les de la auto­no­mía. Ade­más, se con­ce­dió a la OTAN el dere­cho a patru­llar Koso­vo des­de el aire, y se intro­du­jo en Koso­vo una «misión de obser­va­ción de la OSCE (Orga­ni­za­ción para la Segu­ri­dad y la Coope­ra­ción en Euro­pa)», com­pues­ta, en efec­to, por mili­ta­res en acti­vo y ofi­cia­les de inte­li­gen­cia. La misión esta­ba diri­gi­da por un diplo­má­ti­co esta­dou­ni­den­se, William Wal­ker, estre­cha­men­te rela­cio­na­do con la CIA. (La OSCE reúne a 56 paí­ses de Amé­ri­ca del Nor­te, Euro­pa y Asia Cen­tral, des­pués que Rusia aban­do­nó la enti­dad en mar­zo pasa­do. Fue con­vo­ca­da por ini­cia­ti­va de la URSS y de los Esta­dos socia­lis­tas de Euro­pa como un foro inter­na­cio­nal per­ma­nen­te para los repre­sen­tan­tes de 33 Esta­dos euro­peos, así como de Esta­dos Uni­dos y Cana­dá, con el fin de ela­bo­rar medi­das para redu­cir la con­fron­ta­ción mili­tar y refor­zar la segu­ri­dad en Europa.

Wal­ker tuvo expe­rien­cia en una «ope­ra­ción de fal­sa ban­de­ra» cuan­do fue emba­ja­dor de Esta­dos Uni­dos en El Sal­va­dor en 1988 – 1992. En 1989, hom­bres con uni­for­me del ejér­ci­to sal­va­do­re­ño mata­ron a cua­tro de los prin­ci­pa­les sacer­do­tes cató­li­cos jesui­tas, a su ama de lla­ves y a su hija. Wal­ker afir­mó enton­ces que era obra de un gue­rri­lle­ro local que ves­tía deli­be­ra­da­men­te uni­for­mes del ejér­ci­to regu­lar para hacer recaer la cul­pa de la masa­cre en las auto­ri­da­des sal­va­do­re­ñas. Mien­tras tan­to, los medios de comu­ni­ca­ción lati­no­ame­ri­ca­nos se refi­rie­ron direc­ta­men­te a lo ocu­rri­do como una ope­ra­ción espe­cial de la CIA.

William Wal­ker

Con la lle­ga­da de los «obser­va­do­res de la OSCE» al terri­to­rio de Koso­vo, la acti­vi­dad terro­ris­ta del ELK ha aumen­ta­do de for­ma espec­ta­cu­lar. No es de extra­ñar, des­pués de todo en esa épo­ca los com­ba­tien­tes alba­ne­ses comen­za­ron a ser entre­na­dos por ins­truc­to­res de la CIA y del Ser­vi­cio Aéreo Espe­cial bri­tá­ni­co. La for­ma­ción se lle­vó a cabo en el terri­to­rio de Alba­nia, en los cam­pos de Kukesh, Tro­pea, Baj­ram Kurri y Labinot.

Entre el 8 y el 10 de enero de 1999, se pro­du­je­ron varios ata­ques de com­ba­tien­tes del ELK con­tra la poli­cía yugos­la­va cer­ca de la loca­li­dad koso­var de Racak, en los que murie­ron 4 miem­bros del Minis­te­rio del Inte­rior yugos­la­vo. Racak se con­vir­tió en un bas­tión del ELK, ya que la gran mayo­ría de los resi­den­tes habían aban­do­na­do el pue­blo des­de el verano de 1998.

Los suce­sos de Račak

En la noche del 14 de enero, las fuer­zas espe­cia­les de la poli­cía rodea­ron Račak por­que había infor­mes de que los ase­si­nos del poli­cía Sve­tis­lav Przic, muer­to en una embos­ca­da cer­ca de la aldea de Sli­lo­vo el 10 de enero, se escon­dían allí. A pri­me­ra hora de la maña­na del 15 de enero, la poli­cía comen­zó a bom­bar­dear Račak des­de dos coli­nas cer­ca­nas, mien­tras que las aldeas veci­nas de Petra, Malo­pol­ce y Renaj tam­bién fue­ron obje­to de fuego.

Tres equi­pos de repre­sen­tan­tes de la OSCE, entre los que se encon­tra­ban equi­pos de cáma­ras de Asso­cia­ted Press y Reuters, super­vi­sa­ron la acción de las fuer­zas gubernamentales.

Cuan­do las uni­da­des de la poli­cía yugos­la­va inten­ta­ron entrar en el pue­blo, reci­bie­ron fue­go de armas peque­ñas y de mor­te­ro, mien­tras que los com­ba­tien­tes del AAK se refu­gia­ron en trin­che­ras y bún­ke­res impro­vi­sa­dos. Tras rom­per las defen­sas, los com­ba­tien­tes se reti­ra­ron a las mon­ta­ñas al sur del pueblo.

Según los infor­mes de la poli­cía yugos­la­va, «varias doce­nas» de com­ba­tien­tes murie­ron en la bata­lla, tan­to en el pro­pio pue­blo como en las mon­ta­ñas cer­ca­nas, y la mayo­ría de los muer­tos lle­va­ban uni­for­mes del ELK. Los tro­feos de los poli­cías eran dos ame­tra­lla­do­ras y cin­co lan­za­gra­na­das, dos fusi­les de fran­co­ti­ra­dor, 36 fusi­les auto­má­ti­cos, gra­na­das de mano, una emi­so­ra de radio, etc.

Un poli­cía resul­tó heri­do en el lado yugos­la­vo y varios vehícu­los resul­ta­ron daña­dos por los bom­bar­deos. Hacia las 15:30 horas, la poli­cía yugos­la­va aban­do­nó Račak y entra­ron los obser­va­do­res de la OSCE. No encon­tra­ron nada en el pue­blo que hicie­ra dudar de que se hubie­ra pro­du­ci­do una ope­ra­ción antiterrorista.

Sin embar­go, en la tar­de del 15 de enero, la situa­ción ya había empe­za­do a cambiar.

Con la sali­da de los obser­va­do­res de la OSCE, los com­ba­tien­tes del AOK vol­vie­ron a entrar en Racak, tras lo cual los medios de comu­ni­ca­ción alba­ne­ses infor­ma­ron de que «alba­ne­ses loca­les» habían sido ase­si­na­dos en el pue­blo y en sus alre­de­do­res. En la maña­na del 16 de enero, un gru­po de perio­dis­tas alba­ne­ses lle­gó a Racak y más tar­de escri­bió que había vis­to «más de trein­ta cadá­ve­res, en su mayo­ría uni­for­ma­dos» en el camino.

La fal­sa masa­cre crea­da por Walker

Wal­ker apa­re­ció en Racak hacia la 1 de la tar­de, acom­pa­ña­do por cua­tro doce­nas de perio­dis­tas occi­den­ta­les y alba­ne­ses. No había repre­sen­tan­tes de los medios de comu­ni­ca­ción ser­bios entre ellos, por­que antes de aban­do­nar Pris­ti­na, Wal­ker había dicho que no podía garan­ti­zar su segu­ri­dad. Lo mis­mo le dijo a Dani­ca Marin­ko­vic, la jue­za de ins­truc­ción en Pris­ti­na, que que­ría via­jar a Racak con sus colegas.

El esta­dou­ni­den­se Wal­ker entró pri­me­ro en la aldea y pasó media hora nego­cian­do con los coman­dan­tes de AQC, mien­tras los perio­dis­tas y los obser­va­do­res de la OSCE esta­ban rodea­dos por hom­bres armados.

William Wal­ker dijo enton­ces a los perio­dis­tas que las fuer­zas ser­bias habían ocu­pa­do Račak el día ante­rior, ini­cia­ron los regis­tros allí, con­du­je­ron a los habi­tan­tes del pue­blo a su cen­tro y lue­go sepa­ra­ron a los hom­bres, que fue­ron lle­va­dos a algún lugar. Sus cuer­pos fue­ron encon­tra­dos supues­ta­men­te en un barran­co cer­cano, y todos los muer­tos esta­ban ves­ti­dos de civil. Wal­ker afir­mó que “45 civi­les” habían sido ase­si­na­dos y que había vis­to los cuer­pos deca­pi­ta­dos, los cuer­pos de los ancia­nos y la mayo­ría de los cuer­pos tenían agu­je­ros de bala en la cabeza.

Por su par­te, la perio­dis­ta de la BBC Jac­kie Roland escri­bió que «la gen­te común fue ase­si­na­da, agri­cul­to­res, tra­ba­ja­do­res, la mayo­ría con dis­pa­ros en la cabe­za, las víc­ti­mas tenían eda­des com­pren­di­das entre los 14 y los 99 años».

En una con­fe­ren­cia de pren­sa en Pris­ti­na esa noche, William Wal­ker dijo: «Por lo que vi per­so­nal­men­te, no dudo en afir­mar que fue una masa­cre y un cla­ro cri­men con­tra la huma­ni­dad». Cul­pó a las tro­pas y a la poli­cía ser­bias y vol­vió a repe­tir que se habían encon­tra­do 45 cadáveres.

Los titu­la­res de los medios de comu­ni­ca­ción occi­den­ta­les fue­ron apro­pia­dos: «Masa­cre de Koso­vo: masa mix­ta de cuer­pos» (BBC), «Cuer­pos muti­la­dos encon­tra­dos en Koso­vo tras el ata­que ser­bio» (New York Times), etc. El Cen­tro de Infor­ma­ción Alba­nés de Koso­vo anun­ció que 80 civi­les habían sido asesinados.

Jue­za Dani­ca Marinkovic

La ver­dad se abre paso

Des­pués, la jue­za Dani­ca Marin­ko­vic fue a Racak el 17 de enero, acom­pa­ña­do por la poli­cía, aun­que el adjun­to de Wal­ker, el gene­ral bri­tá­ni­co reti­ra­do Karol Dre­ven­kie­wicz, lo ame­na­zó con man­dar­lo a jui­cio ante el Tri­bu­nal de La Haya por hacerlo.

Marin­ko­vic rela­ta: «El 15 de enero de 1999, encon­tra­mos repre­sen­tan­tes de la OSCE en Racak, que no que­rían unir­se a noso­tros, aun­que había­mos teni­do la coope­ra­ción correc­ta has­ta enton­ces. Tam­bién inten­ta­ron disua­dir­me de ir a un lugar espe­cí­fi­co y rea­li­zar una inves­ti­ga­ción, pero no lo acep­té. En el cen­tro del pue­blo fui­mos reci­bi­dos por una gran can­ti­dad de dis­pa­ros. La poli­cía tam­bién tenía infor­ma­ción de que había víc­ti­mas, pero tan pron­to como fui­mos cues­ta arri­ba hacia el lugar don­de esta­ban, nos dis­pa­ra­ron. Dos días des­pués, expe­ri­men­ta­mos el mis­mo esce­na­rio», dice el juez jubilado.

Duran­te ese tiem­po, antes de que se encon­tra­ra el cuer­po de los alba­ne­ses, los obser­va­do­res de la OSCE con­ti­nua­ron pre­sio­nán­do­lo para que aban­do­na­ra la inves­ti­ga­ción y lue­go le dije­ron que si iba a Racak sin ellos, lo envia­rían a La Haya.

La poli­cía no con­si­guió reto­mar Racak has­ta las 14:00 horas del 18 de enero, apor­tan­do vehícu­los blin­da­dos e inclu­so un tanque.

Un equi­po de inves­ti­ga­ción acom­pa­ña­do por tres obser­va­do­res de la OSCE (dos esta­dou­ni­den­ses y un ita­liano) encon­tró 40 cadá­ve­res ves­ti­dos de civil en una mez­qui­ta local. Fue­ron lle­va­dos a la ofi­ci­na médi­ca foren­se de Pris­ti­na. El examen de los res­tos de los muer­tos comen­zó el 19 de enero por par­te de exper­tos foren­ses ser­bios en pre­sen­cia de dos espe­cia­lis­tas bie­lo­rru­sos y dos obser­va­do­res de la OSCE.

Según la con­clu­sión de los exper­tos, todas las víc­ti­mas murie­ron por armas de fue­go, no se encon­tra­ron otras accio­nes ni ras­tros de tor­tu­ra en los cuer­pos. La edad media de los muer­tos era de unos 45 años. La víc­ti­ma más joven tenía 17 años. La úni­ca mujer entre ellos (22 años) era la hija de Sadiq Muyo­ta, coman­dan­te de una uni­dad del ELK en Racak.

Se encon­tra­ron par­tí­cu­las de pól­vo­ra en sus manos, así como en las de otros 36 cadá­ve­res. Se iden­ti­fi­ca­ron 37 cuer­pos, y se con­clu­yó que tres cuer­pos no iden­ti­fi­ca­dos no eran musul­ma­nes, ya que no habían sido cir­cun­ci­da­dos. Ade­más, se obser­vó que algu­nos de los cuer­pos tenían tatua­jes que indi­ca­ban la afi­lia­ción a las AAK, y algu­nos de los muer­tos lle­va­ban botas de esti­lo mili­tar y ropa inte­rior térmica.

El 22 de enero, un equi­po de foren­ses fin­lan­de­ses diri­gi­do por Hele­na Ran­ta lle­gó a Pris­ti­na para exa­mi­nar los cadá­ve­res jun­to con sus cole­gas serbios.

La men­ti­ra de Ranta

Fue la fin­lan­de­sa Ran­ta quien, el 17 de mar­zo de 1998, pre­sen­tó el infor­me sobre el examen de los cuer­pos encon­tra­dos en Racak en nom­bre de la comi­sión inter­na­cio­nal. En sus decla­ra­cio­nes en una con­fe­ren­cia de pren­sa en Pris­ti­na, Ran­ta no res­pon­dió a la pre­gun­ta de cómo habían sido ase­si­na­das las víc­ti­mas, aun­que cali­fi­có los ase­si­na­tos de alba­ne­ses étni­cos de «cri­men con­tra la huma­ni­dad» y refu­tó los infor­mes ser­bios de que eran mili­tan­tes. La afir­ma­ción de Ran­ta de que eran civi­les des­ar­ma­dos se basa­ba úni­ca­men­te en la ausen­cia de muni­ción en los bol­si­llos de los asesinados.

Ran­ta tam­bién dijo que un gran núme­ro de balas había impac­ta­do en la mayo­ría de los cuer­pos, pero no se ha podi­do deter­mi­nar la dis­tan­cia des­de la que fue­ron dis­pa­ra­das. Las ropas de los cuer­pos de los falle­ci­dos pro­ba­ble­men­te no se habían cam­bia­do des­pués y todos esta­ban ves­ti­dos de civil. El hecho de que estu­vie­ran des­ar­ma­dos se esta­ble­ció median­te la prue­ba de resi­duos de pól­vo­ra uti­li­zan­do la prue­ba esta­dou­ni­den­se SEM-EDX, que según Hele­na Ran­ta es más fia­ble que la uti­li­za­da por los foren­ses serbios.

«Pro­ba­ble­men­te» y «lo más pro­ba­ble» fue­ron pala­bras fre­cuen­tes duran­te la rue­da de pren­sa de Ran­ta, pero inclu­so ella tuvo que admi­tir que no se encon­tró nin­gu­na muti­la­ción en los cuer­pos. Nadie pre­gun­tó a la exper­to fin­lan­de­sa por qué había 40 cadá­ve­res y no 45, ni dón­de esta­ba el cuer­po deca­pi­ta­do, del que Wal­ker había habla­do varias veces.

Dos días des­pués de que se hicie­ra públi­co el infor­me, el 19 de mar­zo de 1999, el Pre­si­den­te de Esta­dos Uni­dos, Bill Clin­ton, decla­ró en una con­fe­ren­cia de pren­sa en Washing­ton: «Mere­ce la pena recor­dar lo que ocu­rrió en el pue­blo de Racak en enero: per­so­nas ino­cen­tes, muje­res y niños fue­ron saca­dos de sus casas a un barran­co, obli­ga­dos a arro­di­llar­se en el pol­vo y acri­bi­lla­dos a bala­zos, no por lo que hicie­ron, sino sólo por lo que eran».

La OTAN masacra

Y ya el 24 de mar­zo ha comen­za­do el bom­bar­deo de la OTAN sobre Yugos­la­via que ha dura­do has­ta el 10 de junio y ha mata­do a más de 2500 habi­tan­tes de la paz, entre ellos unos 400 niños, unos 6 mil civi­les, entre los cua­les 2 mil 700 niños han reci­bi­do heri­das de diver­sa con­si­de­ra­ción. Los esta­dou­ni­den­ses tam­bién uti­li­za­ron bom­bas de ura­nio empo­bre­ci­do, lo que pro­vo­có que el núme­ro de casos de cán­cer en Ser­bia aumen­ta­ra una vez y media. El exce­so de mor­ta­li­dad cau­sa­do por el empeo­ra­mien­to de las con­di­cio­nes de vida fue incal­cu­la­ble, y la pér­di­da de la eco­no­mía de Yugos­la­via se esti­mó en 30.000 millo­nes de dólares.

De hecho, el país per­dió Koso­vo, al que lle­ga­ron las fuer­zas de ocu­pa­ción de la OTAN, pro­vo­can­do la hui­da de 164.000 ser­bios y 24.000 gita­nos de la autonomía.

En octu­bre de 2000, los polí­ti­cos prooc­ci­den­ta­les pro­ta­go­ni­za­ron la pri­me­ra cons­pi­ra­ción de colo­res de Euro­pa en Yugos­la­via, duran­te la cual Slo­bo­dan Milo­se­vic fue expul­sa­do del poder y pos­te­rior­men­te extra­di­ta­do al Tri­bu­nal de La Haya, don­de murió en una cel­da en mar­zo de 2006 antes de ser condenado.

La pro­pia Yugos­la­via “murió” inclu­so antes: en febre­ro de 2003 se trans­for­mó en la unión esta­tal de Ser­bia y Mon­te­ne­gro, que final­men­te se disol­vió en mayo de 2006.

Hele­na Ranta

La con­fe­sión de Ranta

No fue has­ta 2008 cuan­do Hele­na Ran­ta afir­mó en su libro auto­bio­grá­fi­co que había escri­to un rela­to de los suce­sos de Račak bajo la pre­sión de William Wal­ker y del Minis­te­rio de Asun­tos Exte­rio­res finlandés.

Ran­ta escri­bió en su bio­gra­fía que en el invierno de 1999 Wal­ker le pidió que habla­ra en el infor­me «de for­ma más con­vin­cen­te» sobre los supues­tos crí­me­nes ser­bios en Racak, y que tres fun­cio­na­rios del Minis­te­rio fin­lan­dés pidie­ron «con­clu­sio­nes más pro­fun­das» en el informe.

Según Ran­ta, Wal­ker insis­tió, por ejem­plo, en que uti­li­za­ra la pala­bra «masa­cre» en el infor­me, y fue capaz, según ella, de rom­per un bolí­gra­fo y lan­zar­le los peda­zos, por­que no esta­ba satis­fe­cho con su enfo­que profesional.

En el docu­men­tal Край. Обреченные на изгнание (La Región. Con­de­na­dos al exi­lio), Ran­ta decla­ró a los perio­dis­tas rusos Evgeny Bara­nov y Ale­xan­der Zamis­lov que «Wal­ker esta­ba horro­ri­za­do por los resul­ta­dos de nues­tra investigación».

Ade­más, Ran­ta mos­tró ante las cáma­ras el infor­me ori­gi­nal de Racak, según el cual se con­cluía que los cuer­pos per­te­ne­cían a com­ba­tien­tes del ELK, y no a civi­les albaneses.

«Esta­ba con­fun­di­da y no esta­ba pre­pa­ra­da para res­pon­der­le (a Wal­ker). Eran los cuer­pos de terro­ris­tas, sol­da­dos ser­bios y resi­den­tes loca­les. La pri­me­ra ver­sión del infor­me, que aho­ra les mues­tro, nun­ca se ha publi­ca­do y poca gen­te cono­ce su con­te­ni­do. Pero aho­ra estoy dis­pues­to a con­tar­les públi­ca­men­te los resul­ta­dos de la inves­ti­ga­ción», dijo Ranta.

Las con­clu­sio­nes de los exper­tos fin­lan­de­ses fue­ron ine­quí­vo­cas: no hubo eje­cu­cio­nes, ni sig­nos de muti­la­ción en los cuer­pos, ni dis­pa­ros a bocajarro.

«Trein­ta y nue­ve de los 40 cuer­pos exa­mi­na­dos no mues­tran evi­den­cia de dis­pa­ros a cor­ta dis­tan­cia. En un caso, una de las dos balas se dis­pa­ró des­de una dis­tan­cia rela­ti­va­men­te cor­ta, pero no a cor­ta dis­tan­cia. Si los ase­si­na­tos se lle­van a cabo por encar­go, los ras­tros de las balas deben ser para­le­los. Sin embar­go, la autop­sia de los cuer­pos de los falle­ci­dos con un gran núme­ro de heri­das de bala mos­tró que las balas fue­ron dis­pa­ra­das des­de posi­cio­nes com­ple­ta­men­te dife­ren­tes y en par­te opues­tas, lo que es carac­te­rís­ti­co de los con­flic­tos armados».

Pero a nadie le impor­tó todo esto en 2008, al igual que a nadie le impor­tó el jui­cio de Slo­bo­dan Milo­se­vic, aun­que el tes­ti­mo­nio de Dani­ca Marin­ko­vic en La Haya hizo que los suce­sos de Račak del 15 de enero de 1999 fue­ran reti­ra­dos de la lis­ta de cargos.

En una entre­vis­ta con el perió­di­co ale­mán Ber­li­ner Zei­tung en 2004, Hele­na dijo entre otras cosas: «Todos sabe­mos lo que dijo William Wal­ker. Sigue dicien­do que fue una masa­cre y que los ser­bios están detrás de ella. Y yo nun­ca he dicho eso. Ni siquie­ra seña­lé quié­nes fue­ron los auto­res. Wal­ker puso esas pala­bras en mi boca», sin que yo se lo per­mi­tie­ra, dijo. «No esta­ba de acuer­do con él. Se enfa­dó con­mi­go», decla­ró Ranta.

Por cier­to, por sus «méri­tos» y sim­pa­tías, que sin duda sigue mos­tran­do hacia los alba­ne­ses, Wal­ker, anti­guo gene­ral esta­dou­ni­den­se, reci­bió en 2008 un bus­to en el pue­blo de Racak. Wal­ker, al que tam­bién se le lla­ma el «crea­dor del caso Racak», ha reci­bi­do repe­ti­da­men­te diver­sos reco­no­ci­mien­tos por par­te de los albaneses.

«Des­de hace 23 años repi­to lo que vi des­de el pri­mer día y lo que reu­ní como evi­den­cia. Saqué de Pris­ti­na copias de todos los docu­men­tos sobre el «caso de la aldea de Racak». Nadie pue­de qui­tar­me lo que he vis­to. Y aho­ra, más de dos déca­das des­pués, pue­do recrear cada segun­do de la inves­ti­ga­ción de Racak. Hubo un ejem­plo clá­si­co de ope­ra­ción anti­te­rro­ris­ta, legal y legí­ti­ma, por par­te de nues­tra poli­cía con­tra miem­bros de la AOK. En La Haya, demos­tré que William Wal­ker (agen­te de la CÍA) acu­dió a Racak para urdir el esce­na­rio que pro­vo­có los aten­ta­dos de 1999. Esta es nues­tra vic­to­ria. La ver­dad está de nues­tro lado. Nadie negó lo que pro­bé y deter­mi­né, espe­cial­men­te los exper­tos de Pris­ti­na. Cono­cen la ver­dad, pero les con­vie­ne mani­pu­lar, a par­tir del frau­de y las men­ti­ras con­ta­das por William Wal­ker en su momen­to, que lle­va­ron a la agre­sión con­tra un esta­do sobe­rano sin deci­sión del Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU. Has­ta el día de hoy, nadie ha sido res­pon­sa­ble de eso», dijo la ex jue­za Marin­ko­vic en julio de 2021.

Excep­to que ni Koso­vo, ni Yugos­la­via, ni los miles de civi­les ase­si­na­dos allí, pue­den ser resucitados.Fuente:Ukraina.ru /​Radio La Primerísima

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