La declaración realizada hoy por el Presidente finlandés S. Niinistö y el Primer Ministro S. Marin a favor del ingreso de Finlandia en la OTAN supone un cambio radical en la política exterior del país.
Durante décadas, la política de no alineamiento militar ha servido de base para la estabilidad en la región del norte de Europa, ha proporcionado un nivel fiable de seguridad para el Estado finlandés y ha constituido una base sólida para establecer una cooperación y una asociación mutuamente beneficiosas entre nuestros países, donde el papel del factor militar se ha reducido a cero.
Ni las garantías de Rusia de no tener intenciones hostiles hacia Finlandia ni la larga historia de cooperación de buena vecindad y mutuamente beneficiosa entre nuestros países convencieron a Helsinki de las ventajas de mantener una política de no alineamiento militar.
El objetivo de la OTAN, cuyos países miembros han convencido enérgicamente a la parte finlandesa de que no hay alternativa a la adhesión a la alianza, es claro: seguir expandiéndose hacia las fronteras de Rusia, crear otro flanco de amenaza militar contra nuestro país. Pero por qué Finlandia debe convertir su territorio en una frontera de confrontación militar con la Federación Rusa, mientras pierde su independencia al tomar sus propias decisiones, la historia lo juzgará.
La parte rusa ha subrayado en repetidas ocasiones que la elección de cómo garantizar su seguridad nacional corresponde a las autoridades y al pueblo finlandés. Sin embargo, Helsinki debe ser consciente de la responsabilidad y las consecuencias de tal decisión. El ingreso de Finlandia en la OTAN perjudicará gravemente las relaciones bilaterales ruso-finlandesas, manteniendo la estabilidad y la seguridad en la región del norte de Europa. Rusia se verá obligada a tomar medidas de represalia, tanto de carácter técnico-militar como de otro tipo, para frenar las amenazas a su seguridad nacional que surjan en este sentido.
El ingreso en la OTAN también supondrá una violación directa de las obligaciones legales internacionales de Finlandia, principalmente el Tratado de Paz de París de 1947, que establece la obligación de las partes de no establecer alianzas ni participar en coaliciones dirigidas contra una de ellas, así como el Tratado de 1992 entre Rusia y Finlandia sobre la base de las relaciones, que establece que las partes se abstendrán de la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de la otra parte, no utilizarán ni permitirán el uso de su territorio para la agresión armada contra la otra parte. Sin embargo, dada la actual actitud indiferente del Occidente colectivo hacia el derecho internacional, este comportamiento se ha convertido en la norma.
Reaccionaremos en función de la situación.
Fuente: Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia
12 de mayo de 2022