Resumen Latinoamericano, 21 de julio de 2022.
En una concurrida y sentida ceremonia en el cementerio de la localidad de Balmaceda, despidieron los restos de la militante independentista y luchadora por la Amnistía para las y los presos vascos, Zaloa Respaldiza, quien actualmente integraba la organización Tinko, que reivindica la memoria de lucha del pueblo vasco y denuncia la represión.
Conocimos bien el talante solidario de Zaloa, por eso allí estuvimos para rendirle también nuestro sentido homenaje.
Reportaje gráfico: María Torrellas
No has muerto, eres semilla y te multiplicarás
Por Carlos Aznarez
Querida Zaloa, hoy estuve en tu pueblo de Balmaceda, rodeado de ese verde montañoso inconfundible de Euskal Herria. Allí me encontré con muchos y muchas que querían homenajear tu enorme militancia, jóvenes y no tan jóvenes, muchos de ellos y ellas con años de cárcel acumuladas sobre sus espaldas, como es común en esta tierra. No hacía frío pero de todas maneras, Bego te puso sobre los hombros la bandera roja con esa sigla que significa mucho para todas y todos nosotros: Amnistía.
Desfilaste entre ikurriñas, que con su rojiverde y blanco te acariciaron con todo ese amor que cosechaste en tus muy jóvenes 40 años. De pronto te descubrí sonriente, en esa foto que expresa a la perfección como eras, con tu delantal blanco, y en el medio el anagrama que tan magníficamente construyó ese escultor insuperable llamado Chillida, quien lo donó para que sirviera como símbolo de la lucha por la libertad de las y los presos vascos. Reías con esa ternura que valoraron quienes militaron contigo, precisamente cuando con esa fuerza que solo tienen las y los valientes, no dejabas de ejercer jamás la solidaridad con las y los que eran golpeados, acorralados, torturados, encarcelados.
«Zaloa era un tractor, siempre empujando a quienes se quedaban retrasados», me dijo un compañero que te conoció mucho, y se refería a la forma en que asumías tu pelea por la amnistía, en cuanto organismo participabas. Él también me recordaba que en varias ocasiones difíciles (muerte de un compañero a manos de los de siempre) bailabas el aurresku para homenajear su lucha. Ese mismo aurresku que te brindaron en esta ocasión tus compañeras, con el rostro serio y el corazón en un puño de tanto dolor por esta partida para la que nadie estaba preparado.
No faltaron los bertzos recordando tu trayectoria, ni la txalaparta, ni la trikitrixa, ni el canto imprescindible del «Txoria txori». Tampoco el saludo de Patxi Ruiz y Kepa Preciado, desde los calabozos del imperio español, recordándote como una compañera rebelde y revolucionaria.
Te confieso que en varios momentos se nos cayeron las lágrimas, nos abrazamos entre nosotros para darnos fuerza y para dártela a tí también, para este viaje que inicias, tan difícil como la propia vida. Pero no dudo que sabrás enfrentarlo como siempre, a punto de puro coraje y amor por la causa que defendiste hasta desfalecer, la de la independencia, el socialismo y la libertad de quienes lo dieron todo.
Hasta la victoria siempre, compañera Zaloa, que nadie nos diga que has muerto, cuando todos sabemos que estas sembrada en esta tierra para que tu legado se multiplique.