Un nuevo estudio publicado por el Banco Centro Europeo (BCE) en el boletín económico de agosto de 2022 indica que los beneficios empresariales (especialmente si son excesivos y desconectados de los fundamentos económicos) también forman parte de la ecuación y son un riesgo que puede alimentar la cabalgata de precios.
“La inflación alta y persistente aumenta el riesgo de efectos de segunda ronda que se materializan a través de salarios más altos y mayores márgenes de beneficio”, considera el estudio de los economistas del BCE Niccolò Battistini, Helen Grapow, Elke Hahn y Michel Soudan.
Los economistas del BCE consideran que el peso de los salarios es ahora menor en el menú de costes que inciden en la inflación como consecuencia de las reformas estructurales que se han producido en las últimas décadas y que han ido quitando poder a los trabajadores.
La desregulación de las leyes laborales, la reducción de las tasas de sindicalización, la reducción de la negociación colectiva, son algunos de los factores mencionados. Otros economistas dicen que es un legado de la pandemia.
A nivel de las instituciones del mercado laboral, todo apunta a “una indexación salarial menos generalizada y un menor grado de sindicalización”. Los trabajadores parecen tener cada vez menos poder de negociación, básicamente, infieren los expertos del BCE.
A fin de cuentas, argumentan que, quizás, los salarios son un factor inflacionario menos amenazante hoy que en el pasado, y que los márgenes de beneficio de las empresas (o si algunos sectores que son más poderosos en su capacidad para fijar estos precios) deberían ser más seguidos. de cerca Advertencia.
Más economistas también apuntan que «los beneficios empresariales han contribuido de forma desproporcionada a la inflación»
El estadounidense Josh Bivens, director de investigación del Instituto de Política Económica (EPI) y profesor de la Universidad de Maryland (EEUU), no tiene mayores dudas. Mirando la realidad de la economía estadounidense, Bivens, citado por Dinheiro Vivo, concluye que «los beneficios empresariales han contribuido de forma desproporcionada a la inflación».
La idea de este economista es que durante la pandemia el empleo estuvo relativamente protegido y el desempleo terminó siendo estable. En otras palabras, el factor trabajo nunca fue realmente una limitante y no fue determinante en la determinación del nivel de inflación actual, como lo fue en el pasado.
Lo que ha cambiado en el entorno son los crecientes cuellos de botella en el suministro de materias primas y componentes a nivel mundial. Esto comenzó a ser visible en 2021, mucho antes de la guerra de Rusia contra Ucrania, con escasez de alimentos, fertilizantes, semillas, componentes de automóviles, semiconductores, capacidad de transporte global (flete marítimo, por ejemplo).
Según el profesor, «desde la recesión del Covid-19, que comenzó en el segundo trimestre de 2020, los precios globales en el sector de las empresas no financieras han subido a una tasa anualizada del 6,1%, un valor mucho más pronunciado en comparación con el crecimiento de precios del 1,8% que caracterizó el ciclo económico prepandemia de 2007−2019».
“Sorprendentemente, más de la mitad de este aumento (53,9 %) se puede atribuir a márgenes de beneficio más amplios, y los costos laborales contribuyen con menos del 8 % a este aumento”.
Fuente: Abril Abril.
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