Geor­gia, Occi­den­te inten­ta otro golpe

Una ley anun­cia­da y pos­te­rior­men­te reti­ra­da, no por­que no fue­ra legí­ti­ma e inclu­so nece­sa­ria, sino para reba­jar la ten­sión calle­je­ra gene­ra­da por la movi­li­za­ción de la opo­si­ción finan­cia­da por Washing­ton y Bruselas.

Qui­zás haber­la reti­ra­do podría resul­tar un error, podría leer­se como un signo de debi­li­dad; pero si el gobierno geor­giano bus­ca­ba la con­fir­ma­ción de la exis­ten­cia de un plan sub­ver­si­vo para derri­bar­lo y entre­gar Geor­gia a manos occi­den­ta­les, la ha encon­tra­do. Níti­da en sus prue­bas y cla­ra en sus con­tor­nos, nacio­na­les e inter­na­cio­na­les. Lo que se repre­sen­tó en Tiflis es, en gran medi­da, el guión habi­tual de las «revo­lu­cio­nes de colo­res» pro­mo­vi­das por Occi­den­te, que ya se había ensa­ya­do en Geor­gia en 2003.

Occi­den­te ha demos­tra­do sobra­da­men­te su apo­yo a los gol­pis­tas, la opor­tu­ni­dad de un Euro Mai­dan ver­sión 2023 le pare­cía jugo­sa. Borrell, qu nun­ca pier­de la opor­tu­ni­dad de inter­pre­tar el papel de cabo ton­to de la serie, ha ame­na­za­do con impe­dir la adhe­sión de Geor­gia a la Unión Euro­pea. Blin­ken cali­fi­có la ley de «muy gra­ve, una copia de la rusa» y ame­na­zó con san­cio­nes (qué nove­dad), ocul­tan­do que si bien hay para­le­lis­mos con la ley rusa, los hay mucho mayo­res con la legis­la­ción esta­dou­ni­den­se y euro­pea. La pro­pues­ta que se deba­te en Geor­gia es, de hecho, com­pa­ra­ble a la lla­ma­da Ley de Regis­tro de Agen­tes Extran­je­ros esta­dou­ni­den­se (FARA) de 1938. Esta ley exi­ge que quie­nes reali­cen de hecho acti­vi­da­des de «lobby» para enti­da­des extran­je­ras se regis­tren como «agen­tes extranjeros».

Vea­mos un pano­ra­ma más pre­ci­so ¿Qué repre­sen­ta­ba esa ley? ¿Qué intere­ses toca­ba y qué reper­cu­sio­nes ten­dría al ser apro­ba­da? La ley fue des­cri­ta por los medios de comu­ni­ca­ción occi­den­ta­les, la UE y la Casa Blan­ca como una «ley rusa», lo que sig­ni­fi­ca un para­le­lis­mo entre la ley pro­pues­ta y las vigen­tes en Rusia des­ti­na­das a los mar­cos jurí­di­cos y admi­nis­tra­ti­vos rela­ti­vos a las Orga­ni­za­cio­nes No Guber­na­men­ta­les, Aso­cia­cio­nes, ONLUS y Fun­da­cio­nes. En resu­men, toda la gala­xia de orga­ni­za­cio­nes sin áni­mo de lucro, es decir, orga­nis­mos apa­ren­te­men­te sin áni­mo de lucro, pero que en reali­dad cata­li­zan gran­des sumas de dine­ro extran­je­ro, que se invier­te en polí­ti­ca y no en acti­vi­da­des «sin áni­mo de lucro».

La ley esta­ble­ce la defi­ni­ción de «agen­te extran­je­ro» para todas las empre­sas en las que el 20% o más del capi­tal pro­ce­da del extran­je­ro. La defi­ni­ción de «agen­te extran­je­ro» no es un insul­to: iden­ti­fi­ca áreas y nor­mas de actua­ción de la empre­sa que son pro­pias de las acti­vi­da­des de las enti­da­des extran­je­ras. ¿Pue­de uti­li­zar­se la ley para dis­cri­mi­nar polí­ti­ca­men­te? Por supues­to y en todas par­tes. En lo que res­pec­ta a Esta­dos Uni­dos, ejem­plos del uso polí­ti­co y arbi­tra­rio de la FARA son el requi­si­to de regis­tro impues­to a la cade­na rusa RT Ame­ri­ca en 2017 y a la chi­na Chi­na Glo­bal Tele­vi­sion Net­work al año siguien­te. Pero esto no des­ató la polé­mi­ca sobre el evi­den­te abu­so. Enton­ces, ¿dón­de está el problema?

¿Será que las pre­rro­ga­ti­vas de Occi­den­te están veda­das a todos los demás? En el caso con­cre­to de Geor­gia, como en el de todos los paí­ses en los que Esta­dos Uni­dos pro­mue­ve el cam­bio de régi­men, una ley que hubie­ra prohi­bi­do las accio­nes polí­ti­cas de fal­sas ONG habría soca­va­do de raíz la labor de sub­ver­sión. Las acti­vi­da­des de des­es­ta­bi­li­za­ción de Esta­dos Uni­dos y la Unión Euro­pea en paí­ses hos­ti­les son bien cono­ci­das y se basan en la crea­ción de aso­cia­cio­nes, sin­di­ca­tos, par­ti­dos polí­ti­cos y medios de comu­ni­ca­ción que ope­ran en opo­si­ción a los res­pec­ti­vos gobier­nos. Este con­jun­to reci­be la robus­ta inyec­ción de millo­nes y millo­nes de dóla­res para el reclu­ta­mien­to, la finan­cia­ción y la pro­pa­gan­da de cam­pa­ñas anti­gu­ber­na­men­ta­les. La red mediá­ti­ca inter­na actúa en siner­gia y cone­xión con el apa­ra­to mediá­ti­co externo, es decir, las cade­nas occi­den­ta­les y la labor de afi­lia­ción y pro­pa­gan­da apo­ya­da en los medios socia­les. Se gene­ran cam­pa­ñas de men­ti­ras y se orga­ni­zan acti­vi­da­des delic­ti­vas para infun­dir una sen­sa­ción de inse­gu­ri­dad y crear un cli­ma de des­con­fian­za en el gobierno y gene­rar un cli­ma de ten­sión per­ma­nen­te para ser uti­li­za­do en las for­mas y tiem­pos esta­ble­ci­dos. Los méto­dos son insur­gen­tes, siguien­do el patrón clá­si­co del manual del «gol­pe sua­ve» escri­to por el ex agen­te de la CIA Gene Sharp.

El gol­pe permanente

Al fin y al cabo, la indi­so­lu­ble cade­na que une a USAID, NED y las ONG gol­pis­tas ubi­ca­das en paí­ses «hos­ti­les» a Esta­dos Uni­dos está sobra­da­men­te pro­ba­da y docu­men­ta­da. Y no hace fal­ta nin­gún talen­to espe­cial para el perio­dis­mo de inves­ti­ga­ción, ya que los des­em­bol­sos de sus fon­dos a los gol­pis­tas en sus res­pec­ti­vos paí­ses son públi­cos, dada la exi­gen­cia de ren­di­ción de cuen­tas debi­da a la recep­ción de fon­dos públi­cos. En cual­quier caso, como dijo su vice­pre­si­den­te, «USAID hace el tra­ba­jo que la CIA ya no pue­de hacer».

Ahí radi­ca el pro­ble­ma de la ley sus­pen­di­da. Dada la docu­men­ta­da e incon­tro­ver­ti­ble pro­ce­den­cia de la finan­cia­ción esta­dou­ni­den­se de pro­yec­tos des­ti­na­dos a la sub­ver­sión y ven­di­dos como «for­ma­ción de líde­res», «des­obe­dien­cia civil» y cual­quier otra cosa que la ima­gi­na­ción sugie­ra, la entra­da en vigor de la ley obli­ga­ría a ren­dir cuen­tas de los ingre­sos extran­je­ros y mos­tra­ría así a todo el mun­do cómo estos pala­di­nes de la soli­da­ri­dad no son más que agen­tes encu­bier­tos de la CIA. Que no tra­ba­jan para los intere­ses nacio­na­les de los paí­ses don­de ope­ran sino para los de Esta­dos Uni­dos y que lo hacen con dine­ro, órde­nes y pro­yec­tos esta­dou­ni­den­ses y europeos.

La apli­ca­ción de esta estra­te­gia gol­pis­ta es más cono­ci­da en Amé­ri­ca Lati­na, Euro­pa del Este y Orien­te Medio. Defi­ni­do por la corrien­te domi­nan­te como un «levan­ta­mien­to popu­lar» en nom­bre de hipo­té­ti­cos défi­cits demo­crá­ti­cos que se supe­ra­rían median­te una «pri­ma­ve­ra», no tie­ne nada de popu­lar y no apor­ta demo­cra­cia: es sólo una inter­ven­ción mili­tar y finan­cie­ra esta­dou­ni­den­se lle­va­da a cabo por dele­ga­ción por cien­tos de per­so­nas entre­na­das duran­te años para lle­var a cabo la tarea asignada.

Al fin y al cabo, la des­es­ta­bi­li­za­ción per­ma­nen­te es la úni­ca polí­ti­ca exte­rior real de Esta­dos Uni­dos. Las más de 700 bases mili­ta­res dise­mi­na­das por todo el pla­ne­ta, acom­pa­ña­das de las seis flo­tas mili­ta­res y el dis­po­si­ti­vo nuclear tác­ti­co y estra­té­gi­co, garan­ti­zan el con­trol sobre los cin­co con­ti­nen­tes, los corre­do­res de trán­si­to y las vías de comu­ni­ca­ción, el con­trol de las fuen­tes de agua dul­ce y los recur­sos del mar, la tie­rra y el sub­sue­lo. Pero la for­ma de saquear­los y de impo­ner por la fuer­za el lide­raz­go polí­ti­co esta­dou­ni­den­se se ejer­ce tam­bién median­te ope­ra­cio­nes de des­es­ta­bi­li­za­ción inter­na en cada país, con el con­trol de las elec­cio­nes y la for­ma­ción de la cúpu­la mili­tar, de inte­li­gen­cia, finan­cie­ra, judi­cial, diplo­má­ti­ca y mediática.

En el con­tex­to de las trans­for­ma­cio­nes que se han pro­du­ci­do en los últi­mos 25 años en las doc­tri­nas de segu­ri­dad nacio­nal esta­dou­ni­den­ses, la más evi­den­te es que el gol­pis­mo ‑sal­vo en casos espo­rá­di­cos- ha sus­ti­tui­do a los gol­pes de Esta­do clá­si­cos. Mien­tras que antes los gol­pes se lle­va­ban a cabo de la for­ma típi­ca de inter­ven­ción mili­tar inter­na, aun­que apo­ya­da des­de el exte­rior, en los últi­mos 25 años el modo de derro­ca­mien­to ins­ti­tu­cio­nal de un país se ha dis­fra­za­do con una ver­sión de pro­tes­ta popu­lar de carác­ter insu­rrec­cio­nal. Según el momen­to y el lugar, ha adop­ta­do la for­ma de un ver­da­de­ro gol­pe de Esta­do, como en Nica­ra­gua, Vene­zue­la, Cuba y Boli­via. En años ante­rio­res se apli­có en varios paí­ses de Euro­pa del Este, como Ruma­nía y Ucra­nia, pero fra­ca­só en Bie­lo­rru­sia, Kaza­jis­tán y Geor­gia. En Orien­te Medio, se pro­mo­vió, con des­igual for­tu­na, en Egip­to, Túnez y Marrue­cos, pero resul­tó insu­fi­cien­te para el pro­pó­si­to, has­ta el pun­to de for­zar la inva­sión de Libia, Siria, Irak y Líbano.

¿Geor­gia no y G‑7 sí?

La obli­ga­ción de ren­di­ción de cuen­tas y trans­pa­ren­cia de los actos admi­nis­tra­ti­vos, de ras­trear los movi­mien­tos de dine­ro cuan­do supe­ran el umbral del 20% de la finan­cia­ción total, de comu­ni­car cuan­do lle­ga del extran­je­ro, ya sea como des­em­bol­sos de otras orga­ni­za­cio­nes o de fon­dos pri­va­dos, o –con mayor razón– cuan­do pro­ce­de de gobier­nos u orga­ni­za­cio­nes ras­trea­bles has­ta ellos, es una obli­ga­ción impe­ra­ti­va en todos los paí­ses en los que se per­mi­te ope­rar a las ONG.

La exi­gen­cia de tra­za­bi­li­dad de los movi­mien­tos ban­ca­rios es una nor­ma que se han com­pro­me­ti­do a res­pe­tar todos los Esta­dos del mun­do que se han adhe­ri­do a la dis­ci­pli­na inter­na­cio­nal con­tra el blan­queo de capi­ta­les. Esta dis­ci­pli­na nació a fina­les de los años ochen­ta tras la crea­ción a esca­la inter­na­cio­nal de un orga­nis­mo par­ti­cu­lar, sur­gi­do al mar­gen de la cum­bre de Jefes de Esta­do y de Gobierno del G‑7 cele­bra­da en París en julio de 1989; este orga­nis­mo reci­bió el acró­ni­mo de GAFI, Gru­po de Acción Finan­cie­ra Inter­na­cio­nal. A él se adhie­ren todos los miem­bros del G‑7.

El GAFI, según sus esta­tu­to, «desa­rro­lla y pro­mue­ve polí­ti­cas con­tra el blan­queo de capi­ta­les y la finan­cia­ción del terro­ris­mo y for­mu­la reco­men­da­cio­nes que los paí­ses deben seguir». Des­de fina­les de 2022, las nor­mas de la Unión Euro­pea se han amplia­do a las tran­sac­cio­nes de criptodivisas.

En con­cre­to, Esta­dos Uni­dos y la Unión Euro­pea pre­sio­nan para que se con­tra­ten uni­da­des espe­cí­fi­cas de lucha con­tra el blan­queo de dine­ro y ame­na­zan a quie­nes no cum­plen las san­cio­nes comer­cia­les: por tan­to, no está cla­ro por qué una ley que res­pe­ta las nor­mas con­tra el blan­queo de dine­ro debe con­tar con la opo­si­ción de los mis­mos que la exigen.

Los dis­tur­bios calle­je­ros fue­ron orga­ni­za­dos y diri­gi­dos por miem­bros de ONG finan­cia­das por Esta­dos Uni­dos y la Unión Euro­pea. El obje­ti­vo es la caí­da del gobierno, por­que esto lle­va­ría a la rea­li­za­ción de dos obje­ti­vos pri­mor­dia­les: el pri­me­ro es colo­car un régi­men pro esta­dou­ni­den­se en la fron­te­ra con Rusia, algo que ya se inten­tó y tuvo éxi­to con Ucra­nia en 2014, pero fra­ca­só con Bie­lo­rru­sia y Kaza­jis­tán en 2020 y 2021. Si Geor­gia pasa­ra a manos de la OTAN, la ame­na­za mili­tar a Rusia se dupli­ca­ría y es casi segu­ro que se abri­ría un segun­do fren­te con pro­vo­ca­cio­nes ad hoc, que desem­bo­ca­ría en un inten­to de ame­na­za mili­tar y en el cie­rre de una de las rutas por las que lle­gan a Rusia mer­can­cías sancionadas.

Des­pués de todo, aquí está el enfa­do de Occi­den­te con el gobierno de Ira­kli Gari­bash­vi­li: Geor­gia quie­re per­ma­ne­cer neu­tral en el con­flic­to entre Rusia y Ucra­nia y no se aso­cia a las san­cio­nes con­tra Mos­cú, lo que difi­cul­ta a la OTAN seguir expan­dién­do­se hacia el Este y ame­na­zar las puer­tas de Mos­cú. Todo vía gue­rra o vía ONG.

Fabri­zio Casari

14 de mar­zo de 2023

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