El implacable y avaricioso jehová capitalista ha castigado a Grecia por no hacer sus deberes a tiempo. Italia, y sobre todo Portugal, ahí andan, renqueando de mala manera con sus tareas y expuestos también a la «ira divina». Según la vicepresidenta Fernández de la Vega, el Estado español está bordando sus deberes y le van a quedar hechos un primor… el problema es que se está retrasando demasiado y que le acosan los bullies financieros. Alemania, como primera de la clase, hace tiempo que supuestamente solventó sus quehaceres. Gran Bretaña y Francia tienen algún que otro ejercicio pendiente pero, como no son países PIGS (o sea, de segunda) sino PRAE (es decir, de primera, «países ricos altamente endeudados»), pues de momento el matonaje capitalista les deja estar.
Pero que no se hagan demasiadas ilusiones, que ahí, controlando la tramoya, sigue la élite del poder mundial, como ese Club Bilderberg que, según P. J. Watson, en su próxima reunión de junio en Sitges quizá decida mantener la recesión mundial y aumentar el sufrimiento económico de la gran mayoría en beneficio de sus planes; planes que incluyen, claro está, imponer a las clases populares deberes hasta la extenuación, entendiéndose por deberes el desmantelamiento total del ya exangüe entramado de derechos sociales como supuesta conditio sine que non para «salir de la crisis», estabilizar el déficit, asegurar la competitividad, alejar a los especuladores, pagar la deuda, remendar burbujas pinchadas y bla, bla, bla… De regulación de esa cueva de ladrones que es el mercado financiero, ni palabra; faltaría más.
En ese contexto, se diría que el gran capital, las multinacionales, los millonarios, piratas y trileros financieros han elegido a Grecia, por combativa, como laboratorio para someter a prueba la respuesta social a esa terrorista ofensiva de «ajuste» extremo que, en Europa, quieren aplicar a los PIGS primero y luego (aunque de otra manera) a los PRAE, que algunos describen como «terapia dolorosa que nos tenemos que aplicar por nuestro bien», aunque el que esté enfermo sea otro (el capitalismo en crisis).
La respuesta que, en contradicción total con su programa electoral, ha dado el recientemente elegido gobierno de Papandreu (presidente de la Internacional Socialista) a los ataques contra la deuda y la autonomía griegas pone una vez más de relieve la naturaleza de clase del estado burgués. Defensor siempre en última instancia del gran capital, utiliza, claro está, la represión física pura y dura allí donde hay organización suficiente como para hacerle frente y organizar huelgas generales, en el sentido más radical del término.
Pero en tiempos de crisis como el actual, en que el sistema para sobrevivir, se reconfigura maximizando el saqueo y la explotación (pensiones, sanidad, educación, dinero público, pequeños ahorros… todo «para casa»), la represión no es suficiente para mantener y legitimar la hegemonía. Hay que complementarla con otros elementos que atraigan a su antisocial proyecto a capas populares desideologizadas y/o atemorizadas, a sectores de la pequeña burguesía… La cuestión es constituir un bloque social interclasista en base a criterios y prejuicios «nacionales», económicos, racistas, xenófobos, religiosos, atizados y alimentados artificialmente y de modo muy elaborado por los oligopolios mediáticos.
Necesitan designar a un enemigo «extranjero» o interior que justifique su necesidad de violar todos los principios y derechos fundamentales en los que dicen sustentarse las democracias occidentales. En Gran Bretaña, por ejemplo, ha habido recientemente huelgas obreras bajo el eslogan «empleos británicos para los trabajadores británicos». En Francia, la venenosa combinación de su pasado colonial y su «guerra» contra el terrorismo permite que los medios conviertan fácilmente al musulmán y al árabe en el enemigo y en claro elemento de desunión y alienación obreras. Ahora mismo, las organizaciones griegas de izquierda se ven en la increíble necesidad de combatir, en total desigualdad de condiciones, el mentiroso mito propagandístico de «los perezosos trabajadores griegos» acostumbrados a vivir por encima de sus posibilidades, con pagas y jubilaciones anticipadas millonarias a cuenta básicamente de los pobres currelas alemanes.
Al parecer, son bastantes los trabajadores teutones que se han tragado ese xenófobo discurso tan contraproducente para el movimiento trabajador.
En el históricamente endeble Estado español, entre la «reconquista», los cristianos viejos y nuevos, el ejemplar pasado imperial, las guerras del siglo XIX, el golpe del 36, la larga pesadilla franquista, su continuismo en «democracia» y la criminalización de lo vasco, las clases populares son en un porcentaje considerable, además de políticamente analfabetas, bastante tendentes al patrioterismo interclasista y a buscar el enemigo en el sitio equivocado, dejándose arrastrar fácilmente por la demagogia punitiva de políticos, sindicatos, jueces y periodismo basura. Muchos de los que tuvieron que emigrar (a Euskal Herria, Catalunya, Alemania, Estado francés…) parece que no han entendido lo enriquecedor de la diversidad, la lucha de clases y el internacionalismo.
Sólo desde ese prisma se puede entender que, con 4,5 millones de parados, las encuestas digan que la figura pública más valorada es Rubalcaba, el ministro del Interior: los corderos eligiendo al lobo para que los proteja. ¡Increíble! Que, en plena marea de escándalos por pederastia, la ultraderechista Iglesia española se atreva a recomendar al personal que a la hora de hacer la declaración la renta ponga una x en su casilla como método infalible para solucionar la crisis sólo es explicable dentro de un caldo de cultivo específico.
Únicamente desde esa latente amalgama de fascismo-racismo-xenofobia se comprende que ese manipulable pueblo español explotado, colonizador y colonizado, ría los insultos a Evo Morales o a Hugo Chávez y legitime alborozado la vengativa y desproporcionada violencia estatal y el reaccionarismo penal que atentan gravemente contra las bases del sistema democrático y contra su derecho a combatir a sus explotadores. Claro que todo ello está programadamente alentado desde arriba e incluso apoyado por los sectores que una menos se podía esperar.
Ahí tenemos partidos políticos como ERC votando sorprendentemente a favor de una reforma claramente regresiva (y antivasca) del Código Penal, aunque, en palabras de su portavoz, Joan Ridao, desprenda «cierto populismo punitivo» y afecte a las clases más desfavorecidas. A pesar de las preocupaciones repetidamente mostradas por Amnistía Internacional, en la práctica (que es lo que importa) ni a IU ni a CCOO o UGT les quita el sueño que el sistema penal esté plagado de jueces fascistas, o que las leyes antiterroristas, la Ley de Partidos, el mantenimiento del antiguo TOP bajo el nombre de Audiencia Nacional, la existencia de tortura, el inquisitorial castigo contra el independentismo vasco… pongan en evidencia la incapacidad del Estado español de abordar los problemas nacionales y sociales del territorio que controla y su intento de compensar lo deficiente de su estructura política por medio de una herramienta penal cada vez más alarmantemente reaccionaria y antidemocrática. A toda esa progresía, que se sepa, no le causa picores el que todas esas medidas no hagan sino seguir alimentando a la bestia fascista que, desde el PP, la FAES de Aznar y otra serie de asociaciones ultraderechistas bien regadas de dinero público, muestra una voracidad ilimitada.
Del mismo modo, la clase «intelectual» no considera preocupante ni digno de denuncia el alarmismo, el racismo, la xenofobia y el populismo punitivo con el que desde los medios «encienden» a la gente en torno a temas como la pederastia, los crímenes sexuales y ciertos robos, que se aprovechan luego para endurecer el castigo contra la disidencia (la vasca, sobre todo), en terreno abonado, claro.
¿Qué papel formativo cumplen esos «pensadores», si hasta la vicepresidenta Fernández de la Vega ha reconocido que el tremendo endurecimiento del Código Penal que incluye la libertad vigilada posterior a la cárcel para «terroristas» tiene relación directa con «acontecimientos que conmocionaron a la opinión pública», como los de Marta del Castillo y Mari Luz, a cuyo padre el PP (y su engrasado soporte mediático) ha convertido en portaestandarte de la petición de cadena perpetua? ¿Acaso nadie sabe que el endurecimiento de los códigos penales coincide siempre históricamente con coyunturas de crisis, en las que al poder le interesa azuzar la lógica popular del linchamiento para poder reprimir libremente las luchas ya existentes y las por venir?
Tras las cortinas de humo del terrorismo, la inseguridad, la piratería, la criminalidad e incluso el «incontrolable mercado financiero», los estados occidentales intentan que las clases populares se confundan de enemigo y que, en lugar de organizarse para presionar y luchar por sus intereses, apunten al blanco equivocado… Y les «hagan los deberes» a los que nos machacan.
¡Solidaridad con el pueblo griego en lucha! ¡Solidaridad con la huelga de la enseñanza pública no universitaria organizada por el sindicalismo mayoritario vasco para el próximo 25 de mayo! ¡Basta ya del colaboracionismo y «esquiroleo» de los hipersubvencionados, minoritarios y ultraespañoles CCOO y UGT!