La plataforma petrolífera Deepwater Horizon explotó el pasado 20 de abril en el Golfo de México. Provocó la muerte de 11 personas y una marea negra, la peor de la historia, de nefastas consecuencias. No en vano el agujero vierte al mar alrededor de 800.000 litros de petróleo diariamente. Como consecuencia, miles de especies marinas y terrestres se encuentran gravemente amenazadas. De hecho, el petróleo es enormemente dañino para el medio ambiente marino y costero.
Las ejecutivas de BP (responsable de la explotación comercial del yacimiento), Transocean (propietaria de la plataforma) y Halliburton (que trabajaba en ella) están respondiendo del modo esperado: eluden responsabilidades y como buenas carroñeras se culpan mutuamente. Desde luego, no son las únicas culpables. El Mineral Managemente Service, organismo del Gobierno de los Estados Unidos de América encargado de otorgar las licencias de explotación petrolífera no pidió suficientes medidas de seguridad a BP para operar en el Golfo. Es más, BP conocía los problemas de la plataforma antes de la explosión de la plataforma que dio inicio al derrame. Estaba al corriente de una filtración no solucionada. Pero optaron por continuar, pese a que la seguridad de la operación dependía de un mecanismo defectuoso.
La magnitud de este suceso viene a añadir urgencia y argumentos al planteamiento de la izquierda abertzale: resulta imprescindible e inaplazable un profundo cambio, desde la base, hacia un modelo energético más saludable para el medio ambiente, limpio y seguro. Se comprueba una y otra vez que no son fiables las supuestas garantías de seguridad dadas por gobiernos y empresas. Aún con las infraestructuras petroleras más desarrolladas, con acceso a las tecnologías más avanzadas, la continuación del modelo capitalista y su afán por explorar, extraer y consumir más y más petróleo no lleva sino a la destrucción. El afán de lucro, la insaciable acumulación de beneficios conduce a desestimar los riesgos de vertido, a calificarlos de insignificantes en ineficaces evaluaciones de impacto ambiental…
El planeta no puede continuar bajo el imperio del “cuanto más, mejor: más rápido, más lejos, más consumo y derroche…”. Con un consumo mundial de 13.515 millones de litros de petróleo al día, la devastación medioambiental es inevitable. Con el agravante, socialmente hablando, de que la cuarta parte más rica de la población mundial – donde se sitúa la población de Euskal Herria‑, consume ¾ del petróleo mundial. Recapacitemos: la negra marea no esconde nada, tan sólo indica el negro futuro.