Arribamos a la celebración de la tercera edición de la Jornada Cubana contra la Homofobia con un incipiente debate sobre diversidad sexual en gran parte de la nación. Para la mayoría de las personas que se han sumado a la Campaña Educativa por el Respeto a la Libre Orientación Sexual e Identidad de Género ha significado un sostenido y enriquecedor aprendizaje sobre estos temas.
Afortunadamente las reacciones a esta Campaña han sido también diversas y en general pudieran calificarse de apoyo, solidaridad, respeto y también de ambivalencia, rechazo y escepticismo. Una minoría espuria, apoyada –según reconocen ellos mismos- por la Oficina de Intereses de los Estados Unidos de América en La Habana y por una organización española de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros (LGBT), aliada del fascista Partido Popular, nos han hecho contracampaña, basadas en las más burdas mentiras y descréditos a nuestro trabajo.
Tanta rabia y pataleta obedece a que en los últimos tres años hemos logrado avances como resultado de nuestro enfoque en considerar los derechos sexuales como derechos humanos. En 2008 se aprobó la resolución 126 del Ministerio de Salud Pública que regula todos los procedimientos médicos, que de forma gratuita y universal se les brindan a las personas transexuales. Como resultado, se reanudaron las cirugías de reasignación sexual a estas personas.
Adicionalmente, la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad emitió una declaración en la que no considera a la transexualidad como una enfermedad mental y aboga por garantizar los cuidados médicos y psicológicos, así como el apoyo social y jurídico que requieren estas personas, víctimas de discriminación por su identidad de género.
En ese mismo orden de cosas, nuestro Estado y Gobierno apoyaron la Declaración que condena la violación de los derechos humanos por orientación sexual e identidad de género ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 18 de diciembre de 2008. Este gesto demuestra el favorable curso que ha tomado el diálogo con nuestros dirigentes del Estado y del gobierno.
En enero del año en curso, el CENESEX firmó un acuerdo de colaboración sobre Diversidad Sexual con la Defensoría del Pueblo de la República Bolivariana de Venezuela. En fecha muy reciente celebramos el primer seminario que abre el camino para incluir esta temática en las políticas de los gobiernos miembros del ALBA.
Sin embargo, en el ámbito legislativo nacional aún quedan muchos desafíos por delante. La propuesta de modificaciones al Código de Familia que desde 2005 se hiciera a la Asamblea Nacional del Poder Popular, sigue en espera. La inclusión del reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo y del legítimo derecho que todas y todos tenemos a adoptar y construir modelos alternativos de familia, parecen explicar semejante demora. Otro aspecto trascendental es garantizar el acceso de las lesbianas a los métodos de reproducción asistida, con igualdad de derechos a las parejas heterosexuales.
Algunas personas, de muy buena fe, se preguntan si la sociedad cubana está lista para aprobar este nuevo Código, que se adecua a las condiciones actuales de la familia cubana. Me limitaré a responder con otras preguntas: ¿Estábamos acaso listos para reconocer el derecho pleno de las mujeres cubanas en 1959? y ¿Estábamos listos para establecer de un plumazo las leyes que protegen a las personas de la discriminación por el color de la piel?
El disfrute de la sexualidad es inherente a la naturaleza humana y como tal nos pertenece como derecho. Legislar a favor de los derechos de los grupos menos favorecidos ha sido parte indisoluble de la esencia humanista de la Revolución cubana. No se trata de estar listos, se trata de un acto de justicia que no requiere más dilación. Como ciudadano cubano solicito a las compañeras y compañeros diputados que piensen detenidamente y con justeza sobre estos hechos.
Otro aspecto importante es la reacción negativa de algunas iglesias cubanas ante estas iniciativas legislativas, sobre todo ante la supuesta amenaza de “legitimar el matrimonio homosexual” y el Decreto Ley sobre identidad de género, que de aprobarse, reconoce el cambio de identidad de las personas transexuales, aún cuando les sea imposible o no deseen someterse a la cirugía de reasignación sexual. Cualquier fundamentalismo, venga de donde venga, cercena la libertad plena del ser humano. Tengo la plena confianza que nuestro Estado laico no aceptará presiones basadas en criterios pseudocientíficos y medievales.
Afortunadamente no todas las iglesias cubanas han adoptado iguales posturas. La participación en esta Jornada del Centro Memorial Martin Luther King Jr., El Movimiento Estudiantil Cristiano, El Grupo de Reflexión Oscar Arnulfo Romero, El Seminario Evangélico de Matanzas, El Instituto de Género, así como miembros de congregaciones cristianas de los Estados Unidos, Brasil, entre otros; son una muestra de que no estamos solos en esta lucha.
En el marco de la educación, la inclusión de los temas de la diversidad sexual en los programas curriculares en todos los niveles de enseñanza sigue pendiente. La resistencia a aplicar el Programa Nacional de Educación Sexual perpetúa la homofobia, la lesbofobia y la transfobia escolar y legitima los enfoques binarios de género ‑masculino y femenino- derivados de la norma heterosexual, patriarcal y machista. Si de veras queremos un cambio cultural que desarticule los poderes hegemónicos del patriarcado, tendremos que pensar en este enfoque educativo desde los primeros años de vida.
En este mismo sentido notamos una mejor disposición de los medios de comunicación a facilitar las campañas educativas sobre estos temas. Sin embargo, las personas encargadas de definir las políticas editoriales y de transmisión de la información debieran pensar en una estrategia sistemática y en recibir asesoría que garanticen una difusión apropiada de los mensajes educativos relacionados con la diversidad sexual. Las resistencias son parte del proceso de debate y de asimilación de los cambios culturales. La sociedad cubana cambia de forma dinámica y rápida, es nocivo para la nación que los medios de difusión estén ajenos a esta realidad.
Quisiera referirme brevemente a las políticas aplicadas hacia las personas gay, lesbianas, bisexuales y transgéneros en el seno del Partido Comunista de Cuba. Soy un convencido de que lo individual es político y por lo tanto se hace necesario explicitar en los Estatutos del Partido la prohibición de discriminar por orientación sexual e identidad de género. A pesar de los relevantes y favorables cambios en este sentido dentro de la organización política, algunos militantes aún consideran que “la homosexualidad es un rezago burgués, contrario a la moral socialista”. A la luz de los conocimientos actuales, contamos con abundante información de que, si algo debe ser considerado como burgués o contrario a la moral socialista, es la homofobia. La no inclusión de este tema en los mencionados estatutos deja abierta una brecha para que se cometan actos discriminatorios.
En Cuba la homosexualidad está totalmente despenalizada desde la última década del siglo pasado. Ninguna persona puede ser detenida o juzgada por expresar su orientación sexual e identidad de género. A pesar de la estrategia de capacitación que el CENESEX y el Centro Nacional de Prevención de las ITS y el VIH Sida desarrollan con algunas unidades de la Policía Nacional Revolucionaria, el asedio por parte de algunos agentes del orden hacia las personas LGBT en los sitios de encuentro continúa. Lamentamos que muchos de ellos no se ajusten profesionalmente a la ley y actúen desde sus prejuicios y desconocimientos sobre estas realidades. También reprobamos cualquier conducta ciudadana que viole la ley, independientemente de la orientación sexual o la identidad de género de la persona que delinque. A partir de las experiencias acumuladas en este trabajo con el cuerpo policial, abogamos por una profundización de los vínculos de trabajo entre el CENESEX y la PNR. En concreto, propongo la elaboración de un Plan de Capacitación sobre Diversidad Sexual, con metodología participativa, que permita formar a un grupo de policías como multiplicadores de estos conocimientos a sus compañeros.
Por último, quiero transmitirle a toda persona lesbiana, gay, bisexual, transgénero, intersexual y heterosexual ‑también a todo aquel que no se identifique con ninguna de las categorías anteriores- , que cada uno de nosotros somos en lo individual un agente de cambio cultural y social en la erosión de la homofobia, el machismo y el poder patriarcal. Que estas Jornadas sigan siendo el espacio que marque pautas en la participación de todas y todos para lograr este difícil y largo anhelo.
Muchas gracias.
*Alberto Roque es Presidente de la sección de Diversidad Sexual de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad – SOCUMES