Argen­ti­na. «En las villas se ve hacia dón­de va Bue­nos Aires»

Mariano Pag­nuc­co /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​3 de mar­zo de 2020

Jona­tan Bal­di­vie­zo, pre­si­den­te del Obser­va­to­rio del Dere­cho a la Ciu­dad, plan­tea que la fal­ta de regu­la­ción esta­tal en el tema de la vivien­da ha lle­va­do a una situa­ción de emer­gen­cia habi­ta­cio­nal en la capi­tal argen­ti­na. Cómo ope­ra el extrac­ti­vis­mo urbano, entre las vivien­das ocio­sas y los miles de inqui­li­nos que no pue­den pagar el alquiler.

Cuan­do se pien­sa en los con­flic­tos por el sue­lo, por lo gene­ral hay una aso­cia­ción direc­ta con el cam­po o los espa­cios de natu­ra­le­za viva. Sin embar­go, la ciu­dad es un terreno fér­til de dispu­tas polí­ti­cas, socia­les y ambien­ta­les rela­cio­na­das con el dere­cho a habi­tar­la. Con ese hori­zon­te nació, en 2014, el Obser­va­to­rio del Dere­cho a la Ciu­dad, un espa­cio con­for­ma­do por pro­fe­sio­na­les y estu­dian­tes de dis­tin­tas dis­ci­pli­nas que tra­ba­jan arti­cu­la­da­men­te con asam­bleas, movi­mien­tos socia­les y otros colec­ti­vos para pen­sar e inter­ve­nir en los diver­sos con­flic­tos que se dan en la ciu­dad.

Jona­tan Bal­di­vie­zo (abo­ga­do, 36) es el pre­si­den­te del Obser­va­to­rio y la lar­ga lis­ta de deman­das con­tra el Esta­do que ha enca­be­za­do inclu­ye una recien­te denun­cia penal con­tra Mau­ri­cio Macri y el ex pre­si­den­te de la Agen­cia de Admi­nis­tra­ción de Bie­nes del Esta­do (AABE), Ramón Lanús, por la ven­ta de apro­xi­ma­da­men­te 150 inmue­bles nacio­na­les, 80 de ellos ubi­ca­dos en la Ciu­dad de Bue­nos Aires, sin auto­ri­za­ción del Con­gre­so de la Nación.

Bal­di­vie­zo comien­za la char­la con una idea pro­vo­ca­do­ra: «Siem­pre se dice que hubo tres fun­da­cio­nes de Bue­nos Aires. Las dos pri­me­ras son las his­tó­ri­cas, lue­go cuan­do Alvear fue inten­den­te de la ciu­dad, que se cons­tru­ye­ron las dia­go­na­les, los gran­des pala­cios y se tra­tó de pen­sar la ciu­dad. A par­tir de allí, se aban­do­nó la pla­ni­fi­ca­ción. Noso­tros habla­mos de una cuar­ta fun­da­ción de Bue­nos Aires, que lle­va­ron ade­lan­te Macri y Larre­ta. Sus gobier­nos han trans­for­ma­do radi­cal­men­te la ciu­dad para peor«.

–¿Por qué el Obser­va­to­rio y otras orga­ni­za­cio­nes piden que se decla­re la emer­gen­cia habi­ta­cio­nal en Bue­nos Aires?

–La ciu­dad sufrió un 2001, sufrió la cri­sis glo­bal de 2008, actual­men­te en Argen­ti­na tam­bién hay pro­ble­mas eco­nó­mi­cos, pero la ciu­dad sigue man­te­nien­do las mis­mas polí­ti­cas socia­les y habi­ta­cio­na­les que en el año 2000. Ade­más, se quie­re hacer apa­ren­tar que en Bue­nos Aires está todo per­fec­to. Des­de las orga­ni­za­cio­nes que­re­mos mos­trar que hay una emer­gen­cia habi­ta­cio­nal que requie­re una inter­ven­ción del Esta­do. En 2004 hubo una decla­ra­ción de emer­gen­cia habi­ta­cio­nal, que ven­ció en 2008. Un año des­pués se pro­rro­gó la emer­gen­cia y Macri vetó la ley. Cuan­do se qui­so recu­pe­rar esta lucha, la Legis­la­tu­ra ni siquie­ra dio la posi­bi­li­dad de deba­tir­la y un par de meses des­pués suce­dió lo del Par­que Indo­ame­ri­cano (NdeR: una ocu­pa­ción de tie­rras públi­cas con dos muer­tes). A par­tir de allí no se vol­vió a dis­cu­tir nun­ca más la emer­gen­cia habi­ta­cio­nal en la ciu­dad, ni se vol­vió a pre­sen­tar una ley mar­co de vivien­da. Esto sig­ni­fi­ca que la pro­ble­má­ti­ca está sos­la­ya­da en Bue­nos Aires.

Foto: Vicky Cuomo
Foto: Vicky Cuomo

–Se cal­cu­la que en la ciu­dad hay alre­de­dor de medio millón de per­so­nas con pro­ble­mas habi­ta­cio­na­les. ¿A qué pobla­ción afec­ta prin­ci­pal­men­te esta situación?

–La emer­gen­cia habi­ta­cio­nal denun­cia una situa­ción colec­ti­va gene­ra­li­za­da de pro­ble­mas habi­ta­cio­na­les. En este con­tex­to, hay pro­ble­mas más gra­ves y menos gra­ves. Den­tro de la emer­gen­cia, están las per­so­nas en situa­ción de calle, las que viven haci­na­das, las que viven en villas, las que no tie­nen ser­vi­cios públi­cos, las que viven en dimen­sio­nes no ade­cua­das para la vida. Tam­bién inclui­mos a las per­so­nas que viven en inqui­li­na­tos, a las que viven en para­do­res y a las que han sufri­do incen­dios. Pero apar­te de ese colec­ti­vo, que está pasan­do por pro­ble­mas bas­tan­te gra­ves, den­tro de la ciu­dad tam­bién exis­ten otras cues­tio­nes que tie­nen que ver con la pro­ble­má­ti­ca habi­ta­cio­nal. Por ejem­plo, las casas que se están vinien­do aba­jo, a las que les fal­ta man­te­ni­mien­to y tam­bién inqui­li­nos que tie­nen que ver cómo pagan el alqui­ler mes a mes, por­que si no los des­alo­jan. Está tam­bién el tema rela­cio­na­do con los inmue­bles ocio­sos, la con­cen­tra­ción de la tie­rra… todo este con­tex­to hace que haya una emer­gen­cia habi­ta­cio­nal que tie­ne algu­nas mani­fes­ta­cio­nes más con­cre­tas y más gra­ves, pero que es una pro­ble­má­ti­ca pare­ci­da a un cán­cer que ha hecho metás­ta­sis en toda la ciu­dad y nece­si­ta una aten­ción. Si uno plan­tea las situa­cio­nes extre­mas, el Gobierno sola­men­te te va a dar solu­cio­nes para casos extre­mos. Noso­tros nece­si­ta­mos reso­lu­cio­nes inte­gra­les y radicales

–¿Por qué creés que el tema de la vivien­da no ha logra­do una resis­ten­cia social tan fuer­te como otros temas?

–Hay una ausen­cia en nues­tra cul­tu­ra jurí­di­ca de con­si­de­rar que la vivien­da es un dere­cho. His­tó­ri­ca­men­te, la Argen­ti­na fue for­ta­le­cien­do otras cues­tio­nes y las fue sacra­li­zan­do como dere­chos huma­nos. A raíz de la dic­ta­du­ra, se ha gene­ra­do una con­cien­cia jurí­di­ca en la que el indi­vi­duo nece­si­ta pro­tec­ción con rela­ción al Esta­do. Con los movi­mien­tos de prin­ci­pios de siglo, el tra­ba­jo que­dó pro­te­gi­do como una con­quis­ta, y lo mis­mo suce­dió con la edu­ca­ción y la salud. Eso está arrai­ga­do en la cul­tu­ra, pero la vivien­da no. Acá pue­den des­alo­jar barrios ente­ros y nadie se indig­na­ría tan­to, ni tam­po­co habría un apo­yo colec­ti­vo de la socie­dad para decir que se están vio­lan­do dere­chos huma­nos, sino que dirían que son usur­pa­do­res que están come­tien­do deli­tos. Todos sabe­mos que el sue­lo y el cam­po son recur­sos muy valio­sos, pero no ha evo­lu­cio­na­do la dis­cu­sión como para colo­car­los como un dere­cho humano. Enton­ces, la rela­ción entre la per­so­na y el sue­lo que­da en el ámbi­to pri­va­do. Si hay un des­alo­jo, es un con­flic­to entre dos pri­va­dos y el Esta­do no tie­ne que meter­se. Si hay una per­so­na en situa­ción de calle, es una res­pon­sa­bi­li­dad de la pro­pia per­so­na, ante lo cual el Esta­do no tie­ne nada que ver, y la socie­dad tam­po­co. A par­tir de la dic­ta­du­ra se fue per­dien­do la idea de que es un con­flic­to social y algo que nos ata­ñe a todos, y fue ence­rrán­do­se en la pers­pec­ti­va de res­pon­sa­bi­li­da­des indi­vi­dua­les. Cada vez que que­re­mos regu­lar esas rela­cio­nes pri­va­das, sal­tan los defen­so­res de la pro­pie­dad pri­va­da dicien­do que el Esta­do se está entro­me­tien­do en las liber­ta­des individuales.

–¿Qué suce­de con las villas por­te­ñas, don­de viven unas 400.000 personas?

–El de las villas no es un pro­ble­ma del 2001, sino de hace 80 años, y no tie­ne nin­gu­na aten­ción por par­te del Esta­do. La úni­ca aten­ción que se le pres­tó a las villas fue en la dic­ta­du­ra, para erra­di­car­las con topa­do­ras. En las villas se ve la des­re­gu­la­ción del mer­ca­do inmo­bi­lia­rio y hacia dón­de va la ciu­dad. La ten­den­cia que se ace­le­ra en las villas es la de vivien­das más chi­cas. Hace años que noso­tros habla­mos de las vivien­das de 3 x 3, y años des­pués se habi­li­ta en la ciu­dad el Códi­go de Edi­fi­ca­ción para vivien­das más chi­cas. En las villas ya esta­ba el pro­ce­so de inqui­li­ni­za­ción y la ciu­dad tam­bién ha lle­va­do ade­lan­te los inqui­li­na­tos. La villa es un espe­jo a futu­ro de lo va a suce­der en el mer­ca­do inmo­bi­lia­rio. A pesar de que hay gen­te que lo sufre actual­men­te, las villas mues­tran lo que pue­de suce­der en el res­to de la ciu­dad si el Esta­do no se invo­lu­cra en la polí­ti­ca urbana.

Foto: Federico Imas
Foto: Fede­ri­co Imas

–¿Qué rol cum­ple el Esta­do en lo que lla­más la cuar­ta fun­da­ción de Bue­nos Aires?

–Es un Esta­do total­men­te ausen­te de pen­sar la ciu­dad y de regu­lar­la. Siguien­do la mira­da neo­li­be­ral, el Esta­do inter­vie­ne don­de el mer­ca­do fra­ca­sa apa­gan­do los fue­gos más gra­ves. ¿Cuá­les son? La cues­tión habi­ta­cio­nal: 1 de cada 6 por­te­ños tie­nen pro­ble­mas habi­ta­cio­na­les gra­ves, casi la mitad de los por­te­ños alqui­la­mos, hay una gran con­cen­tra­ción de la tie­rra, la ciu­dad casi no tie­ne sue­lo (y lo poco que tie­ne el Gobierno lo ha ven­di­do) y tam­po­co hay polí­ti­cas ambien­ta­les a raíz de la fal­ta de sue­lo. Esta­mos muti­lan­do el arbo­la­do públi­co, lo que gene­ra el efec­to de “isla de calor”, y la cons­truc­ción de torres en Puer­to Made­ro o como se pla­nea con­ti­nuar en la cos­ta­ne­ra nor­te, impi­de el acce­so de los vien­tos para dis­mi­nuir la con­ta­mi­na­ción. Por otra par­te, la sobre­cons­truc­ción gene­ra diques en las napas y eso favo­re­ce las inun­da­cio­nes. A nivel ambien­tal, la fal­ta de pla­ni­fi­ca­ción está dan­do un com­bo que, suma­do al cam­bio cli­má­ti­co, mues­tra un futu­ro no muy espe­ran­za­dor para la ciudad.

–¿Cómo se expre­sa el extrac­ti­vis­mo en el ámbi­to urbano?

–Las medi­das con­tra el extrac­ti­vis­mo tie­nen que ver con todos estos para­dig­mas alter­na­ti­vos que se fue­ron pen­san­do y cons­tru­yen­do en opo­si­ción a lo que gene­ra­ba el sis­te­ma capi­ta­lis­ta y el pen­sa­mien­to moderno. Ese pen­sa­mien­to alter­na­ti­vo tuvo un encla­ve muy con­cre­to en lo que pasa­ba en Lati­noa­mé­ri­ca, en la his­to­ria de los paí­ses colo­ni­za­dos, peri­fé­ri­cos, que son los ámbi­tos del saqueo de la eco­no­mía mun­dial. Todo esto, en la ciu­dad, no es una tra­duc­ción lineal del extrac­ti­vis­mo, pero sí es una tra­duc­ción de ese cúmu­lo de pro­pues­tas alter­na­ti­vas que se vie­nen pen­san­do. Hay una fuer­te des­po­se­sión por acu­mu­la­ción en Bue­nos Aires, que tie­ne que ver con la con­cen­tra­ción de la tie­rra. Se ve cómo se va des­apo­de­ran­do a una pobla­ción de su terri­to­rio, que al mis­mo tiem­po regre­sa como escla­va, por­que tie­ne que pagar todos los meses un alqui­ler. His­tó­ri­ca­men­te, par­te de la dig­ni­dad de una per­so­na es tener sus medios de tra­ba­jo y no alie­nar­se para quien tra­ba­ja. La alie­na­ción en las ciu­da­des no se está dis­cu­tien­do actual­men­te, en Argen­ti­na no se plan­tea que aho­ra vinie­ron por los bie­nes urba­nos, es decir, los ámbi­tos de repro­duc­ción. Y nos ata­can crean­do las con­di­cio­nes para que haya menos pro­pie­ta­rios, no dán­do­nos acce­so a la vivien­da o las posi­bi­li­da­des de com­prar­la, con el incre­men­to exa­cer­ba­do de los impues­tos y el pago de las tari­fas de los ser­vi­cios públicos.

–En esta lógi­ca del extrac­ti­vis­mo urbano, hay una ten­den­cia a con­ver­tir a las ciu­da­des y las vivien­das en com­mo­di­ties. En vez de ser luga­res para habi­tar, son luga­res para la inver­sión de capi­tal, y no hay dife­ren­cias entre Bue­nos Aires, San Pablo o París.

–Exis­te un fenó­meno a nivel mun­dial y es que el sis­te­ma ya no sabe cómo hacer para sacar ren­ta­bi­li­dad. Antes, la ren­ta­bi­li­dad se saca­ba de la pro­duc­ción de la eco­no­mía real, gene­ran­do más plus­va­lía de los tra­ba­ja­do­res. Ante el incre­men­to de la tec­no­lo­gía, se hizo más difí­cil la ren­ta­bi­li­dad; los pro­duc­tos se fue­ron aba­ra­tan­do y ya no pudie­ron sacar más plus­va­lía de los tra­ba­ja­do­res. Enton­ces pasa­ron a la eta­pa finan­cie­ra, empe­za­ron a crear dine­ro con ins­tru­men­tos finan­cie­ros para tener ren­ta­bi­li­dad. Esto fue lo que gene­ró la cri­sis de 2008, y se empe­zó a tra­du­cir en cues­tio­nes urba­nas. La finan­cia­ri­za­ción de la eco­no­mía, en Bue­nos Aires, tie­ne algu­nos ras­gos. Por ejem­plo, el tras­pa­so de la vivien­da, que era una cues­tión del Esta­do, a una vivien­da mer­can­ti­li­za­da con el tema de los cré­di­tos, a una eta­pa de finan­cia­ri­za­ción que se está dan­do aho­ra en modo inci­pien­te. Lo vemos en algu­nas cues­tio­nes como en la urba­ni­za­ción del Barrio Car­los Mugi­ca (Villa 31 y 31 Bis): las escri­tu­ras que les hacen fir­mar a las fami­lias, dan­do auto­ri­za­ción al Gobierno para que pue­da aga­rrar todas las hipo­te­cas y ven­dér­se­las a un pri­va­do, que fue jus­ta­men­te lo que gene­ró la bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria en Esta­dos Uni­dos. Acá se está dan­do en un sec­tor peque­ño, son unas miles de fami­lias y no millo­nes como ocu­rrió en Esta­dos Uni­dos. Esto sig­ni­fi­ca abrir un camino para jugar finan­cie­ra­men­te con las deu­das de esas familias.

–¿Por qué en una ciu­dad don­de hay défi­cit habi­ta­cio­nal avan­za la cons­truc­ción de gran­des torres y edi­fi­cios de lujo?

–Las inver­sio­nes que se rea­li­zan en estos gran­des inmue­bles sun­tuo­sos son cons­truc­ción espe­cu­la­ti­va que gene­ra inmue­bles ocio­sos. Pero las inver­sio­nes tam­bién tie­nen que ver con la ren­ta­bi­li­dad del mer­ca­do finan­cie­ro: como no saben dón­de poner la pla­ta, hacen blan­queo de dine­ro cons­tru­yen­do. Guar­dan todo ese dine­ro cap­tu­ra­do de la ren­ta­bi­li­dad finan­cie­ra para que vaya adqui­rien­do valor con el paso del tiem­po. La finan­cia­ri­za­ción tam­bién tie­ne que ver con la dola­ri­za­ción del mer­ca­do inmo­bi­lia­rio. ¿Cómo pue­de ser que en Argen­ti­na no sólo se ofer­te, sino que se ven­da en dóla­res? Una cosa es poner un valor obje­ti­vo de la vivien­da en dóla­res, que des­pués a la hora de com­prar hay que tra­du­cir­lo a pesos y yo te doy el valor en pesos; pero es muy dis­tin­to a que ten­gas que com­prar en dóla­res. ¿Por qué la socie­dad ente­ra tie­ne que ban­car­se com­prar dóla­res, que no tene­mos, para que un pro­pie­ta­rio reci­ba dóla­res? En Argen­ti­na, un pro­pie­ta­rio no tie­ne nece­si­dad de reci­bir dóla­res. Son ras­gos cla­ros de un sis­te­ma que va ten­dien­do hacia la finan­cia­ri­za­ción, superan­do la lógi­ca mer­can­til que sería ganar en pesos con la compra-venta.

Foto: Federico Imas
Foto: Fede­ri­co Imas

–¿Qué suce­de con las vivien­das ociosas?

–No es un tema actual, sino algo que ya se dis­cu­tió en los años 90. En la Cons­ti­tu­ción de 1994, este tema figu­ra como un pro­ble­ma, los cons­ti­tu­yen­tes dije­ron que había que lle­var a cabo una polí­ti­ca públi­ca. La can­ti­dad de inmue­bles ocio­sos se ha ido incre­men­tan­do en la Ciu­dad de Bue­nos Aires. Actual­men­te, lo úni­co que tene­mos como datos es un infor­me del Ins­ti­tu­to de Vivien­da de la Ciu­dad (IVC) que arro­jó un resul­ta­do del 10 por cien­to de inmue­bles ocio­sos. En Bue­nos Aires hay un millón y medio de vivien­das resi­den­cia­les, el 10 por cien­to de eso son 150.000 vivien­das. Si mul­ti­pli­ca­mos este núme­ro por tres per­so­nas, te da como resul­ta­do prác­ti­ca­men­te el núme­ro de vivien­das nece­sa­rias para apa­ci­guar el défi­cit habi­ta­cio­nal de la ciu­dad. Esto demues­tra que no es una cues­tión de cons­truir más, sino de ade­cuar estos inmue­bles al mer­ca­do. Hay vivien­das que fue­ron cons­trui­das espe­cial­men­te para la espe­cu­la­ción inmo­bi­lia­ria. Ahí al pro­pie­ta­rio no le impor­ta que estén o no estén alqui­la­das. Lo indig­nan­te de todo esto es que tene­mos toda esta can­ti­dad de vivien­das sin usar y per­so­nas que están pade­cien­do pro­ble­mas habi­ta­cio­na­les. Cuan­do noso­tros hici­mos la apli­ca­ción para rele­var vivien­das ocio­sas (Habi­tApp), nos dije­ron que era una apli­ca­ción para usur­par las casas, y noso­tros lo que que­re­mos es visi­bi­li­zar esta pro­ble­má­ti­ca. De hecho, el Gobierno de la Ciu­dad ya tenía un rele­va­mien­to y un mapa rea­li­za­dos pero, polí­ti­ca­men­te, para favo­re­cer a su elec­to­ra­do y no per­der­lo, no quie­re avan­zar en estas políticas.

–¿Con el avan­ce de la espe­cu­la­ción inmo­bi­lia­ria no se corre tam­bién el ries­go de per­der la iden­ti­dad his­tó­ri­ca y cul­tu­ral de la ciudad?

–Con res­pec­to a lo his­tó­ri­co y cul­tu­ral, todo esto tie­ne que ver con los ras­gos direc­tos que tie­ne el neo­li­be­ra­lis­mo. Es un sis­te­ma que tra­ta de que no haya pasa­do social y de que haya una uni­for­mi­dad. Estos dos ele­men­tos son fun­da­men­ta­les para des­truir el patri­mo­nio his­tó­ri­co y cul­tu­ral de las ciu­da­des, y así des­tru­yen las iden­ti­da­des barria­les. Por un lado, se uni­for­mi­za todo para que todas las ciu­da­des se parez­can. Si yo voy a Jujuy, veo que los arre­glos que se hacen en la vía públi­ca son igua­les a los que se hacen en Bue­nos Aires, sin embar­go, ambos luga­res tie­nen his­to­rias com­ple­ta­men­te dis­tin­tas; si yo voy a una bici­sen­da en Ale­ma­nia, es idén­ti­ca a las bici­sen­das en Argen­ti­na. Lo mis­mo pasa con los shop­pings, que son igua­les en todas par­tes del mun­do. Ésa es la lógi­ca de la uni­for­mi­dad, don­de hay están­da­res inter­na­cio­na­les que empie­zan a bajar a nivel mun­dial y apa­re­ce la lógi­ca de que la socie­dad no nece­si­ta tener his­to­ria o no nece­si­ta tener un pasa­do común. Por eso vemos una des­truc­ción abis­mal del patri­mo­nio, hay demo­li­cio­nes, el espa­cio públi­co se uni­for­ma y hay una pul­sión para con­so­li­dar esa mira­da. Hay toda una nor­ma­ti­va de pla­ni­fi­ca­ción y de pro­tec­ción que empie­za a fle­xi­bi­li­zar­se y estan­da­ri­zar­se para que que­de a futu­ro. No es una cues­tión de un Gobierno, sino algo que se quie­re esta­ble­cer: otra for­ma de ver las ciu­da­des y que se con­so­li­de a nivel nor­ma­ti­vo. Con el mis­mo Códi­go urba­nís­ti­co han fle­xi­bi­li­za­do la pro­tec­ción patri­mo­nial, han per­mi­ti­do cons­truc­cio­nes que antes no se per­mi­tían, han saca­do manua­les de inter­ven­ción en el espa­cio públi­co. La des­pro­tec­ción patri­mo­nial es un nego­cio. Me com­pré algo bara­to don­de no se podía cons­truir, me cam­bias­te el Códi­go y aho­ra pue­do cons­truir arri­ba de un edi­fi­cio patrimonial.

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