Argentina. Pagar o no pagar la deuda, esa es la cuestión

Argen­ti­na. Pagar o no pagar la deu­da, esa es la cuestión

Eduar­do Luci­ta /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​5 de mar­zo de 2020

La nego­cia­ción de la deu­da ha entra­do en tiem­po de des­cuen­to. El Fon­do, los fon­dos y el gobierno ensa­yan pro­pues­tas, mien­tras una pre­gun­ta sub­ya­ce: ¿Qué es más cos­to­so evi­tar el default (sus­pen­sión de pagos) o ir a un default ordenado?

El Fon­do des­cu­brió el agu­je­ro del mate: que nues­tro país atra­vie­sa una cri­sis de sol­ven­cia y que está en default vir­tual o téc­ni­co. Con­tra­di­ce así su últi­mo aná­li­sis de sos­te­ni­bi­li­dad de la deu­da, publi­ca­do en julio de 2019. Más aún con­si­de­ra que el gobierno ya ha avan­za­do todo lo posi­ble con el “esfuer­zo fis­cal” (desin­de­xa­ción jubi­la­to­ria, eli­mi­na­ción de cláu­su­las gati­llo, anun­cio ‑pos­ter­ga­do aho­ra- de aumen­to de tari­fas seg­men­ta­do, incre­men­to de impues­tos…) y que no se le pue­de exi­gir ya supe­rá­vits fis­cal pri­ma­rio a ries­go de poner en ries­go la sus­ten­ta­bi­li­dad polí­ti­ca del gobierno, es el momen­to enton­ces de pedir­le a los acree­do­res pri­va­dos una “con­tri­bu­ción considerable”.

Ava­ló así la estra­te­gia argen­ti­na de rees­truc­tu­ra­ción de la deu­da con acree­do­res pri­va­dos. Al mis­mo tiem­po dejó en cla­ro que es el acree­dor prio­ri­ta­rio y que no está dis­pues­to a con­ce­der qui­tas ni reper­fi­la­mien­to alguno de sus acreen­cias, mucho menos a revi­sar sus responsabilidades.

El Fon­do y los fondos

Si se tra­ta­ra de una par­ti­da de tru­co se diría que el gobierno hizo la pri­me­ra pero en este jue­go lo que defi­ne son las otras dos manos y para eso hay que tener car­tas bue­nas. Los bonis­tas quie­ren que el gobierno acuer­de pri­me­ro con el Fon­do, par­ten de la idea de que este impon­dría cri­te­rios fis­ca­les que garan­ti­za­rían el cobro de sus acreen­cias, mien­tras que el Fon­do no tie­ne nin­gún apu­ro ‑con sus decla­ra­cio­nes solo le ha dado aval polí­ti­co al gobierno- sus ven­ci­mien­tos ope­ran recién a par­tir del año que vie­ne. En tan­to el gobierno bus­ca cerrar un acuer­do con los acree­do­res pri­va­dos con una qui­ta impor­tan­te (entre el 30 y el 50%). Su apu­ro es enten­di­ble, en mayo y junio hay fuer­tes ven­ci­mien­tos con los bonistas.

Sin embar­go el ancho de espa­das y el sie­te bra­vo pare­cen estar en manos de los fon­dos. Coor­di­na­dos entre ellos ten­drían el mon­to de bonos sufi­cien­te como para hacer fra­ca­sar toda rees­truc­tu­ra­ción que no con­tem­ple sus intere­ses (las cláu­su­las de acción colec­ti­va inclui­das en los bonos obli­gan a que toda rees­truc­tu­ra­ción cuen­te con el aval míni­mo del 75% de los tene­do­res). Por su par­te el FMI está auto­cues­tio­na­do por el insó­li­to prés­ta­mo otor­ga­do a Argen­ti­na, invo­lu­cra al 47% de su capa­ci­dad prestable.

Los cos­tos de pagar y no pagar

Así las cosas el default depen­de de la volun­tad de los bonis­tas cuya capa­ci­dad finan­cie­ra es mayor que la de muchos Esta­dos con­si­de­ra­dos poten­cias y, obvia­men­te, pue­den inde­pen­di­zar­se de lo que diga el Fon­do. Si un default es impues­to por los acree­do­res se argu­men­ta “son las con­di­cio­nes de mer­ca­do” pero si es pro­duc­to de una acción cons­cien­te de un gobierno que se sien­te sobe­rano, se tra­ta de una idea alo­ca­da en la que “todos pier­den” mera­men­te pro­pa­gan­dís­ti­ca. El sen­ti­do común ha natu­ra­li­za­do que pagar es el mal menor.

¿Pero es así? ¿Es que aca­so se cote­ja­ron los cos­tos de evi­tar un default con los de deci­dir­lo polí­ti­ca y cons­cien­te­men­te? Hacer­lo pue­de ser un ejer­ci­cio interesante:

Los cos­tos de evi­tar un default. Pue­den sin­te­ti­zar­se como que eter­ni­za­ran la depen­den­cia y la subor­di­na­ción finan­cie­ra. Más allá de que el acuer­do con el Fon­do resul­te un nue­vo Stand By o un Plan de Faci­li­da­des Exten­di­das, que esti­re los ven­ci­mien­tos, que lo fon­dos acep­ten una qui­ta sig­ni­fi­ca­ti­va que inclu­ya intere­ses y un perío­do de gra­cia, la deu­da per­ma­ne­ce­rá y des­pués del perío­do ini­cial entra­rán a jugar las polí­ti­cas de ajus­te para garan­ti­zar supe­rá­vits fis­ca­les nece­sa­rios para pagar intere­ses y las con­sa­bi­das refor­mas estruc­tu­ra­les para ingre­sar defi­ni­ti­va­men­te en el capi­ta­lis­mo de mer­ca­do, y sobre todo para bajar cos­tos que garan­ti­cen expor­ta­cio­nes, que con­si­gan los dóla­res para pagar deu­da. Nadie pue­de garan­ti­zar que en 4 ó 5 años no ten­ga­mos una nue­va cri­sis, la expe­rien­cia mues­tra que la deu­da tien­de a reali­men­tar­se en un círcu­lo que la perpetua.

Los cos­tos de un default cons­cien­te. Se dice que habrá un blo­queo finan­cie­ro. Argen­ti­na que­da­ría fue­ra de los mer­ca­dos de cré­di­to y ais­la­da polí­ti­ca­men­te. Pero el país está fue­ra de los mer­ca­dos des­de mar­zo de 2018. En cuan­to a los Orga­nis­mos (tipo BM, BID, etc.) es difí­cil que des­pués del mega­prés­ta­mo del FMI haya mar­gen para nue­vos cré­di­tos de estos, sal­vo los que ya están en cur­so. Por otra par­te inver­sio­nes pro­duc­ti­vas no hay en el país des­de hace al menos una déca­da. Es decir, la situa­ción finan­cie­ra no empeo­ra­rá res­pec­to a la situa­ción actual. Y siem­pre es posi­ble bus­car local e inter­na­cio­nal­men­te fuen­tes de finan­cia­ción alter­na­ti­vas. Por otra par­te duran­te el default del 2001 el país no estu­vo ais­la­do del FMI, ni del BM, de la OMC o del G20. ¿De qué ais­la­mien­to polí­ti­co nos hablan?

Se ame­na­za tam­bién con un blo­queo comer­cial. Pero ¿Chi­na deja­rá de com­prar­nos soja y sus deri­va­dos y car­nes rojas? ¿Deja­rá de ven­der­nos equi­pos? ¿Bra­sil deja­rá de impor­tar los autos que aquí ensam­bla­mos con las pie­zas y equi­pos que ellos nos ven­den? ¿Chi­le, Viet­nam, EEUU nos cerra­rán sus mer­ca­dos? ¿Y los mer­ca­dos a los que expor­ta­mos pro­duc­tos tec­no­ló­gi­cos? Por lo demás nues­tro país no es con­si­de­ra­do en el con­cier­to de nacio­nes como Vene­zue­la, Irán o Cuba, así que hay que rela­ti­vi­zar el posi­ble blo­queo. Obvia­men­te habrá jui­cios con­tra el Esta­do e inten­tos de embar­gar los bie­nes del país en el exte­rior, pero ya se vio que esto no es significativo.

Con­tra­ria­men­te al cesar o sus­pen­der los pagos el Esta­do con­ta­rá con una masa de recur­sos para hacer polí­ti­cas acti­vas y reani­mar la eco­no­mía. Si se inves­ti­ga la deu­da bue­na par­te de ella se cae sola, por­que como sabe­mos está muy flo­ja de papeles.

El default no es más que un pun­to de par­ti­da ‑no exen­to de difi­cul­ta­des- que debe ir acom­pa­ña­do de otras polí­ti­cas, sobre la ban­ca, el comer­cio exte­rior, lo impo­si­ti­vo, lo finan­cie­ro. Se reque­ri­rá un pro­gra­ma de emer­gen­cia que resul­te la base para avan­zar en trans­for­ma­cio­nes más pro­fun­das, cam­bios en el mode­lo pro­duc­ti­vo y nue­vas rela­cio­nes internacionales.

Pagar o no pagar, esa es la cuestión

Eduar­do Luci­ta es inte­gran­te del colec­ti­vo EDI –Eco­no­mis­tas de Izquierda-

Vien­to Sur*

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *