Grecia se ha convertido en principal exponente de las luchas populares contra las medidas anti-crisis impuestas desde los gobiernos, que no son otra cosa que recortes de los derechos de los trabajadores y reducción de su poder adquisitivo. En ese contexto, el autor subraya el poder simbólico de un baile, el sirtaki, en las movilizaciones desarrolladas en las calles del país heleno. Como en Grecia, en Euskal Herria también hay serios motivos para movilizarse contra los poderes y frenar sus intenciones de hacer pagar a las clases más desfavorecidas los platos rotos de los desmanes del neoliberalismo. Y como en Grecia, también aquí hay un baile simbólico, el zortziko, en el que el dantzari alterna pasos largos con otros cortos para avanzar, siempre, a la izquierda.
El sirtaki, como se sabe, es un baile griego popularizado gracias a la versión musical de la película «Zorba el griego» ‑1964‑, obra del compositor Theodorakis. En el mismo, los danzantes, hombres y mujeres, cogidos del hombro firmemente, bailan por filas o en círculo alternando pasos cortos con otros más largos, hacia un lado y hacia el otro, mientras la música y el ritmo se hace cada vez más rápido.
Desde que en diciembre de 2008, en el transcurso de una protesta, la Policía acabara con la vida del joven de 16 años Alexandro Grigoropoulos, el sirtaki de la dignidad y la resistencia no ha cesado de bailarse en las calles y pueblos griegos. Desde entonces, varias huelgas generales han recorrido Grecia para protestar contra las medidas antisociales del Gobierno de G. Papandreu ‑socialdemócrata, como Zapatero- impuestas a su población por una desvergonzada clase dirigente al servicio, no de sus representados, sino de los sátrapas locales, el FMI y la UE.
Para este próximo 20 de mayo, una nueva huelga general ha sido convocada en respuesta al proyecto de ley presentado hace tan solo unos días por el Gobierno para elevar la edad de jubilación y recortar las pensiones allí existentes. El sirtaki de la dignidad sonará de nuevo en las calles griegas y millones de trabajadores, mujeres y jóvenes bailarán su ritmo contagioso cogidos firmemente del hombro.
Este pasado domingo, pocos días después del anuncio del proyecto de atraco gubernamental contra pensionistas, trabajadores del sector público y población en general, el diario «El País» ha publicado los sueldos de los consejeros y altos cargos directivos de las mayores empresas españolas, las que componen el IBEX 35. El promedio salarial percibido por sus consejeros ejecutivos alcanza la cifra de 699.000 euros anuales, es decir, 115 millones de las antiguas pesetas.
Por otro lado, si sumamos el total percibido por los miembros de sus consejos de administración y altos ejecutivos (hablamos de ingresos declarados oficialmente; es decir, aquí no entra nada de lo que se desvía y cobra gracias a las operaciones realizadas en los distintos paraísos fiscales), nos daría una cantidad de 874 millones de euros. Con la misma, es decir, con lo percibido por tan solo los altos cargos de estas 35 empresas, podría pagarse un sueldo de 24.000 euros al año a 36.000 personas.
Merece destacarse por méritos propios el caso de Gamesa, empresa que acaba de cerrar su centro de trabajo en Altsasu, echando a la calle a su plantilla de 150 personas. Sus consejeros han percibido durante 2008 un total de 5.153.000 euros, y su alta dirección 8.991.000 euros. Repartiendo esta cantidad entre la plantilla que han despedido, tocaría a 93.626 euros por trabajador. Pero no, no caerá esa breva. Sus directivos y gerifaltes seguirán percibiendo esas insultantes remuneraciones mientras que para su plantilla sólo quedará el paro.
Los hermanos mayores del IBEX-35, es decir, todos esos tiburones de las finanzas y las instituciones que los arropan, utilizan las siglas PIGS (en el inglés imperial «pigs» quiere decir «cerdos») para referirse a los países de la Unión Europea que tenían una peor situación económica: Portugal, Italy, Greece, Spain. Desde las cochiqueras y pocilgas de la Bolsa y sus gobiernos, los jefes de fila de todas esas piaras tratan hoy de imponer a las poblaciones de estos países planes draconianos de congelaciones y recortes salariales, reducción de pensiones, desregulación laboral, privatizaciones, disminución del gasto social… Nos dicen que debemos hacer frente a la crisis entre todos y todas. «Todos navegamos en el mismo barco», afirman, pero mientras ellos lo hacen en camarotes de lujo, la mayor parte de la población viaja en bodega, friega cubiertas y mueve su galera a golpe de remo.
Hace justo un año, el 21 de mayo de 2009, la izquierda sindical vasca convocó una huelga general como respuesta a la grave situación social provocada por la avaricia e irracionalidad del capital y el intento de éste de que el coste de la misma cayese únicamente sobre la clase trabajadora y demás sectores populares. El resultado fue exitoso, pero desde su misma convocatoria se veía que aquello no iba a ser suficiente. Las intenciones explícitas de la patronal y la banca iban bastante más allá y no tenían escrúpulo alguno en airearlo a los cuatro vientos: alargar la edad de jubilación, recortar las pensiones y prestaciones sociales, desregular aún más el mercado laboral, privatizar los servicios públicos, fomentar los fondos de pensiones, la sanidad y enseñanza privada… A pesar de ello, durante el año transcurrido, la respuesta dada por la mayoría sindical entonces convocante no ha estado del todo a la altura de las circunstancias. La situación exigía algo más que recogidas de firmas, alguna que otra manifestación y respuestas puntuales.
Hoy, tras el anuncio la semana pasada de todo un paquete de medidas que hacían realidad lo ya anunciado, se anuncian diferentes movilizaciones en el sector público. CCOO y UGT, que aplaudieron en su día, junto a la CEOE y el PP, la concesión a la Banca y empresas de 200.000 millones de euros, y criticaron, por el contrario, la convocatoria de huelga de hace un año por «política» e «innecesaria», protestan ahora por lo que no es sino, en gran medida, consecuencia de lo que aplaudieron. Eso sí, a pesar de que el Gobierno ha hecho papel mojado de todos los acuerdos firmados por ellos hace tan solo unos meses, afirman estar dispuestos a seguir negociando la reforma laboral. Todo un ejemplo de «responsabilidad» sindical.
Nuestro zortziko tiene más de un parecido con el sirtaki. También en éste se intercambian pasos cortos y otros más largos, en uno u otro sentido, intercalándolos con pequeños saltos. Bajo su ritmo repetitivo se avanza y retrocede, pero la resultante final siempre va hacia delante, en dirección contraria a las agujas del reloj, es decir, hacia la izquierda. Siempre hacia delante y con la izquierda como norte.
La mayoría sindical vasca ha convocado un paro en el sector público para el próximo 25 de mayo, haciendo a su vez un llamamiento al conjunto de la sociedad para participar en las movilizaciones convocadas ese mismo día. Es una convocatoria a apoyar plenamente, como fue en su día la huelga general de hace un año. Durante los días que faltan, habrá que trabajar para que el próximo martes la respuesta sea lo más general y contundente posible. Y el día 26 habrá que comenzar a pensar en el siguiente paso de nuestro baile. Como en el sirtaki, dando cada vez un ritmo mayor a nuestros pasos; como en el zortziko, avanzando siempre hacia la izquierda, en dirección contraria a la de las agujas de su reloj.