Ana María Vidal/Resumen Latinoamericano/9 de marzo de 2020
Estamos hartas, señor Vizcarra. Nos siguen matando, violando, violentando. Todos los días. Desde el silbido en la calle, la prepotencia de empleadores y colegas hombres, hasta la violación, incineración, feminicidio. Por eso nos escuece la sangre, señor Vizcarra, que quiera utilizar esta violencia como su cortina de humo.
Justo el 8 de marzo, día de conmemoración y de lucha, sale usted a evadir la pregunta sobre la pena de muerte para violadores y feminicidas. Su estrategia: pasarle la responsabilidad al Congreso. Ya en la noche los programas políticos hablaban de la pena de muerte, y hoy los medios andan con que si nos salimos del pacto de San José. Pero sobre las acciones concretas y urgentes contra esta epidemia, sobre lo que necesitamos de verdad, nada.
Usted sabe bien que con evadir una pregunta sobre pena de muerte solo distrae la atención sobre las otras debilidades de su Gobierno. Y ya son casi 500 niñas y niños violados solo este año; miles de mujeres violadas, desaparecidas, asesinadas. Y no hay acciones para evitarlo ni menos para sancionarlo.
Las leyes y penas están. A fines de 2015 salió la ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres e integrantes del grupo familiar. Así de rimbombante era el nombre. Pero nada de logros. Y por más penas altas que pusieran de nada servirían, pues la primera puerta de acceso a la justicia, la policía, no cumple la ley, y en muchos casos ni siquiera la conoce.
Lo supimos en vísperras de la última Navidad, cuando a 150 metros de una comisaría en El Agustino, el conviviente de Jessica Tejada la mató a ella y a tres de sus hijos. Impotencia. Volvió a pasar cuando el policía Dante Pastor se negó a recibir la denuncia de desaparición de Solsiret Rodríguez y le dijo a su madre que seguro estaba con la “cabeza caliente”. Rabia. Lo volvemos escuchar del coronel Manuel Gálvez, quien repitió a la prensa que la madre de la niña de cuatro años asesinada en Independencia había estado en una fiesta, nunca mencionó al padre, porque los padres sí pueden estar ausentes.
En estos tres casos el común denominador es una policía indolente. Y que sistemáticamente culpa a la mujer. Porque estaba en una yunza, porque estaba con la cabeza caliente, porque esos son pleitos de pareja y mejor no meterse. Y mientras tanto, no hay un responsable político a la vista. Este debería ser el ministro del Interior.
Circo político
Ayer fueron las y los migrantes venezolanos y el circo de la expulsión, xenofobia inoculada por el propio Gobierno. Pero los índices de seguridad ciudadana no mejoraron ni un ápice. Hoy somos las mujeres y el circo de la pena de muerte.
Pero no lo vamos a permitir. Acá el problema empieza con la policía y continúa con todo un sistema de justicia que no acoge a las víctimas, que las revictimiza y las excluye. Para que de verdad se proteja a las víctimas de violencia de género, tendríamos que declarar ese sistema en emergencia. El camino es largo y complejo, pero usted tiene la obligación de empezarlo, señor Vizcarra. Las mujeres no vamos a aceptar ser ahora su cortina de humo.
Abogada, ex secretaria ejecutiva adjunta de la Cordinadora Nacional de Derechos Humanos.
Fuente: Wayka.pe