Por Javier Gómez Sánchez, Resumen Latinoamericano, 18 marzo 2020
La
sobriedad con que los medios cubanos han reflejado la situación en el
barco, contrasta con el alarmismo que hace sinergia con lo propagado en
las redes.
Mientras
espero por la nota que anunció el Noticiero con los detalles de la
lamentable noticia de nuevos casos de coronavirus, veo lo generado en
las redes por lo que algunos han calificado, tal vez exageradamente,
como el asunto más controversial en medio de lo que nos ha tocado hasta
ahora de la pandemia: la evacuación del crucero británico MS Braemar.
La
decisión del gobierno cubano de organizar un corredor de evacuación
aeroportuaria segura entre los muelles del puerto del Mariel y la pista
de la terminal internacional “José Martí”, dónde varios aviones enviados
desde el Reino Unidos esperarían a los evacuados, generó un cúmulo de
publicaciones solidarias de cubanos en la red.
Para
otros la reacción fue cuestionar por qué Cuba no limitaba su
solidaridad a permitir que el barco flotara en aguas territoriales y
llevarles comida durante un mes, o por qué no los evacuaban puñado a
puñado en helicópteros ‑la influencia de Hollywood en el imaginario es
sorprendente‑, hacia sabrá Dios dónde. Algunos hicieron circular un mapa
del Caribe lleno de puntos rojos de supuestos territorios británicos,
asumiéndolo como actual, cuando en realidad se trata de países
independientes desde los años 60 y 70. Alguien con un sentido quizá más
abarcador, publicó un mapa mundi, donde lo mismo aparece la Isla
Ascensión, que las Islas Malvinas, que las Sándwich y las Georgias, que
un pedazo de la Antártida. Demuestra que en Facebook no solo hay gente
con un gran conocimiento de la geografía y la navegación marítima, sino
de la historia del Imperio Británico. Lo demás son detalles sin
importancia.
Un
post en la red social recordando la historia del MS St. Louis es
compartido una y otra vez, intentando aportar un poco de lucidez al
debate. El St. Louis, un barco que en 1939 navegó con más de 900
refugiados judíos, huía del nazismo en Alemania y otros países. El barco
intentó llegar a Estados Unidos y Canadá, que les negaron la entrada.
Estuvo varios días fondeado en el puerto de La Habana, pero el gobierno
cubano de entonces, también les negó desembarcar. El barco tuvo que
regresar a Europa donde la mayoría de sus pasajeros terminaron en campos
de concentración. Pensé que el St. Louis fue el único, pero en una crónica magistralmente contada por Ciro Bianchi
conocí que otro barco tuvo la misma suerte por esos días en Cuba,
mientras uno que se encontraba en camino en medio del Atlántico, al
conocer la respuesta a la petición del St. Louis decidió que era en vano
rogar y regresó a su destino fatal.
Después
de todo, hay que reconocer que la idea de las autoridades cubanas de
usar el Mariel y el aeropuerto José Martí, es solo la segunda mejor
opción para eso en Cuba. En el territorio cubano realmente hay un puerto
casi mandado a hacer para una evacuación de ese tipo, de gran calado y
con una pista muy cercana para aeronaves de gran porte, que recibe con
frecuencia los aviones y barcos de sus inquilinos…la Base Naval de
Guantánamo.
El
NTV del Mediodía emitió el video de agradecimiento de una turista del
crucero. Desde su muro de Facebook, Anthea Guthrie se ha dedicado a
trasmitir a sus amistades que la mayoría de los pasajeros y ella misma,
están bien en el barco, y que intentan mantener la calma, pero las
noticias que leen no los ayudan. Solo la decisión de Cuba le ha traído
un alivio a su incertidumbre. Los medios internacionales han hecho de
las historias de cruceros con casos de coronavirus un producto mediático
para fanáticos del catastrofismo, en los que morbosamente venden la
historia de barcos errantes con artículos o reportajes en los que lo de
menos es cuestionar a los países que se niegan ayudarlos, o comunicarse
con alguien en el barco para saber lo que realmente ocurre, sino seguir
sacándole a la historia.
La
sobriedad con que los medios cubanos han reflejado la situación en el
barco, contrasta con el alarmismo que hace sinergia con lo propagado en
las redes para hacer creer que una vez en el puerto, un montón de
pasajeros infectados de dispersarán por la isla. Crear la idea de un
estado de locura en el barco, refuerza la matriz de que se trata de un
acto demencial la decisión cubana de brindarles ayuda.
Para
responder a esto, Anthea subió algunas fotos y videos de los pasajeros
intentado mantener la calma de la mejor manera que uno puede hacer en un
crucero. Tal vez algunos en Cuba se sorprendieron de verlos en la
piscina, intentando mitigar el calor con algún trago que aún quede en el
bar, cuando no están encerrados en sus camarotes leyendo noticias
alarmantes de sus países o sobre ellos mismos. Además de mostrar un
video nocturno de una patana solitaria con sacos de arroz y racimos de
plátano que las autoridades de Bahamas empujaron literalmente con una
embarcación hacia el casco del crucero, para que la tripulación de este
la subiera con sogas, en el que la agradecida pasajera elogiaba el
esfuerzo extraordinario del staff de la nave. Anthea publicó estas fotos
de los pasajeros en la cubierta de sol, manteniendo la calma bajo la
simbólica etiqueta de “Dunkirk Spirit”.
En
el imaginario de pueblo británico, la expresión “Con el espíritu de
Dunkerque” remite a mantener en alto la moral, no entrar en pánico, y
lograr la organización necesaria para sacar fuerzas con las cuales
enfrentar una situación adversa. No amilanarse ni caer en pánico. Habla
del episodio histórico de la Segunda Guerra Mundial en el que más de 300
mil soldados ingleses, quedaron rodeados por el ejército alemán en la
costa francesa de Dunkerque. Winston Churchill hizo un llamado al
espíritu de lucha y convirtió lo que parecía ya algo perdido, en una
gigantesca movilización popular de rescate con todo tipo de
embarcaciones. El “Espíritu de Dunkerque” ayudó psicológicamente al
pueblo inglés a resistir los bombardeos durante los años posteriores.
La
situación de un barco en medio del mar, reflejada por los medios de una
manera apocalíptica y desesperada, cuyos pasajeros intentan romper esa
imagen usando internet para reflejar su realidad, al mismo tiempo que
mantienen la serenidad ante el asedio mediático, pareciera una metáfora
de Cuba y la forma en que los medios globales de comunicación pretenden
reflejar la vida en la isla, mientras un grupo de medios digitales y
actores en las redes sociales intentan generar el pánico, extender las fake news, y hacer caer por todas las artimañas posibles, con una tras otra, la autoestima de su población y la confianza en su gobierno.
Durante
los bombardeos alemanes sobre Londres, los ingleses idearon un cartel
que, aunque no fue usado masivamente, se convirtió luego en un ícono. En
la era de Internet ha sido multiplicado en cientos, tal vez miles de
variantes. Sobre un fondo rojo, bajo la corona real, una inscripción nos
dice: “Keep calm and carry on” (“Mantenga la calma y siga adelante”). En un país sometido a un bombardeo mediático como Cuba, donde cada día nos cae una fake news
nueva, o una nueva campaña de manipulación que nos invita a dejar a un
lado todo pensamiento racional, creo que pudiéramos hacer una versión
cubana y enviarla a los pasajeros que serán evacuados y que, por un
corto lapso de tiempo y bajo todas las medidas de seguridad posibles,
pisarán la tierra cubana: “Keep calm. You go to Cuba”.