Argentina. COVID-19. Lxs trabajadorxs de prensa y “el bobo que se escapó de un hospital”

Argen­ti­na. COVID-19. Lxs tra­ba­ja­dorxs de pren­sa y “el bobo que se esca­pó de un hospital”

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Por Julia Vare­la , Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 22 de mar­zo de 2020

Tex­to de por­ta­da: Pablo Freire

Coro­na­vi­rus y una refle­xión femi­nis­ta sobre el rol del perio­dis­mo en tiem­pos de pan­de­mia

La esce­na fue la siguien­te: tra­ba­ja­dorxs de pren­sa avi­sán­do­le a la guar­dia de pren­sa del Minis­te­rio de Salud y al muni­ci­pio que hay un colec­ti­vo que vie­ne des­de Bra­sil y quie­re entrar a La Pla­ta lleno de turis­tas. ¿Con fie­bre? ¿Con sín­to­mas? ¿Que nece­si­ta­ban un res­pi­ra­dor arti­fi­cial? No se sabe. Sólo con turis­tas. “Chi­cas me avi­san que está lle­gan­do un micro des­de Bra­sil, que lle­ga a las 15 a 7 y 32. La empre­sa es (xx). Vie­nen hacien­do para­das, la gen­te se baja y nadie hace con­tro­les. La Paten­te es (xx)”, “Quién está en la CNRT? Tal vez pue­da tomar car­tas en el asun­to”, “Los fre­na­ron en Quil­mes”, “No les impor­tan los con­tro­les”, “Si sabe­mos que está pasan­do, denunciemos”.

Ayer lo vimos todxs: alguien, tal vez asus­tadx o tal vez incons­cien­te, se fue de un hos­pi­tal, se tomó un Buque­bús y entró al país. Su foto ‑sólo a veces blu­rea­da sólo en el con­torno de la cara- cir­cu­ló por todos los medios. Tam­bién el docu­men­to, su nom­bre y ape­lli­do com­ple­to. Si tuvi­mos la tele­vi­sión pren­di­da y está­ba­mos conec­tadxs a algu­na que otra red social, sabe­mos qué hace en el tiem­po libre y a qué escue­la fue. Sabe­mos tam­bién de quién es hijx, qué hace su padre para apor­tar a la eco­no­mía fami­liar y pode­mos intuir una cla­se social: “un che­to rug­bier, era obvio”. Y otrxs cole­gas refor­za­ron: “es un bobo que se esca­pó de un hos­pi­tal”, “un infec­ta­do”, “un incons­cien­te, un egoís­ta, se mere­ce lo peor”. 

¿Des­de cuán­do el perio­dis­mo de cri­sis se con­vir­tió en esto? ¿Alguien se puso a pen­sar en el des­pués? ¿En qué momen­to el perio­dis­mo se con­vir­tió en ese terreno macar­tis­ta que habi­li­ta a trans­mi­tir minu­to a minu­to la vio­la­ción de la pri­va­ci­dad y pasa por arri­ba todos los dere­chos per­so­na­les con­quis­ta­dos? ¿Cómo vol­ve­mos a cons­truir inti­mi­dad cuan­do todo esto pase? ¿Alguien se puso a pen­sar en qué va a pasar con la vida social de esa per­so­na, tal vez asus­ta­da, des­pués del 31 de mar­zo o qué es lo que le está pasan­do ahora?

Y no es que no haya leyes ni tra­ba­jo des­de el Esta­do: la defen­so­ría del públi­co difun­dió, hace unos días, un decá­lo­go con reco­men­da­cio­nes a la hora de comu­ni­car y armar las cober­tu­ras en torno a la pandemia.

“En la difu­sión de casos repre­sen­ta­ti­vos prio­ri­zar el tra­to res­pe­tuo­so. Evi­tar cen­trar­se en las his­to­rias más dra­má­ti­cas. En todos los casos, res­pe­tar los dere­chos per­so­na­lí­si­mos. En par­ti­cu­lar, no afec­tar la dig­ni­dad, el dere­cho a la ima­gen, así como la inti­mi­dad de las per­so­nas afec­ta­das, o invo­lu­cra­das en las cober­tu­ras”, dice el pun­to cuatro.

Pero mucho antes, des­de hace casi diez años, la ley nacio­nal de SIDA sos­tie­ne lo mis­mo: hay pro­to­co­los ente­ros que dicen que no se pue­de expo­ner la inti­mi­dad de las per­so­nas que viven con una infec­ción, mucho menos degra­dar su dig­ni­dad. La 23.798 es una ley vie­ja, que hace más de tres años las orga­ni­za­cio­nes de per­so­nas con VIH nece­si­tan que se aprue­be un nue­vo pro­yec­to que pien­se la situa­ción de las per­so­nas des­de una mira­da inte­gral. Pero el dere­cho a la pri­va­ci­dad con los diag­nós­ti­cos es un dere­cho con­quis­ta­do y algo que no se negocia.

¿Por qué pien­san que no se hacen aná­li­sis de san­gre cuan­do nos con­tra­tan en un tra­ba­jo, que no hay que pre­sen­tar cer­ti­fi­ca­dos que visi­bi­li­cen los esta­dos sero­ló­gi­cos, que vivir o no con VIH se trans­for­ma en una con­di­ción para poder tra­ba­jar? ¿Dimen­sio­nan la dis­cri­mi­na­ción, el estig­ma y la per­se­cu­ción que se vive? ¿Qué nos hace pen­sar que en esta­do de pan­de­mia lxs tra­ba­ja­dorxs de pren­sa pue­den pasar por arri­ba los dere­chos de cada unx en pos de la pri­mi­cia, la espec­tau­la­ri­dad, el color de una nota o la cons­truc­ción cer­ca­nía e inti­mi­dad con quien lee?

Eso es puni­ti­vis­mo: “Pen­sar que todos los pro­ble­mas de todos los órde­nes de la vida se resuel­ven con más cas­ti­go, más pena, más repar­to de dolor”, dice Clau­dia Cesa­ro­ni. ¿Y los medios? ¿Qué pode­res cons­tru­yen, sos­tie­nen y refuer­zan? ¿Aca­so no es puni­ti­vis­mo mediá­ti­co? “El ‘infec­ta­do irres­pon­sa­ble’ ven­dría a ser un nue­vo enemi­go. O el que no toma todas las pre­cau­cio­nes. Yo creo que hay que cum­plir las indi­ca­cio­nes del ais­la­mien­to, pero me alar­ma el modo en que se des­atan las bes­tias del lin­cha­mien­to mediá­ti­co, de la deman­da de cas­ti­go bru­tal, etc”, agre­ga Cesaroni.

“Esta­mos pre­pa­rán­do­nos con todas las alter­na­ti­vas y la gen­te lo tie­ne que saber: esto es una gue­rra”, dijo Clau­dio Belo­co­pitt, el pre­si­den­te de la Unión Argen­ti­na de Enti­da­des de Salud y direc­tor de Swiss Medi­cal Group.

Y ahí lxs tra­ba­ja­dorxs de medios: ¿para quié­nes están trabajando?

Tene­mos trans­mi­sión en vivo y a cua­tro cáma­ras de lo que pasa en Las Gru­tas, Bari­lo­che, Puer­to Madryn y Mar del Pla­ta. Pero ¿qué está pasan­do en los barrios pobres? ¿Tene­mos trans­mi­sión en vivo de lo que está hacien­do de la poli­cía y las fuer­zas de segu­ri­dad en cada barrio de los conur­ba­nos? ¿No serán esos barrios los mis­mos que están sin agua y a los que ABSA no les da res­pues­tas? ¿A nadie le preocupa?

En estos días lxs tra­ba­ja­dorxs de pren­sa y comu­ni­ca­ción tene­mos un rol cla­ve: acom­pa­ñar la cober­tu­ra de una pan­de­mia. Nin­gu­na facul­tad, uni­ver­si­dad o taller nos pre­pa­ró para eso. Como en cual­quier ofi­cio, muchxs apren­de­mos tra­ba­jan­do, en la calle. Todo lo que sabe­mos lo cons­trui­mos a par­tir de los deba­tes colec­ti­vos, de los encuen­tros entre pares, tra­tan­do de encon­trar la mane­ra más ama­ble y femi­nis­ta de ejer­cer y cons­truir el ofi­cio. Y leer. Escu­char­nos y leer.

Por eso las redes de perio­dis­tas femi­nis­tas, por eso los encuen­tros, los espa­cios de deba­te, los encuen­tros de for­ma­ción: nece­si­ta­mos cons­truir un perio­dis­mo que sir­va, que refle­xio­ne, que pue­da ser un ser­vi­cio, un espa­cio para pen­sar­nos y poder leer el mun­do con otros ojos.

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