Miranda Carrete y Estefanía Santoro /Resumen Latinoamericano /28 de marzo de 2020
El decreto de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio exige que nos quedemos casa. En la Ciudad de Buenos Aires son más de 7 mil las personas sin techo y el gobierno de Rodríguez Larreta no da respuestas para resguardar a aquellxs que se encuentran en situación de calle.
En la Ciudad Autónoma de Buenos aires hay 7251 personas viviendo en la calle, según datos que surgieron de un relevamiento hecho por más de 50 organizaciones sociales el año pasado. Las personas que hacen de las plazas, las veredas y las entradas de edificios “su hogar” son lxs más vulneradxs y en época de pandemia por el COVID-19 constituyen una población de riesgo, porque, además de hambre, tienen problemas respiratorios, mal nutrición, sub nutrición, diabetes, tuberculosis, deshidratación, y la salud se agrava en la población de más de 60 años.
Lxs trabajadores del programa Buenos Aires Presente (BAP) encargadxs de atender a personas y familias en situación de calle y riesgo social las 24 horas, todos los días del año, son profesionales de distintas disciplinas del campo social que desarrollan tareas desde hace nueve años, el programa nació en 1999 y en 2011 ingresó la plana que hoy se encuentra desarrollando tareas. En los últimos días emitieron un comunicado donde desmienten las declaraciones públicas del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
A partir del decreto de emergencia sanitaria por la pandemia la cantidad de personal del BAP se redujo, algunxs trabajadores están con licencia y otrxs son grupos de riesgo. «Habitualmente solíamos salir entre dos y tres móviles por día, ahora empezamos a salir cada vez menos. Desmentimos que hubo un refuerzo de personal, habiendo salido hasta un sólo móvil por turno el fin de semana, con una sola profesional. La camioneta al estar toda la ciudad vacía se ve a veinte cuadras, las personas de calle saben sobre la pandemia y nos piden que las alberguemos. Cuando ven el móvil vienen un montón desesperadas buscando ayuda y comida y no damos abasto. Manifiestan mucha hambre y están muy angustiadas y asustadas por la situación«, cuenta una de las trabajadoras que prefiere preservar su identidad para no poner en riesgo su fuente de trabajo.
«Empezamos a monitorear con los compañeros si se había puesto en marcha algún plan de emergencia. Nos encontramos que no hubo ninguna reacción, solo nos dieron sándwiches. El problema es que las personas en situación de calle piden comida en bares y restaurantes y con eso comen algo más, pero al estar todos los negocios cerrados no tienen ese alimento. A nosotros no nos reforzaron los servicios, a la noche solo salen dos móviles, a la tarde dos y a la madrugada salió solo uno».
La Ciudad de Buenos Aires tiene el mayor número de infectados y el mayor número de personas en situación de calle. La trabajadora consultada asegura: «De forma tardía recién el viernes comenzaron a abrir nuevos paradores, pero aún hay mucha gente que quedó afuera, vienen de a decenas a pedir que los alojemos, no es verdad que hay vacante para todos como dice Larreta. Los hogares no las reciben. Si alguna persona en situación de calle se contagia, va a ser imposible frenar el contagio, no hay ninguna posibilidad de mantener distancia en los paradores, no hay espacio para respetarla. En la madrugada del domingo ya no había más comida para darles, fueron terrible las condiciones en las que se trabajó. Desde 2011 nunca hemos visto tanta hambre como ha pasado este último año porque cada vez son más.»
Lxs trabajadores denunciaron además la precariedad laboral que se sostiene desde que se inició el programa, con bajos salarios y un deterioro de la capacidad de respuesta debido a la deficiente planificación y articulación con otros programas y áreas esenciales. «Hoy se nos pide afrontar esta pandemia y sus efectos sobre una población altamente vulnerable, con la misma escasez de siempre, improvisación, descoordinación, falta de recursos y de personal. Por la cuarentena como prevención solo nos dieron un barbijo y un par de guantes para ocho horas, cuando lo que se recomienda es cambiarlo cada cuatro, pedimos más y no nos dieron, tenemos que usar siempre el mismo y por supuesto que para la gente de calle que trasladamos no hay nada. Estos días transportamos a los paradores de a 12 personas en los móviles más grandes que tienen capacidad para 20 personas sin ninguna medida de higiene».
Fabio Manupella es integrante de Proyecto 7, una asociación civil que trabaja con personas en situación de calle y en este momento es uno de los encargados del Centro de Integración Comunitaria (CIC) Ernesto Che Guevara, ubicado en Barracas, uno de los tres centros de la asociación habilitados en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires, que recibe a lxs sin techo y que en su totalidad alojan a 400 personas.
Manupella asegura que es compleja la situación que están atravesando porque son muy bajos los recursos que envía el Gobierno de la Ciudad: “Nos mandan solo 100 litros de lavandina, algunos pares de guantes, 80 jabones, 300 barbijos, 60 repelentes y muy poco alcohol, para una población de 400 compañeres.”
El integrante de Proyecto 7 cuenta también que al CIC de Barracas, al CIC Frida y al CIC Monteagudo además llegan un gran número de familias a buscar comida y viandas, muchas de estas personas trabajan como cartonerxs en la ciudad y en este contexto tuvieron que dejar de trabajar: “Nosotros les ayudamos como podemos, desde Gobierno de la Ciudad enviaron 40 bolsones de alimentos para los 400 que somos, no nos alcanza”, explica y asegura que gracias a la colaboración de organizaciones sociales cocinan y preparan entre 1000 y 1500 viandas por día para almuerzo y cena. «Esto se va pasando de boca en boca, cada vez vienen más y todavía hay personas que siguen en la calle”.
Lara María Bertolini, activista travesti, investigadora y trabajadora del Ministerio Público Fiscal de la Nación, cuenta que el Hotel Gondolín, ubicado en el barrio de Villa Crespo, alberga a más de 50 chicas trans y motoriza la distribución de alimentos, ropa y elementos de higiene para la comunidad travesti trans que está afuera del hospedaje. El hotel no forma parte del aparato de contención del Estado y no tienen otra opción que recurrir a la solidaridad de la ciudadanía. Quienes puedan acercar donaciones de alimentos no perecederos se reciben en Araoz 924 (CABA). La comunidad travesti trans está atravesando una situación de gravedad extrema al no poder acceder a derechos básicos como vivienda, trabajo y salud.
A pesar de las denuncias de las organizaciones sociales al Gobierno de la Ciudad por incumplir las medidas para resguardar a las personas en situación de calle de la pandemia, el Rodríguez Larreta durante una entrevista televisiva en A24 aseguró: “Estamos llevando a todos, obviamente se los va convenciendo, a los paradores que ahora están abiertos las 24 horas”, también agregó: “Hay aproximadamente dos mil camas para pasar la noche en la ciudad que nunca se completan” y remató: “Hoy hay lugar para pasar la noche en la ciudad”. Los dichos irresponsables del mandatario pretenden instalar la idea de que las personas sin techo son reacias o se niegan a concurrir a los paradores, cuando la realidad es que en esos espacios ya no hay más lugar, los culpabilizan con una mentira falaz en lugar de brindarles la contención que necesitan.
“Hay un montón de gente que no puede hacer la cuarentena no porque no quiera, sino porque no tiene donde hacerla. Dan vergüenza las declaraciones de Larreta y es el mismo argumento que usa el Gobierno de la Ciudad para justificar su falta de política pública. Todas las noches y mediodías salimos a dar de comer y tenemos contacto directo con la gente que nos dice que quiere ir a los paradores, porque están asustadas, llamamos al BAP para que los trasladen, pero no nos atienden, porque sabemos que también están con falta de personal. La gente no puede llegar a los paradores sin el traslado del BAP”, explica Jorgelina Di Lorio, investigadora del Conicet y miembro de la Asamblea popular Plaza Dorrego que integra la La Asamblea Popular por los Derechos de las Personas en Situación de Calle, un conjunto de más de 20 organizaciones que hace años brinda comida para lxs sin techo.
“El gobierno de la Ciudad tiene que garantizar donde van a hacer la cuarentena estas personas, si no hay más paradores deberán habilitar hoteles, otorgar más subsidios habitacionales y ejecutar políticas públicas para que esto sea posible en el marco de los lineamientos que está planteando el Gobierno Nacional. Además, que los organismos correspondientes que tienen excepciones para estar circulando en el marco de la cuarentena, como el Ministerio Público de la Defensa, los legisladores y la Defensoría del Pueblo de la Ciudad salgan, a monitorear que está sucediendo con los traslados del BAP para que pongan más móviles y personal”, agrega Di Lorio.
Constanza Guillén, es referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos – UTEP (CABA), trabaja en comedores, cuenta que desde que se decretó la cuarentena la demanda de las personas que se acercan a pedir una vianda se triplicó: “En Constitución y Parque Patricios donde están los comedores más grandes ya están desbordados. Solo ayer hicimos 10 ollas de 100 litros en todo el día. Las medidas que están tomando en Ciudad son las correctas en cuanto a la comida e higiene, pero son insuficientes, nos mandan 2 panes de jabón y 4 repelentes y asistimos a 1500 personas. Necesitamos alcohol, barbijos, guantes y bandejas para dar las viandas porque no pueden entrar a comer.”
Otra condición que complica a las personas en situación de calle es el control policial, que en época de pandemia se ha recrudecido con maltratos, violencia física y abusos de poder. Ayer el Grupo de asistencia a vecinos en situación de calle publicó en la red social Facebook un video que muestra una brutal golpiza que recibió ‑de parte de la policía de la Ciudad- un joven de aproximadamente 25 años. “Así trata la Policía a un chico que visitamos siempre en el barrio de Monte Castro. Es un muchacho que hace meses vemos en la calle revolviendo la basura para conseguir algo de comida, es super amable y sabemos que está atravesando una situación psíquica complicada. No es modo de convencerlo, a los golpes si querían que no deambule. Fíjense la ´prevención´, el policía le pega, no tiene ni guantes ni barbijos y el otro oficial que está a su lado tiene un barbijo colgado en el cuello mientras fuma” relataron desde la red.
Revista Cítrica*