Martín Sanzana /Resumen Latinoamericano /30 de marzo de 2020
Este año el día mundial del agua (22M) transcurre en medio de una coyuntura en la cual convergen todas las crisis, lo que impone nuevos desafíos a la rebelión octubrista.
Ante la crisis
desatada por la profundización del neoliberalismo en todos los territorios y
esferas de la vida, en octubre pasado una mayoría social decidió hacer frente a
los efectos de ese modelo y luchar contra quienes lo sostienen. La crisis
social es también ecológica, como plantean los movimientos socio-ambientales, y
en especial la lucha por el agua y los territorios hidro-sociales es
estratégica, en un escenario donde la correlación de fuerzas no está aún a
nuestro favor.
Frente la cruda
evidencia de los impactos provocados por el saqueo del agua y el cambio
climático, grandes propietarios y empresas mineras, compañías de energía, el agronegocio
y la industria alimenticia, los bancos e inmobiliarias, y las empresas
sanitarias, han acelerado la apuesta por asegurar sus negocios extractivistas y
su estilo de vida depredador. Para ello concentran en sus manos el agua disponible
mediante la compra de derechos de agua restantes de ríos y acuíferos, la
construcción de una red de nuevos embalses, represas, canales y carreteras
hídricas que destruyen cuencas y comunidades, y también derechamente con el
robo. En su violenta carrera tras el capital y dominio, no vacilan en
desposeer, destruir y abusar de comunidades y ecosistemas.
Pero los días de
lucha echaron por tierra las mentiras y engaños, apurando la toma de conciencia
y movilización en torno a muchas situaciones de injusticia hídrica que
atraviesan todos los territorios. Gracias a la rebelión de octubre varios pueblos
y localidades han recuperado el agua ejerciendo la acción directa, así como
remates de aguas y proyectos se han postergado o retrasado por la denuncia y
movilización de comunidades y activistas. Los movimientos que ya venían
luchando por el agua ganaron voz y visibilidad, y muchas más organizaciones y
localidades se levantaron, animadas por la certeza que debemos recuperar el
agua y los territorios, revertir la privatización del agua y la destrucción de
la naturaleza.
Avancemos hoy en las
luchas locales por el agua, en las batallas por un cambio en la conciencia y
modos de vida no-consumistas, que se complementan con cambios económicos y
legales. Una nueva perspectiva del agua comienza allí mismo donde dejamos de
ver el agua como un recurso, separado de su ciclo hidrosocial y de las cuencas,
territorios y cuerpos por donde fluye. La lucha es en todos los frentes: la
calle y los territorios, los corazones y mentes, los tribunales, e incluso en
el campo minado electoral si es necesario.
Por ello hoy redoblan
sus esfuerzos los ávidos de hidro-poder, para hacer frente al desafío que para
ellos representan los pueblos conscientes, solidarios, organizados y movilizados.
Por eso los empresarios de Chile eligen como jefe a un directivo que representa
a la agroindustria y a los latifundistas, quien encabeza una corporación
empresarial que promueve la privatización total del agua mediante carreteras
hídricas y embalses, como solución a los problemas que el propio neoliberalismo
ha generado. Partidario del Rechazo a
la nueva constitución, este jefe de la CPC es junto a “autoridades” y
“expertos” otra pieza del lobby para defender sus intereses, en un contexto de
rebeldía social y deseo mayoritario de la sociedad de derogar el código de
aguas y cambiar la Constitución hacia un enfoque de respeto a los derechos humanos,
sociales y de la naturaleza.
En ese marco la epidemia
de coronavirus surge como nuevo desafío ante el pueblo octubrista en su camino
a la emancipación, que amenaza seriamente tanto a la salud de la población como
su capacidad de organizarse y luchar por sus derechos. Esta pandemia llega a desmovilizar
y confundir, esparciendo un nuevo tipo de miedo que está siendo aprovechado por
la casta gobernante para militarizar el país, postergar el plebiscito,
desinformar y distanciar a la sociedad. Si el agua es el elemento clave para el
control de la economía y la sociedad, las fuerzas conservadoras y
transformistas aprovecharán cada minuto que bajemos la guardia para capturar el
agua y ponerle candados a sus leyes e instituciones.
Frente a la
indolencia y oportunismo de las autoridades en combatir el virus, el pueblo y
la sociedad organizada ya se han decidido por el autocuidado colectivo,
explorando a la vez nuevas formas de encuentro y organización para continuar su
lucha y no dejarse enfermar por la codicia empresarial y la prepotencia del
gobierno. El resguardo sanitario es también tiempo para tejer lazos más fuertes
y dibujar nuestro proyecto eco-social, plurinacional, anti-patriarcal y anti-capitalista.
Cuando salgamos de la crisis del coronavirus que sea para dar nuevos pasos
hacia la sociedad que anhelamos.
Salud y Autonomía
Autonomía Octubrista