Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 6 abril 2020
Para un lector europeo que no está interesado en la política internacional y solo se desplaza por los titulares, acerca de Venezuela, dos clavos fijos seguirían en su cabeza: «Maduro es un dictador» y el gobierno bolivariano es «un régimen dictatorial». Las cosas son aún peores si se trata de radio o televisión, donde la información es aún más rápida, pero queda más impresionada porque está asociada con una imagen.
Mucho menos un joven lector comprenderá de inmediato lo que significa la «fórmula Noriega» que Trump le gustaría aplicar a Venezuela, pero ciertamente en su cabeza la definición de «narco-dictadura» encajará perfectamente con el refrán de los medios que está acostumbrado a escuchar. Ante de todo, se tiene que aclarar que la figura cristalina del presidente venezolano, Nicolás Maduro, no permite comparaciones con la ambigua de Noriega.
Dicho esto, cabe señalar que recordando explícitamente la agresión a Panamá (el 20 de diciembre de 1989), la administración norteamericana evoca un escenario específico. De hecho, esa operación se considera como el primer acto de un guión que Estados Unidos luego reactivaría en otras ocasiones. En aquel momento, surge el papel de los medios en la preparación del ataque y se observan los pretextos utilizados para justificar la agresión: la «restauración de la democracia» contra un «dictador narcotráficante» y la «necesidad de proteger a los ciudadanos estadounidenses presentes en el área del Canal de Panamá», cuyo control fue la razón principal de la intervención militar.
También para justificar el nuevo ataque a la Venezuela bolivariana y enviar una flota militar a las costas venezolana y mexicana con el propósito de un bloqueo naval, Trump y su secretario de defensa, Mark Esper, han utilizado razones similares: «No permitiremos, dijeron, que los carteles las drogas amenazan la seguridad de los ciudadanos estadounidenses aprovechando de la pandemia». Y los escenarios que se abren son tan inquietantes como los ya vistos en todas las situaciones en las que el gendarme norteamericano quería «restaurar la democracia».
Por esta razón, la carta de Maduro para el pueblo estadounidense, que está siendo asesinado por el coronavirus y por la sombría torpeza del cowboy del Pentágono adquiere particular importancia. Después de expresar solidaridad, dolor y consternación, por las consecuencias causadas en los Estados Unidos por el Covid-19, el presidente venezolano advierte al pueblo norteamericano sobre las maniobras militares de Trump y sus motivaciones reales, en este año de elecciones presidenciales en los EE.UU.
Bajo el pretexto de la lucha contra las drogas, basado en «acusaciones infames», escribe Maduro, Trump ordenó el mayor despliegue militar visto en treinta años en nuestra región, “con el objetivo de amenazar a Venezuela y llevar a la región a un conflicto de guerra costoso, sangriento y de duración indefinida”.
El presidente venezolano explica los antecedentes que prepararon esta operación, puesta en marcha por William Barr el 26 de marzo: un Fiscal General, escribe, de dudosa independencia, ya que aconsejó la invasión de Panamá contra Noriega y ayudó a cubrir las irregularidades del Escándalo Irán-Contras. Si bien la misma información del departamento de América del Norte muestra que Venezuela no es una ruta importante de tránsito de drogas a los Estados Unidos, “como lo son los países aliados de Estados Unidos como Colombia o Honduras”, Barr acusó a algunos dirigentes del proceso bolivariano, empezando por su presidente, de ser narcotraficantes.
Después de denunciar una vez más las medidas criminales coercitivas y unilaterales que impiden al país bolivariano la compra de medicamentos, que son vitales para enfrentar la pandemia, Maduro recuerda al pueblo norteamericano la diferencia entre la política del socialismo bolivariano y la de Trump.
«Hoy la crisis está empeorando, dice, simplemente porque Trump no está dispuesto a transformar el sistema de salud en beneficio de la población” y no en beneficio de las impresa privada de la salud, de las compañías de seguros y de las compañías farmacéuticas.
En Venezuela, escribe el presidente, “no queremos un conflicto armado en nuestra región, sino relaciones fraternas, cooperación, intercambio y respeto. No podemos aceptar amenazas bélicas, ni bloqueos, ni tampoco la intención de instalar un tutelaje internacional que viola nuestra soberanía y desconoce los avances del último año en el diálogo político sincero entre el gobierno y gran parte de la oposición venezolana que desea soluciones políticas y no guerras por el petróleo».
En este sentido, Maduro ha activado recientemente el Consejo de Estado, un organismo de emergencia, previsto por la Constitución Bolivariana, dentro del cual el presidente de la Asamblea Nacional, Luis Parra, en nombre de la oposición no golpista, ha firmado un nuevo llamamiento a la unidad nacional que rechaza cualquier tipo de interferencia externa.
Por lo tanto, Maduro le pidió al pueblo estadounidense «detener la locura de Trump», reconociéndose a sí mismo en el sueño común de Martin Luther King quien, como dijo una vez Hugo Chávez, «también es el sueño de Venezuela y de su gobierno revolucionario».
Un llamamiento que muestra una vez más la superioridad moral del socialismo bolivariano y de su presidente sobre el cazarrecompensas de la Casa Blanca y sus vasallos, como el presidente colombiano Duque. El ahijado de Uribe llegó hasta rechazar dos máquinas para analizar el coronavirus que Maduro quería enviarle. Trump también negó al gobierno bolivariano la suspensión de las «sanciones» a la aerolínea Conviasa, para permitir que cientos de ciudadanos venezolanos regresen a casa desde los Estados Unidos.
Y mientras el gobierno bolivariano está dando la bienvenida a cientos de compatriotas a sus fronteras que regresan a pie desde Ecuador o Brasil, varias voces ya están aumentando en respuesta a la carta de Maduro. El conocido director Oliver Stone ha denunciado «la falta de decencia y humanidad» de la política exterior de América del Norte que, dijo, «incluso en medio de una pandemia, no hace más que aumentar las medidas coercitivas que causarán un sufrimiento muy grave a la población venezolana».