€uro: la hipó­te­sis de lo peor – Jean-Michel Vernochet

El ata­que finan­cie­ro del que Gre­cia ha sido obje­to debi­do a su deu­da sobe­ra­na y a su poten­cial insol­ven­cia ha resul­ta­do ser, en reali­dad, una ofen­si­va con­tra el euro y no tener más que una leja­na vin­cu­la­ción con las taras y caren­cias estruc­tu­ra­les de la pro­pia eco­no­mía helénica.

Se tra­ta por cier­to de «vicios» de los que tam­bién ado­le­cen ade­más la mayo­ría de los paí­ses post-indus­tria­les, que han adqui­ri­do la mala cos­tum­bre de vivir por enci­ma de sus posi­bi­li­da­des reales y de depen­der del cré­di­to, dan­do así lugar a una infla­ción galo­pan­te de la deu­da, a una «bur­bu­ja» con­de­na­da –como cual­quier otra– a ter­mi­nar rompiéndose.

Todo pare­ce indi­car, sin embar­go, que tras la bru­ta­li­dad del ata­que y más allá de una sim­ple ansia por saquear las eco­no­mías euro­peas se per­fi­lan ade­más otros obje­ti­vos, esen­cial­men­te de orden geo­po­lí­ti­co, obje­ti­vos que han sido tra­za­dos de for­ma espe­cial­men­te deli­be­ra­da ya que los ape­ti­tos de anó­ni­mos depre­da­do­res finan­cie­ros no jus­ti­fi­can, por acen­tua­dos que sean, la inten­si­dad y la dura­ción de una ofen­si­va que, a cor­to pla­zo, ame­na­za con hacer volar en peda­zos la euro­zo­na, la Unión de los 27, e inclu­so mucho más…

La repe­ti­ción de las cri­sis que han carac­te­ri­za­do las dos últi­mas déca­das y una rápi­da inter­pre­ta­ción del des­pla­za­mien­to de los peo­nes sobre el Gran Jue­go del «Table­ro euro­asiá­ti­co» per­mi­ten apre­ciar que Euro­pa se ha con­ver­ti­do en esce­na­rio de una ver­da­de­ra gue­rra geo­eco­nó­mi­ca (que es al fin y al cabo una gue­rra en toda la exten­sión de la pala­bra), de una bata­lla que por cier­to ya tie­ne poten­cial­men­te perdida.

En efec­to, la adop­ción — ante los insis­ten­tes recla­mos de la Casa Blan­ca — de un plan euro­peo des­ti­na­do a poner a flo­te la deu­da públi­ca de los Esta­dos miem­bros de la Unión Euro­pea, no sólo no cons­ti­tu­ye nin­gu­na pana­cea, o sea que no es una solu­ción dura­de­ra para la cri­sis pre­su­pues­ta­ria de carác­ter estruc­tu­ral que está afec­tan­do a «todos» los Esta­dos occi­den­ta­les, sino que va en el sen­ti­do desea­do por el men­tor esta­dou­ni­den­se de una rápi­da inte­gra­ción de la Unión Euro­pea, con­di­ción obli­ga­to­ria para la cons­ti­tu­ción de un ver­da­de­ro blo­que occi­den­tal.

Este plan euro­peo res­pon­de a una cri­sis de con­fian­za, de sol­ven­cia (amplia­men­te arti­fi­cial al prin­ci­pio, pero que se ha hecho con­ta­gio­sa y que está tenien­do un efec­to de bola de nie­ve), a tra­vés de una reca­pi­ta­li­za­ción de los Esta­dos, como si se tra­ta­ra de una sim­ple cri­sis de liqui­dez. Se tra­ta de un plan euro­peo de 750 000 millo­nes de euros, supe­rior por lo tan­to al plan Paul­son –de 700 000 millo­nes de dóla­res– des­ti­na­do, des­pués de la deba­cle de los esta­ble­ci­mien­tos finan­cie­ros esta­dou­ni­den­ses de sep­tiem­bre del año 2008, a poner­los a flo­te recu­rrien­do a los fon­dos públicos.
Una solu­ción cuyos efec­tos esta­mos vien­do en este momen­to al com­pro­bar que la reca­pi­ta­li­za­ción del sec­tor finan­cie­ro pri­va­do ha teni­do como abe­rran­te con­se­cuen­cia un tre­men­do cre­ci­mien­to de la deu­da de los Esta­dos a ambos lados del Atlántico.

Des­pués de haber des­ata­do la rece­sión, o sea lue­go de haber inu­ti­li­za­do el motor eco­nó­mi­co, la cri­sis finan­cie­ra naci­da en Esta­dos Uni­dos ha ago­ta­do por lo tan­to los recur­sos fis­ca­les de los Esta­dos, hacien­do así más difí­cil aún el ser­vi­cio de una deu­da cada vez más con­si­de­ra­ble.
Pero la Unión Euro­pea aca­ba de poner más deu­da den­tro de la deu­da con estos 750 000 millo­nes de euros que gra­va­rán aún más sus pre­su­pues­tos nacio­na­les (ya que la tasa media de endeu­da­mien­to de la euro­zo­na es actual­men­te de un 78%), y lo hace supues­ta­men­te para «res­tau­rar la con­fian­za de los mercados»…

En aras de obte­ner ese resul­ta­do, la Unión Euro­pea aca­ba de poner­se –volun­ta­ria­men­te– a la mer­ced del Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal, que va a con­ce­der­le prés­ta­mos por unos 250 000 millo­nes de euros. Y se tra­ta del mis­mo FMI cuyo papel pare­cía con­sis­tir, has­ta aho­ra, en apo­yar a las tam­ba­lean­tes eco­no­mías del Ter­cer Mun­do a gol­pe de pla­nes de lla­ma­dos ajus­tes estruc­tu­ra­les. Es por lo tan­to una enti­dad supra­na­cio­nal con voca­ción «mun­dia­lis­ta» la que va a encar­gar­se, de cier­ta mane­ra, de super­vi­sar más o menos direc­ta­men­te las estruc­tu­ras de gober­nan­za eco­nó­mi­ca de las que la Unión Euro­pea segu­ra­men­te se dota­rá si la euro­zo­na no explo­ta antes espontáneamente.

Se tra­ta de estruc­tu­ras de carác­ter inte­gra­ti­vo que ya vie­ne recla­man­do gri­tos Paul Volc­ker, el direc­tor del Con­se­jo para el Redes­pe­gue Eco­nó­mi­co (de Esta­dos Uni­dos) en la Casa Blan­ca, quien des­de Lon­dres cri­ti­ca dura­men­te a los diri­gen­tes euro­peos exi­gien­do un nue­vo for­ta­le­ci­mien­to del euro, algo que esta­dou­ni­den­ses y bri­tá­ni­cos nece­si­tan tre­men­da­men­te para man­te­ner a flo­te sus pro­pias economías.

Hay seña­lar de paso que fue posi­ble­men­te muy a su pesar que la can­ci­ller ale­ma­na se resig­nó a sus­cri­bir este gigan­tes­co plan de apo­yo a los paí­ses de la euro­zo­na que están enfren­tan­do difi­cul­ta­des, mien­tras que su homó­lo­go fran­cés –según un per­sis­ten­te rumor– la ame­na­za­ba con vol­ver al fran­co si ella no se ple­ga­ba. Si bien es cier­to que «a la hor­mi­ga no le gus­ta pres­tar lo que tie­ne», un regresp al Deu­tsch Mark equi­val­dría a fir­mar la sen­ten­cia de muer­te de la eco­no­mía ale­ma­na ya que, al tener una mone­da dema­sia­do fuer­te, Ale­ma­nia no podría seguir expor­tan­do su pro­duc­ción indus­trial, que cons­ti­tu­ye la base de su eco­no­mía. Bas­tó ese chan­ta­je para obli­gar a Ber­lín a que acep­ta­ra, con­tra su volun­tad, some­ter­se a las con­di­cio­nes que impo­nía la admi­nis­tra­ción Oba­ma.

Dic­ta­dos esta­dou­ni­den­ses que con­du­cen a una enor­me tram­pa: ¡los capi­ta­les obte­ni­dos como prés­ta­mo en el mer­ca­do o pres­ta­dos por el FMI para el sal­va­men­to de los «PIIGS» [1] en peli­gro de caer en la cesa­ción de pagos deben apo­yar­se en estruc­tu­ras que garan­ti­cen en defi­ni­ti­va la sol­ven­cia del euro! Mone­da cuya soli­dez sólo podrá ver­se ase­gu­ra­da por las ins­ti­tu­cio­nes fede­ra­les que Jac­ques Atta­li vie­ne pro­mo­vien­do incan­sa­ble­men­te a tra­vés de nues­tros medios de difu­sión cuan­do recla­ma «la crea­ción de una Agen­cia Euro­pea del Teso­ro, inme­dia­ta­men­te auto­ri­za­da a obte­ner prés­ta­mos en nom­bre de la Unión, y de un Fon­do Pre­su­pues­ta­rio Euro­peo, que inme­dia­ta­men­te reci­bi­ría un man­da­to para con­tro­lar los gas­tos pre­su­pues­ta­rios de los paí­ses cuya deu­da sea supe­rior al 80% del PIB».

A fin de cuen­tas, se tra­ta ni más ni menos de poner a los Esta­dos bajo un tute­la­je eco­nó­mi­co con el pre­tex­to de sal­var la euro­zo­na, al pare­cer con­de­na­da a una inevi­ta­ble ban­ca­rro­ta… ya que el aban­dono de la mone­da úni­ca cons­ti­tu­ye un tabú que nadie pare­ce dis­pues­to a tra­tar de modificar.

Algu­nos pro­yec­tos van más lejos aun y ya tie­nen pre­vis­to que los pre­su­pues­tos de los Esta­dos de la euro­zo­na estén total­men­te some­ti­dos al con­trol y a las deci­sio­nes de un triun­vi­ra­to con­for­ma­do por la Comi­sión de Bru­se­las, el Ban­co Cen­tral Euro­peo y el Eurogrupo.
¿Qué pasa­ría enton­ces con la volun­tad popu­lar y con el Par­la­men­to de Estrasburgo?

Pero nadie se preo­cu­pa por denun­ciar el sofis­ma o el para­lo­gis­mo que cons­ti­tu­ye esa fór­mu­la de inte­gra­ción eco­nó­mi­ca y de regre­so a la con­fian­za en los mer­ca­dos. En pri­mer lugar, ¿por qué habría que per­mi­tir que sean los mer­ca­dos los que impon­gan su pro­pia ley?
¿No sería ade­más el momen­to ade­cua­do para cues­tio­nar el capi­ta­lis­mo accio­na­rial, anó­ni­mo y volu­ble, que ha demos­tra­do ser capaz de arrui­nar a las nacio­nes en fun­ción de sus anto­jos o de sus cálculos?

La gober­nan­za eco­nó­mi­ca euro­pea no es, en ese sen­ti­do, la solu­ción ade­cua­da, como tam­po­co lo es la inun­da­ción de liqui­dez como res­pues­ta a la actual cri­sis. El exce­si­vo endeu­da­mien­to pro­vo­ca­do por el «plan» es sin dudas una solu­ción fal­sa impues­ta des­de el exte­rior con el obje­ti­vo de enca­de­nar­nos más aun, a noso­tros los euro­peos, a los mer­ca­dos de capi­ta­les y a su indes­crip­ti­ble dictadura.

La idea de la gober­nan­za eco­nó­mi­ca nace del mis­mo prin­ci­pio ya que se tra­ta, para decir­lo con cla­ra­men­te, de algo insen­sa­to en la medi­da en que esa idea no tie­ne en cuen­ta las dife­ren­cias que exis­ten entre las diver­sas socie­da­des impli­ca­das en todas las eta­pas de la cons­truc­ción euro­pea: tipos o mode­los de cre­ci­mien­to, regí­me­nes fis­ca­les y socia­les, etc. Se tra­ta de una «idea» que no es tal, y no lo es por­que tie­ne un carác­ter extre­ma­da­men­te ideo­ló­gi­co… se tra­ta en reali­dad de un pro­yec­to tras el cual se escon­den un gran núme­ro de segun­das inten­cio­nes que no tie­nen nada que ver con la pros­pe­ri­dad eco­nó­mi­ca ni con el bien­es­tar de los pue­blos de la Unión Euro­pea.

Algu­nos se han dado cuen­ta, muy acer­ta­da­men­te, de que la cri­sis no era más que el medio y el pre­tex­to para pre­ci­pi­tar la impo­si­ción de un férreo sis­te­ma fede­ral a los 27 [Esta­dos miem­bros de la Unión Euro­pea], a des­pe­cho de las volun­ta­des popu­la­res a las que ya se impu­so el Tra­ta­do de Lis­boa de la mane­ra más sola­pa­da. Una cri­sis que es y que sigue sien­do –no per­da­mos de vis­ta este impor­tan­te fac­tor– arti­fi­cial, fabri­ca­da, en una pala­bra, es lo con­tra­rio de una «fata­li­dad» inhe­ren­te a lo que supues­ta­men­te sería una vida autó­no­ma y des­en­car­na­da de los mer­ca­dos diri­gi­dos por una «mano invisible».

Un pro­ce­so que tie­ne la repu­tación de ser «infer­nal» pero que, para ser anó­ni­mo, no deja de estar muy estar vin­cu­la­do a las figu­ras de car­ne y hue­so de los gran­des mani­pu­la­do­res de dine­ro y de otros per­so­na­jes que dan órde­nes y que hacen con las bol­sas lo que les vie­ne en ganas. Es por eso que Esta­dos Uni­dos man­tie­ne un doble dis­cur­so a tra­vés de dos voces dife­ren­tes. La de los «mer­ca­dos» y la de su pre­si­den­te, quien inter­vie­ne para ser­mo­near a los euro­peos y exi­gir­les que esta­bi­li­cen su mone­da o, en otras pala­bras, las polí­ti­cas eco­nó­mi­cas euro­peas indi­so­lu­ble­men­te vin­cu­la­das a la salud, bue­na o mala, de su moneda.

Sin embar­go, ¡no vayan a creer uste­des ni por ins­tan­te que eso pue­de ser una for­ma de inje­ren­cia en los asun­tos de la Euro­pa continental!
¿Se ima­gi­nan uste­des a Ange­la Mer­kel o a Nico­las Sar­kozy inti­man­do a la Casa Blan­ca a hacer una bue­na lim­pie­za en Manhattan?

La otra voz es la de quie­nes hacen lo que les da la gana con los mer­ca­dos… o sea, los que dan las órde­nes des­de el ano­ni­ma­to, aque­llos que ni los pro­pios gobier­nos pue­den iden­ti­fi­car, como con­fe­só tan las­ti­me­ra­men­te la minis­tra de Finan­zas de Fran­cia, Chris­ti­ne Lagar­de.
Los que hacen subir y bajar las bol­sas a su anto­jo, como el gato jue­ga con el ratón, anti­ci­pan­do las altas y bajas que ellos mis­mos pro­vo­can artificialmente.

El reclu­ta­mien­to de esos oli­gar­cas se desa­rro­lla, en pri­mer lugar, entre los repre­sen­tan­tes de la alta finan­za, de los com­ple­jos mili­ta­ro-indus­tria­les, de los mega­gru­pos del petró­leo y de la quí­mi­ca o de la inge­nie­ría gené­ti­ca, pero tam­bién se reclu­tan entre los ideó­lo­gos y teó­ri­cos que se dedi­can a legi­ti­mar el «sis­te­ma», nue­vos sacer­do­tes de la reli­gión de la ganan­cia como nue­vo mono­teís­mo, el del mer­ca­do. Pero esa gen­te tie­ne en reali­dad un dis­cur­so muy diferente.

¿Qué otra expli­ca­ción pue­de tener si no la evi­den­te con­tra­dic­ción entre las inquie­tu­des expre­sa­das por el pre­si­den­te Oba­ma –por lo demás legí­ti­mas ya que Esta­dos Uni­dos nece­si­ta un euro fuer­te, que pena­li­ce las expor­ta­cio­nes euro­peas dan­do así cier­ta ven­ta­ja a las indus­trias esta­dou­ni­den­ses, útil rega­lo debi­do a sus défi­cits abis­ma­les (1 400 millo­nes de dóla­res) y sobre todo para apo­yar el esfuer­zo de gue­rra actual­men­te en mar­cha en Irak, Afga­nis­tánPakis­tán– y la con­ti­nua­ción de la des­es­ta­bi­li­za­ción a fon­do de las eco­no­mías occi­den­ta­les median­te reite­ra­dos ata­ques de los mer­ca­dos con­tra el euro?

Por muy vora­ces, incon­se­cuen­tes e inclu­so irra­cio­na­les que pue­dan ser los «ope­ra­do­res», estos están con­cien­tes de que la con­ti­nua­ción de la ofen­si­va con­tra el euro está ponien­do en peli­gro a todo el sis­te­ma y pue­de pre­ci­pi­tar a la eco­no­mía mun­dial en una nue­va fase de caos.
¿Por qué pro­si­gue enton­ces este bai­le al bor­de del abis­mo? Nadie podrá hacer­nos creer esa estu­pi­dez de que los mer­ca­dos viven su pro­pia vida, que son incon­tro­la­bles y que todo esto sólo se debe a un ace­le­rón de la máqui­na eco­nó­mi­ca… En pocas pala­bras, que todo esto «no es cul­pa de nadie» sino la sim­ple con­se­cuen­cia de una impo­si­bi­li­dad de mane­jar los acto­res y los irra­cio­na­les pati­na­zos de los mercados.

Diga­mos enton­ces cla­ra­men­te que el ries­go de derrum­be de todo el sis­te­ma es par­te esen­cial de la par­ti­da que se está jugan­do en este momen­to. Los gran­des juga­do­res, fríos y cal­cu­la­do­res, son adep­tos decla­ra­dos de la «teo­ría de los jue­gos» (de Neu­mann y Mor­gens­tem), con­cep­ción pro­ba­bi­lis­ta que sir­vió de basa­men­to a lo que fue la doc­tri­na de la disua­sión nuclear… El gana­dor es aquel que sea capaz de ir más lejos en la mor­tal apues­ta. Un ejem­plo que revis­te un enor­me pare­ci­do con lo que actual­men­te esta­mos vivien­do: una cre­cien­te des­es­ta­bi­li­za­ción de las eco­no­mías euro­peas, con con­se­cuen­cias nada des­pre­cia­bles del otro lado del Atlántico.

Agre­gue­mos a eso que el caos finan­cie­ro, mone­ta­rio y eco­nó­mi­co, de ambos lados del Atlán­ti­co, repre­sen­ta una opor­tu­ni­dad extre­ma­da­men­te favo­ra­ble para quie­nes, digá­mos­lo una vez más, se bene­fi­cian con la resa­ca de los núme­ros de la Bol­sa, pro­vo­can­do y anti­ci­pan­do los acce­sos de páni­co y de eufo­ria para jugar indis­tin­ta­men­te con las ten­den­cias al alza o la baja en mer­ca­dos que se han vuel­to his­té­ri­ca­men­te erráticos.
A prin­ci­pios del siglo 20, el eco­no­mis­ta Wer­ner Zom­bart teo­ri­za­ba sobre la «des­truc­ción crea­do­ra» (pos­te­rior­men­te reto­ma­da por Joseph Schumpeter).

Des­de enton­ces, esa idea ha veni­do abrién­do­se paso a tra­vés, entre otras, de la teo­ría mate­má­ti­ca del fran­cés René Tom (la lla­ma­da teo­ría de las «catás­tro­fes»). Revi­sa­da y corre­gi­da por Benoit Man­del­brot, esta últi­ma se apli­ca­rá, a tra­vés de la geo­me­tría de los frac­ta­les, a la vida de los mer­ca­dos, vis­tos des­de enton­ces como una enti­dad some­ti­da a la teo­ría del caos, deci­di­da­men­te muy de moda.

Mien­tras tan­to, el eco­no­mis­ta Frie­drich Von Hayek, uno de los teó­ri­cos del neo­li­be­ra­lis­mo, pre­ten­dió pro­mo­ver la eco­no­mía libe­ral a la cate­go­ría de cien­cia exac­ta. De esa mane­ra, según su bió­gra­fo Guy Sor­man, «el libe­ra­lis­mo con­ver­ge con las más recien­tes teo­rías físi­cas, quí­mi­cas y bio­ló­gi­cas, en par­ti­cu­lar la cien­cia del caos for­mal­men­te enun­cia­da por Ilya Pri­go­gi­ne. En la eco­no­mía de mer­ca­do, al igual que en la Natu­ra­le­za, el orden nace del caos: la espon­tá­nea com­bi­na­ción de millo­nes de deci­sio­nes y de infor­ma­cio­nes no con­du­ce al des­or­den sino a un orden supe­rior»… No hay mejor ima­gen que esa ya que nos entre­ga la cla­ve que per­mi­te inter­pre­tar la crisis.

A fines de los años 1990, los neo­con­ser­va­do­res adep­tos de Leo Strauss lle­van a su lógi­co paro­xis­mo el nue­vo dog­ma del des­or­den supe­rior con­vir­tién­do­se en apo­lo­gis­tas del caos cons­truc­tor como supues­ta legi­ti­ma­ción de todas las gue­rras de con­quis­ta del siglo 19. Des­de ese pun­to de vis­ta, es posi­ble ver el caos en pleno tra­ba­jo en el Gran Medio Orien­te, al igual que en este mis­mo ins­tan­te en Europa.

Pode­mos tener la cer­te­za de que el nue­vo orden regio­nal que los gran­des orga­ni­za­do­res del caos pre­ten­den hacer sur­gir de la actual cri­sis será una Euro­pa uni­fi­ca­da, cen­tra­li­za­da y fede­ra­ti­va, bajo la tute­la direc­ta de Esta­dos Uni­dos a tra­vés de la Reser­va Fede­ral esta­dou­ni­den­se, que hará del Ban­co Cen­tral Euro­peo una sim­ple sucur­sal, y bajo la mira­da vigi­lan­te del FMI, repre­sen­tan­te o ema­na­ción de un poder mun­dial emer­gen­te, tan des­te­rri­to­ria­li­za­do como tentacular.

Resul­ta bas­tan­te evi­den­te que el endio­sa­mien­to del mer­ca­do aso­cia­do a la idea de un «caos cons­truc­tor», com­ple­ta­da a su vez por un uso inten­si­vo de la teo­ría de los jue­gos mani­pu­la­da por adep­tos de la demo­li­ción, cons­ti­tu­ye una mez­cla bas­tan­te explo­si­va que está a pun­to de explo­tar­nos en la cara. Y es impor­tan­te seña­lar aquí que el «caos» (inten­cio­nal) es hoy en día una for­ma de gober­nar, de trans­for­mar la socie­dad y de con­quis­tar sin lucha, una ver­sión dura del cono­ci­do divi­de y ven­ce­rás, al que se recu­rre aun­que sea a cos­ta de la super­vi­ven­cia de las nacio­nes y los pueblos.

A fin de cuen­tas, lo impor­tan­te es poner a Euro­pa de rodi­llas. Gre­cia –que es cier­ta­men­te uno de los paí­ses más débi­les de la euro­zo­na, aun­que no mucho más que Ita­lia, Espa­ña, Irlan­da o Por­tu­gal– ha sido has­ta aho­ra una espe­cie de elec­trón suel­to que obs­ta­cu­li­za una ple­na inte­gra­ción de los Bal­ca­nes a la tra­ma geo­es­tra­té­gi­ca estadounidense.

A modo de con­clu­sión tem­po­ral, si la Unión Euro­pea, en el mar­co de la cri­sis, avan­za a mar­cha for­za­da hacia una gober­nan­za eco­nó­mi­ca fede­ra­ti­va, entra­rá enton­ces en una fase que la lle­va­rá hacia la atri­bu­ción de un poder prác­ti­ca­men­te dis­cre­cio­nal a la Comi­sión Euro­pea, que se com­po­ne esen­cial­men­te de tec­nó­cra­tas no elec­tos y reclu­ta­dos en fun­ción de una indes­truc­ti­ble obe­dien­cia atlan­tis­ta. Dicho cla­ra­men­te, ello sig­ni­fi­ca­ría la des­apa­ri­ción de los Esta­dos-Nacio­nes europeos.

De hecho, ya nada se opon­drá a que Euro­pa sea inte­gra­da a un Blo­que Trans­atlán­ti­co. Con el tiem­po, la fusión del euro y del dólar sella­rá la unión del Vie­jo Mun­do y del Nue­vo Mun­do. Es evi­den­te que no se tra­ta de sim­ples espe­cu­la­cio­nes sino de una real pro­yec­ción de las ten­den­cias arqui­tec­tó­ni­cas que visi­ble­men­te se están apli­can­do en el mar­co de un pro­ce­so de redis­tri­bu­ción o de recom­po­si­ción geo­po­lí­ti­ca del mapa mun­dial. Lo cual equi­va­le a decir que, si no se desin­te­gra la euro­zo­na, el des­tino de los pue­blos euro­peos pare­ce defi­ni­ti­va­men­te sella­do, o sea enca­de­na­do para bien y para mal al «Des­tino mani­fies­to» de Esta­dos Uni­dos, inde­pen­dien­te­men­te de una refor­ma del sis­te­ma eco­nó­mi­co mundial.

Los finan­cie­ros per­de­rán qui­zás algu­nas plu­mas en ese pro­ce­so si la comu­ni­dad inter­na­cio­nal se pone de acuer­do para fijar lími­tes a sus ape­ti­tos median­te la regla­men­ta­ción de los mer­ca­dos. En todo caso, lo cier­to es que los pro­mo­to­res del caos cons­truc­tor habrán gana­do la par­ti­da al crear las con­di­cio­nes para nue­vos incendios.

Ya que «lo peor», que a menu­do han men­cio­na­do en Fran­cia indi­vi­duos tan influ­yen­tes como Ber­nard Kouch­ner y Jac­ques Atta­li, resul­ta ser sin embar­go lo menos impro­ba­ble cuan­do los gobier­nos, al ver­se con la espal­da con­tra la pared, no tie­nen otra posi­bi­li­dad que «huir hacia delan­te». En Kuwait, en 1991, y en Irak, en 2003, entre los obje­ti­vos ape­nas ocul­tos de la gue­rra, ocu­pa­ban un lugar impor­tan­te la reac­ti­va­ción del motor eco­nó­mi­co a tra­vés de los pro­yec­tos pri­va­dos de recons­truc­ción… por no men­cio­nar otros intere­ses más evi­den­tes y más inme­dia­tos, como los com­bus­ti­bles fósi­les, las ven­tas de armas y todos los mer­ca­dos que de ellos se derivan.

Cua­les­quie­ra que sean los acuer­dos entre Tur­quía e Irán sobre el enri­que­ci­mien­to de ura­nio con fines médi­cos, cua­les­quie­ra que sean las con­tra­rie­da­des diplo­má­ti­cas que esos acer­ca­mien­tos entre alia­dos y enemi­gos de Esta­dos Uni­dos impli­quen para el Depar­ta­men­to de Esta­do, bas­ta con releer las fábu­las de Jean de La Fon­tai­ne para saber que… ¡la retó­ri­ca del lobo siem­pre pre­va­le­ce ante la del cordero!

En el actual con­tex­to de extre­ma fra­gi­li­dad de la eco­no­mía mun­dial, tene­mos que pre­ver que la sali­da de la cri­sis ten­drá que pasar por la dolo­ro­sa puer­ta del caos constructor.

Jean-Michel Ver­no­chet
Ex perio­dis­ta de la publi­ca­ción fran­ce­sa Figa­ro Maga­zi­ne y pro­fe­sor de la Escue­la Supe­rior de Perio­dis­mo (ESJ-Paris). Su obra de más recien­te publi­ca­ción se titu­la Euro­pe, chro­ni­que d’une mort annon­cée (Euro­pa, cró­ni­ca de una muer­te anun­cia­da) edi­cio­nes de l’Infini, 2009

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *